Pninei Halajá

05. El precepto de tener muchos hijos

Tal como ya vimos (halajá 3) se cumple un gran precepto con cada hijo que se trae al mundo, empero la Torá ordena a cada judío que tenga al menos un hijo y una hija. Los sabios adicionaron a esto el deber de engendrar más vástagos (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 62(B)). Esto obedece a dos razones: a) El inconmensurable valor de la vida, b) Asegurar el cumplimiento del deber básico que dispone la Torá. Pasamos a explicar.

La primera razón tiene que ver con el inmenso valor que se manifiesta en cada vida. Según la Torá la abundancia de hijos es preceptiva e implica una bendición, tal como les fue dicho a Adám y Javá (Bereshit-Génesis 1:28): «Procread y multiplicaos. Colmad la tierra y sojuzgadla», asimismo está escrito «Y bendijo D´s a Noaj y a sus hijos y les dijo: sed fructíferos y multiplicaos y colmad la tierra» (ídem 9:1). A Abraham Avinu HaShem le dijo «He de bendecirte sobremanera y multiplicaré inmensamente tu simiente» (ídem 22:17) al tiempo que a Itzjak le fue dicho: «Y haré que tu simiente se multiplique como las estrellas del cielo» (ídem 26:4); a Yaakov se le dijo: «Y tu descendencia será como el polvo de la tierra» (ídem 28:14). Otro tanto leemos en los versículos de las bendiciones que aparecen en el libro de Vaikrá-Levítico 26:9: «os haré fructíferos para que os multipliquéis», o en la bendición que diera Moshé al pueblo de Israel «Que el Eterno D´s de vuestros padres os aumente mil veces así y os bendiga» (Devarim-Deuteronomio 1:11). Respecto de la redención está escrito «y serán fructíferos y se multiplicarán» (Irmiahu-Jeremías 23:3), «…y multiplicaré sobre vosotros al hombre y a la bestia para que se incrementen y fructifiquen» (Iejezkel-Ezequiel 36:11), y «los incrementaré con hombres como un rebaño» (ídem 37).

Respecto de esto, Rambám escribió que «aunque una persona haya cumplido ya con el deber de procrear (habiendo engendrado un hijo y una hija) está preceptuado rabínicamente de continuar engendrando mientras disponga de vigor, pues todo aquel que suma un alma judía se asemeja a quien construye un mundo».

La segunda razón es que quien ya haya engendrado un hijo y una hija aún no puede estar seguro de que tendrá el mérito de participar de la idea general de los preceptos de que su familia perdure por medio de sus dos hijos. Quizás uno de ellos pueda fallecer, o resultar estéril, o quedar soltero de por vida. Respecto de esto Rabí Iehoshúa dijo «quien tuvo hijos de joven que tenga más hijos de anciano», tal como está escrito (Kohelet-Eclesiastés 11:6): «Por la mañana siembra tu semilla y en el atardecer no retires tu mano porque no sabes qué semillas prosperarán, ya sea estas o las otras, o si todas serán buenas».

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