Pninei Halajá

23. La redención depende del cumplimiento del precepto

El precepto de procrear («Prú Urbú») es de tal importancia que por su intermedio el pueblo de Israel fue redimido de la esclavitud en Egipto, tal como está escrito (Shemot-Éxoco 1:7): «Y los hijos de Israel fueron fecundos y se multiplicaron y el país se llenó de ellos». Además está escrito (ídem 12): «Cuanto más los oprimían más se multiplicaban y más rápidamente crecían». Nuestros sabios dijeron que en ninguna generación habría menos de seiscientos mil judíos por lo que solamente una vez que alcanzaron ese número se transformaron en una nación y pudieron salir de Egipto y recibir la Torá (Zohar Raaia Meheimena III 216:2, Tiferet Israel 29). Si no se hubiesen esmerado en el cumplimiento del precepto y faltase aunque fuese solo uno de ellos no habrían podido salir de Egipto ni recibido la Torá (Devarim Rabá 7:8). Sobre esto nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 11(B)): «En mérito de las mujeres justas que vivieron en esa generación el pueblo de Israel se pudo redimir  de la esclavitud en Egipto», esto es, en mérito a su esmero en el cumplimiento del precepto de la procreación pudieron engendrar «esas multitudes» (Tanjuma Pekudei 9, arriba 1:8).

Es además necesario agregar, que tras el terrible holocausto que desgarró a seis millones de nuestros hermanos, es más preceptivo aún esmerarse a los efectos de agrandar las familias lo más que se pueda, y de esa manera completar el faltante que permita que el pueblo de Israel cumpla con su misión Divina (Rambán Devarim 30:2).

Dijeron nuestros sabios (Eliahu Zuta 14): «Tal como nuestros ancestros se liberaron de Egipto en virtud de que crecieron y se multiplicaron, de la misma forma, en un futuro serán redimidos en mérito de que crecerán y se multiplicarán. ¿Cómo lo sabemos? Has de saber que esto es así, pues el pueblo de Israel no es redimido a menos que crezca, se multiplique y colme el mundo, tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 54:3): ´Por cuanto te extenderás allí a la derecha y a la izquierda y tu simiente heredará las naciones y hará habitables las ciudades desoladas´»

Asimismo, Rabí Asi dijo (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 62(A)): «el hijo de David no habrá de llegar hasta que nazcan todas las almas», tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 57:16): «En verdad no contenderé por siempre, ni estaré siempre airado porque sucumbiría ante Mí todo espíritu y las almas que he hecho». La explicación de este pasaje es la siguiente: existe un cúmulo de almas del pueblo de Israel y cada judío que nace manifiesta una chispa del mismo. Incluso quien fallece poco después de haber nacido, igualmente manifiesta alguna virtud que acerca el arribo de la redención. Por ello, aunque el pueblo de Israel no retorne en arrepentimiento al Creador como corresponde, por cuanto que todas las almas del cúmulo se manifestaron en este mundo se completarán las correcciones faltantes  y el proceso de la redención habrá de avanzar, y de esa forma el pueblo habrá de operar el necesario retorno.

Si el pueblo de Israel logra anticipar el arrepentimiento de forma completa el Creador habrá de acelerar el proceso redentivo y cada mujer judía parirá más hijos (Tosafot Nidá 13(B) ‘עד’). De esa manera cada judío manifestará más chispas de santidad y así todas las almas se realizarán en cuerpo y la redención llegará rápidamente (Maharshá allí). Mediante el cumplimiento del precepto de procrear acercamos la redención y por intermedio de sus bondades la redención perdura, tal como está escrito (Irmiahu-Jeremías 23:3): «Y recogeré el resto de Mi rebaño de todos los países donde los he llevado y los traeré de regreso a sus rediles y serán fructíferos y se multiplicarán». Asimismo, el profeta Iejezkel anuncia (36:8-11): «pero vosotras, oh montañas de Israel, haced brotar vuestros pimpollos y dad vuestro fruto a Mi pueblo Israel, porque están cercanos. Porque he aquí que Soy para vosotras Me volveré hacia vosotras y seréis labradas y sembradas; y multiplicaré a los hombres sobre vosotras, toda la casa de Israel, toda ella, y las ciudades serán habitadas y en los lugares desiertos habrá reedificación. Y multiplicaré sobre vosotras al hombre y a la bestia para que se incrementen y fructifiquen y haré que seáis habitadas como antes y que prosperéis más que al principio y sabréis que Yo soy el Eterno«. Además, agrega el profeta (ídem 37-38): «Así dice D´s el Eterno: Todavía seré rogado por la casa de Israel para que haga eso por ellos. Los incrementaré con hombres como un rebaño. Como el rebaño para el sacrificio, como el rebaño de Jerusalém en sus fiestas solemnes, así las ciudades asoladas serán llenadas con rebaños de hombres y sabrán que Yo soy el Eterno«.

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