Tfilát Nashim (La Plegaria Femenina)

05.  No rezar al lado de su rabino principal.

Una persona no debe rezar junto a su rabino «muvhak» o de cabecera ya que al hacerlo estaría demostrando que está a su mismo nivel. Se deduce que si reza delante de este se ve como si se jacta ante él. Asimismo no ha de rezar una persona detrás de su rabino ya que si este último concluye el recitado antes que el alumno, se verá ante la molestia  de  no poder dar los pasos correspondientes hacia atrás.  Además puede parecer que el discípulo se inclina ante su maestro (Shulján Aruj 90:24, Mishná Berurá 74).

Quien se alejó cuatro codos (unos dos metros) de su rabino puede rezar, si está detrás de éste debe alejarse cuatro codos y la distancia de tres pasos (unos sesenta cm.) tal que si el rabino concluye primero pueda dar los pasos hacia atrás.

¿A quién se considera «rabino muvhak o de cabecera» de una persona? A quien le enseñó la mayor parte de sus conocimientos en uno de los ámbitos de la Torá. Esta regla se aplica, además, a la generalidad de los grandes maestros de cada generación.

El rabino titular de una localidad o sinagoga se lo considera «muvhak» (Aruj Hashulján Ioré Deá 242:29). Hay juristas que consideran que cuando alguien por un período de tiempo aprende mucha Torá de un rabino determinado, aunque no le haya prodigado la mayor parte de su sabiduría, en ese período de tiempo se lo considera «muvhak» (Divrei Malquiel 2:74).

Respecto del caso de una rabanit, está prohibido rezar junto a ella en estos dos casos: a) Si está casada con un rabino «muvhak» o con uno de los grandes sabios de la generación y su principal ocupación es ayudar a su marido en sus labores religiosas b) En el caso de sus alumnas, quienes adquirieron de ésta la mayoría de sus conocimientos, deben relacionarse con ella como si fuese un rabino «muvhak».

Hay juristas que consideran que esto se aplica en el caso de que la alumna haya escogido rezar junto a su rabanit, pero si las mujeres están rezando en la parte de las mujeres en sillas acomodadas por los encargados de la sinagoga y éstos ubicaron a la alumna cerca de la rabanit no está prohibido pues no se considera irreverente o soberbia. En caso de necesidad se puede emplear esta idea y demás está decir que si la rabanit es quien invita a las alumnas a rezar junto a ella o si ella consiente que así sea, no hay prohibición alguna ni sospecha de actitud soberbia.

06. Rezar al aire libre.

No se debe recitar la «Amidá» en terrenos abiertos y quien lo hace es llamado «insolente» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(B)) ya que en el descampado, quien reza es proclive a perder la concentración, mientras que en un sitio cerrado el temor del Rey se posa sobre la persona y su corazón se quebranta (Shulján Aruj 90:5). Además de esto, es de temer que en un sitio abierto otras personas pasen junto a ella y perturben su concentración. Los viajeros tienen permitido rezar en el camino y si hay árboles es bueno rezar entre ellos (Mishná Berurá 90:11). Asimismo es preferible rezar cerca de una pared que en un lugar completamente abierto (Eshel Abraham Buchach). Es mejor rezar en un patio rodeado de paredes, ya que lo más importante es el tabique vertical y no el techo (Mishná Berurá 90:12).

Según esto, se puede, a priori, rezar en la explanada del «Kotel Hamaaraví» (Muro Occidental) ya que está rodeada de muros en tres direcciones. Más aún, la santidad del lugar hace que se incrementen en las personas los sentimientos de amor y temor a D´s y de esa manera el rezo es recitado con mayor concentración. Así, nuestro patriarca Itzjak acostumbraba a rezar «Minjá» en el Monte Moriá que en esos días era un descampado, tal como está escrito: «Y salió Itzjak a meditar (o hablar) en el campo» (Génesis 24:63, Talmud Babilonio Tratado de Berajot 26(B), Midrash Tehilim 81).

No se debe rezar delante de la sinagoga ya que si se lo hace en dirección a Jerusalém le habrá de dar la espalda a esta y si se reza hacia ella dará la espalda a Jerusalém, o sea en sentido opuesto al de la congregación que reza adentro. Se permite rezar en los costados de la sinagoga a condición que los rostros de los fieles estén orientados hacia Jerusalem (Shulján Aruj 90:7).

07. El lugar del rezo debe estar limpio de excrementos y libre de malos olores.

Está prohibido meditar sobre cuestiones de santidad en un lugar en el que hay excrementos u otros focos de mal olor, tal como está escrito: (Deuteronomio 23:14-15): «…cavarás para cubrir tus excrementos, pues el Eterno tu D´s  que anda entre tus campamentos… y harás que tu campamento sea santo» Esta norma contiene numerosos detalles, algunos de los cuales estudiaremos a continuación.

Todo lo que se encuentra dentro de un radio de cuatro codos (unos dos metros) de la persona se lo considera su campamento, y por lo tanto si hay excrementos en esta área no podrá rezar. Si el excremento está delante de sus ojos, mientras lo divisa no podrá rezar. Si el mal olor se expande, deberá alejarse cuatro codos del punto en el cual se deja de oler. A priori se debe ser estricto en este asunto y no rezar, también cuando llega mal olor desde otra habitación o desde el baño. Una persona que su olfato está afectado deberá alejarse al igual que los  demás que sí perciben el mal olor (Shulján Aruj 79:1)).

Una misma regla se aplica tanto para el excremento humano como para cualquier otra  cosa que se haya estropeado y genere mal olor, al punto de que molesta a las personas. Por lo tanto, hay que alejarse del cadáver de un animal o de excrementos animales tal como nos alejamos de excrementos humanos (Mishná Berurá 69:23). Respecto del vómito, si exhala mal olor se lo considera como excremento. Si su olor no es desagradable, hay quienes son más flexibles y no lo consideran como excremento (ver Mishná Berurá 76:20, Ishei Israel 51:12).

En el caso que el mal olor se expanda de un sitio a otro como, por ejemplo, del baño a la habitación contigua, en todo lugar en el que se perciba estará prohibido recitar cualquier cosa referida a la santidad. Hay juristas más estrictos que opinan que cuando el mal olor llega de otra habitación es necesario alejarse cuatro codos del sitio donde se deja de percibir, y a priori es correcto conducirse según esta directiva (Mishná Berurá 79:17, Kaf HaJaím 1, Peninei Halajá Tefilá 3:10).

08. ¿Cuál es la regla a posteriori?

Una mujer que reza dentro de un radio de cuatro codos de excrementos no cumplió con su deber de rezar y deberá hacerlo de nuevo. En caso que se dé cuenta, tras finalizar la plegaria, que rezó dentro de un radio de dos metros de excremento, si se trata de un sitio en el cual es razonable que se encuentre materia fecal la mujer en cuestión pecó de negligente al no haberlo revisado antes y por lo tanto no cumplió con su deber de rezar. Si se trata de un sitio en el cual no es razonable hallar excrementos, la mujer no debió haber revisado y por ende no pecó por omisión y se considera que cumplió con su deber de rezar (Shulján Aruj 76:8, Mishná Berurá 76:31, 81:13).

Los juristas debatieron respecto de las bendiciones que fueron recitadas dentro de un radio de dos metros en un sitio donde se hallaban excrementos. Unos opinan que como trasgredió una prohibición de la Torá no cumplió con su deber y deberá volver a bendecir (Mishná Berurá 185:7, Beur Halajá allí). Otros opinan que este criterio estricto aplica únicamente para el recitado del Shemá y la Amidá; mas en el caso del resto de las bendiciones, a posteriori, se considera que sí cumplió con su deber (Jaié Adam 3:33, Kitzur Shulján Aruj 5:10, Kaf HaJaím 76:37, 185:14). Dado que se trata de una duda respecto de si recitar o no una bendición y si la vuelve a decir se teme que se trate de una bendición en vano,  por lo que en este caso aplica la opinión más flexible («safek berajot lehakel«) y no se vuelve a bendecir. Sin embargo es bueno decir la bendición para sus adentros («leharher«) ya que hay opiniones que consideran que de esa forma se puede cumplir con el deber (Rambám) y por otra parte así no se incurre en la prohibición de recitar una bendición en vano.

09. Bebés.

El excremento de bebés no expide tan mal olor y por lo tanto no se le aplica la normativa vigente sobre el de un adulto normal. A partir del momento en que el bebé puede comer un «kazait» (29 gramos) de cereal en el lapso de tiempo que lleva comerse un panecillo (unos seis o siete minutos) se considera a su excremento como el de una persona adulta normal (Shulján Aruj 81:1). Hay quienes escribieron que el cambio es a partir del año de edad. Todo este análisis se aplica en caso de necesidad, empero, a priori, es bueno alejarse (para rezar) del excremento de un bebé aunque tan solo tenga ocho días de nacido (Mishná Berurá 81:3, Kaf HaJaím 1:6).

Cuando se reza en un lugar donde hay un bebé de un año de edad en adelante que evacúa en sus pañales, corresponde verificar, a priori, que no expida mal olor. Y si el bebé expide mal olor y se acerca a la mujer que reza ésta deberá interrumpir su plegaria.

Mientras el bebé no expida mal olor está permitido rezar junto a él ya que aunque haya hecho sus necesidades, por cuanto que están cubiertas por los pañales y la ropa no se percibe el mal olor y no estará prohibido recitar junto al niño cuestiones relativas a la santidad.

Si en medio del rezo de la mujer el bebé hace sus necesidades y se dirige hacia ella expidiendo mal olor, ella no debe continuar con su oración. Si en la habitación se encuentra alguien que pueda ocuparse del bebé, que señale con la mano en pedido de ayuda y podrá continuar rezando. En caso que no lo haya, si se lo puede sentar en la cama o en otra habitación de modo tal que pueda entretenerse hasta que la mujer termine de rezar, que lo coloque allí y concluya su plegaria. De no mediar esta posibilidad ya que el bebé llora y la mujer debe estar a su lado que detenga su rezo puesto que de todas maneras no se puede orar en presencia de un mal olor, que lo cambie y luego lave sus manos con ablución. Una vez lavadas las manos que intente volver rápidamente a su rezo, ya que si la interrupción es más breve que el lapso de tiempo que le toma rezar toda la Amidá podrá volver al punto en el que interrumpió. Si la interrupción se prolongó el lapso que ella considera le toma recitar toda la Amidá, deberá rezar de nuevo desde el principio (Shulján Aruj 104:5).

En caso que el bebé que huele mal se acercara a la mujer en medio del recitado de una bendición, si se trata de una bendición breve que se aleje un poco hasta donde no se perciba el olor y la concluya. Si se encuentra en medio de la plegaria posterior a la ingestión de alimentos («birkat Hamazón«) la cual demora un poco más, en caso que no pueda alejarse un poco o colocar al bebé en otro sitio hasta concluir las cuatro bendiciones de la plegaria ya que le bebé llora y debe alzarlo para calmarlo, que suspenda el recitado y se ocupe del niño. Esto obedece a que de todas maneras en presencia de mal olor no se puede bendecir, y por lo tanto una vez que el bebé esté limpio que lave sus manos con ablución y continúe desde donde interrumpió (Shulján Aruj Oraj Jaím 65:1, Beur Halajá 183:6 ´אפילו´).

10. Otras leyes.

Una mujer que reza sentada o de pie de cara al baño, en caso que la puerta del mismo esté cerrada y no se percibe mal olor, está permitido decir palabras de santidad y orar allí. En caso que la puerta esté abierta no podrá hacerlo. En cambio, si su espalda o costado da al baño, mientras no le llegue mal olor podrá recitar cuestiones de santidad y rezar (Shulján Aruj 83:1, Mishná Berurá 83:5).

Cuando entra mal olor de la alcantarilla a la casa, está prohibido seguir rezando en la misma. A veces cerrando las ventanas es posible superarlo y el mal olor que queda se puede disipar mediante un desodorante de ambiente en aerosol. En el pasado se disipaba el mal olor quemando una prenda (Kaf HaJaím 79:20).

La regla referente al mal olor depende de las costumbres de los lugareños. En el pasado, las aguas servidas fluían libremente en los costados de las calles e indudablemente el aire en las ciudades populosas estaba impregnado de malos olores. Empero como las personas estaban acostumbradas a ese olor no se lo consideraba malo y por lo tanto se rezaba en las sinagogas o casas contiguas a las canaletas de drenaje de aguas servidas. Sólo cuando estas canaletas se obstruían o en los días calurosos del verano en los que el mal olor se intensificaba se tomaban precauciones (ver Mishná Berurá 79:5). Empero hoy en día, en que las aguas servidas fluyen dentro de cloacas y tuberías, el aire es más puro y por lo tanto somos más sensibles al mal olor. Por esto en todo sitio en que percibamos un olor desagradable de acuerdo a lo aceptado, hoy día está prohibido rezar.

Asimismo en los «moshavim» (aldeas agrícolas) en los que hay establos y gallineros el olor que llega a las casas o a la sinagoga no se considera allí como malo. Empero en la ciudad se lo considera mal olor y está prohibido rezar antes de que se lo neutralice. Nos parece que quienes se hospedan en los «moshavim» deben manejarse según la costumbre del lugar.

Quienes rezan afuera, deben tener cuidado de no hacerlo cerca de recipientes de basura que huelen mal. Y aunque estos no expidan mal olor corresponde no rezar en un radio de cuatro codos  o frente a éstos (ver Sheerit Iosef II pag. 227).

11. La prohibición de recitar cuestiones de santidad frente a una desnudez.

Está prohibido recitar cuestiones de santidad frente a una desnudez, tal como está escrito (Deuteronomio 23:15): «…que tu campamento sea Santoy no se vea allí nada indecente, no sea que Él se aparte de ti». Cuando un hombre ve a otro hombre o una mujer a otra mujer, la prohibición de recitar cuestiones de santidad aplica sólo si su zona genital está descubierta.

Una mujer sentada sobre una silla o sobre el suelo, aunque se encuentre desnuda pero, sus partes púdicas están cubiertas, su amiga puede rezar o recitar cuestiones referidas a la santidad delante de ella. También la mujer desnuda en cuestión puede decir palabras referidas a la santidad (Mishná Berurá 75:8).

Desde el punto de vista de la cualidad del recato es impropio que una mujer esté sentada sin ropa (ver arriba 4:2), empero si es por alguna necesidad está permitido. En este caso ni ella ni la amiga que está en frente tienen prohibido recitar cuestiones referidas a la santidad.

En el caso de un hombre que ve a una mujer nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 24(B)) «un palmo descubierto en la mujer se considera desnudez». La intención de esta regla es que toda parte del cuerpo que las mujeres acostumbran a cubrir, está prohibido descubrirlo, y en caso que lo esté, estará prohibido recitar frente a esta mujer cuestiones de santidad (los detalles de esta regla están explicados en el Shulján Aruj  Oraj Jaím 75 y en Peninei Halajá Likutim III 6:3-6).

Si bien hay que educar a las niñas a vestirse recatadamente desde la edad en que se comienza a educar («guil jinuj»), la prohibición de recitar cuestiones de santidad frente a un palmo descubierto que debería estar cubierto comienza desde el momento en que la niña comienza a desarrollarse (Peninei Halajá ídem 6:7).

Otro tanto respecto de los cabellos. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 24(A)): «el cabello en la mujer es desnudez» en referencia a la mujer casada, que si no cubre su cabello no se debe recitar en su presencia cuestiones de santidad (los detalles de la cobertura del cabello se explican ídem 6:14-19).

Un hombre que necesita rezar, recitar bendiciones o estudiar Torá y frente a él está una mujer que revela un palmo de los sitios que deben estar cubiertos, a priori habrá de girar su cuerpo hacia otra dirección, de modo tal que no quede frente a ella y así no verla. Si no puede girar, habrá de mirar en dirección de su Sidur o cerrará los ojos y así recitará las cuestiones de santidad (Shulján Aruj 75:6, Mishná Berurá 75 incisos 1 y 29).

 

Respecto de cubrir el cabello, escribieron varios de los sabios de las últimas generaciones (ajaronim) que dado que, lamentablemente, hoy en día muchas mujeres no cubren sus cabezas,  el cabello descubierto no genera pensamientos indebidos y por lo tanto, a posteriori,  se puede recitar frente a éste cuestiones de santidad. Todo esto se refiere al cabello cuya normativa es la menos rígida de todas las partes que deben estar cubiertas ya que vemos que las solteras no están obligadas a cubrirlo, empero respecto de otras partes que deben estar cubiertas también en el caso de las solteras no hay lugar para flexibilizar según la lógica del caso anterior y el hombre deberá cerrar los ojos o mirar en su Sidur (Aruj Hashulján 75:7, Ben Ish Jai Bó 12, Igrot Moshé I 44, ver Peninei Halajá ídem 16-17).

No se deben recitar cuestiones de santidad frente a una mujer que canta (Shulján Aruj 75:3). Escuchar a una cantante mujer en la radio, según la opinión de algunos sabios de las últimas generaciones, a posteriori, no es un impedimento  para recitar cuestiones de santidad (ver Peninei Halajá ídem.6:11).

01. Tres pasos previos al rezo.

En la Amidá nos hallamos de pie ante el Rey de Reyes el Santo Bendito Sea. No es así en el resto de las bendiciones y plegarias las cuales si bien deben ser recitadas con seriedad y concentración, de todas maneras no están en el nivel como el de presentarse ante el Rey. Por lo tanto, nuestros sabios establecieron reglas especiales exclusivas para la Amidá.

Se acostumbra dar tres pasos hacia adelante al comenzar el rezo como forma de expresar nuestra voluntad de acercarnos y pararnos ante D´s (Ramá 95:1). Se deben concluir los pasos y pararse en el sitio donde se ha de rezar antes de concluir el versículo «Ad-onai Sefatai Tiftaj«, ya que se lo considera parte integral de la Amidá.

En el caso de una mujer que va a rezar a la sinagoga o al lugar en su hogar consagrado para este propósito, no precisa dar los pasos para atrás y adelante por cuanto que ya caminó bastante dirigiéndose al sitio del rezo (Eliahu Rabá). Otros juristas opinan que aunque haya caminado hacia el sitio de rezo, si pasó tiempo entre que llegó al lugar en cuestión y comenzó a rezar, corresponde que vuelva a dar los tres pasos hacia adelante antes del inicio de la Amidá (Ben Ish Jai Beshalaj 3, Kaf HaJaím 95:7). Sin embargo, dado que no es apropiado dar tres pasos hacia atrás para inmediatamente después dar tres pasos para adelante, la mujer que quiera cumplir con excelencia que de los tres pasos hacia atrás algo antes de rezar, espere un poco y luego de los tres pasos hacia delante para así comenzar la Amidá (Minhag Maharil, Mishná Berurá 95:3).

02.  En dirección a Jerusalém.

En todas las secciones del servicio, la mujer puede dirigir su rostro hacia donde desee. Empero al llegar al momento más importante del rezo, cuando la persona se para ante el  Rey del universo en la Amidá, deberá dirigir su rostro hacia Jerusalém, en dirección al sitio escogido por D´s para que Su Divina Presencia repose allí.

Quien se encuentra en el extranjero debe dirigir su rostro hacia la tierra de Israel y su corazón a Jerusalém y al sitio del Templo y su Santo Sanctórum. Si la persona se encuentra en Israel, que dirija su rostro hacia Jerusalém y su corazón hacia el Templo y su Santo Sanctórum. Si la persona se encuentra en Jerusalém, debe dirigir su rostro hacia el Templo y su corazón al Santo Sanctórum (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 30(A), Shulján Aruj 94:1).

Por lo tanto, las mujeres que se paran en la sección femenina de la explanada del Muro Occidental (Kotel Hamaaraví), al comenzar la Amidá,  deben dirigir sus rostros al sitio del Templo.

Se acostumbra a colocar el Arca Sagrada de la sinagoga en la dirección de Jerusalém, para que quienes se paran a rezar se dirijan también en dirección a ésta. De todas maneras lo principal es rezar en dirección a Jerusalém, por lo tanto, si por causa de algún error o cuestión de fuerza mayor el Arca Sagrada no está correctamente direccionada, los orantes igualmente habrán de dirigirse hacia esta ciudad (Mishná Berurá 94:9). Asimismo, la mujer que se encuentra en la «ezrat nashim» o sección de las mujeres en una sinagoga, a la hora de rezar la Amidá no precisa dirigir su rostro hacia el arca sagrada sino hacia Jerusalém.

Quien no sabe cuál pared está orientada hacia Jerusalém, podrá rezar hacia donde quiera y habrá de orientar su corazón hacia su Padre Celestial (Shulján Aruj 94:3). Aunque se dé cuenta que se equivocó, no precisa volver a rezar en  la orientación geográfica correcta.

03. Pararse con los pies juntos.

La Amidá es especial en cuanto a que requiere ser recitada de pie. Estar de pie expresa la completa disposición de la persona a rezar, de pies a cabeza. Además, esta posición implica tanto el estremecimiento como el temor reverencial de quien se presenta ante el Rey del Mundo. Por lo tanto, a la hora de rezar la Amidá, es importante no recostarse o apoyarse, pues quien lo hace manifiesta que su temor no es completo. En caso de gran necesidad, por ejemplo, si la mujer está agotada y necesita apoyarse en algo, que lo haga mínimamente de modo tal que si el soporte en cuestión fuese abruptamente retirado, la persona no se caería. De esta manera, aunque la persona no está parada con una actitud de temor, igualmente se la considera que está de pie (Shulján Aruj 94:8, Mishná Berurá 22).

Se deben unir ambos pies hasta que parezcan uno solo, ya que las piernas separadas ponen al descubierto la materialidad del hombre y su vertiginosa carrera tras las cuestiones mundanas. Cuando los cohanim (sacerdotes del Templo) subían hacia el altar de sacrificios lo hacían con pasos muy medidos («talón contra dedo pulgar»). De la misma manera, nosotros no nos paramos a rezar con pies separados. Además, unir los pies expresa la unión de todas nuestras fuerzas físicas y su anulación ante Él, mostrando así que sólo tenemos una voluntad y es presentarnos ante El Eterno y rezarle. Nuestros sabios aprendieron esto de los ángeles, tal cual está escrito (Iejezkel – Ezequiel 1:7): «Y sus pies eran pies derechos», esto es, que los pies estaban juntos al punto que parecían ser uno solo (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 10(B), Talmud Jerosolimitano Tratado de Berajot 1:1, Maharal Netiv Haavodá 6).

Se deben unir los pies en toda su longitud para que se vean lo más posible como un solo pie y no como hacen algunas personas que unen solamente los talones (Shulján Aruj 95:1, Talmidei Rabenu Ioná). A posteriori, si alguien rezó con los pies separados igualmente cumplió con su deber (Mishná Berurá 1, Kaf HaJaím 2). Una mujer a la que se le dificulta unir sus pies  que los una lo máximo que pueda.

Una persona enferma que no puede ponerse de pie habrá de rezar sentada, si tampoco puede permanecer sentada podrá rezar acostada (Mishná Berurá 94:27, Kaf HaJaím 34).

Quien se ve en la necesidad de rezar sentada o acostada, deberá intentar unir sus pies y contraerse un poco en los pasajes que requieren cierta inclinación. En el caso de quien está sobre una silla de ruedas, al finalizar el rezo que retroceda con esta la distancia equivalente a los tres pasos finales con los que la persona se despide de la plegaria (según Ramá 94:5).

04. La postura del cuerpo y las manos.

Quien reza debe inclinar un poco su cabeza de modo tal que sus ojos apunten hacia abajo en señal de humildad, y así pueda imaginar que se encuentra en el sagrado Templo de Jerusalém y dirigir su corazón al cielo (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 105(B), Shulján Aruj 95:2).

Los cabalistas elogiaron a quien reza con los ojos cerrados, pero, a priori quien reza mirando el Sidur actúa correctamente. Muchos de los sabios de las últimas generaciones recomendaron rezar mirando el Sidur, ya que de esta manera es más fácil concentrarse (Mishná Berurá 95:5, Kaf HaJaím 9:10, ver Beur Halajá en el párrafo que inicia con las palabras המאמ»ר).

Respecto de la postura de las manos, el Rambám indicó (Hiljot Tefilá 5:4) colocar las manos cruzadas sobre el corazón, derecha sobre izquierda, con temor y reverencia, cual siervo delante de su amo. El Shulján Aruj (95:3) y  Kavanot Haarí (Kaf HaJaím 95:12) indicaron lo mismo. Muchos son de la idea de que la postura de las manos depende de la costumbre del lugar, siendo que donde vivía el Rambám esta era la postura habitual paras presentarse ante reyes o visires, empero en otros lares la costumbre era diferente. Por ejemplo, en los países europeos acostumbraban a pararse de brazos cruzados y en los países árabes con las manos tras la espalda en señal de que no disponen de sus manos, a menos de no mediar el permiso de quien se encuentra en frente (Maharí Abuhav, traído por el Beit Iosef, Mishná Berurá 95:6). Según esto, en nuestros días, además de la postura indicada por Rambám, el orante  se puede parar con los brazos pegados a ambos lados del cuerpo o apoyados sobre el «Stender» o sobre el Sidur ya que todas estas posturas se consideran respetuosas. Empero no se habrá de rezar con las manos en los bolsillos o sobre las caderas pues esta no es la forma apropiada de pararse ante personas importantes u honorables.

Muchas acostumbran a balancearse durante el rezo. Rabí Moshe Iserles (Ramá) escribió (Oraj Jaím 48, Mishná Berurá 95:7) que así se debe actuar, a priori, a los efectos de manifestar la emoción y el temblor que deben apoderarse de la orante y para que de esta forma todo el cuerpo participe del rezo, tal como dice el versículo (Salmos 35:10): «Todos mis órganos dirán, Oh Eterno, quién es como Tú». Por su parte, Rabí Ieshaiahu Horowitz (Shlá) escribió que la orante no se debe balancear durante el rezo sino que por el contrario debe recitar la Amidá sin moverse pues esto facilita la concentración. Además, considera que no es respetuoso pararse y balancearse. Si alguien se presenta ante un rey de carne y hueso y comienza a balancearse sería inmediatamente retirado de la corte, por lo que esta práctica tampoco se debe aplicar al rezo. Según el Rav Horowitz, balancearse es correcto durante el estudio de la Torá o mientras se recitan alabanzas, mas durante la Amidá, en la que nos paramos delante del Rey y se trata de una plegaria profunda e íntima, no corresponde balancearse en lo más mínimo. Sólo los labios deben moverse (Shlá- Masejet Tamid Ner Mitzvá). Dado que cada tradición o usanza tiene en quien apoyarse, que cada quien rece de la manera que mejor facilite su concentración (Maguén Abraham, Mishná Berurá 48:5, Kaf HaJaím 48:7-8).

05. Las inclinaciones durante el rezo.

Los sabios establecieron que debemos inclinarnos en cinco lugares del rezo, primeramente en el inicio y finalización de la bendición de los patriarcas («Maguén Abraham«); al inicio y final de la bendición del agradecimiento («Modim«) y al finalizar el rezo cuando se retroceden los tres pasos. Nuestros sabios instituyeron inclinarse en estas dos bendiciones pues son las más importantes y aquellas en las que resulta más necesario concentrarse (ver Shulján Aruj 101:1, Mishná Berurá 3). Quien se inclina al principio o final de otras bendiciones se le enseña a no hacerlo para no quitarle sentido al decreto de los sabios y no parecer como quien se jacta de ser más pío que los demás orantes. Sin embargo, en el medio de cada una de las bendiciones, está permitido inclinarse (Shulján Aruj 113(A), Mishná Berurá 2, ver Peninei Halajá Tefilá 17:3).

El orante se debe inclinar al recitar el inicio de la bendición, «Baruj Atá«, y se debe enderezar al pronunciar el Nombre de D´s. En la bendición de «Modim» se debe inclinar al recitar «Modim Anajnu Laj» y enderezar al pronunciar el Nombre de D´s (Shulján Aruj 113:7, Mishná Berurá 12. Respecto de la inclinación al final del rezo ver adelante halajá 11).

La inclinación debe ser tal que todas las vértebras de la columna vertebral sobresalgan en la espalda de la orante. Se debe inclinar también la cabeza y la espalda hasta que lleguen a la altura que está entre su corazón y sus caderas más no inclinará su cabeza hasta la de su cinturón pues se vería jactancioso.

La inclinación debe ser rápida para mostrar así disposición y diligencia ante D´s mientras que al incorporarse el enderezamiento debe ser lento, mostrando así voluntad de permanecer inclinado (Shulján Aruj 113:6).

Una anciana o enferma a quienes les resulta difícil inclinarse habrán de inclinar sus cabezas en la medida de lo posible (Shulján Aruj 113:5).

Hay dos costumbres respecto de la manera de inclinarse: según la usanza ashkenazí, al decir «Baruj» se flexionan las rodillas y al decir «Atá» la persona se inclina hasta que sobresalen todas las vértebras de la espalda. En «Modim«, que no se dice primeramente «Baruj«, hay que inclinar la espalda sin flexionar primeramente las rodillas (Mishná Berurá 113:12, ver Kitzur Shulján Aruj 18:1).

La usanza sefaradí se basa en las enseñanzas del Arí z´´l según las cuales la inclinación debe proceder en dos etapas: en la primera inclinando el cuerpo (sin flexionar las rodillas) y luego la cabeza e igualmente  al enderezarse, primero el cuerpo y luego la cabeza (Kaf HaJaím 113:21).

06. El rezo en silencio.

Del modo en cómo rezó Janá en Shiló, procurando ser respondida por HaShem y concebir un hijo, aprendemos varias halajot generales. Su rezo fue aceptado y pudo dar a luz a Shmuel, que sería el mayor de los profetas después de Moshé Rabenu de bendita memoria. Respecto de su plegaria leemos (Shmuel- libro de Samuel I 1:13): «Jana hablaba con su corazón. Sus labios apenas se movían mas su voz no podía oírse». Nuestros sabios dedujeron (Talmud babilonio Tratado de Berajot 31(A)) que «hablaba con su corazón» implica que quien reza debe concentrarse; «sus labios apenas se movían» implica que al rezar se deben mover los labios; «su voz no podía oírse» implica que no se puede levantar la voz durante la plegaria.

La Amidá tiene por cometido expresar ante D´s las aspiraciones más profundas del alma, por lo que no corresponde recitarla en voz alta y hacerla pública. Por otra parte, no se cumple con el deber de rezar pensando la plegaria únicamente, pues toda buena intención necesita tener una expresión concreta en este mundo para poder manifestarse y corregir el universo. Por lo tanto, incluso el precepto de rezar, que es el más interior y sutil de todos, precisa tener algún tipo de manifestación mediante la pronunciación de las palabras moviendo los labios.

Existen diferentes usanzas respecto de cómo rezar en silencio. Según la opinión de la mayoría de los juristas y algunos de los cabalistas, la plegaria debe ser audible únicamente al oído de la orante pero que no llegue a oídos de su vecina (Shulján Aruj 101:2, Mishná Berurá 5-6). En opinión de la mayoría de los cabalistas, el rezo es tan profundo e interior que no debe ser audible siquiera al oído del orante, sino que simplemente los labios deben pronunciar las palabras (Kaf HaJaím 101:8). Es correcto que cada persona se conduzca conforme a la tradición de sus padres o de la manera que le permita una mejor concentración.

A posteriori, si la mujer hizo oír su voz durante el rezo cumplió con su deber. Por lo tanto, si a una mujer le cuesta concentrarse en absoluto silencio, de estar rezando sola donde no molesta a nadie, puede hacerlo en voz alta para así concentrarse mejor (Shulján Aruj 101:2). Sin embargo, tampoco en esa circunstancia habrá de elevar mucho su tono de voz ya que quien lo hace es considerado o se asemeja a los falsos profetas que pensaban que su dios es deficiente auditivo y es menester gritarle para que oiga (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 24(B)).

Hay pasajes de la Amidá durante los Días Solemnes (Rosh Hashaná y Yom Kipur)  en los que se acostumbra a elevar un poco el tono de voz y no se teme que una orante moleste a otra, ya que en estos días se reza leyendo de un Majzor (Shulján Aruj 101:3). De todas maneras es mejor recitar esos pasajes en voz baja.

En las demás secciones del servicio tales como las bendiciones del recitado del «Shemá» o los cánticos de alabanza, que no son tan interiores y profundos como la «Amidá», todos los juristas coinciden que la plegaria pronunciada por la orante debe ser audible a sus oídos y se permite elevar un poco el tono de voz.

A posteriori, si marcó las palabras con sus labios sin emitir sonido alguno cumplió con su deber mas si leyó las palabras para sí sin mover los labios no cumplió.

07. En cualquier idioma.

Según la halajá se puede rezar con la traducción hecha a lenguas extranjeras (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 32(A)), empero el precepto se cumple con excelencia al rezar en hebreo que es la lengua sagrada, lengua en la que  los sabios de la Gran Asamblea redactaron las plegarias y aquella con la que D´s creó el mundo.

Otra ventaja de rezar en hebreo radica en que aunque la mujer no entienda lo que dice, mientras comprenda el primer versículo del «Shemá» y la primera bendición de la «Amidá», cumple con su deber. Al rezar en otro idioma, sólo quien comprende todo el rezo cumple con su deber (Mishná Berurá 101:14, 124:2).

En la práctica, una mujer que no entiende hebreo puede escoger cómo rezar; por una parte es ventajoso rezar en el idioma que se entiende y en el cual se puede concentrar mejor. Por otra parte, si se reza en hebreo se tiene el mérito de elevar la plegaria en la lengua sagrada (ver Beur Halajá 101:4, Kaf HaJaím 16).

El permiso para rezar en lenguas extranjeras fue una medida temporal para atender las necesidades de quienes no entienden hebreo. Empero está prohibido organizar un servicio público que rece siempre en lenguas foráneas. Este fue uno de los errores de los reformistas, que tradujeron el rezo al alemán e hicieron que sus hijos olviden el idioma sagrado, abriendo así una puerta demasiado amplia para el abandono del judaísmo y la asimilación (Jatam Sofer Oraj Jaím 84:86, Mishná Berurá 101:13).

08. La concentración- intención (Kavaná).

La mujer que reza debe estar concentrada, esto es, estar consciente de lo que dice y procurar no distraerse con otras cuestiones durante la plegaria. Si a la mujer la abordan pensamientos extraños habrá de quitarlos de sobre sí y volver a rezar. Aunque no logre estar concentrada en cada palabra, por lo menos deberá esmerarse en hacerlo en el final de cada bendición. Quien no puede mantenerse concentrada en todas las bendiciones, que se esmere en hacerlo en la bendición de los patriarcas (Maguén Abraham) y en la de «Modim» que son aquellas en las que nos tenemos que inclinar a su inicio y a su final. Por lo menos, que se concentre en la de los patriarcas que es la primera bendición de la Amidá (Shulján Aruj 101:1, Mishná Berurá 1-3).

Quien rezó y no estuvo concentrada en la primera bendición, la base de la ley indica que deberá volver a rezar pues la ausencia de concentración en esta es un impedimento para el cumplimiento del precepto de orar. Sin embargo, en virtud del deterioro de las generaciones y la pérdida de capacidad de concentración, los sabios de las últimas generaciones sentenciaron que en caso de no haber mediado concentración no se vuelva a rezar, pues se teme que tampoco en la segunda vez ésta sea obtenida y la repetición sea inútil (Ramá 101:1, Kaf HaJaím 4). Sin embargo, quien tiene que rezar mas sabe que por causa de sus preocupaciones no podrá concentrarse siquiera en la primera bendición de la Amidá, es mejor que no comience y cumpla con su deber de rezar mediante el recitado de las bendiciones matinales.

Quien está por finalizar la bendición de los patriarcas y se da cuenta que no estaba concentrada, mientras no haya recitado el Nombre de D´s en la conclusión, que vuelva a «Eloh-ei Abraham» y se concentre (Mishná Berurá 101:4 citando al Jaiei Adam). Si pronunció el Nombre de D´s, que finalice la bendición concentrada y bien hará si vuelve a pensar para sus adentros en dicha bendición con una mayor concentración, ya que según Rambám dicho pensamiento se considera como  las palabras pronunciadas. Si ya pasó a la segunda bendición y recitó «Atá Guibor» que continúe con su rezo y procure concentrarse más en las bendiciones siguientes y especialmente en la de «Modim«, ya que hay juristas que opinan que concentrarse en esta bendición corrige la distracción en la de los «patriarcas».

09. El orden de las bendiciones en la Amidá («Shmoné Esré»).

La Amidá o «Shmoné Esré» se divide en tres partes: alabanzas, pedidos y agradecimiento. En las tres primeras bendiciones nos asemejamos a un siervo que elogia a su amo, en las del medio a uno que eleva pedidos al suyo y en las tres últimas aun siervo que recibió un premio de parte de su amo y se retira (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(A)).

Esto lo aprendemos de la plegaria de Moshé, que comenzó con alabanzas y luego pasó a suplicar y pedir (ídem 32(A), ver adelante 15:3). De no estar precedido por un prólogo de elogios y alabanzas, se teme que nuestro rezo se asemeje al ritual pagano que lo único que procura es manipular mágicamente las fuerzas del superiores del universo para su provecho. Empero nosotros, mediante nuestra plegaria procuramos servir  a D´s y apegarnos a Él, por lo que Le pedimos que nos brinde bendición y fuerzas para cumplir con la Tora y sus preceptos en completitud y revelar así Su Gran Nombre en el mundo. Por lo tanto, primeramente debemos saber ante Quién nos paramos a rezar, ante el Dios grande, poderoso y temible. Siendo conscientes de ello podremos pedir para nosotros y para la generalidad del pueblo de Israel con pureza de corazón e intención (ver Olot HaRaiá I pág. 14).

En la sección media, la de los pedidos, se manifiestan todas las aspiraciones del pueblo de Israel. Estas no son pedidos que procuran satisfacer las necesidades particulares y específicas del orante sino que tienen como meta que se manifieste la gloria de Hashem en el mundo. De esta manera se entiende que los pedidos personales sobre la salud y el sustento económico tienen como propósito que podamos también nosotros participar de la corrección del mundo. Esto son los trece temas sobre los cuales pedimos: sabiduría, retorno o arrepentimiento, perdón divino, redención, salud, sustento económico, reunión de las diásporas, reinstauración de la justicia judía, erradicación de nuestros enemigos, bendición para los justos, reconstrucción de Jerusalém, la reinstauración de la dinastía davídica y finalmente que D´s escuche nuestras plegarias.

Tras los trece pedidos, concluimos con tres bendiciones generales en cuyo centro está la bendición de agradecimiento por nuestra vida y todas las bondades que D´s nos prodiga. Junto a esta tenemos otras dos bendiciones, una anterior en la que oramos por la reinstauración del servicio en el Templo de Jerusalém y otra posterior en la que rezamos por la paz, ya que ésta es el recipiente que sostiene a todas las demás bendiciones. Es menester saber que los miembros de la Gran Asamblea pusieron gran énfasis en el orden de las bendiciones y quien lo altera no cumple con su deber de rezar (ver adelante 13:1).

Es pertinente aclarar aquí que en el rezo de la «Amidá» o «Shmoné Esré» (en hebreo «dieciocho») hay diecinueve bendiciones. En un inicio, cuando los sabios de la Gran Asamblea lo instauraron, este rezo poseía dieciocho bendiciones. Más adelante, ante la profusión de delatores y entregadores a causa del ascenso del cristianismo que predicaba el odio a los judíos, los sabios instituyeron una bendición suplementaria que pide por la salvación de nuestro pueblo de manos de estos perseguidores- «minín umalshiním«.

10. Pedidos personales en el rezo.

Los sabios de la Gran Asamblea, en su inmensa sabiduría y espíritu de santidad, incluyeron en la versión original del rezo todas las aspiraciones ideales del pueblo de Israel. Cada palabra fue escogida con sumo cuidado y gran exactitud hasta elaborar una versión perfecta, por medio de la cual toda alma judía puede expresarse ante su Creador del modo más excelso (ver arriba 1:6).

Sin embargo, si una mujer quiere agregar pedidos propios en las trece bendiciones intermedias puede hacerlo. Empero, en las tres primeras bendiciones que buscan alabar a D´s y las tres últimas que están destinadas a agradecerle no se pueden incluir pedidos personales, para que no se desvirtúe su carácter general y colectivo (Shulján Aruj 112:1, 119:1).

Los pedidos personales que se adicionan a las bendiciones de en medio deben ser relativos al tema general de las mismas. Por ejemplo, si hay un enfermo en la casa, se puede pedir por su recuperación la bendición de «Refaenu«. Si se necesita más sustento, se pide en la bendición siguiente «Mevarej Hashanim«. Quien quiere que un pariente venga a vivir a Israel, que pida en la bendición por la reunión de las diásporas. La bendición número dieciséis y última de los pedidos, «Shomea Tefilá«, es singular en cuanto a que en esta se pueden elevar todo tipo de pedidos, ya que como cierra la sección de los pedidos los incluye a todos. Quien tenga un pedido particular diferente que comience esta bendición según su formato original y antes de finalizarla que agregue su petición.

No solamente que está permitido agregar peticiones particulares y personales al rezo sino que en opinión de muchos juristas esto es deseable pues los pedidos individuales que son expresados en el lenguaje propio de la persona provienen desde lo más hondo de su corazón y despiertan vivamente la concentración y la intención. Empero no conviene extenderse demasiado en los pedidos personales dentro del rezo y tampoco en la bendición número dieciséis en cuestión, pues la Amidá fue redactada principalmente con las miras puestas en las necesidades colectivas y al abundar en pedidos particulares este carácter se pierde. Quien tiene un gran deseo de elevar numerosas peticiones personales puede hacerlo al finalizar las bendiciones de la Amidá, en la sección de los pedidos adicionales que inician con las palabras «Ihiú Leratzón Imrei Fí» etc que no son parte orgánica del rezo pero sí están conectados a éste, pues la orante aún no retrocedió tres pasos y por lo tanto todavía se encuentra parado ante D´s (Shulján Aruj Oraj Jaím 119:2, Mishná Berurá 119:12).

Una mujer que reza debe especificar o detallar sus pedidos en el rezo. Por lo tanto si se pide por un enfermo, corresponde recordarlo por su nombre. A priori es bueno recordar al enfermo por su nombre y el de su padre o madre, pero si el mismo se encuentra a su lado esto no es necesario, pues queda claro que está pidiendo por él (Mishná Berurá 119:2).

11. El final del rezo y los pasos hacia atrás.

Finalizamos la parte más importante del rezo al recitar el versículo «Ihiú Leratzón Imrei Fí Veheguión Libí» que se encuentra inmediatamente después de la bendición por la paz. Posteriormente se acostumbra a adicionar el pedido de «Elohay Netzor» etc. Tal como aprendimos, este es el momento apropiado para extenderse en súplicas y pedidos personales. La tradición indica que cuando Rabí Akiva rezaba solo, se extendía mucho en las súplicas posteriores al rezo (ver Talmud Babilonio Tratado de Berajot 31(A)).

Una vez finalizadas las súplicas se recita nuevamente «Ihiú Leratzón» y se retroceden tres pasos para separarse del status de estar de pie ante Hashem. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Iomá 53(B)) que quien reza y no se retira como corresponde mejor no hubiera rezado ya que esto implica que no entendió que se encontraba de pie ante el Rey de Reyes HaKadosh Baruj Hú y por lo tanto faltó el respeto a la plegaria.

Antes de comenzar a dar los pasos hacia atrás, la orante debe inclinarse tal como se lo hace en «Modím» (tal como se vio en la halajá 5) y mientras lo hace que de los tres pasos hacia atrás; luego mientras se mantiene inclinada gira levemente a la izquierda y dice «Osé Shalom Bimromav«, luego gira levemente a la derecha y dice «Hú Iaasé Shalom Aleinu«, posteriormente y  aún inclinada se orienta hacia adelante y dice «Veal Kol Israel Veimrú Amén» se enderezándose finalmente. Muchos acostumbran a decir después «Iehí Ratzón» para la pronta reconstrucción del Templo pues el rezo sustituye la ofrenda diaria permanente que allí se sacrificaba y entonces pedimos poder nuevamente realizarlo como antaño (Shulján Aruj Ramá 123:1).

Al retroceder se debe levantar primeramente el pie izquierdo que es el débil y de esa manera se demuestra que es difícil separarse del rezo. Cada paso debe ser de la longitud del pie, tal que quede el dedo gordo de un pie junto al talón del otro. Este es el orden de los pasos a dar: primero se da un paso corto hacia atrás con el pie izquierdo, tal que quede detrás del pie derecho. Luego, con el pie derecho se da un paso más largo hacia atrás tal que el pie derecho quede detrás del izquierdo. Para finalizar, se da un paso corto hacia atrás con el pie izquierdo tal que ambos pies queden en la misma línea. Con los pies juntos y a la misma altura comenzará a recitar «Osé Shalom«.

Es importante no dar pasos menores que «dedo gordo con talón» pues hay opiniones que sostienen que menos que eso no se consideran pasos (Maguén Abraham). Si la orante no tiene espacio para dar tres pasos hacia atrás, podrá hacerlo hacia los costados, tal que cada paso pueda ser de la longitud de dedo gordo (de un pie) con el talón (del otro) (Aruj Hashulján 123:5). En caso de necesidad o premura, si no hay espacio para retroceder o ir hacia los costados, se puede confiar en la opinión de aquellos que sostienen que los pasos pueden ser más pequeños, empero, estos no serán menos de tres, pues por su intermedio el orante se separa o despide de su presencia ante el Rey (Bait Jadash, ver Mishná Berurá 123:14). Asimismo es conveniente que los pasos no sean demasiado largos para que no parezca que desea alejarse del Rey (Ramá 123:3, ver Mishná Berurá 16).

12. Hasta cuándo mantenerse de pie en el sitio al cual se retrocedió.

Una vez que el orante retrocedió tres pasos se mantendrá de pie en esa posición y no volverá de inmediato a su lugar de rezo. Si volvió de inmediato se asemeja al perro que vuelve al sitio de su vómito (Talmud Babilonio Tratado de Iomá 53(B)). Esto se debe a que si al terminar de rezar vuelve y permanece  inactiva al sitio donde rezaba, significa que no entendió que hasta hace unos instantes estaba parada ante el Rey y que con los pasos hacia atrás se separó o despidió de este. Hay quienes, en el error, además de volver de inmediato al sitio donde rezaban, se elevan un poco como durante la Kedushá, careciendo esta conducta de todo sentido.

Esta es la usanza correcta: si la orante quiere regresar al sitio donde estaba parada durante el rezo que espere en su lugar un lapso de medio minuto a minuto y luego retorne. En caso de necesidad, si necesita regresar de inmediato a su sitio pues por ejemplo está parada en un lugar en el cual obstruye el pasaje de personas que espere uno segundos equivalentes al tiempo que le lleva caminar cuatro codos (dos metros) y luego que regrese (Mishná Berurá 123:11, Kaf HaJaím 20). Si no desea regresar a su sitio puede irse tras concluir el recitado de «Iehí Ratzón«.

Una mujer que reza con Minián habrá de esperar en el lugar en el cual llegó al retroceder tres pasos hasta que el oficiante recite la Kedushá durante la repetición. Si no, por lo menos qu8e se quede allí hasta que el oficiante comience la repetición (Shulján Aruj 123:2). Según la opinión mayoritaria de los juristas no es necesario permanecer con los pies juntos tras concluir el recitado de «Osé Shalom» (Mishná Berurá 123:6, Beur Halajá y Shaar Hatziún allí). Hay otros juristas que opinan que es bueno permanecer con los pies juntos hasta que se regresa al sitio donde se rezó (Kitzur Shulján Aruj 18:13).

13. ¿Qué debe hacer el viajero cuando llega el momento de rezar?

Si una mujer que acostumbra a diario a rezar o Shajarit o Minjá, emprendió un viaje en automóvil y llega la hora de rezar, si ella es quien conduce no puede orar mientras conduce porque no puede concentrarse debidamente e inclusive hay temor a que su vida corra peligro. Por lo tanto deberá detener el vehículo a un costado del camino y pararse a rezar.

En cambio si hay otro conductor y ambos tienen prisa por llegar, podrá rezar sentada mientras viaja. Esto se debe a que si se detienen para rezar de pie estará apurada por terminar y no podrá concentrarse debidamente. Por lo tanto es preferible rezar la Amidá sentada pues ya vimos (halajá 3) que a posteriori, quien reza sentado cumple con su deber.

Aunque una persona rece sentada debe juntar sus pies (Mishná Berurá 95:2) y debe intentar orientar su rostro hacia Jerusalém (Mishná Berurá 94:15). Además, en los sitios en los que nuestros sabios indicaron que hay que reverenciar, que intente incorporarse un poco para inclinarse lo más posible (Shulján Aruj 95:4, Aruj Hashulján 18).

Quien viaja en autobús o en tren y por ende dispone de más espacio, de ser posible es bueno que se pare para la Amidá, en caso de que ponerse de pie le dificulte la concentración tanto sea por los vaivenes del vehículo o por timidez ante los demás viajeros, que se siente con los pies juntos y rece. Si puede pararse por breves lapsos para inclinarse que lo haga y posteriormente vuelva a sentarse. Si puede, al finalizar el rezo que camine tres pasos hacia atrás.

14. ¿Se puede rezar sentado de modo fijo?

Tal como vimos anteriormente nuestros sabios establecieron que se rece la Amidá de pie y solo en casos especiales se puede flexibilizar la norma  y se permite el rezo sentados. Empero quien viaja a diario a su trabajo, aunque se le dificulte encontrar cuándo rezar de pie, mientras no se encuentre en circunstancias de fuerza mayor, no podrá rezar regularmente sentado

Surge el interrogante respecto de aquellas mujeres que por causa mayor se ven forzadas a rezar regularmente sentadas. Hay mujeres que prácticamente carecen de posibilidad de rezar la Amidá de pie. Ni bien se levantan por la mañana deben ocuparse de sus niños, lavarlos, vestirlos, darles de comer y mandarlos al jardín o a la escuela. Luego deben ir a trabajar para ayudar en la manutención de la familia. En sus lugares de trabajo no pueden rezar para no robar tiempo por el que se les paga. El único lugar donde estas mujeres pueden rezar la Amidá es sentadas durante el viaje al trabajo, cabe preguntarse cómo es que deben conducirse.

Se puede decir que como hay juristas que opinan que la mujer puede cumplir con su deber de rezar mediante una breve plegaria es mejor que lo hagan recitando las bendiciones matinales y las de la Torá y no rece regularmente la Amidá sentada. También se puede argüir que dado que es una causa de fuerza mayor (anusá) puede rezar regularmente la Amidá sentada. Además, no es algo totalmente regular o permanente ya que en Shabat y días festivos o de vacaciones puede rezar de pie.

En la práctica, dado que hay argumentos en ambos sentidos cada mujer puede escoger cómo actuar. Si quiere rezar al Amidá a diario podrá hacerlo sentada en el viaje al trabajo. Si no, puede optar por cumplir con su deber mediante una breve plegaria. Quien duda respecto de sus posibilidades que se asesore con un rabino. En trenes u ómnibus especiales en los que hay espacios cómodos para estar de pie, a priori, puede rezar la Amida de esta manera (Peninei Halajá Tefilá 17:14).

01. Omisión o error durante el rezo.

Cuando los sabios de la Gran Asamblea redactaron la Amidá lo hicieron como una sola unidad que incluye las principales peticiones y le dieron mucha importancia al orden de las bendiciones, el cual se apoya en la secuencia de los versículos (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 17(B), Shulján Aruj 119:3). Por tanto, si la mujer salteó una de las bendiciones de la Amidá no cumplió con el precepto de la plegaria. Aun si modificó el orden secuencial de las bendiciones –a pesar de que las haya dicho efectivamente- no cumplió con sui obligación.

Si alguien se equivocó en una de las bendiciones de modo tal que modificó el sentido de la redacción original, se salteó su final o dijo algo improcedente como por ejemplo pedir lluvias en el verano, se considera que omitió la bendición en cuestión (Beur Halajá 119:3). Asimismo, si olvidó recitar «Iaalé Veiavó» en Rosh Jodesh o días festivos deberá volver a rezar e incluirlo.

Todas estas reglas son iguales tanto para hombres como para mujeres de modo tal que en todo pasaje que un hombre debe volver a rezar también la mujer deberá hacerlo. En cada oportunidad que un hombre debe repetir una bendición que recitó erradamente la mujer también debe hacerlo (tal como se verá en la siguiente halajá). En caso de que una mujer haya rezado una oración a la que no estaba obligada, por ejemplo si ella acostumbra a rezar a diario únicamente Shajarit y ese preciso día decidió agregar  Minjá y se equivocó en alguna de sus partes debe repetirla sin error. En el caso que acostumbra  a diario rezar Shajarit y Minjá y ese día agregó el rezo de Arvit y se equivocó debe repetir la Amidá sin error. Esto se debe a que como ya comenzó a rezar debe hacerlo de acuerdo a las directivas de los sabios y si alteró la redacción de éstos deberá repetir y corregir.

02. Error e interrupción en medio de la Amidá.

Si una mujer se recuerda en medio de la Amidá que se salteó o equivocó en una de las trece bendiciones intermedias debe regresar a la bendición en cuestión y de allí continuar rezando según el orden estipulado. Si bien está repitiendo bendiciones ya recitadas, dado que todo lo recitado posteriormente al error u omisión no fue de acuerdo al orden correcto se considera como si no lo hubiera dicho y debe volver a recitarlas según el orden adecuado (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(A) según la interpretación de Rashbam, Shulján Aruj 119:3).

Si alguien se salteó o se equivocó en una de las tres primeras o tres últimas bendiciones de la Amidá, si ya había concluido de pronunciar esa bendición, o bien la había salteado habiendo comenzado con la siguiente, deberá volver al inicio de las mismas. Esto se debe a que tanto las tres primeras bendiciones como las tres últimas se ocupan de un mismo tema (ver arriba 12:9) por lo que se consideran como una sola unidad. Por lo tanto, quien se equivoca en una de estas es como si hubiese errado en todas las tres y debe retornar al inicio de las mismas (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(A), Ramá 114:6 y un ejemplo de esta regla a continuación en la halajá 8).

Si la persona ya terminó la Amidá y recuerda haberse salteado algún pasaje de la misma, deberá volver a rezar. Incluso si aún no retrocedió los tres pasos finales, pero ya concluyó la sección de las súplicas finales y está por retroceder, debe volver a comenzar a rezar (Shulján Aruj 117:5).

Si alguien interrumpió brevemente en medio de la Amidá, tanto sea mediante la palabra o silenciosamente, si esta interrupción fue breve habrá de continuar desde donde se detuvo. Pero si la interrupción fue extensa, esto es, equivalente al tiempo que lleva recitar todo el rezo de principio a fin, deberá volver al inicio de la Amidá. Hay quienes opinan que no hay diferencia si la interrupción se debió a una razón de fuerza mayor o voluntaria, lo que define es el lapso que esta interrupción demoró y como equivale al tiempo que lleva recitar todo el rezo, habrá  de volver al principio (Shulján Aruj 104:5 y esta es la usanza de los sefaradíes). Otros juristas opinan que solamente si la interrupción se debe a una razón de fuerza mayor deberá reiniciar, empero si la interrupción fue voluntaria y habiendo sido prolongada, vuelve a rezar desde el sitio donde anteriormente se detuvo (Ramá 65:1, Mishná Berurá 104:16 y esta es la usanza de los ashkenazíes).

Más adelante (14:1-2) se explicará en virtud de cuál necesidad se permite interrumpir el rezo.

03.  Agregados especiales en virtud de la fecha.

En días especiales se agregan al rezo pasajes específicos vinculados a la fecha. Hay algunos agregados cuya omisión por olvido impide que  se cumpla con el deber de rezar, otros, a priori, es necesario recitarlos, mas a posteriori si se omitieron se cumplió igualmente con el precepto de orar.

Durante los días intermedios de Pesaj y Sucot –Jol HaMoed- en la bendición de «Retzé» se agrega «Iaalé Veiavó» y si este pasaje fue omitido y concluyó el rezo, debe volver a rezar. Si aún no concluyó el rezo se retorna a «Retzé«, se recita «Iaalé Veiavó» y se continúa desde allí normalmente hasta el final de la Amidá. En Rosh Jodesh se agrega también «Iaalé Veiavó» y en caso de ser omitido en Shajarit o Minjá deberá volver a rezar. Si la omisión ocurre en Arvit de Rosh Jodesh no es necesario hacerlo ya que en el tiempo en que se consagraba el novilunio mediante observación por parte de testigos, este no tenía lugar en la noche por lo que a la hora de Arvit todavía no recaía la santidad del nuevo mes (Shulján Aruj 422:1).

El sábado por la noche, al concluir el Shabat, en la cuarta bendición de la Amidá «Atá Jonén» se agrega una havdalá o separación entre lo sacro y lo profano y si es omitida no es necesario volver a rezar, pues más tarde laorante habrá de cumplir con su deber de realizar la havdalá sobre una copa de vino (Shulján Aruj 294:1).

En Jánuca y en Purim se agrega «Al Hanisim» en la décimo octava bendición, la del agradecimiento, y si se omite por olvido no se vuelve a rezar pues se trata de fiestas de origen rabínico, y por ende su olvido no impide que se cumpla con el deber de rezar (Shulján Aruj 682:1).

En los días de ayunos públicos, al rezar en voz baja se agrega el pasaje de «Anenu» en la bendición número dieciséis «Shomea Tefilá«. Según la tradición ashkenazí este agregado se recita sólo en Minjá (Ramá 565:3). Según la tradición mayoritaria de los sefaradíes este pasaje se agrega a lo largo de todo el ayuno: el nueve de Av en Arvit, Shajarit y Minjá; en los demás ayunos en Shajarit y Minjá (Kaf HaJaím 565:17). Hay quienes acostumbran agregar «Anenu» en Arvit en todos los ayunos (Rav Rokaj, Maharitz). Según todas las usanzas y costumbres, quien omite por olvido el recitado del «Anenu» no debe volver a rezar.

En los Diez días de Retorno (entre Rosh Hashaná y Kipur n. de t.) que son una temporada de rigor y juicio en la cual se revela Su Reinado sobre el mundo, se finaliza la tercera bendición de la Amidá con las palabras «HaMelej HaKadosh» (El Rey Santo) y en la número once «Hashiva Shofteinu» se finaliza con las palabras «HaMelej Hamishpat«. En caso de error en la tercera bendición, esto es, si dijo «HaE-l HaKadosh» en vez de «HaMelej HaKadosh» y no se corrigió en el momento mismo del recitado, deberá volver al inicio del rezo. Esto se debe a lo que vimos anteriormente en cuanto a que las tres primeras bendiciones representan una misma unidad, por lo que el error en una implica repetirlas todas. Quien se equivoca en la bendición de «Hashiva Shofteinu» y la finaliza como durante todo el año con las palabras «Melej Ohev Tzedaká Umishpat» y no se corrigió mientras la recitaba, según la tradición ashkenazí y parte de los sefaradíes, a posteriori, igualmente cumplió con su deber ya que en esta versión que se recita todo el año aparece la palabra «Melej» (Rey) (Ramá 118:1, Ben Ish Jai Nitzavim 19, Kaf HaJaím 1).

Según la usanza de parte de los sefaradíes, en este caso la persona no cumplió con su deber dado que no recitó la variante especialmente redactada para los Días Solemnes o de Retorno (entre Rosh Hashaná y Kipur). Si la persona en cuestión aún no terminó de rezar habrá de volver al inicio de la bendición «Hashiva Shofteinu«, la ha de finalizar correctamente y seguirá hasta el final del rezo. Si ya terminó de rezar deberá volver a hacerlo y pondrá como condición que si no debía volver a rezar, su plegaria deberá ser considerada como un rezo extra o voluntario (nedavá) (Shulján Aruj 118:1, Iejavé Daat 1:57).

En los Diez Días de Retorno («Aseret iemei teshuvá«) se introducen cuatro agregados a la Amidá: «Zojrenu«, «Mi Jamoja«, «Ujtov» y «Besefer Jaim«. En caso de que la orante los omita por olvido no debe volver a rezar (Shulján Aruj 582:5).

04. Rezo voluntario (nedavá)

Vimos anteriormente (arriba 1:7) que nuestros sabios establecieron tres rezos diarios, el de Shajarit que se corresponde con el sacrificio permanente de la mañana, el de Minjá que se corresponde con el de la tarde y el de Arvit que se corresponde con la quema nocturna de los órganos y sebos restantes sobre el altar del Santuario (ver arriba 2:2-5, vimos cuáles eran los deberes de la mujer). Así como en los días del Templo todo individuo que así lo desease podía ofrendar un sacrificio extra de carácter voluntario (nedavá) de la misma manera hoy toda mujer puede rezar una Amidá voluntaria.

Tal como enseñó Rabí Iojanán: «Ojalá que el hombre rezase todo el día» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 21(A)). A los efectos de que quede claro que se trata de un rezo voluntario, la persona debe agregar a la plegaria un pedido personal específico. Así como no se podía en días del Templo ofrendar un sacrificio de Musaf voluntario no se puede hoy día rezar Musaf como nedavá; y así como no se podía ofrendar sacrificios voluntarios en Shabat y en días festivos, hoy día no se puede rezar en ellos una Amidá voluntaria en ese día (Shulján Aruj 107:1-2).

Toda aquella mujer que quiera rezar una Amidá voluntaria debe conocerse bien a sí misma y saber que es cuidadosa y capaz de concentrarse en la misma de principio a fin. Empero si no puede concentrarse adecuadamente  es mejor que no rece dicha plegaria (Shulján Aruj 107:4).

Es comúnmente aceptado entre los juristas que hoy en día, no logramos alcanzar la intencionalidad debida,  por lo que no llevamos a cabo rezos voluntarios. Sin embargo, si una mujer quiere rezar Arvit aunque esté exenta de hacerlo, no se le considera un rezo voluntario  y por lo tanto aunque no consiga concentrarse a lo largo de todo el rezo, si así lo quiere podrá rezar Arvit y será recompensada por ello.

05. En caso de dudas.

Una mujer que acostumbra a rezar diariamente Shajarit o Minjá o ambas y un día se le despierta la duda si rezó la plegaria que acostumbra a rezar, mientras no haya pasado el horario del rezo en cuestión  que vuelva a rezar para salir de dudas. En este caso la mujer ha de hacer para sus adentros la siguiente condición: si ya recé, que sea esta una Amidá voluntaria y si no que sea la obligatoria que me faltaba. Asimismo no necesitará incluir algún pedido especial específico pues la innovación radica en el hecho de salir de duda. Y si bien hoy en día no solemos realizar rezos opcionales en el caso de la necesidad de salir de una duda, los podremos hacer. Si en medio de la Amidá la mujer recuerda que ya rezó, dado que al principio hizo una condición de que si ya había orado esta sería una plegaria voluntaria, que continúe orando en este régimen hasta el final, agregando un pedido personal específico que refuerce el carácter voluntario del rezo.

Quien piensa que aún no rezó y comenzó a hacerlo a conciencia de que estaba cumpliendo con su deber, y en medio de la Amidá recuerda que ya oró, que se detenga de inmediato. En este caso no podrá continuar rezando bajo el esquema de rezo de carácter voluntario pues así como no habían sacrificios que eran mitad obligatorios y mitad opcionales, de la misma manera no hay rezos que sean al principio obligatorios y finalicen siendo voluntarios (Shulján Aruj 107:1).

En el caso de quien se duerma en medio de su rezo, al punto de que no está segura en qué bendición se encuentra, por ejemplo, duda si va por la sexta o la décima, la mayoría de los juristas opina que para salir de toda incertidumbre es mejor que vuelva a la sexta y siga rezando desde allí (Según la opinión mayoritaria de los juristas tal como aparece en Peninei Halajá Tefilá 18).

06. Qué hacer en caso de omisión de un rezo por olvido.

La mujer que acostumbra un rezo al día y no alcanzó a hacerlo hasta el mediodía y se le pasó el horario de Shajarit (tal como se explicó arriba 8:1), que espere media hora y rece Minjá. Si no alcanzó a rezar Minjá y se puso el sol, que rece Arvit.

Quien acostumbra a rezar diariamente Shajarit y Minjá recae sobre ella la regla de los rezos compensatorios («Tefilat Tashlumín») por lo que si se olvidó de rezar Shajarit que rece Minjá dos veces, la primera para cumplir con el deber de Minjá y la segunda para compensar el Shajarit perdido.

Si se olvidó de rezar Minjá y acostumbra a rezar Arvit que complete Minjá tras rezar Arvit. Si no acostumbra a rezar Arvit, de así quererlo podrá rezar Arvit para posteriormente recitar un rezo suplementario compensatorio por Minjá. Empero no está obligada a hacerlo ya que como no acostumbra a rezar Arvit no tiene necesidad de alterar su costumbre, y como no ha de rezar Arvit no necesita recitar un rezo compensatorio por Minjá. Después del rezo de Shajarit es claro que no podrá completar el de Minjá, ya que nuestros sabios dispusieron que el rezo compensatorio sea únicamente por el inmediatamente anterior, empero si ya pasó el horario del rezo posterior al perdido no se puede ya completar (Peninei Halajá Tefilá 18:9).

En el caso de una mujer que haya olvidado rezar Minjá en víspera de Shabat y quiere completarla después de Arvit de Shabat, debe recitar este último rezo nuevamente (Peninei Halajá Tefilá 18:10).

Es importante que el rezo compensatorio sea posterior al rezo obligatorio que se corresponde con su hora. Si alguien tuvo la intención de que el primer rezo sea el compensatorio y sólo el segundo el que corresponde a la hora, el primero no tuvo efecto como tashlumin y debe rezar una tercera vez para cumplir con la plegaria compensatoria (ídem 18:8).

Entre el rezo obligatorio y el compensatorio se debe esperar el lapso que se demora en dar cuatro pasos. A posteriori, aquella mujer que necesitaba compensar el rezo de Shajarit y olvidó hacerlo inmediatamente después de rezar Minjá, mientras no haya pasado el horario de este último rezo y por ende no se haya puesto el sol podrá rezar tashlumín por Shajarit (ídem).

El rezo de Musaf carece de tashlumín  ya que este tipo de ofrendas no se sacrificaba sino durante el mismo día. Por lo tanto, quien se olvidó de rezar Shajarit en un día en el que también se reza Musaf, no necesita rezar la primera tras la segunda sino únicamente después de Minjá (ídem 18:9)

El rezo compensatorio o tashlumín fue establecido para el caso de aquella mujer que no rezó por razones de fuerza mayor o por descuido. Sin embargo quien no rezó intencionalmente no puede compensar la plegaria perdida (ídem).

La mención y el pedido de lluvias.

07. La mención y el pedido de lluvias.

Durante la temporada invernal mencionamos la lluvia en dos oportunidades durante la Amidá: al inicio  como alabanza a D´s que la hace descender, y luego al pedirle que nos bendiga con rocío y precipitaciones.

En la segunda bendición que es la de la resurrección de los muertos («Mejaié Metim«), alabamos a D´s porque «Hace soplar el viento y descender las lluvias». Nuestros sabios ordenaron mencionar las lluvias en esta bendición, la de la resurrección de los muertos, porque ellas traen vida al mundo.

En la novena bendición que es la de los años («Birkat Hashaním«), pedimos por la lluvia. Según la usanza sefaradí, la redacción de esta bendición cambia por completo entre invierno y verano. En el invierno esta inicia con las palabras «Barej Aleinu» mientras que en el verano lo hace con las palabras «Barjenu HaShem Eloh-einu«. De acuerdo a la usanza ashkenazí, la redacción de esta bendición es idéntica todo el año con la única diferencia que en invierno se dice «Veten Tal Umatar» mientras que en verano se dice «Veten Berajá» (la versión yemenita es diferente mas la regla halájica es igual).

Si bien tanto la mención de las lluvias como su pedido se recitan en invierno, hay una diferencia entre ambos ya que la mención se realiza en tiempos en los que corresponde que llueva mientras que el pedido se realiza a partir del momento en que queremos –concretamente- que esto ocurra.

El tiempo cuando comenzamos a mencionar las lluvias ocurre en la fiesta de «Sheminí Atzeret«. En realidad cabría mencionar las lluvias desde el inicio de la fiesta de Sucot que es ya temporada apropiada para ello, pero las precipitaciones durante esta fiesta son consideradas una maldición pues impiden el cumplimiento del precepto de habitar las cabañas durante siete días. Por lo tanto, no se menciona la lluvia en Sucot. Los sabios establecieron que se comience a mencionar la lluvia a partir del servicio de Musaf de Sheminí Atzeret, pues toda la congregación se encuentra en la sinagoga y se puede anunciar a todos que lo hagan. No ocurre lo mismo con la plegaria de Arvit, ya que no todos llegan a ella, y antes de Shajarit tampoco se pueden anunciar las lluvias, por la regla que impide interrumpir entre la redención y el rezo de la Amidá (Beit Iosef y Shulján Aruj, Oraj Jaím 114:1-2).

Los sabios difirieron el pedido por lluvias por quince días hasta la noche del día siete del mes de Marjeshván. Esto se debe a que para entonces el último de los peregrinos que llegó desde el rio Éufrates a Eretz Israel alcance a retornar a su hogar sin que le haya caído lluvia en su camino (Shulján Aruj 117:1). Esta costumbre no se anuló tras la destrucción del Templo, pues toda tradición que nos recuerda los gloriosos días en que éste estaba en pie es cara a nuestros corazones y no deseamos derogarla. Solamente una vez que el Templo sea reconstruido (pronto en nuestros días) el Sanhedrín podrá decidir si cambiar la fecha de inicio del pedido de lluvias tomando en cuenta los medios de transporte actuales.

Se continúa mencionando las lluvias hasta la plegaria de Shajarit del primer día de Pesaj y se efectúa el cambio de mención en el servicio de Musaf, cuando se alaba a D´s por hacer caer rocío. Respecto del pedido de lluvias, como este se realiza solamente en días hábiles, la última vez que se efectúa es en el servicio de Minjá de víspera de Pesaj.

08. Qué ocurre en caso de error en la mención de las lluvias y su pedido.

Quien por error menciona lluvias en el verano, dado que en esa temporada la lluvia no implica una alabanza a D´s, deberá volver atrás y corregir. Si todavía no concluyó la segunda bendición, debe retroceder y recitar «Morid Hatal» como corresponde decir en los días estivales. Si ya la finalizó, dado que las tres primeras bendiciones son consideradas una misma unidad, debe volver a comenzar todo el rezo para hacer la mención correctamente (Shulján Aruj 114:4).

En el caso de quien se equivocó y no mencionó lluvia en el invierno sino que mencionó rocío, dado que este es en cierto grado una alabanza vinculada al agua, no es necesario volver atrás. Empero si tampoco mencionó el rocío, dado que omitió una alabanza tan importante, debe volver atrás (Shulján Aruj 114:5).

En el caso de quien se equivoca y pide lluvia en el verano, dado que se trata de un pedido inoportuno para la estación, ha malogrado la bendición «por los años», por lo que deberá volver hacia atrás y corregir. Por lo tanto, si la persona todavía no terminó de rezar habrá de volver a la bendición «por los años» –»Birkat Hashaním«- para recitarla correctamente y desde allí continuará hasta el final de la Amidá. Si la persona ya terminó de rezar y cae en la cuenta del error, deberá volver a rezar desde el inicio (Shulján Aruj 117:3).

En el caso de quien se equivoca y no pide por lluvias en el invierno, si todavía no llegó a la bendición de «Shomea Tefilá» (la décimo sexta) en la que está permitido agregar cualquier petición, que pida allí por las lluvias y corrija así su error. Empero si ya se pasó de esta bendición,  perdió el sitio para corregir su error y debe retroceder hasta la novena y desde allí continuar con el rezo hasta su finalización. Si la persona en cuestión ya terminó la Amidá y está a punto de retroceder los tres pasos, dado que no pidió por lluvias su rezo está incompleto y debe repetirlo en su completitud (Shulján Aruj 117:4-5).

09. Cómo evitar errores.

El error más común a la hora de rezar es en la mención de las lluvias o su pedido, pues cada seis meses varía el texto a recitar. Dado que durante seis meses la persona se acostumbra a recitar un texto determinado, la rutina del lenguaje  lleva a que la persona diga aquello a lo que se habituó. Tal como ya estudiamos, tres de los cuatro errores posibles requieren repetir el rezo (en todos los errores relativos al pedido de lluvias se vuelve a repetir y en uno de los errores de la mención de las lluvias también. Se repite en los siguientes casos: 1) Si pidió lluvia en el verano, 2) No pidió lluvia en invierno, 3) Mencionó lluvias en verano. No se repite si se olvidó de mencionar lluvias en el invierno y solamente mencionó el rocío).

Quien está en la duda de si recitó o no correctamente, si no pasaron treinta días desde el último cambio de la mención o pedido, tanto al inicio del verano como del invierno, probablemente se equivocó pues su rutina está habituada a la versión pasada. Si se trata de uno de los tres errores que requieren retroceder, deberá volver para atrás y rezar correctamente. Empero si ya pasaron treinta días desde la modificación, de seguro que ya se acostumbró al nuevo texto y lo más probable es que lo haya dicho correctamente por lo que no precisa volver a rezar.

A los efectos de evitar estas dudas que asiduamente nos hacen tener que rezar de nuevo, es bueno, el día del cambio, adquirir el hábito de repetir noventa veces la nueva mención de tal manera que la memoria lo incorpore y así no se equivoque. Y aunque se le despierte la duda respecto de si dijo o no la mención correcta, por cuanto que ya acostumbró el habla repitiendo la nueva mención correctamente noventa veces, seguramente la recitó sin errores y no precisa volver atrás (Shulján Aruj 114:8-9, Peninei Halajá Tefilá 18).

Por lo tanto, al llegar la noche del siete de MarJeshvan, según la usanza sefaradí que cambia todo el texto de la novena bendición, la persona deberá acostumbrarse  a iniciarla correctamente por lo que habrá de recitar noventa veces «Rofé Jolei Amó Israel, Barej Aleinu«. Según la usanza ashkenazí habrá de repetir noventa veces «Veet Kol Minei Tevuatá le Tová Veten Tal uMatar Librajá«. Al llegar al rezo de Musaf del primer día de Pesaj habrá de repetir noventa veces «Mejaié Metim Atá Rav Lehoshía Morid Hatal«. Al concluir la fiesta, antes de Arvit de Jol Hamoed, según la usanza sefaradí habrá de recitar «Rofé Jolei Amó Israel, Barjenu» y según la usanza ashkenazí recitará «Veet Kol Minei Tevuatá Letová Veten Berajá» (Mishná Berurá 114:40, Kaf HaJaím 60). De esta manera se acostumbrará su lenguaje al nuevo pedido o mención y si luego le entran dudas si lo dijo correctamente no precisa volver a repetir.

10. Fuera de Israel.

Los sabios establecieron que se demore o posponga el inicio de los pedidos por lluvia en Babilonia hasta los sesenta días de la temporada o «tekufá«, lo cual acaece el cuatro o el cinco de diciembre. Esto se debe a que ese país cuenta con abundantes recursos hídricos suplidos por los ríos Éufrates y Tigris, por lo que no es necesario comenzar a pedir precipitaciones ni bien comienza el invierno. Todos los judíos que viven en las diásporas siguen a Babilonia y comienzan a pedir lluvias a los sesenta días de la temporada invernal (Shulján Aruj 117:1).

En el caso de una habitante de la tierra de Israel que sale del país por varios meses: algunos juristas  opinan que debe pedir lluvias según la fecha habitual en Israel pues allí está su casa (Prí Jadash). Otros consideran que debe pedir según la costumbre del país en el que se encuentra (Birjei Iosef). La mejor forma de cumplir con todas las opiniones es, que en todo caso en el que se despiertan dudas, que pida por lluvias en la bendición de «Shomea Tefilá» (la décimo sexta) y no en la (novena) de «Birkat Hashanim» (Peninei Halajá Tefilá 18:6).

. En aquellos países que se necesitan lluvias en la primavera no habrán de continuar pidiendo por éstas luego de Pesaj en la bendición de «Birkat Hashanim«, sino que su caso es considerado como el de individuos particulares, por lo que rezarán por las lluvias en la bendición de «Shomea Tefilá«, espacio natural para elevar pedidos personales (Shulján Aruj 117:2 y si se equivocó ver en Peninei Halajá 18).

En los países que se encuentran al sur de la línea del Ecuador, por ejemplo Argentina, Brasil y Australia, se piden lluvias cuando es el invierno de la tierra de Israel. Si bien esos meses corresponden al verano del hemisferio sur, dado que la tierra de Israel es la más importante del mundo, todos van según ésta y piden lluvias en su invierno. Si necesitan pedir lluvias para sí mismos podrán hacerlo en la bendición «Shomea Tefilá«.

Sin embargo, en los países en los que la lluvia de verano puede ser dañina no se sigue a la tierra de Israel,  a fin de no pedir algo que resulte una maldición para los lugareños. En ese caso en la novena bendición «Barej Aleinu» recitarán la versión estival y en la décimo sexta «Shomea Tefilá» pedirán por lluvias. En este caso, en el invierno del hemisferio sur se pide lluvia para el país de residencia y en el invierno de la tierra de Israel se pide lluvia para ésta.

Quien viaja  desde la tierra de Israel o desde el hemisferio Norte para visitar el hemisferio Sur, aunque las lluvias en el país que visita sean dañinas se continúa pidiendo de acuerdo al invierno Eretz-israelí (Shearim Hametzuianim Bahalajá 19:3).

01. ¿Cuándo está permitido interrumpir durante la Amidá?

Cuando una persona está parada orando ante el Creador, tiene prohibido hablar de otra cosa simultáneamente. Inclusive, está prohibido interrumpir caminando o mediante insinuación o gestos. A este respecto la normativa de la Amidá difiere de la del recitado de las bendiciones del  Shemá o de la de los cánticos de alabanza. Recordemos que en medio de estos últimos se puede caminar así como insinuar y en caso de gran necesidad se puede inclusive hablar, tal como se le permite decir «Shalom» a quien pueda ofenderse si no se le saluda (se verá a continuación 16:14 y en Peninei Halajá Tefilá 14:4, 16:5-6). Sin embargo, en medio de la Amidá no se puede interrumpir y sólo en caso de peligro de vida o en caso de necesidad para el rezo se permite hacerlo.  Esto es algo obvio por cuanto que esta misma persona delante de un rey de carne y hueso se mantendría firme, temblorosa y cuidándose de no distraerse, entonces con mucha más razón aún habrá de hacerlo al presentarse ante el Rey de Reyes.

Aunque el rey de Israel salude a una persona durante la Amidá, ésta no le ha de responder. Sin embargo si un monarca gentil que puede llegar a poner en riesgo la vida de la orante le habla durante el rezo, que se detenga pues salvar la vida antecede al precepto de rezar (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 30(B)).

Si una serpiente no venenosa se enrolla en el talón de la persona mientras esta reza no habrá de interrumpir la oración para pedir ayuda; empero si se trata de un escorpión o una serpiente que muy probablemente sean venenosos, habrá de pedir ayuda pues la duda por un peligro inminente de vida antecede al deber de rezar (ídem 33(A), Shulján Aruj Oraj Jaím 104:1-4).

El caminar no se considera una interrupción significativa, por lo que si se le dificulta la concentración en el sitio donde se comenzó a rezar, se puede mover a otra parte. Por ejemplo, si una serpiente no venenosa se le acerca y esto le afecta la concentración, aunque no presente peligro a la vida de la persona, esta podrá ir a otra parte para seguir rezando sin distracción (Mishná Berurá 104:10).

Quien se encuentra rezando y escucha Kadish o Kedushá no puede responder. Sin embargo puede mantenerse callada y concentrarse en lo que el oficiante recita  y se le considera como si ella misma lo hubiese dicho. Si la interrupción de su propio rezo le impide concentrarse, es mejor que siga rezando normalmente (Peninei Halajá Tefilá 17).

Si en medio del rezo a la persona le entra una duda sobre una regla que puede justificar una suspensión del mismo, por ejemplo, si se olvidó de recitar algo y no sabe qué hacer, puede ir a consultar un libro que la saque de duda. Si no sabe buscar sola en el libro, hay quienes opinan que podrá interrumpir para preguntar verbalmente qué hacer (Mishná Berurá 104:2).

02. Una interrupción a los efectos de mejorar la concentración.

Si alrededor de una mujer que reza se encuentran personas o niños que hablan tanto o en demasía al grado que impiden la concentración, si puede hacerles una seña para que se callen y esto da resultado es lo mejor, pues la seña es considerada una interrupción más leve que el caminar. Empero si no le hacen caso, lo mejor es ir a otra parte y continuar allí el rezo.

En el caso de la mujer que asiste a la sinagoga en la sección de las mujeres, si su propio hijo comenzó a molestar en medio del rezo al punto que las demás personas no logran concentrarse en su oración, le deberá hacer señas para que salga y si no entiende lo debe retirar de la sinagoga sin hablar y continuar rezando afuera.

Si durante el rezo sucede un percance en la casa de la mujer en cuestión que de no resolverlo de inmediato puede sufrir una pérdida económica, de todas maneras no ha de interrumpir (Mishná Berurá 104:2, Kaf HaJaím 6). Empero si este percance la perturba al grado de no permitirle la concentración podrá interrumpir para repararlo.

Si un libro de rezos (Sidur) se cae al suelo y quien se percata no logra concentrarse mientras nadie lo levanta, que finalice la bendición que está diciendo y vaya a recogerlo. En caso de que una mujer comience a rezar de memoria y se confunda, no pudiendo continuar, podrá ir a tomar un Sidur y seguir con su plegaria (Mishná Berurá 96:7).

En caso que el teléfono suene en medio del rezo habrá de continuar con su oración, y en la medida que no logre concentrarse podrá ir a desconectarlo y retomar su oración.

Cuando alguien golpea a la puerta, y la mujer puede mantener la concentración y seguir rezando, que lo haga. En caso de no poder superar la distracción y si teme que de no abrir quien golpea habrá de irse o quizás golpee por algo urgente, podrá abrir la puerta y hacer una seña que de momento no puede responder teniendo sumo cuidado de no interrumpir mediante el habla.

03.  No sentarse junto («cuatro codos») a quien reza.

En virtud de la importancia y santidad del rezo de Amidá, nuestros sabios prohibieron sentarse en la proximidad de quien reza (es decir en las cuatro «amot» que son unos dos metros cuadrados). Esto es así ya que quien se halla en la Amidá, es como quien se encuentra ante la Presencia de D´s y todo aquel que lo hace por ocio deja entrever como que se niega a aceptar sobre sí el Yugo Celestial, de modo que falta el respeto a la sinagoga o recinto de oraciones.

Cuatro codos equivalen aproximadamente a dos metros. Para ser más exactos: el codo equivale a la longitud del antebrazo promedio, esto es unos cuarenta y cinco centímetros y por lo tanto, cuatro codos son aproximadamente un metro ochenta.  De todas maneras no es necesario medir la distancia exacta de quien reza sino que cada quien debe calcular según su percepción intuitiva, y en caso de parecerle que hay unos dos metros podrá sentarse.

A una mujer que está rezando o estudiando Torá, le está permitido sentarse al lado de otra que está rezando la Amidá, ya que ella se está ocupando en el rezo o en la Torá y no falta el respeto al D´s Celestial.

En el caso de una mujer que se sentó y viene una persona y comienza a rezar la Amidá a su lado, si bien ella no está rezando o estudiando puede permanecer sentada. Esto se debe a que no le falta el respeto al rezo sino que quien actuó erradamente es quien se acercó a ella y comenzó a rezar dentro de sus cuatro «Amot». De todas maneras, se considera un acto encomiable de parte de la mujer si se levanta para honrar así el rezo (Shulján Aruj Ramá 102:3).

Una mujer débil, aunque no esté rezando puede permanecer sentada dentro de los cuatro codos de quien reza, pues todos saben que no se pone de pie en virtud de su debilidad y no representa una afrenta (Shulján Aruj 102:2). En Iom Kipur casi todos son considerados débiles por causa del ayuno y pueden permanecer sentados junto  a quien está rezando.

Hay quienes son más estrictos y consideran que exactamente frente a quien reza no se puede estar sentada aunque sea a una distancia superior a los cuatro codos, pues parece que quien reza se está reverenciando ante ésta. Por lo tanto, aunque estuviese recitando el «Shemá» y se sentó antes de que la otra persona comenzara a rezar, debe ponerse de pie. A priori, es bueno conducirse según esta opinión (Shulján Aruj 102:1, Mishná Berurá 9, Kaf HaJaím 10).

04.  Está prohibido pasar delante de quien reza.

Está prohibido pasar a una distancia de cuatro codos o menos delante de quien reza pues se la puede distraer. Hay quienes sostienen que la razón de la prohibición radica en el hecho de que quien reza está de pie ante la Divina Presencia por lo que quien pasa delante suyo zahiere el honor de la misma.

Los juristas debatieron respecto del alcance específico de esta prohibición. Según el libro Eliahu Rabá está prohibido pasar únicamente frente a quien reza pues sólo quien pasa por allí molesta a la orante. El ancho promedio de una persona es algo así como medio metro, por lo tanto no se debe pasar por el medio metro que se encuentra exactamente frente al rostro de quien reza y hasta una distancia de cuatro codos (dos metros) del mismo. Según la opinión del Maguén Abraham, no se puede pasar por todo el espectro de quien se halla rezando, ya que al divisarla  dentro de esta distancia, puede distraer su atención.

 

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Ambos sabios debatieron otros puntos. Según Eliahu Rabá una persona puede pararse delante de quien reza a una distancia menor a los cuatro codos (esto es dentro de las cuatro «amot») y permanecer allí. Esto se debe a que solamente molesta quien cruza caminando dentro de los cuatro codos que se encuentran frente al rostro de quien reza, empero si alguien llega por el costado y permanece de pie junto a la orante no resulta tan molesto. En opinión del Maguén Abraham está prohibido ingresar a toda el área de cuatro codos delante de quien reza.

 

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A priori es correcto ser estricto conforme la opinión del Maguén Abraham  en cuanto a no pasar por todos los cuatro codos que se encuentran frente a quien reza. En caso de necesidad se puede ser más flexible y actuar según la opinión de Eliahu Rabá y pasar junto a quien reza o pararse frente a su rostro o frente a ella. Por lo tanto, en el caso de una mujer que llegó tarde al rezo puede pasar al costado de una de las señoras que rezan para llegar a su sitio, empero si para ello precisa pasar al costado de muchas señoras que rezan no habrá de hacerlo pues muy probablemente distraiga a alguna de éstas.

En caso de gran necesidad o premura y si no hay alternativa, se puede inclusive pasar exactamente frente a quien reza, por ejemplo si la mujer en cuestión tiene que dar una clase. Asimismo se le permite hacerlo a quien tiene mucha prisa como en el caso de que tema perder su transporte.

Quien reza en un pasillo, no es obligación tomarla en consideración por cuanto que, a priori actuó incorrectamente y se paró a orar en un sitio equivocado. Por lo tanto, en caso de necesidad se puede pasar delante de esta persona.

05. Quien termina de rezar.

Quien al concluir la Amidá se percata de que tiene una persona parada detrás suyo, y hay entre ambas cuatro codos más tres pasos de distancia de modo tal que al caminar hacia atrás no entra en el área contigua de la otra, podrá hacerlo. Si está más cerca, no dará los pasos hacia atrás hasta que el otro concluya su rezo. Incluso si quien está parada atrás comenzó a rezar tarde y extiende mucho su plegaria, no se puede ingresar en su área de contigüidad. Tal como lo vimos anteriormente, los sabios de las últimas generaciones debatieron respecto de esta prohibición.

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Según el Maguén Abraham, aunque quien reza por detrás de la persona no esté parada exactamente atrás de la que concluyó su rezo, siempre que los pasos ingresen en un radio de cuatro codos alrededor de quien reza atrás se deberá esperar a que esta última finalice sus plegarias. Según la opinión de Eliahu Rabá sólo en caso de que una persona esté parada exactamente delante de la otra no se podrá dar los pasos para atrás, empero si el otro no está exactamente atrás sino oblicuo se podrá retroceder. A priori es bueno actuar como el Maguén Abraham y en caso de necesidad se puede ser más flexible de acuerdo con la opinión de Eliahu Rabá (Mishná Berurá 102:18-19). Si alguien está rezando exactamente detrás de otra persona que acaba de concluir y necesita dar los pasos hacia atrás, en caso de necesidad, se pueden dar en diagonal pues hay quienes explican que de acuerdo con  Eliahu Rabá mientras que no se acerque a quien está detrás suyo, se puede retroceder (en nombre del Jazón Ish).

Si entre la persona que debe retroceder y el que está atrás se encuentra una tercera que ya terminó de rezar, el de adelante puede dar los tres pasos hacia atrás ya que el segundo se interpone entre el primero y el tercero, a pesar de que la que está en el medio no tiene permitido retroceder los tres pasos.

Si hay necesidad, se puede flexibilizar también en caso de que entre quien precisa retroceder y el de atrás haya un tabique de por lo menos diez palmos (unos ochenta centímetros) de altura y cuatro palmos de ancho (unos treinta centímetros). Quienes procuran una solución más flexible aún, pueden considerar a los bancos fijos de la sinagoga como tabique por cuanto que tienen diez palmos de altura.

06. Otras reglas en detalle.

Tal como vimos anteriormente, a priori es bueno actuar según la opinión más estricta del Maguén Abraham y no retroceder los tres pasos si esto implica entrar en los cuatro codos a la redonda de quien está atrás, aunque ésta última no se encuentre exactamente detrás.

Empero, a veces la plegaria de quien está atrás se ve perturbada porque al extenderse puede obstaculizar a la persona de adelante contra su voluntad. Cuando la que espera para retroceder percibe la molestia en la de atrás, es mejor que proceda según la opinión de Eliahu Rabá y si no está exactamente frente a la otra habrá de retroceder.

De esta manera, quien acostumbra a extenderse en sus oraciones puede pedirle a la de adelante que no le espere para retroceder. En este caso quien está adelante tendrá permitido retroceder los tres pasos ni bien concluye su rezo. Quien reza exactamente delante, dará los pasos en diagonal para no darlos exactamente frente a ésta.

En términos generales, es bueno que la mujer que acostumbra a rezar extensamente se habitúe a no hacerlo atrás de sus compañeras para no demorarlas o molestarlas.

Los sabios de las últimas generaciones debatieron respecto de si se aplica la misma normativa en el caso de una menor o una mayor de edad que reza en cuanto a la prohibición de retroceder frente a ésta o sentarse en un radio de cuatro codos mientras ésta reza. Dado que esta norma tiene origen en los sabios la halajá final es conforme a la opinión más flexible y los que buscan cumplir con excelencia actúan según la opinión más estricta.

Hasta aquí

Hasta aquí estudiamos reglas relativas a hombres y mujeres por igual, tal como en el caso del lavado de manos («netilat iadaim«), bendiciones matinales, de la Torá y el recitado de la Amidá. En los próximos capítulos estudiaremos sobre pasajes del rezo que son obligatorios para el hombre estando las mujeres exentas de los mismos, aunque aquellas que buscan cumplir mitzvot con excelencia los recitan.

01. El recitado de las ofrendas por parte de las mujeres es una costumbre de mujeres piadosas.

Hay juristas que sostienen que también las mujeres deben recitar el pasaje de las ofrendas permanentes («Parashat Hatamid«) ya que los rezos fueron establecidos en correspondencia con los sacrificios diarios permanentes. Dado que las mujeres tienen el deber de rezar Shajarit (de acuerdo a la opinión mayoritaria de los juristas, ver arriba 2:2) de la misma forma corresponde que reciten el pasaje de las ofrendas permanentes. Otros juristas consideran que además de «Parashat Hatamid» es bueno que reciten toda la sección de la ofrenda de sacrificios.

En la práctica, la costumbre más extendida y la opinión halájica mayoritaria  es que las mujeres no reciten «Parashat Hatamid«. Esto obedece a que el fundamento del deber femenino de rezar es el de suplicar ante Hashem y no el de sustituir el trabajo de los sacrificios del Templo de Jerusalem. Más aún, tampoco los hombres tienen el deber de recitar la sección de la ofrenda de los sacrificios y en términos estrictamente halájicos ni siquiera tienen el deber de recitar «Parashat Hatamid» sino que se trata de una costumbre que se transformó en deber. Aquella mujer que desee cumplir con excelencia y recitar tanto la ofrenda permanente como el pasaje de la quema de inciensos («Pitum Haketoret«) vendrá sobre ella la bendición.

02. El motivo del recitado de las ofrendas.

Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratados de Ta´anit 27(B) y Meguilá 31(B)) que cuando D´s estableció el pacto con Abraham prometiéndole a él y a su descendencia heredar la tierra de Israel, le preguntó nuestro patriarca al Eterno: Soberano del Mundo, si el pueblo de Israel llega a pecar ante Ti, ¿les aplicarás el mismo castigo que usaste con la generación del diluvio o la de la torre de Babel? Le respondió el Eterno: no procederé así con ellos. Le preguntó Abraham: ¿cómo he de saber que no los eliminarás de la faz de la tierra? D´s le respondió: «toma para mí una novilla de tres años…» De esta forma le insinuó que las ofrendas serán los testigos de que existe una conexión eterna entre D´s y el pueblo de Israel, de modo tal que aunque  cometan pecados, ellos provendrán sólo por causa de una influencia externa, mas en su raíz interior, se mantendrán justos y conectados al Eterno. Por lo tanto, mediante la ofrenda de sacrificios que expresa la conexión absoluta del pueblo de Israel con el Creador, se expiarán los pecados.

Abraham preguntó ante D´s: Soberano del Mundo, ¿que será del pueblo de Israel si el Templo de Jerusalém se destruyera, cómo habrán de expiar por sus pecados? El Santo Bendito Sea le respondió: «ya les dispuse el orden de las ofrendas, mientras las reciten lo habré de considerar como si las ofrendasen delante de Mí y He de perdonar todos sus pecados».

Además dijeron, que todo aquel que se ocupa de lo respectivo al sacrificio expiatorio de pecados es como si lo elevase en la práctica y así con todos los diferentes sacrificios (Tratado de Menajot 110(A) y ver en Peninei Halajá Tefilá 13:5-6 la razón de la ofrenda del sacrificio permanente y de la quema del incienso).

Esto se debe a que toda acción que se realiza en este mundo posee un alma interior y las palabras de la Torá que se refieren a un precepto son el alma del mismo. Esto se refiere especialmente a la ofrenda de sacrificios que tienen como tema central el expresar la conexión a D´s. Por lo tanto, cuando no nos es posible elevar una ofrenda en la práctica, el estudio de la misma es considerado como el sustituto a su sacrificio (ver en el Maharal Gvurot Hashem cap. 8).

Muchos de los judíos tenían como costumbre recitar por la mañana, previo al rezo, el capítulo de la ofrenda permanente («Korban Hatamid«). Empero, como los sabios no lo dispusieron, no se considera una obligación completa. De todas maneras, dado que la costumbre del recitado de la ofrenda permanente se basa en lo dicho por lo sabios en el Talmud Babilonio (como se explicará más adelante) y dado que además éstos fijaron el horario de Shajarit en virtud del horario de la ofrenda matinal, los judíos acostumbraron a recitar el capítulo de la ofrenda permanente todos los días hasta que se transformó en obligatoria.

En orden de importancia, al recitado de la ofrenda permanente le sigue la lectura del capítulo de la quema del incienso pues éste era ofrendado todos los días, y además el Zohar (Vaiakhel 218:2) alaba vehementemente a quien lo recita a diario. Es bueno que los hombres reciten las demás porciones y plegarias impresas en el Sidur en la sección de los sacrificios, empero no es obligatorio hacerlo (tal como se explica en Peninei Halajá Tefilá 13:1).

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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