Pninei Halajá

Yamim Noraim

04 – La confesión (vidui) en Yom Kipur y su normativa.

Cuando el Templo de Jerusalém estaba en pie, el Cohen Gadol o Sumo Sacerdote confesaba en Yom Kipur en nombre de todo el pueblo de Israel, tal como está escrito (Vaikrá 16:21): «Y apoyará Aharón sus dos manos sobre la cabeza del animal y confesará todas las iniquidades de los hijos de Israel y todos sus pecados». La confesión seguía la siguiente fórmula: «Por favor Hashem, tu pueblo, la casa de Israel, pecó negligentemente, intencionalmente, y se rebeló ante ti. Por favor, en Tu Nombre, expía los pecados negligentes, los intencionales y las rebeldías que cometieron los hijos de Israel, tal como está escrito en la Torá de Moshé de Tu boca gloriosa: Ya que en este día hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros errores, ante HaShem habréis de purificaros» (ver adelante 10:15). Los «jataím» son acciones negligentes, los «avonot» pecados intencionales y los «peshaím» pecados motivados por la rebeldía. Este es el orden correcto pues se debe pedir primero por lo más leve (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 36(B), Shulján Aruj 621:5).

Mediante esta fórmula el Cohen Gadol hacía cumplir a todo el pueblo con su deber de confesarse y si bien es virtuoso que cada quien se confiese individualmente ante Hashem por sus inconductas particulares, la ventaja de la confesión pública radicaba en el hecho de que por ser colectiva, todos participaban de la misma y por ende el retorno era más profundo y completo. Tras la destrucción del Templo, los sabios establecieron que cada judío recite por sí mismo el formato de la confesión colectiva y cada quien ponga la intención de incluir sus inconductas particulares al recitarla (Iereím, Rabí Saadiá Gaón).

El formato de confesión que debemos recitar en Yom Kipur es el siguiente: «Empero nosotros pecamos negligentemente, intencionalmente y nos rebelamos ante Ti» o en hebreo «Aval anajnu jatanu, avinu, fashanu» (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 87(B), Rambám Hiljot Teshuvá 2:8, Prí Jadash, Mishná Berurá 607:12). Se acostumbra asimismo agregar una lista de pecados ordenados alfabéticamente (Rav Amram Gaón): «Ashamnu (nos hemos hecho culpables), bagadnu (traicionamos), Gazalnu (robamos violentamente), Dibarnu dofi (hablamos calumnias), heevinu (causamos iniquidad), vehirshanu (hicimos maldades), zadnu (pecamos intencionalmente), jamasnu (robamos con violencia), tafalnu sheker (mentimos), iaatznu rá (aconsejamos el mal), kizavnu (engañamos), latznu (nos burlamos), maradnu (nos rebelamos), niatznu (provocamos), sararnu (nos desviamos), avinu (pecamos intencionalmente), pashanu (pecamos por rebelión), tzararnu (oprimimos a otros), kishinu oref (nos obstinamos), rashanu (hicimos el mal), shijatnu (corrompimos), tiavnu (cometimos actos abominables)…»

Luego se sigue detallando y se recita «Al jet shejatanu lefaneja etc» («perdona por el pecado cometido ante Ti…») que incluye una larga lista de trasgresiones sumamente detallada. Sobre la base de esta versión común, cada congregación agregó la suya propia.

Aparentemente, cabe preguntarse ¿cómo puede una persona justa decir «nos rebelamos, insultamos, pecamos intencionalmente, pecamos por rebeldía?   ¿Cómo puede una persona cuidadosa de la propiedad ajena decir «robamos violentamente» etc.? La respuesta radica en que el precepto de Yom Kipur es que toda la nación retorne en teshuvá conjuntamente, por lo que se estableció que cada quien recite la confesión en la primer persona del plural por todo el pueblo de Israel, tal como el Cohen Gadol confesaba en nombre de toda la nación.

Además, a veces quien no pecó personalmente es responsable de trasgresiones que realizan miembros de su familia o amigos, ya que quizás pudo haber protestado ante una inconducta y prefirió callar o pudo haber acercado a otros para que retornen pero no se esforzó en hacerlo, o quizás pudo haber servido de ejemplo para los demás mas no lo hizo. Además, todos los judíos son responsables los unos por los otros y todos conforman un gran cuerpo compuesto de múltiples órganos, de modo tal que cada pecado realizado por un hijo de Israel pertenece a la generalidad de la nación. Por esta razón, los justos necesitan recitar la confesión y haciéndolo limpian su participación en el pecado e impulsan así a toda la nación a retornar en teshuvá (Sefer Jasidim 601, Arí Z»l, Ben Ish Jai Ki Tisá).

La confesión debe ser recitada de pie hasta que concluye la sección «Por los pecados que nos hacen acreedores de las cuatro penas capitales…  Rey que absuelve» (Shulján Aruj 607:3, Mishná Berurá 10). Es bueno adoptar una posición  cabizbaja o inclinarse un poco hacia adelante al recitar la confesión para adoptar una actitud más sumisa. Hay quienes cumplen con excelencia y se inclinan marcadamente hacia adelante, tal como lo hacen durante la bendición de «Modim» (Shelá). En el caso de quienes quieren cumplir con excelencia pero les cuesta inclinarse prolongadamente, es bueno que al menos se inclinen al recitar la primer parte de la confesión («Ashamnu, bagadnu») y al recitar «Al jet» que se conformen con una leve inclinación. Se acostumbra golpear el pecho con el puño durante el recitado de la confesión, como forma de expresar que los impulsos de su corazón lo impulsaron a pecar (Mishná Berurá 607:11).

05 – El horario de la confesión (vidui).

Es preceptivo que toda persona se confiese al inicio de Yom Kipur, o sea, durante el rezo de Arvit, ya que este día es el momento optimal para el perdón, la expiación y la aceptación del retorno o teshuvá del pueblo de Israel; y esta indefectiblemente requiere de confesión. Sin embargo, nuestros sabios temieron que la persona se sienta mal en virtud de la comida previa al ayuno, o que en esta se embriague y luego ya no pueda confesarse en el rezo de Arvit, o que se atragante y muera sin hacer teshuvá. Por esta razón dispusieron que cada persona se confiese en el rezo de Minjá previo al ayuno. El haberse confesado en el rezo de Minjá no exime de volver a hacerlo en el de Arvit, ya iniciado Yom Kipur, ya que es el tiempo más adecuado para hacerlo. Aunque ya se haya confesado la persona en el rezo de Arvit, debe volver a hacerlo en los de Shajarit, Musaf, Minjá y Neilá (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 87(B)). Esto se debe a que en todo momento de Yom Kipur que la persona se encuentre rezando, es bueno que se confiese pues el precepto del día es el retorno. Esto no es así el resto del año, ya que si bien hay confesión diariamente esta no se lleva a cabo durante la Amidá. Además, nuestros sabios fundamentaron la confesión en todos los rezos de Kipur en el hecho de que quizás después de Arvit la persona pudo cometer alguna infracción, por lo que es menester volver a confesarse en Shajarit, y en caso de que tras Shajarit la persona pueda haber trasgredido, debe volver a confesarse en Musaf y de la misma manera en Minjá y Neilá ya que Yom Kipur expía hasta que concluye al oscurecer (Levush, Shulján Aruj HaRav 607:1).

Durante la Amidá silenciosa se recita la confesión tras la conclusión de las bendiciones y antes de «Elohay Netzor»; y durante la repetición del oficiante la confesión se recita en la bendición central que es la que se refiere a la santidad del día. Básicamente, la halajá no requiere que la persona recite la confesión durante la repetición del oficiante, pero debe permanecer de pie (Shulján Aruj 607:3). En la práctica, los sabios medievales o Rishonim escribieron que es bueno que toda la congregación se confiese junto al oficiante (Ran, Ramá), ya que de esta manera cada persona recita un total de diez confesiones que se corresponden con las diez veces que el Sumo Sacerdote recita el Nombre Sagrado de D´s en Yom Kipur (ver adelante 10:15-16). Este es el orden de las diez confesiones que se recitan en Yom Kipur, una durante el rezo de Minjá previo al ayuno, la segunda durante el servicio de Arvit y otras ocho en los cuatro rezos del día, Shajarit, Musaf, Minjá y Neilá. En cada uno de estos últimos rezos se recita una confesión durante la Amidá silenciosa y otra durante la repetición del oficiante. La confesión que se recita  durante las Selijot, posteriores al rezo de Arvit, no ingresa en el conteo ya que no tiene lugar durante la Amidá (Tur 621, Mishná Berurá 2).

Rambán opina que además de las confesiones que se recitan en Yom Kipur, una se debe recitar tras la comida anterior al ayuno («seudá mafseket») previo a que oscurezca, para que de esta manera la persona ingrese al sagrado día en una actitud de retorno. Empero, hay juristas que temieron que la persona se pueda embriagar en esta comida, por lo que establecieron que se recite la confesión en el rezo de Minjá anterior a esta. De todas maneras, lo más importante es ingresar al día en actitud de retorno. Los sabios de las últimas generaciones indican que es bueno actuar según la opinión estricta de Rambán (Shelá). Se puede cumplir con el deber de la confesión recitando «Aval anajnu jatanu, avinu, pashanu» («Empero nosotros pecamos negligentemente, intencionalmente y nos rebelamos ante Ti»). En la práctica, los ashkenazíes acostumbran recitar «Tefilá Zaká» antes de que se inicie el día sagrado, plegaria que incluye confesiones detalladas, mientras que los sefaradíes acostumbran recitar el poema litúrgico «Lejá Elí Teshukatí» que incluye confesiones (Mishná Berurá 607:1). Hay quien escribió que se deben recitar de pie pues así es como se debe uno confesar (Prí Jadash), empero, se acostumbra a recitarlos sentados ya que a posteriori también se cumple con el deber de la confesión.

Mujeres y enfermos que no asisten a la sinagoga no están obligados a recitar diez confesiones. En cada Amidá que estos recitan deben recitar la confesión correspondiente. En caso de que no recen, se recomienda que al menos reciten una confesión, ya que es el deber del día. Es bueno que reciten una confesión al iniciarse Yom Kipur y otra a la hora de Neilá.

06 – El detalle de las trasgresiones en la confesión.

Es bueno que quien se confiesa detalle sus trasgresiones, ya que de esa manera su arrepentimiento es mayor y se fortalece con su retorno. Esta es la opinión de Rabí Iehudá ben Baba y tiene su origen en la confesión que recitó Moshé Rabenu tras el pecado del becerro de oro, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 32:31): «Y volvió Moshé a presencia del Eterno implorando: «Ruégote perdones a este pueblo que cometió el gran pecado de hacerse dioses de oro». Por otra parte, la especificación del pecado implica una afrenta a la Gloria Celestial, ya que la intención general del retorno es disminuir la importancia de la transgresión y el hablar de la misma le concede a ella mayor trascendencia. Además, la vergüenza por el pecado cometido es la base del retorno, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 12(B)): «todo aquel que trasgrede y se avergüenza de su acción – se le perdonan todos sus pecados» y quien detalla sus trasgresiones puede apreciarse como que no se avergüenza por lo cometido. Rabí Akiva opina que quien se confiesa no debe detallar lo cometido, tal como está escrito (Salmos 32:1): «feliz aquél cuya trasgresión es perdonada, cuyo pecado permanece  encubierto».

En la práctica la persona puede cumplir con su deber de confesarse diciendo «Jatati, Aviti, Pashati» («pequé negligentemente, intencionalmente y me rebelé ante Ti») sin detallar sus trasgresiones. Por supuesto que puede cumplir con su deber de confesarse recitando la versión de la confesión que aparece en el rezo («Ashamnu, Bagadnu…»). Aquel que sabe que detallar lo hecho  le ayudará a profundizar su retorno es bueno que lo haga en voz baja, tal que si, por ejemplo, comió un alimento prohibido ha de decir: «Comí no Kasher («Taref»)» (Shulján Aruj 607:2, Gaón de Vilna allí, Sha´ar Hatziún 3).

En este mismo sentido debatieron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 86(B)): hay quienes opinan que no corresponde que una persona se confiese por pecados que ya fueron confesados en el Yom Kipur anterior y si vuelve a mencionarlos, «sobre esta está escrito (Mishlei-Proverbios 26:11): «Como perro que vuelve a su vómito así es el necio que repite su necedad». En opinión de Rabí Eliezer ben Yaakov volver a confesarse es meritorio, tal como está escrito (Salmos 51:5) «porque conozco mis trasgresiones y mi pecado está siempre ante mí». La halajá final se dictó conforme a esta última opinión, por lo que le está permitido a la persona volver a confesar ante D´s por una trasgresión ya confesada en el día de Kipur pasado (Shulján Aruj 607:4).

Puede decirse que mientras la persona sienta que su retorno no es completo y que aún no logró borrar definitivamente la trasgresión de su corazón, es bueno que vuelva a confesarse. Sin embargo, si la persona siente que su retorno ha sido íntegro  y la trasgresión ha sido borrada de su corazón no corresponde volver a confesarse por la misma ya que de esta manera demuestra no creer en el poder de la teshuvá. Sin embargo, puede ocurrir que una persona logre retornar íntegramente de una trasgresión al punto que esta se borra por completo de su corazón, y años más tarde vuelve a sentir remordimientos por su mala acción pasada. Esto se debe a que en el pasado, en su nivel espiritual anterior, su retorno fue suficiente como para borrar todo vestigio de su trasgresión, empero, en el presente, al haber ascendido a un nivel espiritual superior en el cual la Luz Divina es más abundante e intensa, su retorno anterior no alcanza para limpiar todo rastro del pasado, por lo que debe volver a confesarse para eliminar los exiguos restos de su inacción (Tzidkat Hatzadik 134:67).

07 – Confesión pública.

Otra cuestión importante que surge en las leyes de la confesión es si corresponde o no que el pecador se confiese en público (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 86(B)). Por una parte aprendimos que es preferible que el trasgresor se avergüence de lo hecho y por lo tanto no se confiese delante de otras personas, tal como está escrito (Salmos 32:1): «feliz aquél cuya trasgresión es perdonada, cuyo pecado es encubierto». Por otra parte, aprendimos que no es bueno que el pecador oculte sus trasgresiones sino que debe confesarlas públicamente, tal como está escrito (Mishlei 28:13): «Quien cubre sus trasgresiones no prosperará, pero el que las confiesa y las abandona será contemplado para bien».

Rav explica esta dicotomía haciendo una diferenciación entre pecados cometidos en privado y los cometidos en público. Los primeros deben ser confesados en privado, ya que la confesión pública es una afrenta a la Gloria Celestial en cuanto que publicita que hay personas que tienen la osadía de cometer determinadas trasgresiones. Empero si el pecado fue cometido públicamente, por cuanto que profanó abiertamente el Nombre Divino, debe corregirlo confesando públicamente para que las personas sepan que retornó y de esa manera santificó el Nombre Divino (Sha´arei Teshuvá 1:18).

Rav Najman explica que es mejor que los pecados del hombre para con su prójimo sean confesados públicamente, para que todos vean que la dignidad de su compañero es importante a ojos del trasgresor y de esta manera el afectado se reconcilie más rápidamente. En  caso de que el trasgresor, por orgullo, haya afectado públicamente a su compañero – si se disculpa en privado el retorno no es efectivo. Por otra parte, en el caso de pecado del hombre para con el Creador, generalmente es preferible que la confesión tenga lugar en privado para no abundar en la profanación del Nombre Divino.

En la práctica se deben tener en cuenta dos parámetros: a) La Gloria Celestial, b) La dignidad del prójimo y la reconciliación con este. Generalmente es preferible que la confesión por pecados del hombre para con el Creador sea en privado, empero si la trasgresión profanó públicamente el Nombre Divino es mejor que la confesión sea pública, ya que de esta manera se incrementa la santificación de la Gloria Celestial. En el caso de trasgresiones entre el hombre y su prójimo es preferible que, a priori, la confesión sea pública para, de esta manera, alentar la reconciliación. Sin embargo, en el caso de que la confesión pública ofenda al afectado por tratarse de una trasgresión que implica elementos embarazosos o si se trataba de una rencilla personal, demás está decir que está prohibido que la confesión sea de carácter público.

08 – Los horarios del día.

En todas las cuestiones referidas a la Torá la noche antecede al día, y por esta razón Yom Kipur comienza al iniciarse la noche y culmina al finalizar el día. Sin embargo, surgió la duda respecto de cuándo exactamente culmina el día y comienza la noche ¿acaso cuando se pone el sol y desaparece de nuestra vista o a partir de que divisamos en el firmamento tres estrellas de tamaño mediano? En la tierra de Israel hay un margen de unos veinte minutos entre la puesta del sol y la salida de las estrellas, y este aumenta o se reduce según la estación del año y la altura de sitio por sobre el nivel del mar. Este período es llamado en la halajá «Bein Hashmashot» («entre las luminarias»), y en lo referente a los preceptos de Shabat y días festivos de la Torá debemos ser  rigurosos según la conocida regla que postula «en caso de duda en un precepto de la Torá optamos por la opinión más estricta». Por esta razón, en todos los Shabatot así como en las fiestas el horario de inicio es al ponerse el sol y el de conclusión al salir las estrellas.

Además, existe el precepto de agregar del tiempo profano al sagrado, o sea, recibir la santidad del día un poco antes que este se inicie y despedirse del mismo un poco después que este concluye. Dado que por la base de la norma, el día comienza al ponerse el sol, es preceptivo recibir la santidad del día unos minutos antes que se ponga. Y como por la base de la ley el día concluye al salir las estrellas, es preceptivo despedirlo unos minutos después que esto ocurre. Se acostumbra a despedir el día unos diez minutos después de la salida de las estrellas (Shulján Aruj 608:1, Pninei Halajá Shabat 3:1-3). Mediante la adición de tiempo profano al día sagrado, demostramos  que este último es muy querido y agradable para nosotros por lo que tratamos de recibirlo antes de su estricto horario de inicio y despedirlo después que el mismo  concluye. Además, mediante la adición de tiempo profano al sacro demostramos que existe una conexión entre ambos y al transformar minutos profanos en sacros, la santidad del día se propaga a los días hábiles y los eleva.

Es preceptivo recibir la santidad del día mediante palabras, las mujeres suelen hacerlo al encender las velas de Kipur recitando la bendición correspondiente (tal como se explicará en el siguiente inciso), y los hombres lo hacen recitando la bendición «Shehejeianu» o mediante una expresión verbal explícita (tal como se explicará en el inciso 10).

En el caso de quien dejó de comer mientras era aún pleno día, puede ingerir comida o bebida hasta que reciba la santidad de este día. En caso de que, por negligencia, la persona no haya adicionado tiempo profano al sacro, debe cuidar todas las prohibiciones de Kipur desde el momento de la puesta del sol (Shulján Aruj 208:1-3). El momento más temprano para recibir la santidad del día es «Plag HaMinjá», esto es, una hora y cuarto antes de la puesta del sol (Mishná Berurá 208:14, Pninei Halajá Shabat 3:2).

09 – El encendido de las velas.

Es preceptivo encender velas en honor a Yom Kipur tal como se hace en víspera de Shabat. La razón fundamental por la que se encienden las  velas sabáticas es la de que haya luz durante la cena, para que esta se vea así realzada y los comensales disfruten. Es por ello que las velas se encienden allí donde se ha de cenar. En Yom Kipur que está prohibido comer, el encendido de velas es para honrar el día y para que mediante estas impere la paz en el hogar ya que los miembros de la familia pueden así ver los muebles y no se tropiezan con estos.

En el pasado había lugares en los que se acostumbraba no encender velas en víspera de Yom Kipur, como medida preventiva para evitar que la pareja llegue a tener relaciones íntimas pues al estar bien vestidos en honor al día, al verse a la luz de las velas el deseo puede despertarse. Otros eran de la opinión que, por el contrario, en Kipur se debían encender velas pues está prohibido mantener relaciones sexuales con luz y de esa manera la pareja se alejaría de la trasgresión. Nuestros sabios dicen que la costumbre del lugar es la que prima, de modo tal que allí donde se acostumbra no encender no se ha de hacerlo y allí donde se acostumbra encender se enciende (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 53(B), Shulján Aruj 610:1).

Nuestros sabios agregaron que (Talmud Jersolimitano Tratado de Pesajim 4:5) es mejor la costumbre de encender velas, por lo que en sitios nuevos carentes de tradición específica es mejor encender. Hace muchas generaciones que se acostumbra en todas las comunidades judías encender velas en Yom Kipur, y todas las reglas del encendido de velas sabáticas recaen sobre las de Kipur. La bendición a recitar es la siguiente: «Baruj Atá Adonai Eloheinu Melej Haolam Asher Kidshanu Bemitzvotav Vetzivanu Lehadlik Ner Shel Yom Hakipurim» (Bendito eres Tú D´s, Rey del Universo que nos consagraste con Tus preceptos y nos ordenaste encender las velas de Yom Kipur). Si Kipur cae en Shabat se recita «Lehadlik Ner Shel Shabat Veshel Yom Hakipurim» (…encender velas de Shabat y Yom Kipur).

Las mujeres acostumbran a recibir la santidad del día mediante el encendido de velas. Por lo tanto, acostumbran recitar la bendición posterior al encendido e inmediatamente después recitan la bendición de «Shehejeianu». Aquellas mujeres que acostumbran a recitar la bendición antes del encendido, deben recitar «Shehejeianu» tras encender las velas. Esto obedece a que una vez que reciten esta última bendición, no podrán ya encenderlas, puesto que recaen sobre ellas todas las prohibiciones del sagrado día.

Una mujer que desea viajar a la sinagoga tras el encendido de las velas, al encenderlas debe tener la intención de no recibir en ese momento la santidad del día. Esta señora habrá de recibir la santidad del día y recitar «Shehejeianu» con los hombres en la sinagoga (Pninei Halajá Shabat 3:3, Shmirat Shabat Kehiljatá 44:14).

10 – El horario del rezo de Kol Nidrei y cuándo empieza Yom Kipur para los hombres.

Tal como vimos (inciso 8) es preceptivo adicionar tiempo profano al sagrado y recibir, mediante palabras, la santidad del día antes de la puesta del sol. Existen dos prácticas o usanzas a este respecto, vinculadas al horario de recitado de «Kol Nidrei».

Hay quienes acostumbran a concluir el recitado de Kol Nidrei antes de la puesta del sol y del recibimiento de la santidad del día, ya que según la Halajá no se anulan votos en Shabat si no están relacionados al día (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 157(A)). En el caso de aquellos que consideran que Kol Nidrei tiene como único propósito declarar que de ahí en más todos los votos que se asuman no implicarán promesa (ver arriba 5:12), dado que de todas maneras el recitado guarda similitudes con un acto de anulación de votos, no se debe comenzar a recitar esta plegaria tras el inicio de Kipur (Ramá 619:1, Mishná Berurá 5).

Muchos acostumbran a concluir la recitación del Kol Nidrei tras la puesta del sol e incluso algunos comienzan su recitado tras esta. Si bien la Halajá no permite liberar votos en Shabat, si la liberación o anulación tienen por cometido dejar sin efecto compromisos para ese día – se permite. Dado que el recitado de Kol Nidrei tiene por objetivo limpiar a la persona del pecado de los votos incumplidos, es de utilidad para el Día del Perdón (ver Talmud Babilonio Tratado de Shabat 157(A), Shulján Aruj 341:1).

En la práctica, quienes acostumbran a finalizar Kol Nidrei unos minutos antes de la puesta del sol, es bueno que reciban la santidad del día mediante el recitado de la bendición de «Shehejeianu», ya que esta implica un agradecimiento por el día sagrado y por ende corresponde recibir el día por su intermedio. Si bien en las demás festividades de la Torá esta bendición se recita junto al Kidush con la copa de vino en mano, dado que en virtud del ayuno en Yom Kipur esto no se hace, se recita «Shehejeianu» al iniciar el día (Talmud Babilonio Tratado de Eruvín 40(B), Shulján Aruj 619:1).

En la mayoría de las congregaciones Kol Nidrei concluye tras la puesta del sol por lo que se debe recibir la santidad del día antes de esta. Es claro que el precepto de agregar tiempo sacro al profano es más importante que el cuidado de recitar Kol Nidrei antes de la puesta del sol, ya que según la Halajá se puede recitar esta plegaria después que el sol se ocultó. Por lo tanto, a los efectos de que la congregación no olvide cumplir con el precepto de agregar tiempo profano al sagrado, es bueno que el encargado de la sinagoga (gabai) declare en voz alta: «recibimos ahora la santidad de Yom Kipur». A veces el oficiante piensa que habrá de alcanzar a recitar la bendición de «Shehejeianu» antes de la puesta del sol, pero durante Kol Nidrei se da cuenta que esto no será posible, en este caso deberá interrumpir para declarar el recibimiento del sagrado día antes de la puesta del sol y luego podrá continuar con la plegaria.

11 – El rezo de Arvit y la noche de Yom Kipur.

Al iniciarse los rezos de Yom Kipur, se retiran dos rollos de la Torá del arca  sagrada y dos personalidades prominentes de la comunidad los portan en sus brazos y se dirigen a la tarima central, el oficiante se para entre ellos y proclama: «Al da´at Hamakom veal da´at hakahal, bishivá shel ma´ala ubishiva shel mata anu matirin lehitpalel im haavarianim» («Con el consentimiento de D´s y del público reunidos en sesiones celestial y terrena, permitimos rezar junto a los trasgresores de la Ley»). Hay quienes acostumbran a retirar un solo rollo de la Torá o más de dos y hay quienes recitan un texto levemente diferente, siendo oportuno que cada comunidad mantenga sus tradiciones al respecto (Shulján Aruj 619:1 y comentaristas).

Esta manera de iniciar los rezos expresa la esencia del día de Kipur, día en el cual se manifiesta la santidad del alma que anida en el seno de cada uno del pueblo de Israel, por lo que personas que durante todo el año se comportan como trasgresores y son reprobados y recriminados, tanto en los cielos como en la tierra, al punto que no es digno rezar junto a ellos, en el sagrado Día del Perdón se les invita a orar junto a la congregación. Así como nosotros juzgamos favorablemente a los trasgresores y les contemplamos con bondad y amor, asimismo habremos de tener el mérito de que Hashem revele hacia nosotros Su bondad y Su amor.

Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Kritot 6(B)) que «todo  ayuno público del cual no toman parte los trasgresores del pueblo de Israel no merece llamarse  de esta forma; el trasgresor es similar al olíbano que tiene un aroma desagradable y sin embargo es parte de los componentes del incienso del Santuario». Esto obedece a que si una persona que no tiene el hábito de cumplir preceptos se suma al rezo de Kipur, hay en esto una gran santificación del Nombre Divino. Esto y más, en el interior de cada judío anida una chispa especial personal y cuando esta falta toda la comunidad siente la carencia; por lo tanto, cuando los trasgresores se suman al rezo todo el pueblo judío se une y afianza sobre la tierra, tal como está escrito (Amos 9:6): «y su unión fundó en la tierra».

Luego se recita la plegaria de «Kol Nidrei» limpiándonos y purificándonos así de todos los votos y compromisos que no pudimos cumplir y nos mantienen amarrados, para que no obstaculicen nuestro retorno en Yom Kipur.

Se recitan versículos de pedido de perdón que expresan el tema central  del día, se recita la bendición de «Shehejeianu» y se devuelven los rollos dela Torá al arca sagrada.

Cuando se llevan los rollos de la Torá hacia la tarima y de vuelta hacia el arca, muchos acostumbran a besarlos con cariño con la intención de pedir perdón por  haber faltado al respeto por la Torá, su santidad y el cumplimiento de sus preceptos.

En muchas congregaciones se acostumbra a que, antes de Arvit, el rabino dice una palabras de «Musar» o ética e insta a los presentes a despertar espiritualmente de cara al día sagrado (Maté Efraim 619:9)

Se acostumbra a que todo aquel que normalmente viste talit en el rezo de Shajarit lo haga también en la noche de Kipur, poniendo la intención de recordar por medio del tzitzit (flecos) todos los preceptos de la Torá. De esta forma nuestras almas, espíritus y mentes se verán a salvo de las influencias extrañas y Hashem extiende sobre nosotros Su manto (sucá) de paz. Se viste el talit previo a la puesta del sol para poder recitar la bendición correspondiente. Aquellos que se envuelven en el talit tras la puesta del sol lo hacen sin recitar la bendición (Shulján Aruj y Ramá 18:1, Mishná Berurá 7).

Es bueno estudiar Torá tras el rezo de Arvit, ya que así como todos los días del año fijar tiempos para el estudio sagrado es un precepto especial, mucho más aún lo es en Yom Kipur. Dado que casi todo el día se dedica al rezo, el mejor momento para estudiar es después del rezo de Arvit (ver Pninei Halajá Moadim 1:5-6, Mishná Berurá 619:16).

Continuaremos ocupándonos de las leyes y las costumbres que expresan el significado del día sin detallar las reglas de la plegaria y las diferentes versiones que se explican en los diferentes Majzorim o libros de rezo de cada comunidad según su tradición.

12 – «Baruj Shem Kevod Maljutó» («Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre»).

El precepto de la aceptación del Yugo Celestial se cumple principalmente mediante el recitado del versículo (Dvarim-Deuteronomio 6:4)  «Shemá Israel Adonai Eloheinu Adonai Ejad». Inmediatamente después de recitado, se pronuncia en voz baja la frase «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolám Vaed». Si bien esta última frase no figura en la Torá en el marco de la porción del Shemá, nuestros sabios instituyeron que se diga en voz baja (Pninei Halajá Tefilá 15:7). Esto se fundamenta en un relato del Talmud Babilonio (Tratado de Pesajim 56(A)), según el cual  antes de fallecer nuestro patriarca Yaakov todos sus hijos se reunieron en torno a su cama y él quería revelarles lo que acontecerá con ellos en el final de los  tiempos. De inmediato se retiró de él  la Divina Presencia y ante esto Yaakov le dijo a sus hijos: ¿quizás hay entre ustedes alguien indigno tal como Ishmael que salió de Abraham o Esav que salió de Itzjak, razón por la cual no puedo revelaros el final de los días? Ante esto los hijos al unísono dijeron: «Shemá Israel Adonai Eloheinu Adonai Ejad», así como en tu corazón no hay más que un solo D´s en los nuestros no hay más que un solo D´s. En ese momento Yaakov dijo: «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed». Sobre esto nuestros sabios dijeron: ¿qué habremos de hacer nosotros? ¿Habremos de recitar esta frase aunque no sea parte de la porción del Shemá? Sin embargo nuestro patriarca Yaakov la pronunció. Por esta razón instituyeron que se pronuncie en voz baja, «Tal como en el caso de la princesa que olió un condimento seco en el borde de la olla, si pide que le den de este se considera improcedente por tratarse de algo ajeno al protocolo y si no pide ha de sufrir por quedarse sin probar del mismo. Por ello sus siervos comenzaron a traerle el manjar deseado, mas en secreto»

Además, nuestros sabios agregaron (Dvarim Rabá 2:36) que fue Moshé Rabenu quien instituyó que se recite esta frase pues cuando ascendió a la dimensión celestial escuchó a los ángeles servidores alabar diciendo: «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolám Vaed». Por esto, al descender estipuló que los hijos de Israel lo reciten en voz baja. Entonces se preguntaron: ¿por qué no estipuló que se recite en voz alta? a lo que respondieron: se asemeja a alguien que ama al rey y roba del palacio una capa, se la obsequia a su esposa y le dice que no la vista en público sino únicamente en la casa. Por ello, solamente en Yom Kipur que el pueblo de Israel se asemeja a los ángeles en pureza se puede recitar públicamente.

A los efectos de comprender esta cuestión, es necesario, primeramente, explicar dos niveles diferentes de fe en la unicidad de Hashem. El primer versículo «Shemá Israel» expresa el plano superior, absoluto y único de lo que se denomina la «unificación superior» o «ijud elión». En este nivel todos los aspectos y matices se hayan incluidos y unidos en la Revelación Divina. La segunda frase expresa el plano que surge a raíz de  la creación y al que se llama «unificación inferior» o «ijud tajtón», por medio del cual aceptamos el Yugo Celestial según la fe que se manifiesta en este mundo  y según la cual cada creatura y aspecto de la creación posee un sitio propio; Hashem les da vida a todos, reina sobre ellos y los dirige en conformidad a la conducta de estos. Esto significa que Su nombre y Su soberanía se revelan en el mundo. O sea, lo que se manifiesta en la creación no es Su esencia sino Su nombre y Su soberanía, ya que si la primera se manifestase todas las creaturas se verían anuladas ante Su inconmensurable luz (ver Tania Sha´ar Haijud Vehaemuná).

Dado que la fe en el plano superior es de un nivel muy elevado, se manifiesta únicamente en la raíz del alma en momentos de suma entrega o «mesirut nefesh», se nos preceptuó tomar contacto con esta dimensión únicamente dos veces al día al recitar el «Shemá». Empero, conjuntamente con la unificación superior, los sabios estipularon que recitemos también la «unificación inferior», esto es, que expresemos el nivel de la fe que se revela en este mundo en todos sus diferentes matices (ver Nefesh Hajaim cap. 3). Este nivel es de gran agrado a ojos de Hashem, ya que el objetivo final de la creación es que se manifieste la fe en este mundo físico en toda su belleza y esplendor, colores y sonidos, pasiones y características. Por esta razón, los ángeles servidores alaban a Hashem con loas maravillosas: «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed». Sin embargo, no corresponde decirlo en voz alta ya que conjuntamente con lo valioso que es que se revele la Divina Presencia en el mundo físico, este contiene pasiones bajas que pueden impulsar a la persona a trasgredir. Por esta razón, la persona debe conectarse primero con la «unificación superior» para recién después pronunciar en voz baja la alabanza implícita en la «unificación inferior», a los efectos de no verse arrastrado en exceso hacia el plano terrenal.

Solamente en Yom Kipur, cuando ayunamos y cesamos nuestra ocupación con lo corporal al punto de asemejarnos a los ángeles servidores carentes de inclinación al mal, podemos pronunciar esta alabanza en voz alta con la certeza de que así consagramos Su nombre en este mundo. Si bien nosotros a veces trasgredimos, en Kipur se revela que a fin de cuentas logramos llevar Su luz al interior de este mundo por todos sus caminos y senderos, y en virtud de ello Hashem nos juzga con amor y misericordia (ver Derej Hashem IV 4:6-7).

13 – La lectura de la Torá y los donativos.

Una vez finalizado el rezo de Shajarit se extraen dos rollos de la Torá del arca sagrada. Para la lectura del primero ascienden sucesivamente a la tarima seis personas y leen la porción «Ajarei Mot» (tras el fallecimiento de los dos hijos mayores de Aharón al inaugurarse el tabernáculo), en la cual se describe la labor sagrada del Sumo Sacerdote en Yom Kipur (Vaikrá-Levítico 16). El número de personas que ascienden a la lectura expresa el status de Yom Kipur. En aquellas fiestas en las que se permite la realización de las labores necesarias para la elaboración de alimentos para consumo en el día («ojel nefesh») suben a la Torá cinco personas. En Yom Kipur, la realización de estas labores está prohibida por lo que ascienden seis. En Shabat, el castigo para quien realiza labores prohibidas es más grave, por lo que ascienden siete. Si Yom Kipur cae en Shabat ascienden a  la lectura de la Torá siete personas (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 21(A), 22(B), Shulján Aruj 621:1).

En el segundo rollo se lee el «Maftir» de la porción de Pinjás, en el cual se describe las ofrendas del sacrificio de Musaf del día (Bamidbar-Números 29:7-11). La Haftará se lee en Isaías (57:14 – 58:14): «Porque así dice el Altísimo…» ya que en este pasaje el profeta insta al pueblo al retorno y además los versículos hablan de la cesación de labores en Shabat y Yom Kipur.

En el rezo de Minjá los sabios establecieron que suban tres personas a la lectura de la porción que especifica las relaciones sexuales prohibidas por la Torá (Vaikrá 18:1-30), a los efectos de instar al pueblo a rectificar estas gravísimas trasgresiones, pues se cometen en virtud de un instinto fortísimo y afectan duramente la santidad del pueblo de Israel. La Haftará se lee en el libro de Jonás en el cual aprendemos sobre la Divina Providencia de la que nada escapa, y del enorme poder de la teshuvá o retorno que, aunque no sea completa, es igualmente útil (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 31(A), Shulján Aruj 621:1).

En Yom Kipur se acostumbra a donar tzedaká para los pobres y estudiosos de la Torá en memoria y para elevación de las almas de padres o familiares fallecidos, ya que en este día también los muertos son expiados por medio de los donativos en su memoria (Mordeji, Shulján Aruj Ramá 622:4). Por esta razón el día recibe el nombre de «Yom Hakipurim», en plural, pues expía a los vivos y a los ya fallecidos. Aparentemente, dado que ya fallecieron no precisan ser ya enjuiciados por lo que ¿cómo ha de beneficiarlos la tzedaká donada por sus familiares? Empero, dado que sus hijos y familiares se han movilizado y tuvieron el impulso de dar tzedaká y realizar buenas acciones en su memoria, resulta a posteriori que la influencia positiva de los fallecidos continúa percibiéndose en este mundo, y por lo tanto deben ser juzgados nuevamente en virtud de los méritos que se les suma.

14 – Las prosternaciones durante el rezo de Musaf.

Es costumbre prosternarse al recitar el «Seder HaAvodá» (el relato de la sagrada tarea llevada a cabo por el Sumo Sacerdote) del sagrado Templo  durante el rezo de Musaf, para así emular a los cohanim (sacerdotes) y al pueblo de Israel que se prosternaban al oír de boca del Sumo Sacerdote el Nombre Sagrado. Tal como veremos más adelante (10:15-16), el Sumo Sacerdote pronunciaba diez veces en voz alta el Nombre Sagrado, esto es, tres veces en cada una de las confesiones: a) al confesarse por sí mismo y por su mujer, b) al confesarse por sí y por sus hermanos los cohanim (sacerdotes), c) al confesarse por todo el pueblo de Israel. Se confesaba una vez más al proclamar el chivo que había sido sorteado para ser sacrificado a D´s. Hoy día se acostumbra a prosternarse cuatro veces durante el rezo, tres veces durante las tres confesiones y respecto de la cuarta vez las costumbres difieren. Los sefaradíes se posternan al recordarse el chivo sorteado para ser sacrificado a D´s (Beit Iosef) mientras que los ashkenazíes lo hacen al pronunciar «nos inclinamos y posternamos» de la plegaria «Aleinu Leshabeaj» que se recita previo a la lectura del orden de la labor sacra que se llevaba a cabo en el Templo de Jerusalém («Seder Haavodá») (Rabí Elazar ben Ioel Haleví, Rabí Itzjak Bar Sheshet, Ramá 622:4). Los yemenitas no acostumbran a prosternarse durante el rezo de Musaf.

Hay tres tipos de inclinación: la prosternación («hishtajavaiá gmurá») en la cual todo el cuerpo amén de las cuatro extremidades se extiende sobre el suelo. La reverencia («kidá»)   es cuando la persona se mantiene de pie e inclina su cabeza hasta llegar al suelo. Hincamiento (kriá) es cuando la persona se arrodilla flexionando su cuerpo hasta que su rostro llega al suelo (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(B), ídem Tratado de Shvuot 16(B)). En Yom Kipur, en la mayoría de los sitios las personas se hincan y hay quienes se posternan extendiendo sus extremidades.

Se acostumbra extender algún tipo de tapete a la hora de prosternarse, a los efectos de separar el rostro, de quien se prosterna del piso. Esto se debe a que en el Templo de Jerusalém estaba permitido prosternarse sobre el suelo de piedra, empero en el resto de los sitios esto estaba prohibido, tal como está escrito (Vaikrá 26:1): «no haréis… ni piedras esculpidas para postraros ante ellas». La prohibición se puede explicar en el hecho de que los idólatras adoraban la naturaleza de esa forma, prosternándose sobre piedras procurando mimetizarse con estas. Por esta razón la Torá prohibió a los judíos prosternarse sobre piedras para así no mezclar intenciones extrañas en sus plegarias. Sin embargo, en el Templo de Jerusalém (Beit Hamikdash) se percibe claramente que todas las creaturas, tanto vivas como inertes, anhelan la conexión con Hashem por lo que se rinden ante Su Presencia y solamente ante Él se prosternan; por lo que allí estaba permitido prosternarse sobre piso de piedra (Sefer Hajinuj 349).

La prohibición de la Torá de prosternarse sobre suelo de piedras entra en  efecto al cumplirse dos requisitos: a) si se trata de prosternación con extendido completo de cuerpo y extremidades sobre el suelo, b) la cabeza está sobre dicho suelo. Los sabios instituyeron que la prosternación se prohíba también cuando se cumple uno solo de los requisitos. Por lo tanto, la prosternación está prohibida también sobre piso de tierra; y sobre piso de piedra están asimismo prohibidos tanto la reverencia como al hincamiento. Por esta razón se extiende sobre el suelo algún tipo de toalla o tapete a los efectos de separar la cabeza del suelo (Ramá 131:8).

15 – El significado de la prosternación.

El deseo profundo del ser humano es acercarse a Hashem y agradecerle por su infinita generosidad. Empero, por cuanto que Él es encumbrado y trascendente, grande y temible, el corazón se llena de vergüenza y temor reverencial ante el esplendor de Su magna Presencia. Siendo así, la persona se hinca y prosterna en un acto de anulación ante Hashem. Tal como ya vimos, hay tres tipos de inclinación y cada una tiene un significado propio.

En la prosternación absoluta («Hishtajavaiá»), todo el cuerpo se encuentra sobre el suelo con las cuatro extremidades extendidas y representa la completa anulación ante Hashem. Sin embargo, no se trata de una anulación que implica la desaparición sino, por el contrario, el apego a lo Divino, y le permite a la persona atraer sobre sí bendición desde la misma Fuente de la Vida. El rey David acostumbraba a prosternarse a menudo y agradecer a D´s por Su ayuda, tal como está escrito (Salmos 5:8): «…en la abundancia de Tu misericordia entraré en Tu casa. Me inclinaré en Tu santo Templo en el temor de Ti»; (Salmos 138:2-8): «Me inclinaré hacia Tu Santo Templo y alabaré Tu Nombre por Tu misericordia y por Tu verdad. Porque enalteciste Tu palabra. En el día que te llamé Tú me respondiste. Estimulaste mi alma dándome fuerza…porque si bien el Eterno es encumbrado considera a los humildes.

En la reverencia («Kidá») la persona permanece de pie e inclina su cabeza hasta que llega al suelo, por lo que implica un profundo gesto de sometimiento ya que si bien aún se mantiene en pie con sus piernas rectas su torso está completamente flexionado.

En el hincamiento («Kriá») la persona desciende sobre sus rodillas e inclina su cuerpo hasta que su rostro toma contacto con el suelo, en una mezcla de prosternación y reverencia, anulación y sometimiento. Se asemeja a la prosternación en cuanto a que se acerca más al suelo y a la reverencia en el hecho de que se inclina ante Su Creador. Dijeron nuestros sabios (Bereshit Rabá 65:6): «Todo es en mérito de la prosternación». Abraham retornó en paz del Monte Moriá junto a su hijo Itzjak en mérito de la prosternación, tal como está escrito (Bereshit-Génesis 22:5): «Nos prosternaremos y volveremos donde ustedes». El pueblo de Israel fue redimido en mérito de la prosternación, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 4:31): «Y creyó el pueblo, que tomó conocimiento de la visita del Eterno a los hijos de Israel cuya aflicción había visto, y se prosternaron reverenciándolo». La Torá fue entregada en mérito a la prosternación, tal como está escrito (ídem 24:1): «Y le dijo a Moshé: subid al Eterno tú, Aharón, Nadav y Avihú y setenta ancianos de Israel y os prosternaréis desde lejos». Janá no pudo quedar embarazada sino en mérito de la prosternación, tal como está escrito (Shmuel I 1:28): «Y allí se prosternaron ante D´s». Los exiliados de Israel se habrán de repatriar en mérito de la prosternación, tal como está escrito (Isaías 27:13): «Y acontecerá ese día que se hará tocar un gran Shofar y vendrán los que se perdieron en la tierra de Asiria y los dispersos en la tierra de Egipto, y se prosternarán ante el Eterno en el sagrado monte en Jerusalém». El sagrado Templo de Jerusalém fue construido en mérito de la prosternación, tal como está escrito (Salmos 99:5): «Exaltad al Eterno nuestro D´s y prosternaos ante Su presencia. Santo es». Los muertos viven en mérito a la prosternación, tal como está escrito (ídem 95:6): «Venid, inclinémonos y arrodillémonos. Prosternémonos ante el Eterno nuestro Hacedor».

Todo aquel que acudía la patio del Templo se prosternaba ante Hashem (ver Mishná Tratado de Midot 2:3). Durante el canto de los levitas mientras se ofrendaba el sacrificio perpetuo («Korbán Hatamid»), estos tocaban trompetas y quienes se encontraban en el patio del Templo se prosternaban (ídem Tratado de Tamid 7:3).

De la misma manera, cuando una persona retorna en teshuvá y se confiesa  ante Hashem es apropiado que se prosterne tal como lo hizo Moshé cuando rezó a D´s pidiendo el perdón por los pecados de Israel (Bamidbar-Números 14:5, 16:22, Dvarim-Deuteronomio 9:25). Los hijos de Israel que se encontraban en el patio del Templo se prosternaban ante D´s al oír el Nombre Sagrado pronunciado en el marco de la confesión de Yom Kipur (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 66(A)).

Como continuación de esta práctica, nuestros sabios estipularon que nos inclinemos cinco veces durante la Amidá, manteniéndonos de pie y flexionando nuestra espalda hasta que todas las vértebras sobresalen, a modo de reverencia (Pninei Halajá Tefilá 17:6). Asimismo, nuestros sabios solían prosternarse tras la recitación de la Amidá, cuando se confesaban y suplicaban a D´s. Por esta razón llamamos a esta plegaria «Nefilat Apaim» o inclinación sobre el rostro por cuanto que se recitaban con el semblante orientado hacia el suelo (Rambám Hiljot Tefilá 5, 1:13-14, Tur Oraj Jaím 131, Pninei Halajá Tefilá 21:1).

Sin embargo, quedó sin efecto la costumbre de inclinarse sobre el rostro mediante prosternación o hincamiento en virtud de ciertos temores. Algunos de los temores son de índole halájica y están vinculados, por un lado, a la prohibición de prosternarse sobre un piso de piedra, y por el otro, por el hecho de que está prohibido que una persona importante se prosterne públicamente si no tiene garantizada la Respuesta Divina favorable, tal como fue el caso de Iehoshúa Bin Nun (Josué). Principalmente, nuestros sabios temieron por lo que está escrito en el libro del Zohar (Bamidbar 121:1) en cuanto a lo excelsa de la inclinación sobre el rostro, durante la cual quien reza debe entregar su alma a D´s y verse a sí mismo como fallecido. «Esta acción correctiva debe ser realizada con la mayor concentración y plenitud intencional, entonces el Kadosh Baruj Hú tiene piedad de él y expía sus pecados. Feliz de aquel que sabe hallar gracia  ante su amo y servirle mediante la pureza de su intención e integridad de su corazón. Ay de quien procura hallar gracia ante su amo sin pureza de intención ni integridad en su corazón. Tal como está escrito (Salmos 78:36-7): «pero al tiempo que Le adulaban con sus bocas Le mentían con sus lenguas. Por cuanto que sus corazones no eran firmes con Él ni eran fieles a Su pacto». La persona proclama (ídem 25): «A Ti oh Eterno elevo mi alma», empero sus palabras son dichas con el corazón distante lo cual causa que abandone este mundo antes de tiempo». Dado que tememos que nuestra intención o concentración puedan no ser completas y dignas de semejante status, evitamos prosternarnos o inclinarnos con el rostro sobre el suelo (Pninei Halajá Tefilá 21:3).

Sin embargo, en Yom Kipur, en virtud de la santidad del día y la importancia de que el rezo incluya entrega total a Hashem no tememos que nuestra concentración sea insuficiente, por lo que nos prosternamos al recitar el orden de la labor sagrada del Templo, tal como corresponde que lo haga toda persona que desea retornar en teshuvá.

16 – La bendición sacerdotal («birkat cohanim») durante el rezo de Neilá.

Según la base de la ley, corresponde que los cohanim bendigan a la congregación (extiendan las palmas de sus manos) durante la repetición de la Amidá por parte del oficiante. Sin embargo, nuestros sabios estipularon que no lo hagan durante el rezo de Minjá ya que tiene lugar después de la comida y se teme que algún cohen pueda haber bebido vino y bendiga a la congregación en estado de ebriedad, trasgrediendo así una gravísima prohibición. Sin embargo, en los días de ayuno en los cuales se rezaba «Neilá» como en Yom Kipur y los ayunos a causa de la sequía, dado que no se temía que los cohanim estén ebrios, bendecían a la congregación en el rezo de Neilá (Shulján Aruj Oraj Jaím 129:1, Pninei Halajá Zmanim 7:12).

Hay juristas que sostienen que los cohanim deben bendecir también a la congregación en el rezo de Minjá de Kipur, por cuanto que en virtud del ayuno no hay temor a una posible ebriedad. Además, el rezo de Minjá de Kipur es diferente al del resto del año por cuanto que normalmente el horario de este servicio es desde el mediodía hasta la puesta del sol, mientras que en Kipur se reza al atardecer junto a Neilá (Baal Halajot Guedolot). Sin embargo, de acuerdo con la opinión mayoritaria de los juristas medievales, los cohanim no deben bendecir a la congregación en Minjá de Kipur ya que como no se reza durante la puesta del sol como en el caso de Neilá, las personas pueden deducir erróneamente que los cohanim pueden bendecir a la congregación  en Minjá de días comunes (Rav Amram). En la práctica, los cohanim no bendicen a la congregación en Minjá, empero, si el cohen sube a la tarima a bendecir no se lo hace descender y se le permite hacerlo (Rambám, Shulján Aruj 129:1-2, 622:4, 623:5).

Hay que fijar el horario de inicio de Neilá de modo tal que los cohanim reciten la bendición sacerdotal antes de la puesta del sol, ya que según la opinión mayoritaria de los juristas esta puede tener lugar únicamente de día, emulando la bendición sacerdotal que tenía lugar en el Templo de Jerusalém durante la ofrenda de sacrificios. Así como los sacrificios se ofrendan de día, la bendición sacerdotal se recita durante este (Mishná Berurá 623:8). Dado que la bendición sacerdotal es precepto de la Torá, se abrevia el recitado de  poemas litúrgicos y súplicas para así alcanzar a recitarla antes de la puesta del sol. Sin embargo, a posteriori, se permite recitar la bendición sacerdotal  durante todo el lapso que transcurre entre la puesta del sol y la salida de las estrellas («bein hashmashot»), por cuanto que estamos en la duda si ya cayó o no la noche.

17 – Neilá.

Nuestros sabios instituyeron que se adicione un rezo hacia el final del ayuno ya que quien abunda en plegarias, sus pedidos son escuchados. Si no tuvimos el mérito de que nuestras peticiones hayan sido aceptadas durante los rezos habituales, quizás podamos lograrlo en el suplementario. A este rezo se le llamó Neilá, ya que se recita contiguo al momento en que los portones del Templo se cerraban al concluir la jornada de sacras labores. Asimismo, se corresponde con el horario en que se cierran los portones celestiales, ya que al concluir la jornada la santidad del día se desvanece y los pórticos superiores que se encontraban abiertos ante los que procuran el retorno se cierran.

El horario de Neilá es cuando el sol se divisa en la cima de las copas de los árboles ubicados en el occidente, esto es, unos cuarenta minutos antes de la puesta del sol. Quienes quieran comenzar una hora antes de la puesta del sol pueden hacerlo. El oficiante debe planificar su rezo de modo tal que la bendición sacerdotal tenga lugar antes de la puesta del sol (tal como se vio en el inciso anterior).

Si bien los portones del Templo se cerraban al ponerse el sol, los pórticos celestiales lo hacen al final del día, una vez que toda la luz del día anterior es recogida y se esfuma, por lo tanto, se continúa recitando plegarias y súplicas hasta la salida de las estrellas. No se le hace observaciones a quien prolonga el rezo de Neilá después de salidas las estrellas.

La redacción de Neilá es diferente a la de los demás rezos de los días solemnes ya que en estos últimos se pide seamos «inscritos» en el libro de la vida mientras que en Neilá se pide ser «sellados» en el mismo. Esto se debe a que este rezo tiene lugar al final de Kipur, a la hora en que el juicio es sellado. Sin embargo, quien por error pronuncia «inscríbenos» en vez de «séllanos» igualmente cumplió con su deber.

Es bueno que la persona se esfuerce durante el rezo de Neilá, ya que Yom Kipur es el objetivo final de los diez días de arrepentimiento y Neilá es el objetivo final de este sagrado día, pues todo el esfuerzo está orientado al sellado final y si no se esmera uno en este momento, ¿entonces cuándo habrá de hacerlo?

Por lo tanto, quien se encuentre ya débil a causa del ayuno debe hallar las fuerzas suficientes para poder rezar con prístina lucidez y tomar la resolución de retornar en teshuvá, reforzar el estudio de la Torá y el cumplimiento de sus preceptos (Mishná Berurá 623:3). En virtud de lo trascendente del rezo de Neilá, se acostumbra a mantener el arca sagrada abierta desde el inicio de la repetición del oficiante y hasta el Kadish final (Maté Efraim 623:7).

18 – La aceptación de la fe y el toque del Shofar.

Tras la conclusión del rezo de Neilá, antes de cerrar el arca sagrada y previo a que los pórticos celestiales abiertos durante los días del retorno también lo hagan, cuando ya no resta tiempo para confesarse ni para rezar o pedir, se acostumbra aceptar el Yugo Celestial. Esto obedece a que tras los días solemnes se llega a la conclusión de que la base y finalidad de todo es la fe, que el deseo más interior de cada judío es apegarse a D´s y reparar el mundo para instaurar la Soberanía Divina. Cuanto más reforcemos nuestra fe, más completo será nuestro retorno y el año por venir será mejor y más bendecido. Por esta razón, procuramos darnos más fuerzas en los últimos instantes del día sagrado.

El elemento central de la aceptación del Yugo Celestial radica en el recitado  de los versículos «Shemá Israel » y «Baruj Shem Kevod». Luego se proclama siete veces «Adonai Hú HaElohim» a los efectos de insinuar el hecho que la Divina Presencia asciende los siete cielos que había descendido para acercarse a nosotros durante los días de retorno (Shulján Aruj 623:6, Mishná Berurá 623:11-12).

Inmediatamente después, al salir las estrellas o un poco antes, se toca el Shofar tal como está explicitado en el Majzor. Los toques son señal de que el sagrado día llegó a su fin y la Divina Presencia se eleva para retornar a su  sitial, tal como está escrito (Salmos 47:6): «D´s se ha elevado entre aclamaciones, El Eterno ascendió al son de la trompeta». Este toque también recuerda el que se oía en el año del Jubileo (Yovel), ya que en virtud de este los siervos eran liberados y las tierras retornaban a sus dueños originales (arriba 6:11). El toque del Shofar es una expresión de la autonomía del alma que pudo desprenderse de las cadenas del pecado y volvió a su condición de libre, tal como está escrito (Ishaiahu 27:13): «Y acontecerá ese día que será tocado un gran Shofar y vendrán los que se perdieron en la tierra de Asiria y los dispersos en la tierra de Egipto y se prosternarán ante el Eterno en el sagrado monte de Jerusalém».

Tras los toques del Shofar se disipa la enorme tensión de los días solemnes y todo el pueblo de Israel sabe que su alma fue purificada y liberada, por lo que los corazones se colman de gran alegría (ver arriba 3:5). Mediante la estrecha conexión al retorno y a la fe, todos los hijos de Israel saben que Hashem los quiere y aceptó su arrepentimiento, por lo que durante el año entrante podrán continuar elevándose y superándose. En virtud de todo esto, en muchas comunidades se acostumbra a cantar y bailar al son de «LeShaná Habaá Birushalaim Habnuiá».

En aquellos lugares donde se teme que la gente pueda comer o beber inmediatamente después de los toques del Shofar se debe tener el recaudo de tocarlo después de la salida de las estrellas; empero, allí donde no se teme que algo así ocurra se puede tocar entre la puesta del sol y la salida de las estrellas (Mishná Berurá 623:12).

19 – El horario de finalización del ayuno, Arvit y la bendición por la luna.

Tal como aprendimos (inciso 8), el horario de conclusión del ayuno es al salir las estrellas. Dado que es preceptivo agregar tiempo profano al sagrado, se culmina el ayuno unos minutos más tarde. En la tierra de Israel, una vez pasados unos treinta minutos después de la puesta del sol ya pasó el horario de salida de las estrellas y se cumplieron los minutos adicionados, por lo que ya se puede hacer Havdalá, comer y beber. No es necesario guiarse según el método de Rabenu Tam, quien opina que el horario de salida de las estrellas es setenta y dos minutos después de la puesta del sol (Pninei Halajá Shabat 3).

Veinte minutos después de la puesta del sol se puede comenzar a rezar Arvit, empero, a los efectos de salir de toda duda es bueno después de este recitar nuevamente la primera porción del «Shemá» (Pninei Halajá Tefilá 25:5).

Muchos recitan la bendición por la luna («Birkat Halevaná») al concluir Yom Kipur pues hasta entonces la tensión de los días del juicio no permite recitar esta bendición como corresponde, por cuanto debe ser recitada con alegría. Es mejor ir primero a las casas, comer, beber y luego reunirse para recitar esta bendición alegremente. En el caso de quien teme que luego habrá de  olvidarse o le será difícil poder recitar la bendición con Minián, es mejor que la recite inmediatamente después de concluido el rezo de Arvit (ver arriba 5:7).

20 – Havdalá.

Una vez concluido Yom Kipur, no se puede aún realizar labores, comer o beber sin antes haber realizado Havdalá para despedir el sagrado día. Mediante el recitado de la Havdalá que aparece en la cuarta  bendición de la Amidá de Arvit («Atá Jonantanu») podemos comenzar a realizar labores,  empero no se puede aún comer o beber. Mediante el recitado de la Havdalá con una copa de vino  se puede comer y beber. Quien no rezó pero dijo «Baruj Hamavdil Bein Kodesh Lejol» («bendito Aquel que diferenció lo santo de lo profano») puede ya realizar labores, mas aun no puede comer o beber por cuanto que no escuchó Havdalá sobre una copa de vino (Shulján Aruj 624:1, Pninei Halajá Shabat 8:8).

En la Havdalá tras la conclusión de Yom Kipur se recita una bendición por el vino, otra por la luz del fuego y otra por la diferenciación entre lo santo y lo profano. No se recitan los versículos que se acostumbra a leer previo a la Havdalá tras la conclusión del Shabat. Asimismo, no se recita bendición por las especies aromáticas como al concluir Shabat, ya que el motivo por el cual se bendicen hierbas aromáticas tras el Shabat es la partida del alma extra («Neshamá Ieterá»), empero una vez concluido el ayuno no hay pesar sino alegría por haberse expiado los pecados. Si bien cuando Kipur cae en Shabat muchos opinan que no se debe recitar la bendición por las hierbas aromáticas, quien quiera hacerlo tras concluir la Havdalá y una vez ingerido el vino podrá hacerlo.

A diferencia de la Havdalá tras la conclusión del Shabat en la que se enciende una vela en el momento, al concluir Yom Kipur se recita la bendición únicamente por una vela que ardió durante todo el día. Esto se debe a que al concluir Shabat se agradece a D´s el haber revelado el uso del fuego a Adán y Eva al concluir el primer sábado de la historia, cuando el primer hombre tomó dos piedras y comenzó a frotarlas hasta que salieron chispas ante lo que agradeció al Eterno y le bendijo. En recuerdo de este evento, cada sábado por la noche volvemos a agradecer a D´s por el fuego. Empero al concluir Yom Kipur la bendición es en virtud de que durante todo el día no pudimos emplear el fuego y ahora se nos permite hacerlo. Por lo tanto, la bendición debe ser recitada sobre una vela que ardió mas no estuvo en uso. Por esta razón se acostumbra a encender en víspera de Kipur una vela recordatoria (que arde un día entero) para poder recitar con esta la bendición por el fuego al concluir el día (Shulján Aruj 624:4, Mishná Berurá 7).

A priori se debe recitar la bendición sobre una vela que ardió durante Kipur mas no estuvo en uso («ner sheshabat»). A posteriori, si se olvidó encenderla en víspera del ayuno o si la vela se extinguió durante el día, se puede recitar la bendición encendiendo la vela de otra vela que estuvo encendida durante Kipur. A estos efectos es menester pedir a vecinos que tengan una vela que ardió y no fue usada para con esta encender otra, la cual se trae a la casa y sobre la cual se recita la bendición correspondiente (Rambán, Ramá 624:5).

En el caso de quien carece de una vela que haya ardido sin uso y no tiene posibilidad de encender una vela a partir de otra que sí haya ardido, no habrá de recitar bendición por la luz del fuego al concluir Kipur (Shulján Aruj 624:4, Beur Halajá ויש אומרים). Si Yom Kipur cae en Shabat, a posteriori se puede recitar la bendición en cuestión con una vela encendida al concluir el día (Mishná Berurá 624:7, Sha´ar Hatziún 9).

Tras la Havdalá se come y bebe con alegría pues todavía se está en día festivo. Esto además expresa la confianza en que Hashem acepta con amor a quienes retornan a Él. Nuestros sabios dijeron que al concluir Kipur una Voz celestial proclama: «Ve y come tu pan con alegría y bebe tu vino con bien, pues el Eterno vio con beneplácito tus acciones» (Kohelet 9:7, Kohelet Rabá allí, Ramá 624:5).

Los píos se apresuran a comenzar la construcción de la Sucá al concluir Kipur para pasar de precepto en precepto (Maharil, Ramá 624:5, Pninei Halajá Sucot 2:12).

01 – El precepto de ayunar.

Es preceptivo ayunar en Yom Kipur tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 16:29-31): «Y esta será ley eterna para vosotros: el día diez del mes séptimo afligiréis vuestras almas (ayunaréis), no haréis labor alguna, ni el nativo ni el extranjero que morare entre vosotros, por cuanto ese día  hará expiación por vosotros, para purificaros de todos vuestros pecados; ante el Eterno os purificareis. Será un día de estricto descanso para vosotros y en él ayunareis. Es ley perpetua».

Quien trasgrede y no ayuna, amén de haber dejado de cumplir un precepto positivo, transgrede también una prohibición. Si bien el precepto de afligirse se cumple principalmente mediante la abstención de comida y bebida que son la base del sustento humano, se cumple también mediante cuatro prohibiciones suplementarias tal como se verá en el próximo capítulo.

El precepto de ayunar implica no ingerir ni beber absolutamente nada, y todo aquel que ingiere o bebe algo trasgrede la prohibición de la Torá. Si comió intencionalmente el equivalente al volumen de un dátil grande («kotevet gasá») o bebió un sorbo completo («meló logmav») es castigado con «Caret», tal como está escrito (Vaikrá 23:29): «Quien no ayunare ese día será truncado de en medio de su pueblo». Si la persona trasgredió involuntariamente, debe traer al Templo como ofrenda un sacrificio de «Jatát». De aquí aprendemos que el castigo se aplica únicamente si la ingestión de alimentos o bebidas excedieron una cantidad que es suficiente para que una persona se reponga parcial y momentáneamente y por lo tanto sea considerado como quien no se aflige. Las medidas de ingestión antes mencionadas, que se considera reponen parcialmente a la persona, son una tradición halájica que se remonta a lo recibido por Moshé en el Monte Sinai. De todas maneras, quien ingiere una cantidad menor a estas igualmente quebranta una prohibición de la Torá.

Quien ingiere un alimento no apto para su consumo como hojas o ramas de árboles, un condimento sumamente fuerte o un potaje que se echó a perder, no trasgrede la prohibición de la Torá pues lo que comió no es normal que sea consumido. Asimismo, quien bebe un líquido no apto para su consumo por ser extremadamente ácido o haberse echado a perder, tampoco trasgrede la prohibición de la Torá (Shulján Aruj 612:6-8, Ramá 9). Sin embargo, de acuerdo a lo dispuesto por nuestros sabios está prohibido comerlos, ya que el hecho de que la persona decidió ingerirlos los trasforma en aptos para su consumo y por lo tanto entra en el ámbito de la prohibición (incluso, a priori es menester tener cuidado de no ingerir siquiera la mitad de los mínimos dispuestos, Mishná Berurá 15).

02 – El caso de una persona enferma que requiere reposo pero cuya vida no corre peligro.

En el caso de un enfermo que sufre padecimientos, mientras su vida no corra riesgo tiene prohibido ingerir alimentos o líquidos. Esto obedece a que el ayuno en Kipur es un precepto de la Torá, por lo que se suspende únicamente en caso de peligro  de muerte («pikuaj nefesh»). Esta es la diferencia entre el ayuno de Kipur y los demás ayunos, ya que en el caso del primero los enfermos están preceptuados de cumplirlo por tener su origen en la Torá, mientras que en el caso del ayuno del 9 de Av, que es de origen rabínico, los enfermos están exentos de observarlo. En el caso de los ayunos menores hasta las embarazadas y las que amamantan están exentas de hacerlo (Pninei Halajá Zmanim 10:2-4).

Por lo tanto, enfermos de gripe, anginas y similares, dado que sus vidas no corren riesgo deben ayunar en Yom Kipur. Es preferible que el enfermo se mantenga recostado en su cama todo el día sagrado, no acuda a la sinagoga y se abstenga de ingerir líquido alguno. Esto obedece a que el precepto primordial del día es el ayuno, por medio del cual Hashem purifica al pueblo de Israel de todas sus trasgresiones. Quien permanece recostado debe procurar rezar lo más posible; en caso que le cueste leer directamente del Majzor que intente recitar plegarias propias y personales que surjan de su corazón, pero que de ninguna manera ingiera o beba cosa alguna.

De todas maneras, en el caso de un enfermo que sufre padecimientos puede tragar una píldora para aliviarlos con la condición que los comprimidos no posean un gusto agradable, debiendo ser meticuloso de tragarlos sin agua. Quien no lo pueda hacer y requiera agua, deberá masticar la medicación amarga y tragarla; o bien, mezclar un poco de agua con una gota de jabón a fin de afectar un poco el gusto, y con ese agua podrá tragar la píldora. Asimismo, quien sufre de dolores de cabeza intensos por falta de café, puede tomar píldoras que contienen cafeína o píldoras para aliviar este tipo de dolores. También quienes sufren de migrañas tienen permitido tomar las píldoras necesarias antes de que el dolor haga aparición, a los efectos de evitarlo.

03 – El caso de un enfermo cuya vida corre peligro.

En el caso de un enfermo a quien el ayuno le puede hacer correr peligro de vida, es preceptivo que coma y beba conforme a sus necesidades, ya que el deber de salvar su vida precede axiológicamente al precepto de ayunar, al igual que todos los demás mandamientos de la Torá, tal como está escrito (Vaikrá 18:5): «Observaréis Mis leyes y Mis mandamientos, los cuales habrá de cumplir la persona, para que viva con ellos. Yo soy HaShem». Nuestros sabios explicaron este versículo en el Talmud Babilonio (Tratado de Yomá 85(B)) en cuanto a que el énfasis está puesto en «vivirá en ellas y no morirá por ellas». Esto obedece a que los preceptos fueron entregados para que la persona viva en conformidad a estos y no para que muera por llevarlos a la práctica (Pninei Halajá Shabat 27:1). Quien se encuentra en una situación de dudoso peligro de vida y opta por ser estricto y abstenerse de ingerir alimento o bebida algunos comete un pecado, ya que trasgredió el precepto de la Torá de cuidar su propia vida, tal como está escrito (Bereshit-Génesis 9:5): «Pero vuestra sangre-vuestra vida- demandaré» (Talmud Babilonio Tratado de Baba Kama 91(B)).

No nos estamos refiriendo únicamente a casos de gran peligro, sino también a situaciones en las cuales existe la probabilidad de que el ayuno lleve a la muerte del enfermo o que le debilite y afecte su capacidad de luchar contra su enfermedad. En un caso así, es preceptivo que el paciente se alimente conforme a su necesidad. También en el caso de quien está agonizando, si el ayunar puede acelerar su deceso es preceptivo que se alimente conforme a su necesidad ya que se puede quebrar el ayuno de Yom Kipur a los efectos de vivir un poco más.

Por otra parte, no es necesario exagerar en cuanto a temores por situaciones  médicas distantes o poco probables, ya que si veremos en cualquier dolencia un peligro de vida dejamos sin efecto la ley que indica que el enfermo debe ayunar en Yom Kipur. Esto y más, si exageramos nuestro temores y los proyectamos a escenarios poco probables, necesitaríamos internar a todas las personas engripadas o al menos exigir que reciban visita médica dos veces al día. Si habremos de temer por esos niveles de riesgo deberíamos prohibir que la gente viaje en avión o en automóvil por causa del peligro de accidente, y al menos deberíamos prohibir el uso de automóviles que no son exhaustivamente revisados una vez al mes. Deberíamos asimismo prohibir los paseos a pie, etc.

La regla general es la siguiente: todo peligro que lleva a las personas a trasladar a un enfermo al hospital en medio de su jornada laboral se considera peligro de vida, y a los efectos de evitarlo es preceptivo quebrar el Shabat así como comer y beber en Kipur. Sin embargo, en el caso de un peligro por efecto del cual no nos apresuramos a trasladar al enfermo al hospital invirtiendo en ello recursos y esfuerzos no se considera situación de peligro de vida.

04 – ¿Quién define cuándo hay peligro?

En términos generales, la decisión está en mano de los médicos quienes en función de la información de la que disponen y su experiencia profesional deben establecer cuándo estamos ante un peligro de vida y cuándo no.

Empero, el problema radica en que muchos médicos, tanto sea por exceso de temores como por falta de valoración del precepto, indican a todos los pacientes que coman y beban en Yom Kipur. Además hay médicos que creen que si indican al paciente ingerir alimentos o bebidas en cantidades pequeñas y espaciadas no quiebran prohibición alguna, cuando en realidad la Torá también prohíbe este tipo de ingestión. Por lo tanto, sólo en caso que el estado del paciente se torne riesgoso permitiéndosele  comer y beber, es preferible de ser posible, que lo haga espaciadamente en pequeñas cantidades (tal como se explicará en el próximo inciso).

Por esta razón, los enfermos deben consultar un médico temeroso del cielo. El temor a D´s no se desprende necesariamente del hecho que el doctor use kipá sino que lo principal es que se trate de una persona recta, honesta, y que decida con máxima responsabilidad tomando en cuenta tanto la santidad del ayuno como la de la vida humana.

En el caso de un médico temeroso de D´s que duda, debe pensar qué haría si se enterara que un enfermo con estas características ayuna. Si está dispuesto a viajar diez minutos a los efectos de ordenarle que coma y beba para salvarlo del riesgo posible, es señal que se trata de un caso de peligro de vida y por lo tanto debe indicarle que ingiera alimentos y bebida en Yom Kipur. En cambio, si a pesar de su responsabilidad por la vida humana no está dispuesto a viajar en Yom Kipur diez minutos a los efectos de ordenar al paciente que coma y beba, esto es señal que no estamos ante un caso de peligro de vida y deberá indicar al paciente que ayune. Este consejo es válido para un médico común que por una parte no es haragán y por otra no le gusta correr atrás de sus pacientes.

En el caso de un enfermo que se equivocó y consultó a un médico que no es temeroso del cielo y este le indicó que coma y beba, debe apresurarse a consultar, antes de Yom Kipur, a un médico temeroso. En caso que no haya alcanzado a ubicarlo, que coma y beba en Yom Kipur ya que si aun tenemos dudas respecto de si el doctor le respondió certeramente la consulta en cuestión; en esta situación optamos por la actitud más estricta: el paciente habrá de comer y beber.

Además, es necesario saber que si bien la prerrogativa halájica de decidir respecto del ayuno les fue asignada a los médicos, si el paciente entiende que está en situación de riesgo y para superarla debe ingerir alimentos y bebida, aunque los médicos consideren que está fuera de todo peligro debe comer y beber. Esto obedece a que a veces el paciente percibe la gravedad de su situación mejor que el médico, tal como está escrito (Mishlei-Proverbios 14:10): «Cada corazón conoce la amargura de su alma» (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 83 (A), Shulján Aruj 618:1). Sin embargo, si el enfermo sostiene que debe  comer y el doctor considera que ingerir alimentos pone en riesgo su vida, prevalece la opinión médica (Aruj Hashulján 618:5-6, Shmirat Shabat Kehiljatá 39:4).

05 – ¿Qué enfermo es preferible que coma y beba pequeñas cantidades espaciadas inferiores al mínimo punible («shiurim»)?

Cuando según la indicación médica, el enfermo en riesgo de vida no necesita beber y comer una cantidad importante de inmediato, muchos de los grandes sabios medievales escribieron que es mejor que lo haga con interrupciones, e ingiriendo menos de la cantidad mínima que hace a la persona pasible de castigo (tal como se verá más adelante). Si bien la Torá prohíbe igualmente la ingestión de pequeñas cantidades, al pasarse de la dosis mínima estamos ante una gravedad aun mayor: en caso de ser ingerida voluntariamente conlleva castigo de «Caret» y en caso de ser ingerida involuntariamente implica ofrendar un sacrificio de Jatát (en tiempos del Templo de Jerusalém), por lo que es importante que la persona que de todas maneras ingiere comida o bebida en Kipur, lo haga en porciones inferiores al mínimo punible.

Sin embargo, cuando se teme que la bebida y la comida en cantidades inferiores al mínimo punible (shiur) puedan implicar una alimentación negligente del paciente, este debe alimentarse como de costumbre. Por ejemplo, si una parturienta está cansada, es mejor que beba de manera habitual para que así pueda dormir continuadamente y no necesite estar despierta para alcanzar a ingerir las pequeñas dosis espaciadas.

En el caso de enfermos de diabetes, que carecen aún de una solución estable a su condición, deben ser tomados con gran precaución. Si se teme que ingerir alimentos en dosis inferiores al mínimo punible y espaciadamente pueda implicar, que por descuido, no se alimenten correctamente, habrán de hacerlo de forma continua. Es mejor que recen con Minián en la sinagoga y coman cada tantas horas más que el mínimo punible a que por ingerir dosis menores y espaciadas no puedan asistir al rezo público.

¿Cómo se ingieren alimentos y bebidas en cantidades inferiores al mínimo punible  y espaciadamente? La cantidad de líquido es «meló piv», esto es, el volumen de líquido que colma una sola mejilla; cada quien de acuerdo al tamaño de su boca. Dado que este volumen varía de persona en persona, el enfermo debe revisar cuánta agua cabe en una sola de sus mejillas, verterla luego en un vaso y marcar hasta dónde llega el nivel del líquido. En cada ocasión que beba durante Kipur, deberá ingerir una cantidad menor a esta marca. A priori, estas mediciones deben ser realizadas antes del inicio del ayuno.

La medida de ingestión de alimentos es el volumen de un dátil grande- «kekotebet hagasá»- inferior al de un huevo. Se considera que treinta centímetros cúbicos es la medida inferior al mínimo punible (Shulján Aruj 612:1-5, 9-10).

El lapso de tiempo a transcurrir entre las diferentes ingestiones de líquido y las de alimentos a los efectos de que sean espaciadas, debe equivaler al tiempo que lleva comer un pan («zman ajilat pras»). Dado que hay quienes consideran que este lapso equivale a nueve minutos, a priori es el tiempo que se debe esperar. En caso que sea necesario ingerir mayor cantidad de alimentos o líquidos se puede reducir la espera a siete minutos. En el caso que sea necesario beber más se puede reducir la espera a un minuto, ya que hay juristas que entienden que a los efectos de la ingestión de líquidos, este lapso de espera es suficiente (Shulján Aruj 618:7-8). No existe diferencia entre agua y demás líquidos, por lo que se le recomienda al paciente que debe beber cantidades pequeñas y espaciadas, que consuma líquidos ricos en calorías para que de esta manera no necesite comer.

06 – El aspecto sicológico.

En ciertas ocasiones, una persona que se debilita mucho durante Yom Kipur puede temer perder el conocimiento y hasta morir. Si bien suele tratarse de temores exagerados ya que el ayuno y la debilidad que conlleva no son peligrosos y para numerosas afecciones de gravedad el ayuno puede hasta tener efectos positivos, de todas maneras, es posible que la persona en cuestión sufra de otro problema en virtud del cual el ayuno le pueda resultar peligroso. En una situación así, a pesar de la santidad del día, la persona que teme y pide de comer o de beber se le ha de satisfacer el pedido. Empero, como muchas veces la necesidad es únicamente sicológica, primeramente se le da de probar un poco y a veces con esta nimia cantidad la persona se repone. En caso de que aún no se reponga se le da de comer o beber, espaciadamente, cantidades inferiores al mínimo punible. En caso que de esta manera la persona aun persista en su malestar, se le da de comer y beber normalmente hasta que se recupere (Shulján Aruj 617:2-3).

A veces, el mero hecho de permitirle a la persona comer y beber le devuelve la confianza en sí misma, se tranquiliza y siente que, por el momento,  puede continuar ayunando. El Talmud Jerosolimitano cuenta (Tratado de Yomá 6:4) acerca de Rabí Jagai que se debilitó mucho en virtud del ayuno;  cuando Rabí Mana le ordenó que beba, sintió que podía contenerse y siguió ayunando hasta el final. Es así que los juristas o rabinos que establecen dictámenes- «piskei halajá»- acostumbran a basarse en este antecedente (Kolbo 69, citado en el Beit Iosef 618:1).

Por otra parte, es necesario tener cuidado de no tomar el peligro a la ligera. Si la orden médica es comer y beber el paciente debe hacerlo con alegría, ya que al velar por su propia vida cumple con un precepto de su Creador. En mérito del cumplimiento de este precepto, es de esperar que sea recompensado con una larga vida. Los grandes sabios de Israel solían advertir sobre esto a los enfermos y cuando sabían de alguno que podía ser estricto consigo mismo y así empeorar su condición vital, iban especialmente a su casa en Yom Kipur para inducirle a comer y beber.

07 – Las leyes relativas a la alimentación de enfermos con riesgo de vida y de niños.

Los enfermos con riesgo de vida y los niños que comen en Yom Kipur deben recitar las bendiciones correspondientes por los alimentos y bebidas antes de ingerirlos. Si comieron o bebieron una cantidad que hace necesario el recitado de la bendición final, esta se ha de recitar. En el caso de un enfermo con riesgo de vida que ingiere espaciadamente alimentos o bebidas en cantidades menores al mínimo punible, no recita la bendición final ya que bebe menos que la medida de «meló logmav» en cada sorbo y la cantidad de líquido que requiere de bendición final es el «reviit» (75 mililitros, Pninei Halajá Berajot 10:10).

Respecto de la ingestión de alimentos, aunque la persona haya comido espaciadamente menos que la cantidad mínima punible, debe igualmente recitar la bendición final ya que el volumen mínimo punible de Kipur es 30 centímetros cúbicos y esto es más que el volumen de una aceituna («kazait»), medida de consumo tras la cual normalmente es obligatorio recitar bendición final (Pninei Halajot Berajot 10:5).

Ya vimos (inciso 5) que cuando es posible – es preferible que el enfermo que está en riesgo de vida coma y beba menos que el mínimo punible, empero cuando esto implica una dificultad importante deberá comer y beber normalmente. Por ejemplo, en el caso de una parturienta que necesita dormir es mejor que coma y beba normalmente, así puede recuperarse como corresponde. Asimismo, en el caso de un diabético que reza con Minián es mejor que coma normalmente y rece en público sin temor a peligro alguno.

Quien come pan debe primeramente abluir sus manos mas no verterá agua sobre toda la palma de su mano, ya que de acuerdo a la Halajá alcanza con lavar hasta el comienzo de los dedos (nudillos). Sobre cada mano se debe verter agua dos veces ininterrumpidamente (Pninei Halajá Berajot 2:3, 2:11). En el caso de quien tiene la intención de comer menos que el equivalente al volumen de un huevo no habrá de recitar bendición por su lavado de manos y si tiene la intención de comer más que este volumen, deberá recitar la bendición «Al Netilat Yadaim» (Pninei Halajá Berajot 2:6).

Quien acostumbra siempre lavar sus manos con «maim ajaronim» antes de «Birkat Hamazón»  puede hacerlo también en Yom Kipur. Empero, quien no acostumbra hacerlo siempre, no lo hará en el sagrado día (ver adelante 9).

Quien come pan en un volumen superior al de una aceituna («kazait») debe adicionar en el Birkat Hamazón el pasaje de «Yaalé Veiavó» y recordar en este el día de Kipur. En caso de que haya olvidado adicionarlo no debe volver a bendecir. Si Yom Kipur cae en Shabat se debe adicionar al Birkat Hamazón el pasaje de «Retzé» y en caso de haberlo olvidado no se vuelve a bendecir.

Quien recita en Yom Kipur la bendición final triple o «Me´ein Shalosh» debe mencionar en esta el día de Kipur. En caso de olvido no se ha de volver a bendecir, ya que inclusive en un Shabat común quien olvida mencionar el día en esta bendición no vuelve a recitarla.

Hay juristas que opinan que en el caso de un enfermo con riesgo de vida que come en Kipur debe bendecir «hamotzí» con dos panes («lejem mishné). Cuando Kipur cae en Shabat deberá recitar Kidush previo a la comida. Sin embargo, la opinión mayoritaria de los juristas es que no es necesario recitar Kidush o bendecir sobre dos panes en Yom Kipur y así es la halajá final.

08 – Mujeres embarazadas.

Mujeres embarazadas y que amamantan deben ayunar en Yom Kipur (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 54(B), Shulján Aruj 617:1). Estas deben ayunar incluso el 9 de Av, por lo que lógicamente en Kipur que es ordenado por la Torá deben hacerlo.

En la última generación hubo rabinos que procuraron flexibilizar de modo tal de permitirle a las embarazadas beber agua pues consideraron que se debilitaban y el ayuno podría provocarles perder el embarazo. Sin embargo, investigaciones llevadas a cabo en Israel y en el extranjero dieron como resultado que el ayuno no aumenta el riesgo de pérdida de embarazo. Únicamente en casos muy especiales el ayuno puede acelerar el nacimiento en el noveno mes y de todas maneras, esto no implica peligro de vida. Tampoco hay respaldo en el argumento de que hoy somos más débiles. Por el contrario, hoy las personas viven con mejor salud que antaño en virtud de la abundancia y variedad de alimentos de que disponemos así como por efecto del desarrollo de la medicina. Por ello, la expectativa de vida ha aumentado en decenas de años y hoy no corresponde flexibilizar el ayuno más que antaño, por lo que las reglas se mantienen tal cual y mujeres embarazadas y que amamantan deben ayunar (Tzitz Eliezer 17:20:4, Nishmat Abraham 617:1).

Por lo tanto, mujeres embarazadas que sufren de vómitos, alta presión, hemoglobina baja y diferentes malestares, deben ayunar en Yom Kipur y tampoco pueden beber líquidos espaciadamente en cantidades menores al mínimo punible. Solamente en casos especiales de embarazos riesgosos, como en el caso de una embarazada que en el pasado abortó en virtud del ayuno o en las primeras semanas de un embarazo fruto de inseminación artificial, se puede beber de acuerdo a las instrucciones de un médico temeroso del cielo y preferentemente en pequeñas cantidades espaciadas («shiurim»). Empero, en el caso de un embarazo normal acompañado de vómitos y malestares es obligatorio ayunar y no es necesario consultar. Sin embargo, si en medio del ayuno la embarazada siente que entra en situación de riesgo que coma y beba conforme a su necesidad.

09 – La parturienta.

Una parturienta, a partir de que le sobrevienen las contracciones de parto o a partir de que es necesario llevarla al hospital se la considera enferma con  riesgo de vida y deberá comer y beber conforme a sus necesidades. Esta es la regla que se aplica con la parturienta hasta setenta y dos horas después del parto, y si este lapso termina una vez iniciado Yom Kipur, podrá comer y beber hasta la conclusión de las horas en cuestión. Ya vimos que en el caso de todos los enfermos con riesgo de vida es mejor que coman espaciadamente cantidades inferiores al mínimo punible, siempre y cuando esto no cause daño alguno. Pero si la parturienta desea dormir y si come o bebe espaciadamente no podrá descansar adecuadamente, es mejor que coma y beba normalmente.

Entre los tres y hasta los siete días posteriores al parto, se debe revisar su situación a los efectos de decidir si ha de ayunar y cómo. Si el médico tiene claro que su vida no está en riesgo, habrá de ayunar. Si el médico no tiene certeza de que está fuera de peligro, no ha de ayunar (Shulján Aruj 617:4). Si ayunar se le hace difícil a la parturienta, es mejor que beba espaciadamente cantidades inferiores al mínimo punible.

10 – Mujer que amamanta.

Tal como ya vimos, las mujeres embarazadas y las que amamantan deben ayunar en Yom Kipur (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 54(B), Shulján Aruj 617:1). Si bien el amamantamiento dificulta el ayuno por causar una pérdida suplementaria de líquidos esto no implica riesgo de vida por lo que la mujer en cuestión debe ayunar. El ayuno de la madre tampoco implica riesgo para el bebé, ya que aunque disminuya la cantidad de leche esto no lo pone en peligro de vida. Además, al bebé se le puede dar fórmula o agua azucarada para que de esta manera no sienta los efectos del ayuno.

Un consejo práctico para quienes amamantan es que se salteen alternadamente dos amamantamientos y de esta manera pasarán el ayuno con relativa facilidad. Esto es, una mujer que amamanta cada tres horas, deberá hacerlo a las diez de la mañana, a la una que dé al bebé fórmula o sustituto, luego que vuelva a dar pecho a las cuatro y fórmula a las siete. De esta manera no sentirá tan intensamente el ayuno y la cantidad de leche no ha de disminuir tanto. Hay bebés que se niegan a recibir de sus madres fórmula sustituta o agua azucarada por lo que es necesario que otra persona se los de.

Sin embargo, cuando el bebé está débil, tiende a estar enfermo y si el médico considera que necesita específicamente leche materna y se teme que el ayuno afecte la disponibilidad de la madre de modo considerable, la mujer en cuestión podrá beber espaciadamente cantidades inferiores al mínimo punible, de acuerdo a las indicaciones de un médico temeroso del cielo (Beur  Halajá 617:1).Sin embargo, se trata de un caso muy poco frecuente ya que si la mujer que amamanta bebe antes del ayuno unos cinco o seis litros de agua, es muy probable que no disminuya su disponibilidad de leche durante Yom Kipur. Es recomendable que la mujer que amamanta comience a beber más agua que lo habitual tres días antes del ayuno, que duerma más horas y así su  disponibilidad de leche aumentará. Además, se puede extraer leche para varias comidas en los días anteriores al ayuno;  de esta manera el bebé dispondrá de abundante leche en Yom Kipur y no se teme que la disponibilidad disminuya.

01 – El precepto de ayunar.

Es precepto positivo afligirse en Yom Kipur, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 16:29): «Y esta será ley eterna para vosotros: el día diez del mes séptimo afligiréis vuestras almas». El precepto de la aflicción se cumple, principalmente, mediante la abstención de comer y beber por ser  fundamentales para la existencia humana. Por lo tanto, solamente quien quiebra el ayuno voluntariamente es pasible de la pena de «Caret» y si lo hace involuntariamente está obligado a ofrendar un sacrificio de «Jatát».

De todas maneras, el precepto de afligirse incluye otras cuatro prohibiciones que producen privación. Conjuntamente con la prohibición de comer y beber, las prohibiciones suman cinco: a) Comer y beber, b) Lavarse o bañarse, c) Untarse cremas, d) Calzar calzado de cuero, e) Mantener relaciones sexuales (Mishná Tratado de Yomá 73(B)).

El precepto de la aflicción no implica llevar a  cabo acciones dolorosas como sentarse a mediodía bajo el sol, sino que se trata de abstenerse de aquellas prácticas cuya suspensión causan penuria (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 74(B), 76(B)-77(B)). Esto se fundamenta en  lo escrito en el libro de Vaikrá (23:32): «Será día de estricto descanso (cesación) y ayunaréis (os afligiréis)». De esto, nuestros sabios aprendieron que se trata de un día en el cual se cesa de comer y beber, día en el cual se cesa de aquellas cosas que dejan sin efecto la aflicción (ídem Yomá 74(A)). Además, nuestros sabios aprendieron del hecho que el precepto de la aflicción figura cinco veces en la Torá, que es menester abstenerse de las cinco acciones antes mencionadas (ídem 76(A)).

Los juristas debatieron respecto del exacto alcance de la gravedad de las cuatro aflicciones suplementarias. Hay quienes opinan que, por cuanto que no está explícitamente escrito que la prohibición es comer y beber sino que está escrito genéricamente «afligiréis vuestras almas», la prohibición de la Torá incluye las cinco aflicciones tal como los sabios las dedujeron de los diferentes versículos. Según la opinión mayoritaria de los juristas, la Torá únicamente prohíbe comer y beber que son la principal aflicción. De todas maneras, como en la Torá no figura explícitamente que el precepto consiste en abstenerse de comer y beber  sino que habla de que el precepto es afligirse, se deduce que la aflicción debe manifestarse de otras formas, y por esto nuestros sabios prohibieron las cuatro acciones suplementarias.

02 – Lavado y baño.

En Yom Kipur está prohibido todo tipo de baño o lavado placentero tanto sea con agua caliente como fría, y está prohibido lavar el cuerpo aunque sólo sea parcialmente, incluso introducir un dedo en el agua. Sin embargo, en el caso de quien se ensució con lodo o con materia fecal o si sangró por la nariz, puede lavar el sitio en cuestión ya que el objetivo del lavado es quitar la suciedad y no la obtención de placer. Al cambiársele el pañal al bebé, se lava tanto el sitio sucio como las manos con jabón a los efectos de higienizar. Si bien en todo lavado que tiene por objetivo quitar suciedad hay un elemento de placer, dado que la intención principal de la acción es la higiene – no se le considera acción placentera (Shulján Aruj Oraj Jaím 613:1).

Asimismo, a la hora de preparar comida para un niño, está permitido lavar tanto los alimentos como las manos, ya que no se trata de una acción destinada a la obtención de placer.

En el caso de quien sudó cuantiosamente al punto de que le molesta mucho, tiene permitido lavar el sitio transpirado ya que no se trata de una acción orientada a la obtención de placer (Mishná Berurá 613:2, Sha´ar Hatziún 4).

En el caso de quien es sumamente sensible y no logra concentrarse si no se lava la cara por la mañana podrá hacerlo con agua, y si puede abstenerse de hacerlo será bendecido. En el caso de quien se le acumularon lagañas en los ojos y no las logra quitar sin agua, puede hacerlo con un poco del líquido elemento (Shulján Aruj Ramá 613:4, Mishná Berurá 9).

No se debe enjuagar la boca en Yom Kipur ya que está prohibido lavarse y además se teme que durante el enjuague se pueda tragar agua. Quien sabe que su boca despide mal aliento y aunque esto le cause gran malestar, no podrá enjuagarla. En este caso, recomendamos cepillar la boca con un cepillo seco.

Una novia que está dentro de los primeros treinta días desde su casamiento, y teme que de no lavarse la cara su marido pueda impresionarse mal de ella, podrá hacerlo ya que no se trata de una acción orientada a la obtención de placer sino a no desagradar a su esposo.

Se permite tomar una toalla levemente húmeda, como, por ejemplo, una toalla con la que se secaron las manos, y pasarla sobre los ojos y el rostro para limpiarlos y refrescarlos ya que con esta poca humedad no se trasgrede la prohibición de lavar. Esto, siempre y cuando la toalla no esté tan mojada que pueda humectar las manos en tal medida que estas a su vez mojen todo aquello que toquen (Shulján Aruj 613:9). Normalmente, las toallitas húmedas tienen este grado de humedad por lo que está prohibido usarlas en Kipur para refrescarse. Empero, se permite usarlas para limpiar o higienizar. En caso de que las toallitas se hayan secado y no mojen las manos al grado que estas mojen aquello que tocan, se las puede emplear para refrescarse un poco.

03 – Lavado preceptivo.

Está permitido abluir las manos para cumplir con un precepto, por lo tanto los cohanim pueden lavarlas previo a la bendición sacerdotal (Ramá 613:3, Shulján Aruj 128:6). Quien tuvo una polución nocturna en Yom Kipur, aunque todas las veces que esto le ocurre acostumbre a sumergirse en la Mikvé,  en Kipur no habrá de hacerlo porque una costumbre piadosa, no obligatoria, no puede dejar sin efecto la prohibición de lavarse. También la mujer «Nidá» cuyo día de inmersión toca en Kipur deberá postergarla hasta la conclusión del ayuno (Shulján Aruj 613:11-12).

Por la mañana, al levantarse, se lavan las manos tres veces hasta los nudillos, ya que el espíritu de impureza reside en estas tras el sueño nocturno y su impureza puede afectar los orificios corporales. A los efectos de eliminar dicha impureza, se abluyen  las manos tres veces alternadamente. Tras evacuar en el excusado se vuelve a abluir las manos y se recita la bendición «Al Netilat Yadaim», ya que este lavado es preceptivo por cuanto que los sabios establecieron que se laven las manos previo al rezo de Shajarit (Pninei Halajá Tefilá 8:4). Si bien todos los días tenemos cuidado de abluir las manos en su completitud, en Yom Kipur se lavan sólo los dedos hasta los nudillos incluyéndolos,  ya que por la base de la norma este lavado es suficiente tanto para la higiene como para retirar el espíritu de impureza (Shulján Aruj 613:2). Si bien al lavar la mano hasta la altura de los nudillos es factible que parte de la palma se humedezca, no hay problema por cuanto que no se hace intencionalmente.

Aquel que toca una parte cubierta de su cuerpo donde puede haber gotas de transpiración se lo considera como quien tocó algo sucio, y si quiere recitar cuestiones relativas a la santidad deberá abluir sus manos ya que lo hace con finalidad preceptiva y no por placer (Mishná Berurá 613:5-6, Kaf HaJaím 6, Pninei Halajá Tefilá 5:2). Se despertó una duda respecto de quien evacuó sin haber tocado sus partes cubiertas, ya que quizás no necesite abluir sus manos por cuanto que no se ensuciaron.  A los efectos de salir de toda duda, es bueno que quien así evacúa toque con un dedo una parte cubierta de su cuerpo y así, conforme a todas las opiniones, pueda lavar sus manos hasta los nudillos y así recitar limpiamente la bendición «Asher Yatzar» (Shulján Aruj 613:3, Mishná Berurá 4).

04 – El untado de cremas y el rociado de perfumes.

Está prohibido pasar crema o cualquier tipo de humectante cutáneo aunque sólo sea por una pequeña parte del cuerpo (Shulján Aruj 614:1). En este mismo sentido, es claro que todo maquillaje prohibido en Shabat por la labor de colorear o de alisar  lo está también en Yom Kipur, ya que las prohibiciones sabáticas se aplican en su totalidad en el Día del Perdón (Pninei Halajá Shabat 14:4).

Quien sufre de picazón puede aplicar aceite líquido sobre su piel (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 77(B)), a condición de no trasgredir la prohibición sabática de aplicar medicinas. Esta prohibición sabática, que tal como vimos se aplica también en Yom Kipur, implica que aquel enfermo cuya afección no es demasiado intensa se abstenga de usar medicinas en Shabat a los efectos de no incurrir en la molienda de especies. Por esta razón, quien sufre de escozor puede aplicar sobre su piel aquel aceite que también los sanos aplican de vez en cuando sobre su piel, por lo que no nos encontramos ante una acción médica. Si la picazón es tan molesta al grado de que le resulta un padecimiento, puede pasar aceite medicinal manufacturado sobre su piel (Pninei Halajá Shabat 28:5).

Está prohibido usar perfume o antisudoral en spray destinados a otorgar al cuerpo un buen aroma por efecto de la prohibición de lavarse o bañarse. Esto se debe a que estos productos pueden dejar sobre el cuerpo una humedad tal que el dedo que lo toca se moje y pueda a su vez humedecer otras partes. Empero, se pueden emplear a los efectos de disipar  mal olor, de la misma forma que está permitido lavar una parte del cuerpo que se ensució, ya que no se trata de un lavado que tiene por propósito la obtención de placer o  refrescarse sino quitar suciedad o disipar mal olor (arriba 2). Asimismo, está permitido aplicar sobre la piel spray repelente de mosquitos, por cuanto que no se trata de una acción orientada a la obtención de placer sino a la protección.

05 – El calzado de cuero.

En Yom Kipur está prohibido calzar zapatos o sandalias de cuero. En el pasado se acostumbraba a fabricar zapatos  y sandalias de este material ya que no se sabía confeccionarlos con otro que sea suficientemente durable, flexible y resistente. Calzado de madera, corteza de árbol o caucho se elaboraba únicamente para uso doméstico. Los pobres, que acostumbraban a caminar descalzos, utilizaban estos tipos de calzado únicamente cuando el camino se les hacía difícil. Surgió entonces la pregunta si se puede usar calzado que no es de cuero en Yom Kipur.

Algunos sabios medievales prohibieron andar en Kipur con calzado de madera ya que quien lo hace no siente la dureza del suelo, empero permitieron el uso de calzado de caucho o cortezas de árbol ya que quien camina sobre estos sí la siente (Rashí, Rambám, Tosafot y Rabenu Ierujam ben Meshulam).

Otros sabios medievales permitieron calzar todo tipo de zapato o sandalia que no estén confeccionados de cuero, ya que mientras no sean de ese material no se los considera zapatos o sandalias propiamente dichos, sino que entran en la categoría de indumentaria y por ende no hay prohibición de usarlos en Yom Kipur (Rambán, Rosh, Rashbá). En la práctica, esto es lo que dispusieron la mayoría de los sabios de las últimas generaciones (Shulján Aruj 614:2).

Queda claro que sus opiniones se basaron en una realidad en la cual toda sandalia que no era confeccionada en cuero era menos cómoda para caminar, por lo que se comprende que no entraban en la categoría de calzado. Empero hoy día, que se fabrica buen calzado de otros materiales, está prohibido usar en Yom Kipur cualquier tipo de calzado que se emplea para caminar afuera sobre pedregullo o piedras, sin importar realmente de qué material esté confeccionado.

En la generación pasada no era aún común que se fabrique buen calzado de otro material que no sea cuero, y por esta razón los juristas permitían calzar en Kipur calzado cómodo, siempre y cuando no esté confeccionado en cuero u otro material que se le asemeje. Sin embargo, con el correr del tiempo se ha hecho común elaborar calzado excelente de otros materiales, por lo que ha disminuido el número de juristas que permiten calzarlo en el Día del Perdón.

Por lo tanto, está prohibido calzar en Kipur zapatos o sandalias con los que se acostumbra a caminar afuera sobre piedras o pedregullo, sin importar en qué material estén confeccionados. Empero se permite caminar con pantuflas, calzado de tela o calzado de hule muy sencillo ya que no suelen usarse para caminar afuera sobre estas superficies (De todas maneras, dado que todavía hay juristas que permiten usar zapatos o sandalias que no son de cuero no se debe hacer observaciones a quienes siguen su dictado).

06 – Permisos especiales para calzar buen calzado.

Un enfermo o una parturienta que pueden resfriarse si caminan descalzos pueden calzar zapatos (Shulján Aruj 614:3).

Quien camina en un sitio en el cual se teme que haya alacranes o  similares, puede calzar zapatos. Quien camina en un sitio de fango y estiércol puede calzar zapatos para no ensuciar sus pies. Asimismo, un soldado en servicio activo puede calzar botas militares (Shulján Aruj 614:4). Esto obedece a que la prohibición de calzar zapatos de cuero aplica cuando la finalidad es caminar confortablemente, empero cuando se usan con otras finalidades la prohibición no aplica.

Quien necesita usar plantillas y sufre mucho si prescinde de estas, puede mantenerlas dentro de la pantufla o calzado sencillo de goma en Yom Kipur aunque sean de cuero. Esto se debe a que los plantillas no tienen por finalidad la obtención de placer sino paliar un dolor específico (Jelkat Yaakov 2:83).

07 – Relaciones sexuales.

La quinta aflicción es la abstención de mantener relaciones sexuales en Yom Kipur. A los efectos de alejarse de la posibilidad de cometer una trasgresión, la pareja debe conducirse en este día como lo hace en los de «nidá», esto es, absteniéndose de todo contacto físico y de dormir en la misma cama (Shulján Aruj 615:1, Mishná Berurá 1).

Algunos de los sabios medievales ashkenazíes escribieron que en víspera de Kipur se debe tener la precaución de no ingerir alimentos que puedan provocar una polución nocturna (Ramá 608:4). Hoy día los médicos desconocen qué alimentos provocan poluciones, por lo que no es necesario abstenerse de alimentos determinados previo a Kipur. Es bueno que los jóvenes se abstengan de dormir en una posición tal que les facilite experimentar una polución. Muchos acostumbran recitar, antes de dormir, los cuatro primeros salmos como prevención para cualquier imprevisto nocturno (Mishná Berurá 619:14).

08 – Niños.

Desde el momento en que los niños llegan a la edad en la que se les debe comenzar a educar en el cumplimiento de los preceptos («guil jinuj»), esto es, a partir del momento en que pueden entender el precepto de Yom Kipur se les educa para que no calcen zapatos buenos, no se unten cremas ni se laven o bañen en este día. Normalmente los niños llegan a esta situación a los cinco o seis años, y hay quienes procuran cumplir esto con excelencia y cambian el tipo de calzado desde los tres años.

Amén de estar preceptuados de educar a los niños en el cumplimiento del ayuno, los adultos tienen a su vez prohibido provocar una trasgresión aunque sólo sea en tiernos lactantes, pues así como tienen prohibido alimentar a los más pequeños con sangre, productos no kasher o, por ejemplo, hacer que un cohen infante se impurifique, de la misma manera está prohibido calzar a un niño con buenos zapatos, lavarlo, bañarlo o aplicarle cremas en Yom Kipur (Pninei Halajá Shabat 24:2). Sin embargo, de mediar algún tipo de necesidad médica se los puede lavar, bañar o aplicarles ungüentos. Esto no implica trasgredir la prohibición sabática y festiva de tomar medicinas, pues los sabios permitieron quebrar las prohibiciones decretadas para los adultos en caso de malestar en los pequeños (ídem 6). En caso de que un niño pueda lastimarse si no calza zapatos buenos, podrá hacerlo.

Respecto del ayuno, no se puede educar a los niños a cumplir con este precepto a la edad de cinco o seis años ya que por su debilidad esto puede causarles daño. Por esta razón se espera a que lleguen a la edad de nueve años. A partir de esta edad se enseña a los niños y niñas sanos a ayunar algunas horas, de tal modo que si normalmente desayunan a las ocho de la mañana – en Yom Kipur lo hagan a las nueve o a las diez. En caso de que exhiban señales de debilidad se comienza con esta práctica recién a la edad de diez años.

A partir de los once años se les enseña a los niños a ayunar el día completo y en caso de sentir debilidad se les permite ayunar solamente hasta el mediodía.

A la edad de doce años, las niñas están preceptuadas por la Torá a ayunar y los varones lo hacen por ordenanza rabínica a los efectos de educarse en el cumplimiento del precepto. En el caso de un varón que exhiba debilidad, debe esforzarse y ayunar el día completo. En caso de que esté enfermo, si bien su afección no implica riesgo de vida por cuanto que aún no llegó a la edad de cumplimiento de preceptos – no está obligado a ayunar y en este caso es bueno que se esfuerce en hacerlo hasta el mediodía. A partir de la edad de trece años los varones ya están preceptuados de ayunar por la Torá.

Muchos acostumbran alentar a niños pequeños que ya llegaron a la edad en la que deben ser educados en el cumplimiento de los preceptos a que no coman por la noche. Si bien hay juristas que consideran que se trata de una rigurosidad no procedente, de todas maneras esta es una práctica muy extendida que tiene por finalidad hacer que los niños participen un poco del precepto. Sin embargo, en caso de que los pequeños pidan comer o beber –  hay que atender su pedido (Elef Hamaguén 616:5).

Muchos juristas entendieron que si el niño no llegó a la edad de nueve años, hay que evitar que ayune inclusive unas pocas horas, no sea que su salud corra peligro (Ramá 616:2). Sin embargo, la mayoría de los niños quieren ayunar algunas horas antes de llegar a la edad de nueve y dado que los médicos consideran que no se trata de algo riesgoso, la mayoría de las personas les permiten ayunar unas horas por la mañana y no se debe suspender su práctica (Eshel Abraham Butchach según Rashi).

01 – El «Kodesh HaKodashim» (Santo Sanctórum) en  Yom Kipur.

El Templo de Jerusalém es el sitio en el cual se revelan los Principios Divinos y de allí se difunden por el mundo entero. En la sala que recibe el nombre de «Kodesh» (santo) se encuentra la menorá o candelabro que expresa la sabiduría, la mesa de ofrenda de los panes expresa el sustento económico y el altar de incienso que expresa la plegaria y el deseo por la cercanía a Hashem. En la sala que recibe el nombre de «Kodesh HaKodashim» (Santo Sanctórum) se revela el fundamento de la fe y la Torá. Allí, iluminan la divinidad de la Torá y la santidad de la generalidad del pueblo de Israel («Kneset Israel»), y mediante ambas luminosidades el Eterno vivifica al mundo en su totalidad. Por esta razón, el «Kodesh HaKodashim» es el sitio del Arca del Pacto que contiene las Tablas de la Ley y el rollo de la Torá que recibió Moshé en el Monte Sinaí. El Arca está cubierta por una tapa («kaporet») de oro. Sobre esta se encuentran los dos querubines que expresan el vínculo de amor así como también el pacto que existe entre el Creador y el pueblo de Israel. El «Kodesh HaKodashim» estaba ubicado sobre la piedra fundamental («even hashtiá») sobre la cual, dijeron nuestros sabios, se fundó o apoyó el mundo al momento de ser creado (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 54(B)). Había una cortina que separaba el «Kodesh» del «Kodesh HaKodashim» a los efectos de diferenciar los niveles de santidad entre ambos recintos. La santidad del «Kodesh» se deriva de la del «Kodesh HaKodashim», y de no haber división entre ambas salas la luminosidad del segundo se elevaría a las dimensiones celestiales sin poder irradiar su luz y su bendición al mundo.

Si bien ninguna persona tiene permitido ingresar al «Kodesh HaKodashim», mediante la revelación de la luz de la Divina Presencia los hijos de Israel y toda la humanidad pueden retornar a Hashem, corregir sus trasgresiones y rezar al Creador por medio del sagrado Templo, tal como explicó el rey Shelomó en su discurso inaugural del primer Santuario (ver Libro Primero de Reyes capítulo 8).

Incluso después de la destrucción y el exilio, la impresión que dejó la Divina Presencia en el Kodesh Hakodashim no se aparte. Mediante el deseo y el anhelo del pueblo de Israel de que la Divinidad se propague sobre la tierra, se le asegura que será redimido y Su Nombre se consagrará sobre Su pueblo, sobre Su ciudad Jerusalém, sobre Sión el recinto de Su morada, sobre el reino de Su ungido David, así como sobre Su recinto sagrado. Entonces, reinará solamente Hashem sobre toda Sus creaturas.

El sitio del Kodesh HaKodashim es de suprema santidad de modo que ninguna persona tiene permiso de acceder a él. Todo aquel que ingresa es pasible de castigo de muerte a manos del Cielo, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 16:2-3): «Habla a Aharón tu hermano para que no entre en todo momento al Santuario, más allá del velo, delante del propiciatorio que está sobre el Arca, para que no muera; ya que por medio de la nube Yo me revelaré sobre el propiciatorio». Solamente en el día de Kipur que es solemne y sagrado, el Sumo Sacerdote o «Cohen Gadol» ingresaba al «Kodesh HaKodashim» en medio de una nube de incienso en representación de todo el pueblo de Israel, para cumplir con la labor sacra del día, tal como está escrito «Con esto habrá de entrar Aharón al Santuario…». El Cohen Gadol tenía que entrar cuatro veces al Kodesh HaKodashim en Yom Kipur y si ingresaba una quinta vez, a pesar de tratarse  del Sumo Sacerdote y del día del Perdón, era pasible de pena de muerte a manos del Cielo (Rambám Biat Mikdash 2:4).

02 – ¿Cómo opera  la Justicia  Divina  según la «unificación superior» y «la unificación inferior»?

La Divinidad opera en la creación en dos niveles: uno de acuerdo a la «unificación inferior» y otra de acuerdo a la «unificación superior» (ver arriba 7:12, 6:4). La Justicia Divina se administra de modo abierto conforme a las leyes de recompensa y castigo que dispuso Hashem en la creación, y tanto la naturaleza como el ámbito espiritual se rigen por sus principios.  Así como quien es negligente en cuanto a sus cuestiones económicas se empobrece, quien se deja arrastrar por su inclinación al mal es castigado en este mundo y en el venidero. De acuerdo a estas leyes, el ser humano aparenta ser incorregible pues tiende a ir en pos de su inclinación al mal, y aunque haya algunos justos, uno ve que tanto el liderazgo social como el poder político están en manos de personas ambiciosas que van tras sus deseos y pasiones. Por ello, no se percibe posibilidad alguna de que el mundo se redima de sus padecimientos y de evitar que la muerte que acaba con las creaturas también ponga fin al mundo.

Sin embargo, existe una Providencia Superior oculta y es la basada en la conducción de la Unidad. Según esta, Hashem es el causante de todos los acontecimientos del mundo y les encamina a un buen fin, de modo tal, que las malas acciones y pérfidos planes de los malvados y gobernantes, llevan a fin de cuentas a resultados positivos. Esta Providencia especial existe en mérito de los hijos de Israel que están unidos a D´s en un pacto eterno y su profundo deseo interior profundo es la reparación del mundo. En virtud de esta Providencia, tanto la Torá como los profetas nos dicen que la redención está asegurada. Empero, por cuanto que esta Providencia oculta, producto de la unificación, se manifiesta mediante la administración de la Justicia Divina, la manera en que la redención habrá de llegar dependerá de la elección que el pueblo de Israel decida. Si los judíos eligen el bien la redención llegará rápida y placenteramente y, si D´s no lo quiera, eligen el mal, esta llegará tarde y mediante duros y conmovedores padecimientos.

La Providencia Superior, basada en la unificación, es oculta y se revela en el «Kodesh Hakodashim», en un sitio que está por encima del espacio terrenal y cuya existencia en este mundo material es milagrosa. Por esta razón, las personas tienen prohibido ingresar en él. Además, el mero intento de irrumpir en él conlleva peligro, ya que quien toma contacto con este excelso nivel puede llegar a pensar que, como de todas maneras, a final de cuentas, todo ocurre para bien, no hay pues necesidad de esforzarse y elegir el bien y superar la inclinación al mal. Entonces, el contacto con la luz superior del «Kodesh Hakodashim» le servirá de excusa para ir tras sus instintos so pretexto de que todo es para bien y en aras de la Gloria Celestial.

Solamente el pueblo de Israel como un todo, es capaz de conectarse a la Providencia basada en la unificación pues ella se manifiesta sólo mediante esta nación, de modo tal que cada desgracia y padecimiento le sirve para crecer y revelar nuevos fundamentos de la Torá. Sin embargo, esto también es una cuestión oculta que se manifiesta únicamente con el correr de las generaciones. Es por ello, que solamente en el día solemne y sagrado en el cual los judíos cesan de sus labores y se apartan de las cuestiones mundanas, no comen ni beben, no se lavan ni aplican ungüentos, no calzan zapatos buenos ni cohabitan, solo en un día así el Cohen Gadol o Sumo Sacerdote puede elevarse e ingresar al Kodesh HaKodashim en representación de todo el pueblo de Israel, para atraer de allí la pureza y la expiación para toda la congregación y depurarla de su impureza exterior. Mediante esta acción, cada individuo puede retornar en completa teshuvá y retractarse de todas sus malas acciones para que así toda la nación pueda tener un buen año y el mundo avance hacia su redención final.

Desde que el Templo de Jerusalem fue destruido, todos estos procesos se cumplen de modo restringido mediante la santidad del día, el ayuno y las  plegarias.

03 – El «Cohen Hagadol»  (Sumo Sacerdote).

La función de los cohanim es conectar al pueblo de Israel con su Padre Celestial mediante el ejercicio de las labores del Santuario, la profundización de la fe y la generosidad en el pueblo de Israel así como también mediante la impartición de halajá. A los efectos de que no precisen trabajar para obtener su sustento y puedan dedicarse completamente a su labor, la Torá ordenó que se les concedan ofrendas y demás presentes que corresponden al sacerdocio. A los efectos de preservar su pureza, se les advirtió  a los cohanim que no se impurifiquen con muertos que no son familia en primer grado. Además, se les advirtió que no se casen con una mujer divorciada o una hija resultante de una unión matrimonial prohibida para un cohen. Asimismo, es preceptivo nombrar como Sumo Sacerdote o Cohen Gadol al más encumbrado de los cohanim, y las reglas que sobre este se aplican son aún más estrictas por cuanto que no puede impurificarse ni estar de duelo por muerto alguno, aunque se trate de sus propios padre o madre y puede desposar únicamente una mujer virgen. Se lo nombra mediante la unción con el aceite específico de la asunción del cargo y mediante la investidura de los ocho ropajes correspondientes, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 21:10-12): «Y el cohen, el que fuere promovido por sobre sus hermanos, sobre cuya cabeza se habrá de verter el óleo de unción y que fuere investido para portar los ropajes, su cabellera no dejará crecer ni su ropa podrá rasgar. Y hasta ninguna persona muerta habrá de allegarse. Por su padre y por su madre no habrá de impurificarse. Y del Santuario no habrá de salir, y no habrá de profanar el Santuario de su D´s, ya que corona –el óleo de unción de su D´s está sobre él, Yo soy su D´s»

El Gran Tribunal de setenta y un ancianos debía decidir el nombramiento del Cohen Gadol (Rambám Hiljot Klei Hamikdash Vehaovdim Bo 4:12-15).

A diferencia de los demás cohanim que vestían únicamente cuatro ropajes durante la labor en el Santuario, el Cohen Gadol debía agregar otros cuatro con lo cual sumaba ocho. Si le faltaba un solo ropaje su labor quedaba sin efecto. Cada uno de los ropajes sacerdotales expresaba una idea particular y ayudaba a expiar un tipo de trasgresión que se corresponde con dicha idea. Tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Arajín 16(A)): «La túnica («kutonet») expía el derramamiento de sangre, los pantalones expían las relaciones incestuosas, el turbante («mitznefet») expía por los soberbios, el cinturón («avnet») por los malos pensamientos, el pectoral expía por los rigores («dinim»), el chaleco («efod») por la idolatría, la capa («meil») expía por las habladurías en público y la corona («tzitz») expía por las acciones de los despiadados»

El Cohen Gadol debe ser el más pío de los cohanim, seguidor de Aharón Hacohen que «ama la paz y la persigue, ama a las creaturas y las acerca a la Torá» (Mishná Avot 1:12). A los efectos de expresar el apego a D´s, el Cohen Gadol llevaba grabado en la corona sobre su frente las palabras «Kodesh LaHashem» o sea, consagrado a D´s. Para expresar su amor y responsabilidad por la generalidad del pueblo de Israel, llevaba grabados los nombres de los patriarcas y de las doce tribus en las gemas del pectoral sobre su corazón, y sobre las cadenas que lo amarran a sus hombros habían dos piedras preciosas que llevaban grabados los nombres de todas las tribus (Rambám allí 9:1, 9:7-9). El Cohen Gadol precisa ser selecto entre sus hermanos tanto en fuerza como sabiduría, belleza y riqueza. Si detentaba todas esas virtudes menos la de la riqueza, todos los demás cohanim aportaban de su patrimonio para que así alcance la completitud de las virtudes (Talmud Babilonio Tratado de Yomá19(A)).

Si se designaba como Cohen Gadol a quien no era suficientemente pío y no contaba con las virtudes antes mencionadas, a posteriori, igualmente, podía ejercer y toda la normativa del cargo recaía sobre él. Sin embargo, es claro que cuanto más justo fuese el Cohen Gadol mejor se desempeñaría en su rol de acercar al pueblo de Israel a su Padre Celestial.

Dijeron nuestros sabios (ídem 9(A)) que en los cuatrocientos diez años de existencia del primer Templo ejercieron dieciocho sumo sacerdotes, la mayoría de los cuales fueron justos por lo que fueron bendecidos con longevidad. Sin embargo, durante los cuatrocientos veinte años del segundo Templo ejercieron más de trescientos sumo sacerdotes, de los cuales únicamente tres fueron justos y fungieron largos años y casi todos los demás no lo fueron, compraban el puesto con dinero, no alcanzaban a completar un año de ejercicio y morían. Sobre esto está escrito (Proverbios 10:27): «El temor del Eterno prolonga los días pero los años del impío son acortados».

En virtud de las inconductas de los sumo sacerdotes, en días del segundo Templo se dañaron la pureza y la expiación del pueblo de Israel en el día de Kipur, hasta que al final fue destruido y la nación salió al largo exilio.

04 – El Cohen Gadol en Yom Kipur.

Durante todo el año, todos los cohanim eran aptos para ofrendar sacrificios, quemar incienso y preparar las velas de la menorá para su encendido; empero en Yom Kipur, en virtud de la santidad del día, sólo el Cohen Gadol era apto para realizar estas labores (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 32(B), Rambám Avodat Yom Hakipurim 1:2).

Los sacrificios que ofrendaba el Cohen Gadol en Yom Kipur se dividían en tres círculos. El primero era el «korbán Tamid» o sacrificio permanente que se ofrendaba todos los días del año y se trata de dos ovejas, una se ofrendaba por la mañana y la otra al atardecer tras concluir con todos los sacrificios. Este círculo incluye a su vez los inciensos que se quemaban sobre el altar de oro dos veces al día, de mañana y al atardecer, así como la preparación de las velas de la menorá y su encendido. En el segundo círculo se encuentran las ofrendas de Musaf, similares a las que sacrificaban en Rosh Jodesh (novilunio) y fiestas de la Torá, y que en Yom Kipur consistían en un buey, un carnero, siete ovejas para ofrenda de «olá» y un chivo para ofrenda de «jatat». El tercer círculo de ofrendas consistía en aquellas que eran específicas de Yom Kipur: un buey para ofrenda de «jatát» destinado a la expiación del Cohen Gadol y sus hermanos los demás cohanim junto a un carnero para ofrenda de «olá» (los cuales adquiría el Cohen Gadol de su propio dinero). Además, se tomaban dos chivos para expiar por el pueblo de Israel, uno era ofrendado como «jatát» y el otro era  arrojado al desierto.

El Sumo Sacerdote debía estar casado cuando llevaba a cabo la labor de Yom Kipur, tal como está escrito (Vaikrá 16:6): «y hará expiación por sí y por su hogar – su hogar es su mujer» (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 13(A)). Si bien antes de Yom Kipur el Cohen Gadol debía apartarse de su esposa por siete días a los efectos de santificarse y purificarse de cara a la labor del gran día, de todas maneras podía hacerlo únicamente a condición de que tuviese  mujer, ya que todo aquel que no está casado no se le considera «Adam» o persona íntegra (ídem Yevamot 63(A)), carece de alegría, bendición, bien, Torá, sabiduría y paz (ídem 62(B)). Existe otra halajá que indica que debía estar casado con una sola mujer, y si tuviese dos no era apto para el servicio de Yom Kipur (ídem Yomá 13(A)) pues solamente cuando se tiene una esposa, el amor y la unidad entre ambos pueden ser íntegros. En la medida en que  el Cohen Gadol fuera íntegro podía unir a todo el pueblo de Israel con su Padre Celestial.

Al Cohen Gadol se le adjuntaba otro cohen para que pueda reemplazarlo en caso de que el primero se impurifique o muera (ídem 2(A), Rambám Hijlot Avodat Yom Hakipurim 1:2-3, Klei Hamikdash Vehaovdim Bó 5:10).

05 – Los ropajes del Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) en Yom Kipur.

Los sacrificios de Tamid (permanentes) y de Musaf (suplementarios) los ofrendaba el Cohen Gadol vestido con sus ocho ropajes habituales, tal como en los días comunes y los festivos. Por lo tanto, en esas ocasiones vestía: túnica («kutonet»), pantalones, turbante y cinturón, pectoral («joshen»), chaleco (efod), capa («meil») y corona («tzitz»). La túnica, los pantalones y el turbante eran de color blanco, y el resto de las prendas eran de diferentes colores y en algunas se mezclaba con hilo dorado. En cada uno de los hilos del chaleco y del pectoral que eran de color celeste, púrpura (bordó), carmesí (naranja), lino (blanco) estaba también enhebrado un hilo de oro (Shemot-Éxodo 28:6 y Rashí allí). Las campanillas de la capa, al igual que la corona sobre la frente, las cadenas y los anillos del pectoral y del chaleco eran de oro. Las gemas del pectoral estaban engarzadas con oro (Shemot cap. 28). De esa manera los ropajes del Cohen Gadol contaban con una riqueza de matices cromáticos esplendorosos que expresaban la expansión de la santidad en el mundo en todos sus aspectos. Cada prenda expresaba una idea particular y expiaba por el pecado asociado a ese principio (arriba inciso 3). Por lo tanto, si al Cohen Gadol le faltaba aunque sólo fuese un ropaje, su labor quedaba sin efecto pues la integridad de su presencia se veía alterada.

Sin embargo, las labores que el Cohen Gadol debía realizar en el Día de Yom HaKipurim ingresando en el Kodesh HaKodashim requerían que vistiera únicamente cuatro vestiduras, tal como está escrito (Vaikrá 16:3-4): «Con esto vendrá Aharón al santuario… vestirá únicamente la túnica sagrada de lino, y se pondrá sobre sus carnes un pantalón de lino, se ceñirá un cinturón de lino y se cubrirá la cabeza con un turbante de lino. Son vestidos sagrados». Si confeccionaba sus vestimentas con hilo dorado su labor quedaba sin efecto. Esto obedece a que en la labor sagrada de Yom Kipur, el Cohen Gadol debía elevarse completamente por encima de las cuestiones mundanales. Si bien la variedad de matices en este mundo es positiva, esta se ve acompañada de carencias y pecados, y para poder expiarlos era  menester que el Cohen Gadol se elevase al grado de la unicidad simple que se encuentra allende de la multiplicidad de matices en este mundo y se insinuaba en el color blanco (Maharal de Praga Gvurot Hashem cap. 51, Netiv Hatorá cap. 10).

Respecto de esto dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 26(A)): «¿Por qué el Cohen Gadol no ingresaba con indumentaria de oro al Kodesh HaKodashim para realizar su labor? Porque el fiscal -´el acusador´- no se transforma en defensor». El oro es el más esplendoroso de los metales y por ello los artefactos del Templo fueron hechos con él, a los efectos de revelar el esplendor de la santidad en este mundo. Sin embargo, conjuntamente con su esplendor, el oro es el causante del pecado de la persecución desmedida de la fortuna y los placeres. Por esta razón, nos recuerda también el pecado del becerro de oro del cual dijeron nuestros sabios que fue ocasionado por la abundancia de oro y tesoros que se llevaron nuestros antepasados de la tierra de Egipto, la cual los hizo ir en pos de un ídolo material y adorarle (ídem Tratado de Berajot 32(A)). Por ello, cuando el Cohen Hagadol ingresaba al Kodesh Kodashim para purificar la integridad de la fe a causa de las impurezas que se le adhirieron, debía hacerlo quitándose sus ropajes de oro y vistiendo de blanco.

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