Pninei Halajá

Tefilá (Plegaria)

05. La bendición por la Torá es para todo el día.

Se recitan las bendiciones por la Torá por la mañana junto con las bendiciones matinales, siendo las primeras efectivas para todo estudio que la persona lleve a cabo a lo largo del día. Aunque más tarde vaya a comer o trabajar, cuando retorne a su estudio no tiene que recitar nuevamente las bendiciones por la Torá.

En esto difieren las bendiciones por la Torá de las demás bendiciones por el cumplimiento de preceptos ya que cada vez que una persona vuelve a cumplir con un precepto precisa recitar de nuevo la bendición correspondiente, por cuanto que cada uno de estos mandamientos tiene un momento preciso para su cumplimiento. Por ejemplo, el precepto de la Sucá requiere que la persona coma y duerma en ella, pero el resto del tiempo es libre de ir a donde le plazca. También el precepto del Talit (manto de oración) se puede cumplir en un instante del día, por lo tanto, cada vez que la persona entra a otra comida en la Sucá o se envuelve nuevamente en su Talit, debe recitar nuevamente la bendición correspondiente al precepto en cuestión.

Empero, el precepto de estudiar Torá es de carácter general e incluye a todos los días y las horas de la persona, tal como está escrito (Iehoshúa 1:8): «meditarás en él día y la noche». Una persona que ha estudiado por la mañana, corresponde que agregue más tiempo de estudio por la noche, o en cualquier hora que se le libere (Tosafot Berajot 11(B) ‘שכבר’). Además, aunque una persona no se dedique al estudio de la Torá, ésta orienta su vida en cuestiones de Halajá, ética y creencias. Incluso cuando la persona evacúa, si bien en ese preciso momento tiene prohibido pensar sobre palabras de Torá, hay reglas halájicas que regulan su conducta en el excusado, por lo que la persona no se desconecta de la Torá en ningún momento ni en ningún sitio (ver en Agur 1 citado por el Beit Iosef 47:11). Por esta razón, la bendición por la Torá que se recita en la mañana, mantiene su vigencia para el estudio de todo el día sin que ninguna actividad u ocupación puedan considerarse interrupción (Shulján Aruj 47:10).

06. ¿Dormir se considera interrupción a los efectos de la bendición por la Torá?

Los juristas debatieron respecto de si dormir se considera una interrupción, tras la cual se hace necesario volver a recitar la bendición por la Torá.

Según la mayoría de los sabios medievales, entre los que figura el Rosh, el sueño fijo de la persona en su cama implica una interrupción a los efectos de la bendición por la Torá. Esto se debe a que mientras la persona está despierta la Torá guía sus pasos, mas cuando duerme, pierde la consciencia y deja de pensar, por lo que el sueño actúa como interrupción a los efectos del precepto del estudio de la Torá. Según esto, por la base de la ley, es menester recitar la bendición por la Torá también al despertarse tras una siesta en medio del día. Sin embargo, el sueño en medio del día aunque se prolongue bastante, no se lo considera fijo sino pasajero y por ende no es percibido como generador de interrupción. Por lo tanto, la bendición por la Torá recitada en la mañana mantiene aún su vigencia luego de la siesta. Empero el sueño nocturno, que es considerado fijo, actúa a modo de interrupción, por lo que al levantarse es necesario recitar la bendición por la Torá.

Por lo tanto, quien necesita levantarse en la mitad de la noche para ir a una guardia y piensa volver a dormirse, deberá recitar dos veces la bendición por la Torá, una vez al levantarse para ir a cuidar y la otra al despertarse nuevamente por la mañana. Esta es la mejor forma de actuar, en opinión de la mayoría de los juristas (Shulján Aruj Oraj Jaím 47:11, Mishná Berurá 29).

Hay quienes sostienen que el sueño no actúa como interrupción a los efectos de la bendición por la Torá y que éstas son equiparables a las bendiciones matinales que se recitan sólo una vez al día (Rabenu Tam). Por lo tanto, quien se levanta en medio de la noche para ir a una guardia, debe recitar las bendiciones por la Torá junto con las bendiciones matinales tras su principal levantada. Quienes así actúan tienen en quien basarse (tal como se vio arriba 9:5).

07. El caso de quien se mantuvo despierto toda la noche.

Quien estuvo despierto toda la noche como por ejemplo en Shavuot, según el Rosh y la mayoría de los juristas medievales no ha de recitar las bendiciones por la Torá antes del rezo de Shajarit pues como no medió la interrupción del sueño fijo de la noche, siguen en vigencia las bendiciones recitadas el día anterior. Así sentenciaron también  muchos de los grandes juristas de las últimas generaciones (Prí Jadash, Gaón de Vilna y Jaiei Adam). Según la opinión de Rabenu Tam, se deben recitar las bendiciones por la Torá antes del rezo de Shajarit, puesto que éstas aplican para toda la jornada y por lo tanto aunque la persona no haya dormido un día entero, al llegar el horario de rezar nuevamente Shajarit, debe volver a recitar bendiciones por la Torá. Así se transmitió en nombre del Arízal (Birjei Iosef 46:12, Ben Ish Jai Berajá 3, Kaf HaJaím 47:26).

En el caso de quien se mantuvo despierto toda la noche y durmió en el día anterior por lo menos media hora, lo cual se considera un sueño estable o fijo (sheinat keva), existe consenso halájico en cuanto a que por la mañana debe recitar las bendiciones por la Torá (Rabí Akiva Iguer, Mishná Berurá 47:28). Si la persona no durmió durante todo el día previo a la noche por lo menos media hora, a los efectos de salir de duda, es mejor que escuche las bendiciones por la Torá de boca de  un compañero.

En caso de que no haya en el lugar alguien que esté a punto de recitar las bendiciones por la Torá, la persona habrá de recitarlas ella misma. Esta es la usanza sefaradí y la de muchos ashkenazíes. Empero, hay algunos ashkenazíes que ponen la intención de cumplir con las bendiciones por la Torá al recitar la bendición de «Ahavá Rabá» previa al recitado del Shemá (Mishná Berurá 47:28). (Ver arriba 9:6 el resumen de las reglas de quien estuvo despierto toda la noche).

01. Los horarios matinales.

El despunte o destello del alba («amud hashajar»-«alot hashajar») es el primer instante del día que posee significación halájica. En caso de necesidad o premura («sh´at hadjak») se puede recitar el Shemá y rezar desde que despunta el alba empero en situación normal esto está prohibido. Los juristas de las últimas generaciones debatieron respecto de qué es exactamente el despuntar del alba: la primera escasa luz que aparece en el oriente (Maguén Abraham, Perí Megadim) o un poco después de esto que es cuando la luminosidad se expande por todo el oriente (Eliahu Rabá, Gaón de Vilna).

Luego de que despunta el alba llega el momento de «misheiakir», esto es, a partir que la luminosidad se expandió un poco sobre la tierra y una persona puede «reconocer» a una distancia de cuatro codos (unos dos metros) a un amigo a quien no ve a menudo. En ese momento se puede también  diferenciar entre los colores celeste y blanco y a partir de esta hora, según la mayoría de los juristas, se puede ya de hecho recitar el Shemá, empero el horario indicado para el rezo aún no llegó.

La salida del sol («netz hajamá«) es cuando se divisa la primer parte del sol en el horizonte y es el momento a partir del cual a priori corresponde rezar. Por lo tanto, quien recita el Shemá antes de «netz» y reza con el «netz» participa del servicio de los «Vatikín«[1] que fue ampliamente elogiado por nuestros sabios.

Todos los preceptos cuyo horario de cumplimiento es durante el día, como en el caso de la circuncisión, se pueden efectuar a partir de la salida del sol, ya que el «día» está definido por este astro. Empero, a posteriori, si estos preceptos se realizaron a partir de que despuntó el alba se cumplió igualmente con el deber pues desde el momento en que aparece la primera luz, estamos ante el comienzo de un nuevo día (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 20(A)).

[1] Los «Vatikín» es el adjetivo dado a los judíos especialmente piadosos que cumplen minuciosamente cada precepto con gran diligencia y en el Tratado de Berajot (9(B)) se les recuerda por su costumbre de terminar de recitar el Shemá con la salida del sol. O bien comenzar la «Amidá» en el momento de la salida del sol (n. de t.)

02. El cálculo de los tiempos matinales.

Según varias opiniones, en la tierra de Israel, el lapso de tiempo que pasa desde que despunta el alba y hasta que sale el sol, equivale al tiempo que lleva caminar cuatro «mil», esto es setenta y dos minutos.

Este lapso de tiempo varía según las estaciones del año. En Nisán (5 de marzo) y en Tishrei (5 de octubre), el tiempo que dura la salida del sol es el más corto: éste sale setenta y dos minutos después del despuntar del alba. En el invierno, este lapso se extiende llegando a rebasar los setenta y ocho minutos (22 de diciembre) mientras que en el verano se prolonga aún más y llega a los ochenta y ocho minutos (22 de junio). A los efectos de establecer con exactitud el horario del «despuntar del alba», es necesario calcular cada día a qué hora el sol alcanza los 16.1 grados por debajo del horizonte.

Todo esto de acuerdo con la opinión que sostiene que el despuntar del alba es cuando la primera escasa luz se expande a todo el oriente. Empero, para quienes opinan que el alba despunta cuando la primera escasa luz hace su aparición en esta dirección, su horario más temprano es cuando el sol alcanza una altitud de 17.5 grados por debajo del horizonte. De todas maneras, a los efectos de evitar las discusiones, es correcto actuar conforme al horario más tardío (16.1 por debajo del horizonte) y a partir de ese momento, en caso de emergencia, se puede recitar el Shemá y rezar.

Existe asimismo una duda respecto del horario exacto a partir del cual se puede «reconocer» a un amigo al que no se acostumbra a ver a menudo a  una distancia de cuatro codos. Esto se debe a que si bien los sabios la definieron como el momento a partir del cual se puede diferenciar celeste de blanco, igualmente subsiste la duda de cuál es el horario exacto. En la práctica se acostumbra a indicar que es alrededor de unos cincuenta minutos previo a la salida del sol.

03. El horario del recitado del Shemá.

El horario de recitar el Shemá por la mañana es a partir del momento en que las personas acostumbran a levantarse, tal como está escrito (Devarim 6:7): «y al levantarte». Dado que algunas personas madrugan levantándose con la primera luz al despuntar alba, para la Torá esa es también hora de levantarse y se puede recitar entonces el Shemá. El hecho de que la Torá menciona «y al levantarte» en singular implica que el horario de levantarse de unos pocos es también válido para fijar el horario general del recitado. Empero quien recita el Shemá antes de que despunte el alba, no cumplió con su deber puesto que lo hizo antes de del tiempo del levantarse.

Los sabios establecieron un cerco protector en torno a este precepto al definir que a priori no se recite el Shemá sino a la hora que la mayoría de las personas se levantan y hay más luz sobre la tierra, al punto de que una persona puede «reconocer» a su amigo a una distancia de cuatro codos (Shulján Aruj 58:1) (unos cincuenta minutos antes de que salga el sol en el mes de Nisán).

En caso de necesidad o premura, cuando la persona se ve obligada a recitar el Shemá antes de la hora en la que puede «reconocer» a su amigo, puede hacerlo desde el despuntar del alba. Asimismo, a posteriori, si por error recitó a esa hora el Shemá cumplió igualmente con su deber. Empero existe aquí una diferencia: si la razón del adelantamiento en el horario del recitado es por fuerza mayor, aún cuando la persona en cuestión tenga que hacerlo a diario, cumple con su deber. Empero, si adelantó el horario del recitado del Shemá por error, cumple con su deber únicamente si esto ocurrió de manera fortuita, o sea, como máximo una vez al mes. Pero si la persona se equivoca en esto con mayor frecuencia, nuestros sabios lo sancionan estableciendo que no cumplió con su deber y debe volver a recitar el Shemá a partir de la hora en que se puede  «reconocer» (Shulján Aruj 58:3-4, Mishná Berurá 58:19).

El horario apropiado para el recitado del Shemá se extiende hasta que concluye la tercera hora del día, ya que hay personas como por ejemplo los miembros de la nobleza (Bnei Melajim) que acostumbran a levantarse a esa hora por lo que este es el límite del tiempo para cumplir con «y al levantarte» (se explicará adelante en las halajot 10 y 11).

El mejor horario para recitar el Shemá es como los Vatikín, esto es, previo a la salida del sol.

04. El horario del rezo.

Los miembros de la Gran Asamblea (Kneset Haguedolá) establecieron que se recen tres servicios diarios cuyos horarios se correspondiesen con los de las ofrendas permanentes del Templo. La ofrenda permanente de la mañana, «Tamid shel Shajar» se sacrificaba desde que despuntaba el alba, por lo que también el rezo de Shajarit, a priori, se puede hacer a priori, desde esa hora. Empero, nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 9 (B)) que corresponde hacerlo después de la salida del sol, tal como está escrito (Tehilim-Salmos 72:5): «Te temerán mientras dure el sol». Por lo tanto quien reza a partir de que despunta el alba cumplió con su deber, pues lo hizo en un horario apto para el sacrificio de la ofrenda permanente matinal (Shulján Aruj 89:1).

El mejor momento para el rezo es como los «Vatikín«, quienes solían rezar la Amidá cuando salía el sol.

El horario para el rezo de Shajarit se extiende hasta que concluye la cuarta hora del día, ya que en opinión de Rabí Iehudá, este era el límite de tiempo para sacrificar la ofrenda permanente matinal. Si bien en opinión de los demás sabios el horario de sacrificar esta ofrenda se extendía hasta el mediodía, la halajá final es según la opinión de Rabí Iehudá ya que el Tratado de Eduiot, cuyas «mishnaiot» se transformaron todas en halajot, cita como definitiva la opinión de Rabí Iehudá. Por lo tanto, el límite horario para rezar Shajarit es el final de la cuarta hora del día (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 27(A)). De todas maneras la opinión de los sabios no fue relegada por completo y por lo tanto si pasó la cuarta hora y la persona aún no rezó Shajarit, a posteriori puede hacerlo hasta el mediodía. Si bien esta persona no habrá de ser recompensada por rezar a tiempo, si lo será por haber rezado (tal como se explicará adelante en la halajá 11).

05. El rezo de «Vatikín» al salir el sol.

El mejor horario para recitar el Shemá y rezar es el de los «Vatikín», que solían recitar la plegaria del «Shemá» poco antes de la salida del sol para luego rezar la amidá con el despuntar del mismo. Esto se debe a que quien reza tarde se ve arrastrado por la naturaleza del mundo y sólo después que el sol ya brilla y la vida adquiere su febril ritmo se despierta y se da cuenta de que D´s es el Rey del universo, acepta el yugo celestial y reza. Empero los que rezan como los «Vatikín», madrugan y conducen o guían a la naturaleza de modo tal, que antes de que el sol brille y la naturaleza se despliegue en toda su belleza y esplendor, aceptan sobre sí con fe completa el yugo celestial y ni bien el sol sale y comienza la jornada, se paran a rezar, trayendo así abundancia y bendición al mundo.

Dijeron nuestros sabios: todo aquel que une la bendición de la redención al rezo de «Amidá» o «Shemoné Esré» tal como los «Vatikín«, no sufre percance alguno todo el día (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 9(B) ver allí las Tosafot).

Empero, quien sabe que si se levanta para rezar en el horario de los «Vatikín» va a estar cansado y no podrá estudiar o trabajar como corresponde, es mejor que rece después. Dado que hoy día muchos eventos importantes, tales como clases de Torá y casamientos, se llevan a cabo por la noche, a la mayoría de las personas les es preferible ir a dormir a medianoche y levantarse después que salió el sol. Respecto de estas personas, el cumplimiento con excelencia de los «Vatikín» implica apurarse en llegar a la sinagoga antes de que empiece el servicio.

06. El horario de «Vatikín» y de la salida exacta del sol.

Si bien el momento de la salida del sol parece obvio y claro siendo fácil de definir, en la práctica la cuestión no es tan sencilla.

Primeramente, se considera que el sol sale desde el instante que se divisa el primer borde de su forma y hasta que se lo puede ver entero, lapso de tiempo que se prolonga unos dos minutos y medio. Los juristas debatieron respecto de cuándo es exactamente la salida del sol. Según la mayoría de éstos el sol sale cuando se divisa su primer borde y entonces es menester comenzar con el rezo de la Amidá de «Vatikín«. Otros juristas opinan que la salida es cuando el sol termina de ascender sobre el horizonte y se lo divisa completo. Hay otros que opinan que la salida del sol tiene lugar durante los dos minutos y medio que le lleva ascender y otros opinan que esto dura aún unos minutos más, mientras los rayos solares son todavía de color rojo. En la práctica, se procura sincronizar el comienzo del rezo de «Vatikín» con el horario en el cual el sol comienza a salir mas no se aplica la regla con rigidez por cuanto que se toman en cuenta las otras opiniones.

Otra duda que surge es si se toma en cuenta el hecho de que las montañas ubicadas al oriente tapan la salida del sol, o nos guiamos según el horario astronómico de salida (con horizonte llano). Es claro que quien se encuentra debajo de un peñasco o de un edificio alto que le ocultan el Este, no puede argüir que para él el horario de la salida del sol es cuando logra divisarlo, pues entonces esto sería como a mediodía. La pregunta que surge es cuál es el horario válido para la ciudad vieja de Jerusalém, a la que el Monte de los Olivos le tapa el horizonte por el Este, por lo que el sol se avista unos minutos más tarde. Incluso para quienes están parados sobre el Monte de los Olivos, los Montes de Moab les ocultan el inicio de la salida del sol. Hay quienes opinan que el momento de la salida del sol es cuando se lo ve efectivamente, esto es, después que se elevó por encima del Monte de los Olivos. Otros opinan que no se debe tomar en cuenta la montaña cercana, como en el caso del Monte de los Olivos, por cuanto que se puede caminar hasta ella, empero en el caso de los Montes de Moab que quedan lejos, sí se requiere considerarlos. La diferencia entre ambas opiniones se reduce sólo a unos pocos minutos.

Hay otros que opinan que no se deben tomar en consideración las montañas ubicadas al oriente sino que se calcula la salida del sol según el horizonte llano, esto es, a qué hora se vería el sol de no existir allí montañas. Hoy en día disponemos de programas informáticos que permiten calcular el horario astronómico exacto de la salida del sol en cualquier sitio, sin tomar en cuenta las montañas situadas al oriente y muchos acostumbran fijarlo así.

07. ¿Hasta cuánto se puede adelantar la hora del rezo?

A priori, no se ha de rezar antes que los «Vatikín» pues según la opinión de varios juristas el horario correcto de hacerlo es a partir de la salida del sol y hasta el final de la cuarta hora del día, siendo el momento optimal para comenzar justo al salir el sol. Por lo tanto, para una persona cuyo rezo demora unos veinticinco minutos desde que inicia hasta la «Amidá», el momento más temprano para el inicio es veinticinco minutos antes de la salida del sol.

Quien se ve en la necesidad de rezar antes porque necesita salir más temprano a sus quehaceres puede comenzar su rezo desde el momento en que puede «reconocer» a su amigo a una distancia de cuatro codos pues entonces ya se propagó un poco de luminosidad sobre la tierra y es el horario correcto para colocar los tefilín, los tzitzit y recitar el Shemá. Ya vimos anteriormente que el horario de «reconocer» es aproximadamente cincuenta minutos antes de la salida del sol.

Quien se ve en la necesidad de rezar aún más temprano, habrá de comenzar a recitar los cánticos de alabanza sin tefilín ni talit. Al finalizar la bendición de «Ishtabaj» esperará hasta que se haga la hora de «reconocer», y entonces se envolverá en su talit, colocará sus tefilín y continuará con su rezo.

08. ¿Hasta cuánto se puede adelantar el inicio del rezo en caso de apremio («sheat hadjak»)?

En caso de apremio («sheat hadjak») se pueden recitar las bendiciones del Shemá al despuntar el alba que son setenta y dos minutos antes de la salida del sol (en los meses de Nisán y Tishrei). Empero, mientras exista la posibilidad de recitar las bendiciones del Shemá pasada la hora de «reconocer», no se habrá de hacerlo al despuntar el alba. Por ejemplo, en el caso del viajero, si puede rezar mientras camina o mientras está sentado (si su amigo es quien maneja el automóvil) deberá esperar hasta que llegue la hora en que se puede «reconocer» para recitar las bendiciones del Shemá y rezar la «Amidá» tanto caminando como sentado.

Si la persona en cuestión puede recitar las bendiciones del Shemá estando en camino después de la hora en que se puede «reconocer» pero no puede rezar la «Amidá«, habrá de adelantarse a rezarla tras el despunte del alba y las bendiciones del Shemá las recitará en el camino, a pesar de que de esta manera no conecta la redención con la plegaria.

Cuando no hay posibilidad de recitar las bendiciones previas al Shemá en el camino, por ejemplo si no las sabe de memoria o no tiene la posibilidad de leer de un Sidur mientras camina o viaja, por cuanto que la circunstancia es de apremio podrá adelantar su rezo. Esto es lo que se habrá de hacer: se ha de recitar las bendiciones matinales, las ofrendas y los cánticos de alabanza antes del despunte del alba, tras éste se colocan el talit y los tefilín sin recitar las bendiciones correspondientes, luego se recita el Shemá y sus bendiciones y se reza la «Amidá«. Al finalizarla habrá arribado la hora de «reconocer», se palpará los tzitzit y los tefilín y recitará las bendiciones correspondientes. De acuerdo a la usanza ashkenazí, en este caso se omite la bendición de «Iotzer Hameorot» (que crea las luminarias) porque se reza antes de la hora en que se puede «reconocer» y la recitará después de la «Amidá«.

09. Rezar a la hora de «Vatikín» solo o más tarde pero con quórum (Minián).

Los sabios de las últimas generaciones debatieron respecto de qué es más excelente: rezar solo a la hora de «Vatikín» o con Minián más tarde. Hay quienes opinan que como los sabios alabaron a quienes rezan a la hora de «Vatikín» afirmando que quien lo hace está a salvo de todo contratiempo durante todo el día, es mejor rezar a esa hora aunque sea en soledad. Otros opinan que es mejor rezar con la congregación, pues la plegaria pública, con certeza, es atendida. Además, existen dudas respecto de cuándo es la hora exacta de «Vatikín» (tal como lo vimos en la halajá 6) y por lo tanto no corresponde que una «duda de «Vatikín» desplace al precepto de rezar con Minián. La costumbre extendida es indicar a las personas que recen con la congregación. Empero en el caso de quien está acostumbrado a rezar «Vatikín» con Minián y una mañana carece de éste, podrá rezar ese día a la hora de siempre en soledad para no alterar su costumbre.

En el caso de la persona que puede optar entre rezar con Minián antes de la salida del sol que es el horario de rezo a posteriori o rezar en soledad más tarde a la hora de Vatikín, muchos juristas son de la opinión de que es mejor rezar solo a la hora de Vatikín y otros consideran que es mejor rezar con la congregación antes de la salida del sol, siempre y cuando comience las bendiciones del recitado del Shemá después de la hora en que ya se puede «reconocer». En un caso así es oportuno consultar a una autoridad halájica. Esto obedece a que si en virtud de un puñado de feligreses que deciden rezar Vatikín sin Minián se ha de suspender el servicio público, es mejor que la congregación ore junta antes que salga el sol.

10. Las horas temporales y sus reglas.

El horario para recitar el Shemá se extiende hasta el final de la tercera hora del día y el del rezo hasta el final de la cuarta. La ley se refiere a «horas temporales», o sea, se divide el día en doce partes y cada una de estas recibe el nombre de «hora temporal» (shaá zmanit). En el verano como el día es largo éstas también lo son y exactamente a la inversa ocurre en el invierno.

La pregunta que surge es, ¿desde cuándo se comienza a medir el día? Según el método del Maguén Abraham las horas del día son aquellas en las que hay luz, desde que despunta el alba hasta que oscurece por completo. Por su parte, el Gaón de Vilna considera que se debe tomar en cuenta las horas en las que el sol es visible, o sea desde que sale hasta que se pone.

El tiempo que pasa desde que despunta el alba hasta que el sol sale es de unos setenta y dos minutos en los meses de Nisán y Tishrei. Esto implica que según el método del Maguén Abraham se comienza a contar las tres horas del Shemá setenta y dos minutos antes que según el método del Gaón de Vilna. Por lo tanto la hora final para el recitado del Shemá o el rezo según el Maguén Abraham es más temprana, mas no en setenta y dos minutos, puesto que cada hora según su cálculo es más extensa que según el otro método pero al finalizar seis horas, según los dos métodos, se alcanza el horario del mediodía.

11. La hora final para recitar el Shemá y rezar en la práctica.

El horario de recitar el Shemá se extiende hasta el final de la tercera hora del día pues hasta entonces hay personas que suelen levantarse y quien recita en ese horario cumple con el mandato de la Torá de hacerlo  «al levantarte». Si bien la mayoría de los juristas coinciden con la opinión del Gaón de Vilna en cuanto al cálculo de las horas temporales, en el caso del recitado del Shemá, cuyo horario de recitado se desprende de la Torá, corresponde adoptar la opinión más estricta o sea la del Maguén Abraham. Esto, de acuerdo a la regla que sostiene que en caso de duda respecto de una ley de la Torá, se opta por la opinión más estricta. Empero, hay quienes acostumbran a usar, a priori, el método de cálculo horario del Gaón de Vilna y no se les debe objetar.

Si bien el horario del recitado del Shemá se extiende hasta el final de la tercera hora, si esta ya pasó, se lo recita toda la cuarta hora con sus bendiciones anexas y su recompensa será como la de quien lee la Torá (Shulján Aruj 58:6).

El horario de rezar Shajarit y recitar las bendiciones del Shemá se extiende hasta el final de la cuarta hora del día. Esto obedece a que los sabios establecieron una relación entre los horarios de las plegarias y los del sacrificio «Tamid» en el Templo que se podía elevar hasta el final de la cuarta hora. Dado que el rezo y las bendiciones anexas al Shemá fueron instituidos por los sabios, la halajá indica que se opta por la opinión más flexible por lo que se las puede demorar conforme al método de cálculo horario del Gaón de Vilna. De todas maneras, a priori, los diligentes se apresuran en cumplir con los preceptos por lo que es bueno rezar según el horario del Maguén Abraham (Mishná Berurá 58:4).

En el caso de que hayan pasado ya las cuatro horas del día sin haber recitado aún las bendiciones del Shemá y sin haber rezado hay consenso en cuanto a que en lo relativo al rezo se puede llevar a cabo hasta el mediodía. Si bien la halajá es de acuerdo con la opinión de Rabí Iehudá en cuanto a que se puede rezar Shajarit hasta el final de la cuarta hora y no según la de los sabios que lo permiten hasta mediodía, en la práctica Rabí Iehudá reconoce que en caso de no haber rezado en tiempo se lo puede hacer hasta mediodía. Si bien quien así lo hace pierde la recompensa celestial por rezar en tiempo, es recompensado por el hecho de orar. De todas maneras, no se habrá de rezar Shajarit pasado el mediodía (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 27(A), Shulján Aruj Oraj Jaím 89:1)

En cuanto al recitado del Shemá los juristas están divididos en sus opiniones, de acuerdo a la opinión mayoritaria el permiso de orar hasta el mediodía aplica únicamente al rezo ya que en principio una persona puede rezar en cualquier momento del día una Amidá voluntaria (nedavá), por lo que en caso de duda tiene permitido orar. Empero las bendiciones del recitado del Shemá no se pueden decir voluntariamente por lo que quien se demoró y no lo hizo hasta el final de la cuarta hora perdió su oportunidad (Shulján Aruj 58:6, Jaié Adam). Otros consideran que si no las recitó hasta el final de la cuarta hora por razones de causa mayor puede completarlas hasta el mediodía, siendo esta la usanza de los ashkenazíes (Beur Halajá allí).

12. Rezar con Minián versus hacerlo en hora.

Dado que nuestros sabios establecieron que se recite el Shemá conjuntamente con sus bendiciones para acto seguido rezar, a priori se debe fijar el horario del rezo de Shajarit de modo tal que se concluya el recitado del Shemá antes del final de la tercera hora de acuerdo con la opinión de Maguén Abraham.

Cuando el público se retrasa en el servicio religioso y se teme que no se alcance a recitar el Shemá antes del final del horario de rezo según la opinión de Maguén Abraham, se debe avisar a los presentes que antes de rezar reciten la primera porción de Shemá Israel y quienes quieran cumplir con excelencia que reciten las tres porciones.

Los juristas debatieron qué es preferible hacer en caso de que el público demore aún más y recite la Amidá después de finalizado el horario de rezo según la opinión de Maguén Abraham. Unos opinan que es preferible rezar con Minián dentro del marco de las primeras cuatro horas según el horario del Gaón de Vilna (Grá), siendo ésta la opinión mayoritaria. Además el horario de rezar tiene su origen en la legislación rabínica y en caso de duda respecto de una norma rabínica se adopta la opinión más flexible y esta opinión se ve reforzada por el hecho de que en caso de necesidad se puede rezar Shajarit hasta el mediodía.

Por lo tanto, es preferible rezar con Minián según lo dispuesto por nuestros sabios aunque la plegaria se lleve a cabo pasado el horario de rezar dispuesto por Maguén Abraham. Otros consideran que es preferible rezar individualmente en tiempo según el horario de Maguén Abraham a hacerlo con Minián habiendo pasado éste.

Sin embargo, en caso de que el Minián no actúe de acuerdo con la halajá rezando pasadas las cuatro horas según el horario del Gaón de Vilna todas las opiniones concuerdan con que se debe rezar individualmente más temprano.

En el caso de quien carece de tefilín, no habrá de postergar el horario de recitado del Shemá ni el de rezar ya que a posteriori se puede cumplir con los preceptos de recitar el Shemá y el de rezar sin colocar tefilín (Mishná Berurá 46:33, ver arriba 12:9).

01. Saludar previo al rezo.

A partir de que despuntó el alba está prohibido ir a la casa de un amigo, padre o maestro y saludarlo. Si lo hizo, los considera a estos superiores al Creador pues antes de presentarse y agradecer al Eterno por un nuevo día se presentó ante ellos (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 14(A)).

Si al pasar por la puerta de la casa de uno de estos, por cuestiones de educación o modales, corresponde que entre a saludar, se les puede dirigir los «buenos días» pero no se les ha de decir «Shalom», puesto que éste es uno de los nombres de D´s y no se debe honrar a un ser humano con un Nombre Divino antes del rezo (Shulján Aruj Oraj Jaím 89(B)).

En caso que lo encuentre en el camino, por cuanto no existió previamente intención de saludarlo, la mayoría de los juristas consideran que se le puede decir «Shalom». Otros juristas consideran que también en este caso se pueden dar los «buenos días» pero no se puede saludar con «Shalom» para que así la persona recuerde que aún no rezó y no se demore en conversaciones mundanas antes del servicio de Shajarit, siendo esta la manera procedente de actuar (ver Mishná Berurá 89:16).

Quien camino a la sinagoga se encuentra a un amigo que ya terminó de rezar y le dice «Shalom», éste le podrá responder con el mismo vocablo aunque todavía no haya rezado (Mishná Berurá 89:16).

La prohibición se centra en no anticiparse y pasar por la casa de un amigo, un padre o un rabino en señal de respeto, empero si es para cumplir con un precepto está permitido. Por lo tanto, si un padre necesita ser acompañado a la sinagoga se puede pasar primero por su casa para llevarlo y a priori se le saluda con «buenos días» mas no con «Shalom».

Asimismo, si los padres de una persona están por viajar, y dada la mitzvá de  honrarlos debe acompañarlos o ayudarles, en caso de que si se espera a que concluya el rezo público sus padres ya habrán viajado, habrá de recitar primeramente las bendiciones matinales para luego llevarlos al aeropuerto y recién después habrá de rezar (su padre rezará en el avión). Lo mismo ocurre con quien tiene que ir al aeropuerto a recibir a sus padres.

02. No dedicarse a las ocupaciones diarias antes de rezar.

A partir que despunta el alba, está prohibido ocuparse de sus tareas antes de rezar. Esto se debe a que los aspectos ligados a la santidad preceden a lo mundano y el honor celestial a las necesidades terrenales. Por lo tanto, es menester alabar primeramente a D´s y rezar ante Él y solo después dedicarse a las ocupaciones diarias. Nuestros sabios dijeron que (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 14(A)) «Todo aquél que primero reza y luego sale a su camino, el Santo Bendito Sea colma sus deseos».

Es preferible rezar solo y luego comenzar a trabajar a primero trabajar para  luego suspender y rezar con Minián. Por ejemplo, quien precisa comenzar a trabajar a las seis y media y donde vive el único Minián es a las siete y media, es mejor que rece solo antes de comenzar su jornada laboral, para así no anteponer su trabajo al rezo (Mishná Berurá 89:20).

Empero, antes que despunte el alba se puede comenzar a trabajar, puesto que todavía no es horario de rezar Shajarit y no se considera que su labor anteceda al rezo. En este caso se debe poner atención de recitar primero las bendiciones matinales, puesto que éstas se recitan inmediatamente después de levantarse. Quien empieza a trabajar antes que haya despuntado el alba podrá continuar haciéndolo ininterrumpidamente después de este horario siempre y cuando alcance a rezar Shajarit antes de que se pase el horario del rezo (Shulján Aruj 89:7, Mishná Berurá 89:37 y 70:23).

03. Acciones que está permitido realizar antes del rezo.

Antes de rezar está permitido realizar una acción vinculada al cumplimiento de un precepto por cuanto la persona no se está dedicando a sus necesidades sino a cuestiones celestiales. Por ejemplo, si un viernes cabe temer que después del rezo matinal ya no queden alimentos para Shabat en la tienda, se los puede adquirir antes del servicio (Mishná Berurá 250:1, Kaf HaJaím 89:25). Empero, si no se trata de algo relativo al cumplimiento de un precepto está prohibido comprar cualquier producto. Si la persona en cuestión se quedó sin comida en la casa y necesita mandarles viandas a sus hijos que salen temprano para el colegio, podrá comprar los alimentos antes de rezar puesto que también esto se considera como relativo al cumplimiento de un precepto.

Pequeñas acciones no se consideran trabajo o labor, por lo que quien las realiza antes de rezar no se lo considera que las antepone a sus deberes religiosos. Por ejemplo, una persona puede arreglar su cama, sacar la basura, darle un vistazo al periódico o ejercitarse un poco antes de ir a rezar.

Está permitido poner a lavar ropa ya clasificada en el lavarropa así como ponerlo en funcionamiento, pues se trata de una labor liviana. Empero queda prohibido clasificar ropa para su lavado, para luego introducirla al lavarropa (Halijot Shlomó 2:5).

Está prohibido cocinar u hornear antes del rezo, empero está permitido encender fuego bajo una olla o poner al horno una fuente con alimentos que fueron preparados el día anterior.

En caso de necesidad, está permitido vestir a los niños y prepararles un sándwich antes de que salgan rumbo al jardín de infantes o la escuela, pues se trata de una labor liviana y además tiene un aspecto preceptivo.

Está asimismo permitido escribir a mano o en la computadora ideas o innovaciones en el ámbito de la Torá («jidushim») antes del rezo, mas está prohibido escribir cuestiones mundanas («reshut«).

04. Inmersión en la «Mikve», lavado y afeitado.

En el marco de la prohibición de dedicarse a las necesidades personales u ocupaciones diarias previo el rezo se encuentra la de cortarse el pelo o entrar al baño público-turco («merjatz«) (Rambám Tefilá 6:7). Empero es obligatorio lavarse las manos y es conveniente enjuagar también la cara y cepillar los dientes antes de rezar (Shulján Aruj 4:17, 46:1).

Está permitido ir a la Mikvé antes del rezo, ya que esto no se considera en desmedro de la importancia del rezo, sino que por el contrario, se trata de un preparativo y una purificación previa al mismo.

Asimismo está permitido tomar una ducha antes del rezo, pues lavar el cuerpo con 9 kav de agua (unos once litros) es considerada una purificación y un preparativo de cara a la oración (ver Shulján Aruj Oraj Jaím 88:1, Mishná Berurá 89:4, Minjat Iehudá 4:21. Ver en Peninei Halajá Moadim 1:16,8).

En opinión de algunos juristas, quien se baña con agua antes de rezar no puede enjabonarse pues se trata de un lavado prohibido. En la práctica, quien siente que está sucio y se enjabona para limpiarse y no por placer puede hacerlo a condición de que esto no le implique llegar tarde al rezo público.

Está prohibido cortarse el pelo antes del rezo, empero respecto del afeitado existen dudas. Hay juristas que sostienen que el afeitado está incluido en la prohibición de cortarse el pelo. Sin embargo, en la práctica, nos parece que quien está acostumbrado a afeitarse a diario puede hacerlo antes del rezo pues para esta persona se trata de una acción que es parte de su proceso diario del despertar y no se lo considera como ocuparse de una necesidad personal. En especial, se debe permitir si el afeitado es una preparación en honor al rezo.

05. El viajante.

Una persona puede partir de viaje antes de que despunte el alba, siempre y cuando planifique su derrotero de modo tal que tenga la posibilidad de parar a rezar la plegaria matinal a tiempo. Empero, después que despuntó el alba está prohibido partir, sino que antes deberá rezar. Incluso en caso de que si reza antes de salir lo hará solo, mientras que si lo hace en su destino podrá hacerlo con Minián, es mejor que rece solo antes de partir (Mishná Berurá 89:20).

El concepto «viajante» se aplica a quien sale a un camino largo. Hay juristas que entienden que implica un derrotero de más de setenta y dos minutos (Responsa Or Letzión II 7:6). En caso de necesidad se puede confiar en esta opinión. Por lo tanto, quien se ve en la necesidad de salir temprano, antes de que en su localidad se realice el servicio público, si el camino se ha de prolongar menos de setenta y dos minutos es preferible que salga y rece con Minián al llegar, siempre y cuando que pueda hacerlo en su destino. Si por el contrario, el camino lleva más de setenta y dos minutos es mejor que rece solo antes de partir. En caso de necesidad o premura («sheat hadjak«), si por ejemplo, por demorarse en salir llegará tarde al trabajo o perderá mucho tiempo en los embotellamientos de tránsito, aunque el camino lleve más de setenta y dos minutos podrá salir tras recitar las bendiciones matinales y rezar después de que arribe a destino (ver Ramá 89:3, Jaiéi Adam 1:16, Mishná Berurá 90:53).

Si el motivo del viaje es rezar, como por ejemplo si viaja al «Kotel Hamaaraví» para el servicio de Shajarit, aunque el viaje lleve más de setenta y dos minutos, podrá partir sin haber rezado, puesto que el motivo del viaje es el rezo y no sus necesidades particulares (Or Letzión ídem).

06. Comer y beber antes de rezar.

A partir de que despuntó el alba está prohibido comer o beber antes del rezo. Nuestros sabios relacionaron esta prohibición con lo que reza el versículo (Vaikrá 19:26): «No comeréis sobre la sangre», lo cual interpretaron como «no comeréis nada antes de que pidáis por vuestras sangres». Además, dijeron que todo aquél que come y bebe y sólo después reza, sobre él dice el versículo (Melajim-Reyes I 14:9): «y me has dado la espalda[1]«, por lo que dijo el Santo Bendito Sea: una vez que presumió ante Mi ¡¿habrá de aceptar el yugo celestial?!

Sin embargo, está permitido beber agua antes de rezar pues en su ingestión no hay ningún elemento de soberbia. Asimismo, está permitido ingerir bebidas y alimentos que tienen un propósito terapéutico porque por su naturaleza, la ingestión no implica soberbia alguna (Shulján Aruj 89:4). Por ejemplo, quien sufre de estreñimiento tiene permitido comer ciruelas antes del rezo, pues las ingiere con un propósito médico (ver Mishná Berurá 89:24).

Quien está muy hambriento al punto de que no se puede concentrar en el rezo puede comer antes pues se lo considera como un enfermo que necesita ingerir su medicina y en esta ingestión tampoco hay elemento alguno de presunción (Shulján Aruj 89:4, ver Mishná Berurá 26).

Una persona débil que no puede posponer su desayuno hasta que el rezo público concluya, es mejor que rece solo y desayune.  A priori, es bueno que una vez desayunado vaya al servicio público para escuchar «Kadish» y «Kedushá» (Beur Halajá 89:3, ver adelante halajá 7).

Un niño que aún no llegó a los trece años de edad puede comer antes del rezo ya que a los pequeños se les instruye en no ingerir únicamente alimentos prohibidos por no ser Kasher. La prohibición instituida por los sabios de no comer antes de rezar o de recitar el Kidush, no aplica sobre los menores puesto que no se trata de alimentos no aptos (Mishná Berurá 106:5 y en Iabía Omer IV 12:15, pero en Kaf HaJaím 106:11 la opinión es más estricta).

[1] El vocablo «gav» (גו ) que significa espalda es cercano a la palabra «gaavá» ( גאווה)que significa orgullo. (n. de t.)

07. Café, té y pasteles antes del rezo.

Quien acostumbra a beber té o café por la mañana y sin éstos no logra concentrarse, podrá tomarlos antes de rezar pues en su ingestión no hay elemento alguno de soberbia sino que se trata de una necesidad a los efectos de concentrarse en el rezo. Hay personas que sienten la necesidad de beber café dos horas después de haberse levantado, por lo que en días de semana en los que el rezo es breve, es mejor que no beban antes de éste, pero en sábados y días de fiesta en los que el servicio se extiende más, es mejor que beban antes de rezar.

En el caso de quien tiene dificultad de beber café o té sin azúcar, puede endulzarlo para que así se sienta en plenitud, mas no habrá de agregar leche. En el caso de quien no puede beber el café sin leche, podrá hacerlo por cuanto que es con el objetivo de poder concentrarse.

Previo al rezo matutino de Shabat muchos acostumbran a actuar con mayor flexibilidad e ingieren pasteles, mas su costumbre es errada y no tienen fundamento en el cual basarse. El permiso de beber café se basa en que este es considerado como agua y quien acostumbra a beberlo y es adicto a la cafeína de no ingerirlo no podrá concentrarse. Empero está prohibido ingerir pasteles antes de rezar y solo quien está muy hambriento o teme que lo estará al punto de no poder concentrarse en el servicio, podrá hacerlo.

08. Comer y beber antes de que despunta el alba.

La prohibición de comer y beber comienza con el despuntar del alba pues este es el horario más temprano para rezar Shajarit. Está prohibido «fijar una comida» media hora antes de que despunte el alba ya que esta puede prolongarse  y la persona se olvide de recitar el Shemá y rezar. Empero está permitido comer algo liviano. Por lo tanto, antes de este horario, está permitido ingerir verduras, frutas y guisados sin límite. Incluso, los guisados pueden contener productos panificados como ser fideos. Sin embargo, pan o pasteles se pueden ingerir a esta hora únicamente en una cantidad menor al volumen de un huevo, ya que por encima de este se considera que se «fija una comida» (Shulján Aruj 232:3, Mishná Berurá 35, Sha´ar Hatziún 89:33).

Antes de la media hora previa al despunte del alba está permitido ingerir cualquier alimento. De todas maneras, al momento de despuntar el alba hay que terminar de comer y beber (Shulján Aruj 89:5, Mishná Berurá 27 y 29).

Según la Kabalá, se acostumbra a ser más estricto en esta cuestión, tal que quien se levanta después de haber dormido su sueño fijo nocturno, aunque sea antes de la medianoche, no habrá de comer ni beber hasta después del rezo de Shajarit. Si bien según la halajá está permitido comer y beber antes de que despunte el alba, a priori es bueno cuidarse de esto. Empero, si abstenerse de comer o beber ocasionará que se deje de estudiar Torá, es mejor hacerlo antes que despunte el alba (Mishná Berurá 89:28). Asimismo, quienes acostumbran despertarse en la noche del Shabat para recitar «Bakashot» (peticiones), pueden comer y beber si esto les ayuda a estar más lúcidos en el servicio a D´s (quienes acostumbran a actuar según la Kabalá son aún más estrictos, ver Kaf HaJaim 89:28 y 43, Iabía Omer I 22:5-6).

09. Tefilín y tzitzit en el recitado del Shemá y el rezo de Shajarit.

Es precepto de nuestros sabios que recitemos el Shemá de Shajarit con los tefilín puestos, tal como reza la porción de igual nombre (Devarim 6:8): «Y los tendrás atados como señal en tu mano y serán como frontales entre tus ojos». Asimismo en la porción de «Vehaiá Im Shamoa» (Devarim 11:18) está escrito: «y las atareis por señal en vuestra mano y por frontales entre vuestros ojos». Todos estos versículos que hablan de tefilín, no corresponde recitarlos sin tenerlos colocados. Por esto, dijeron nuestros sabios que todo aquel que recita el Shemá sin tefilín se asemeja a quien da falso testimonio (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 14(B)).

De todas maneras, quien carece de tefilín también debe recitar el Shemá por cuanto que estos dos son preceptos inconexos en su cumplimiento tal que el incumplimiento de uno no impide cumplir con el otro y entonces quien no tiene el mérito de colocar tefilín, que al menos cumpla con el recitado del Shemá. En este caso no se considera que da falso testimonio por cuanto que la situación no está bajo su control (Mishná Berurá 46:33).

Para la Amidá de Shajarit se deben colocar tefilín por cuanto que el uso de las filacterias es parte de la completa aceptación del Yugo Celestial (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 15(A)).

Los sabios de las últimas generaciones dudaron respecto de qué hacer en el caso de una persona que carece de tefilín y su amigo se los puede prestar después del servicio. ¿Qué es mejor, rezar con la congregación sin tefilín y colocárselos cuando el servicio concluya o rezar en soledad con los tefilín puestos? En la práctica, la mayoría de los juristas asienten que es mejor rezar en soledad con los tefilín, pero quien quiera rezar con la congregación sin filacterias y ponérselas después puede hacerlo.

Corresponde envolverse en el talit antes del rezo, pues la tercera sección del recitado del Shemá se ocupa del precepto del tzitzit y es bueno recitarla habiéndose puesto esta prenda. Se acostumbra que durante el recitado del Shemá se sostenga con la mano los cuatro tzitziot, besándolos algunas veces (ver adelante 15:11). Si bien con el «Talit Katán» ya se cumple con el precepto del tzitzit acostumbramos a vestir también el «Talit Gadol» (manto de oración) en honor al rezo de Shajarit. Antes del casamiento, la mayoría de los ashkenazíes no usan «Talit Gadol» contentándose con el pequeño y una vez casados comienzan a usarlo en  el rezo de Shajarit.

10. Cómo colocar tzitzit y tefilín para Shajarit.

Se coloca el Talit antes que los tefilín, pues estos últimos son más sagrados que el primero y es bueno que una persona vaya en ascenso por el camino de la santidad (Shulján Aruj 25:1).

Además de la intención general que debe tenerse a la hora de cumplir cualquier precepto, es decir, cumplir con el mandato Divino, la Torá nos enseña que el tzitzit tiene un propósito especial y es el de recordarnos todos los preceptos para cumplirlos. El tefilín por su parte, tiene por objetivo someter a nuestro corazón y a nuestra mente para servir a D´s, recordarnos su singularidad y la salida de Egipto (Shulján Aruj 8:8, 25:5). Estas ideas fueron impresas en los libros de rezos y si bien no es obligatorio recitarlas se debe meditar sobre estas.

Quienes cumplen con mayor excelencia esta tradición, acostumbran a envolverse en el talit y colocar los tefilín en sus casas  y caminan con éstos hasta la sinagoga (Shulján Aruj 25:2). Aunque hacer esto provoque que la persona no llegue a la sinagoga entre los diez primeros, es preferible llegar a ésta con los tefilín ya colocados (ver Mishná Berurá 90:47).

Dado que los tefilín tienen santidad, está prohibido distraer la atención de ellos mientras los tiene amarrados, por esta razón es bueno tocarlos cada tanto (Shulján Aruj 28:1, ver Peninei Halajá Likutim I 9:3).

01. ¿Es obligatorio recitarlas?

Los judíos tuvieron como costumbre recitar, por la mañana previo al rezo, el capítulo de la ofrenda permanente (korban hatamid). Empero, como los sabios no lo dispusieron, no se considera una obligación absoluta. De todas maneras, dado que la costumbre del recitado de la ofrenda permanente se basa en lo dicho por lo sabios en el Talmud Babilonio (como se explicará más adelante) y dado que además éstos fijaron el horario de Shajarit en relación con el horario de la ofrenda matinal, los judíos acostumbraron a recitar el capítulo de la ofrenda permanente todos los días hasta que se transformó en obligatoria.

Por lo tanto es bueno recitar cada mañana, previo al rezo, el capítulo de la quema del incienso pues éste era ofrendado todos los días y además el Zohar (Vaiakhel 218:2) alaba vehementemente a quien lo recita a diario. Incluso en el caso de quien tiene prisa, es bueno que intente, por lo menos, leer los capítulos de la ofrenda permanente y del incienso.

Es bueno recitar los demás capítulos de la sección de las ofrendas, amén de las plegarias adjuntas, mas no hay obligación de hacerlo.

Quien no tiene tiempo de recitar el capítulo de la ofrenda permanente, los versículos de la quema del incienso y todos los cánticos de alabanza (pesukei dezimrá) es mejor que se saltee el salmo 30 («Mizmor shir janukat habait» que para los sefaradíes comienza con «Aromimjá HaShem») para así poder recitarlos. Si el tiempo no le ha de alcanzar, que saltee también «Hodu laHashem». Incluso puede omitir «Vaibarej David«, el «Cántico del Mar» y «Vihí Jebod» para así poder recitar la ofrenda permanente y los versículos de la quema del incienso. Este orden de preferencias se debe a que el origen del recitado tanto de la ofrenda permanente como de la quema del incienso es talmúdico, mientras que los pasajes del rezo antes mencionados fueron agregados a los cánticos de alabanza por los sabios saboraítas y los gaonitas[1]. Sin embargo, el núcleo central de los cánticos de alabanza, esto es, «Baruj Sheamar«, «Ashrei» (salmo 145) hasta el final de las «Aleluyas» e «Ishtabaj«, no habrá de ser salteado a los efectos de recitar los versículos de las ofrendas. Esto se debe a que el núcleo de los cánticos de alabanza fue instituido como obligatorio, e incluso se redactaron especialmente las bendiciones que los acompañan.

[1] Posteriores en el tiempo y por ende inferiores en la jerarquía de los sabios ya que cuanto más cercano en el tiempo a la revelación de Sinai la generación de maestros se encuentre, mayor es su peso legislativo (n. de t.)

02. El motivo del recitado de las ofrendas y las distintas fases del rezo.

Las ofrendas expresan la conexión absoluta entre el pueblo de Israel y su Padre Celestial. Esta relación de intenso anhelo por conectarse con el origen de la vida y la completa perfección, llega al punto de estar dispuestos a entregarlo todo a D´s, inclusive la vida misma. A veces, cuando el ser humano percibe la profunda contradicción entre su alma pura y su cuerpo físico cargado de deseos que lo empujan a la bajeza y al pecado, surge en él la voluntad de expiación en pos de la cual la persona llega a estar dispuesta a morir santificando el Nombre Divino, sacrificándose así a D´s. Empero, El Santo Bendito Sea creó al hombre para que viva y sea un socio activo en la corrección del mundo, por lo que el anhelo de apegarse y conectarse a lo divino tiene su expresión en la ofrenda de sacrificios. En lugar de que la persona se sacrifique a sí misma, ofrece un animal de su propiedad. Esto se asemeja a lo ocurrido con nuestro patriarca Abraham, que estaba dispuesto a cumplir con el decreto divino de sacrificar a su único hijo Itzjak hasta que D´s le ordenó no tocarlo y ofrendar en su lugar un carnero.

En el orden del rezo hay cuatro fases, siendo la primera el recitado de las ofrendas. En virtud del sueño nocturno el hombre se hunde en su materialidad y para poder pararse ante D´s y rezar necesita despertarse y ofrendar su alma al Creador mediante el recitado de los Korbanot. Por medio de ellos podrá después purificarse con canciones y alabanzas. Así también podrá aceptar sobre sí el Yugo Celestial durante el recitado del Shemá y sus bendiciones. De esta forma podrá elevarse al nivel superior de la plegaria durante la Amidá, en la cual la persona se para ante D´s para alabarlo, pedirle y agradecerle. De esta manera se incrementa la bendición en el  mundo.

En la Kabalá se explica que estas cuatro fases del rezo se corresponden con los cuatro mundos, y a través de ellos se asciende desde el inferior al superior. Las ofrendas se corresponden con el mundo de la acción (olam haasiá), los cánticos de alabanza se corresponden con el de la formación (olam haietzirá), las bendiciones del Shemá con el mundo de la creación (olam habriá) y la Amidá con el mundo superior, el de la emanación (olam haatzilut).

El comienzo de la labor espiritual pasa por que el hombre acepte de modo claro y contundente que D´s es el soberano y por lo tanto la materialidad de este mundo, así como la vida en éste, carecen de todo valor mientras se encuentren desconectados del servicio al Eterno. El presentar ofrendas es la expresión más palpable del sacrificio de la materialidad y la vida mundana ante D´s. Por lo tanto, el recitado de las ofrendas tiene que ver con el mundo de la acción (olam haasiá), puesto que en éste se manifiestan de modo concreto todas las grandes ideas.

Luego recitamos los cánticos de alabanza que tienen que ver con el mundo de la formación (olam haietzirá). Luego de sacrificar la materialidad, el espíritu (ruaj) se libera de sus ataduras y puede contemplar las maravillas de la creación y entonar alabanzas a D´s.

Desde ese estado de elevación espiritual que se alcanza en el recitado de los cánticos de alabanza, somos capaces de reconocer el Origen Divino y aceptar sobre nosotros el Yugo Celestial por completo. En las ofrendas aún no percibimos por completo los principios de la fe, solamente expresamos nuestra predisposición de entregarlo todo en pos de esta. Empero, una vez que completamos las ofrendas y los cánticos de alabanza, somos capaces de elevarnos y alcanzar la fe completa en el Creador, tal como está postulada en el recitado del Shemá y explicitada en sus bendiciones. Esto se corresponde con el mundo de la creación (olam habriá), en el cual percibimos las raíces espirituales de las cosas.

Es así que ascendemos al nivel más encumbrado, el del mundo de la emanación o proximidad (olam haatzilut), en el cual nos apegamos al Creador y nos identificamos plenamente con los ideales de la Divinidad. Previamente nos paramos ante Él y estuvimos dispuestos a sacrificarnos en sus aras.  Elevamos cánticos ante Él, aceptamos el Yugo Celestial y ahora en el rezo de la Amidá alcanzamos el mayor punto de fusión e identidad con Su Voluntad, que es la de revelar Su Nombre en el mundo, por lo que Le bendecimos y atraemos así bendición sobre el universo todo.

Posteriormente descendemos por los distintos mundos. El Tajanún nos encuentra todavía en el nivel del mundo de la emanación (atzilut). En el Ashrei y la Kedushá de Sidrá hacemos descender  la influencia del rezo al mundo de la creación; luego en el cántico del día desciende al mundo de la formación (ietzirá) y en la quema del incienso, finalmente, al mundo de la acción (asiá) (ver en Kaf HaJaím 48:1 al final en el párrafo que inicia con las palabras ודע הקדמה»).

03. El origen del recitado de las ofrendas.

Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratados de Ta´anit 27(B) y Meguilá 31(B)) que cuando D´s estableció el pacto con Abraham prometiéndole a él y a su descendencia heredar la tierra de Israel, le preguntó nuestro patriarca al Eterno: Soberano del Mundo, si el pueblo de Israel llega a pecar ante Ti, ¿les aplicarás el mismo castigo que usaste con la generación del diluvio o la de la torre de Babel? Le respondió el Eterno: no procederé así con ellos. Le preguntó Abraham: ¿cómo he de saber que no los eliminarás de la faz de la tierra? D´s le respondió: «toma para mí una novilla de tres años…» De esta forma le insinuó que las ofrendas serán los testigos de que existe una conexión eterna entre D´s y el pueblo de Israel, de modo tal que aunque  cometan pecados, ellos provendrán sólo por causa de una influencia externa, mas en su raíz interior, se mantendrán justos y conectados al Eterno. Por lo tanto, mediante la ofrenda de sacrificios que expresan la conexión absoluta del pueblo de Israel con el Creador, se expiarán los pecados.

Abraham preguntó ante D´s: Soberano del Mundo, ¿que será del pueblo de Israel cuando el Templo de Jerusalém se destruya, cómo habrán de expiar por sus pecados? El Santo Bendito Sea le respondió: «ya les dispuse el orden de las ofrendas, mientras lo reciten lo habré de considerar como si los ofrendasen delante de Mí y He de perdonar todos sus pecados».

Además dijeron, que todo aquel que se ocupa de la Torá del sacrificio expiatorio de pecados es como si lo elevase en la práctica y así con todos los diferentes sacrificios (Tratado de Menajot 110(A)).

Esto se debe a que toda acción que se realiza en este mundo posee un alma interior y las palabras de la Torá que se refieren a un precepto son el alma del mismo. Esto se refiere especialmente a la ofrenda de sacrificios que tienen como tema central el expresar la conexión a D´s. Por lo tanto, cuando no es posible elevar una ofrenda en la práctica, el estudio de la misma es considerado como el sustituto a su sacrificio (ver en el Maharal Gvurot Hashem cap. 8).

04. El orden de las ofrendas.

Se inicia con la porción del sacrificio de Itzjak, pues la disposición de Abraham de inmolar a su único hijo es la mayor de las ofrendas posibles y el fundamento de este precepto. Recitar el orden de las ofrendas despierta en los corazones el amor a D´s y el deseo de servirle con entrega total. Además, al recitarlo recordamos el mérito de nuestros ancestros y después de leer el pasaje del sacrificio de Itzjak le pedimos al Altísimo que en mérito de éste se apiade de nosotros y nos redima.

Después de esta lectura, acostumbramos a recitar palabras que buscan despertarnos y motivarnos de cara al rezo y el servicio a D´s, mencionamos allí el Shemá Israel y de acuerdo al Talmud Jerosolimitano debemos culminarlo con la bendición que reza: «Bendito eres Tú que santificas Tu Nombre en la multitud» («Baruj Atá A-donai Mekadesh et Shimjá Barabim«) siendo esta la versión final en la tradición de Ashkenaz. Según la versión sefaradita, dado que el Talmud Babilonio no menciona esta bendición, se recita: «Bendito es Aquel que santifica Su Nombre en la multitud» («Baruj Hamekadesh Shemó Barabim«) sin emplear en la misma ningún Nombre Sagrado.

Luego llegamos a la porción de las ofrendas propiamente dicha. Según la tradición ashkenazí, se recita primero el pasaje del recipiente de cobre para las abluciones y el de la quita de las cenizas, acciones con las que los sacerdotes comenzaban su jornada laboral cada mañana. Además, mediante el lavado de manos y pies en el recipiente de cobre se purificaban para su labor por lo que recitar este pasaje contribuye a la purificación previa al rezo matinal.

Luego todos recitan la porción de la ofrenda permanente y piden que su lectura equivalga a su ejecución. Luego se recitan los versículos de la quema del incienso y los comentarios de los sabios respecto de la preparación de éste.

A todo esto se le agregan versículos para la buenaventura y el párrafo del recuento de Abayéi de las funciones sacerdotales. Luego se recita el cántico «Ana Bekoaj» el cual alude a la labor de ofrendar sacrificios y se concluye con una plegaria para que todo lo expresado por nuestros labios sea considerado como si hubiéramos ejecutado en la práctica la ofrenda permanente o perpetua.

El orden de las ofrendas debe ser recitado después del despunte del alba, pues entonces comenzaba el horario de los sacrificios matinales (Shulján Aruj 1:6, 47:13). Hay juristas que opinan que es bueno recitar este orden de pie, tal cual hacían los sacerdotes que se mantenían parados durante la ejecución de los sacrificios (según el Maguén Abraham y ver Mishná Berurá 48:1). La mayoría de los juristas considera que no es necesario recitarlo de pie y así es la usanza sefaradí (Kaf HaJaím 1:33).

Luego se recita el párrafo que describe dónde se ubicaban los lugares de sacrificio en el Templo (Mishná Zevajim cap. 5). Hay dos razones para su recitado: la primera porque explica el sitio de cada sacrificio y dónde se salpicaba la sangre correspondiente, por lo que equivale a la ofrenda efectiva; la segunda porque nuestros sabios quisieron que cada judío estudie cada día algo de la Torá Escrita, de la Mishná y del Talmud (ver Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 30(A)). Al leer la porción de la ofrenda permanente se cumple con el estudio de la Torá Escrita, al leer este capítulo de Zevajim se cumple con el deber de estudiar Mishná y luego al recitar la Beraita de Rabí Ishmael sobre las trece reglas de interpretación de la Torá se cumple con el deber de estudiar Talmud.

Si bien en el Shulján Aruj está escrito que es bueno recitar todas las porciones de las ofrendas, esto es, la porción del sacrificio «Olá«, «Minjá«, «Shlamim«, «Jatát» y «Asham» (de las porciones de lectura de la Torá Vaikrá y Tzav), en la práctica, no se solían recitar y en los libros de rezo no fueron impresos. Hay quienes opinan que al recitar el antes mencionado capítulo  5 de la Mishná de Zevajim se cumple de cierta forma con el deber de estudiar los distintos sacrificios (Shulján Aruj HaRav 1:9, Eshel Abraham). Es bueno que cada año al leerse en la Torá las porciones de Vaikrá y Tzav estas sean bien analizadas para que su estudio sea considerado como ofrendar un sacrificio (Talmud Babilonio Tratado de Menajot 110(A)).

05. El porqué de la ofrenda permanente.

Tal como vimos anteriormente (halajá 1) es importante tener el cuidado de recitar a diario los versículos de la ofrenda permanente y de la quema del incienso. Por esta razón es menester que los expliquemos brevemente.

La ofrenda permanente es el más importante de los sacrificios, puesto que es el más constante de entre todos, al ser elevado a diario dos veces, uno por la mañana y el otro al atardecer. Por lo tanto, expresa la conexión inamovible entre el pueblo de Israel y su Padre Celestial.

Todos los judíos eran partícipes de esta ofrenda pues era adquirida con el dinero recaudado por el impuesto del medio siclo de plata (majatzit hashekel). Este impuesto era abonado anualmente al Templo por todo judío, sea este rico o pobre, por lo que expresaba la unidad nacional.

Dado que los judíos son el corazón de todas las naciones, la unicidad de D´s se manifestaba mediante la ofrenda permanente, pues todo el mundo se veía conectado mediante la ofrenda permanente a la singular fuente de la vida (Maharal Netiv Haavodá 1).

El ciclo de vida consiste en el nacimiento, el crecimiento y al final la muerte. Cada día mueren personas, algunas por causa de la vejez, otras por accidentes o enfermedades. Lo mismo ocurre en el mundo animal, cada día mueren millones de seres vivos. Otro tanto ocurre en el reino vegetal. Cada día millones de árboles, arbustos y flores perecen. La gran pregunta que surge es ¿cuál es el significado de todo este proceso?; ¿acaso se trata de un ciclo arbitrario de vida y muerte sin objetivo ni beneficio, o por el contrario existe en todo esto una tendencia general hacia la que todos los seres vivos apuntan? En la ofrenda permanente hay una respuesta a esta interrogante. El mundo todo aspira a la completitud y la perfección. Una parte de esta elevación se lleva a cabo mediante el florecimiento y el crecimiento y otra mediante la destrucción y la muerte. La destrucción no es arbitraria, en realidad se trata de un sacrificio que expresa la aspiración a la perfección. Dado que no es posible en este mundo alcanzar la completitud, tras completar todas las acciones y elevaciones posibles, el espíritu sigue deseando superarse, mientras que el cuerpo envejece, las herramientas materiales se van deteriorando. Es así que el espíritu se desprende del cuerpo y se eleva retornando a su origen. A estos efectos los sacerdotes sacrificaban en el recinto más sagrado del mundo la ofrenda permanente, una por la mañana y una por la noche. Esta ofrenda era representativa de toda la vida que había llegado a su término en el mundo durante esa jornada. Mediante la ofrenda permanente se les adjudicaba un sentido, el cual es el retornar a su origen y elevarse cual fragancia placentera para el Creador (ver Maharal Netiv Haavodá 1).

06. El porqué de la quema del incienso.

Al igual que la ofrenda permanente, también el incienso era quemado a diario, una mitad por la mañana y la otra en el atardecer. La ofrenda permanente venía a expresar en forma manifiesta la conexión entre el Creador y el pueblo de Israel, así como entre las creaturas y la fuente de sus vidas. Por esta razón se colocaban los órganos de la ofrenda permanente sobre el altar exterior a la vista de todos. En cambio, la quema del incienso viene a expresar la profunda relación interior entre el pueblo de Israel y el Creador por lo que esta se llevaba a cabo sobre el altar interior del Templo. La ofrenda permanente conecta la materialidad palpable de todas las creaturas con D´s y por esta razón consistía en salpicar su sangre sobre el altar y colocar los órganos sobre éste. Por otra parte, la quema del incienso es sutil y espiritual, consiste en la agradable fragancia que emanaba de las especies que lo componían.

Por intermedio del incienso aparece en el mundo una luz espiritual superior que ilumina al alma interior de todas las creaturas y conecta a todo con la santidad. Por  esta razón estaba constituido por especies que emanaban un aroma agradable, ya que lo fragante es el placer más sutil y espiritual que existe. El aroma se esparce por doquier, lo cual alude a la influencia de la iluminación espiritual sobre el interior de todas las creaturas, que las conecta con lo sagrado y las eleva en su nivel (Olat Hareaiá 135).

En el incienso había once especies diferentes minuciosamente molidas a los efectos de unificarlas y que su fragancia se eleve apropiadamente. Con esto se alude a que la unión absoluta de todas las fuerzas en pos de una misma meta sagrada logra corregir al mundo.

Una de las especies centrales en la mezcla del incienso era el gálbano que alude a los trasgresores del pueblo de Israel, los cuales en su raíz interior se mantienen unidos a la santidad de la nación. Este gálbano, por separado, tenía un aroma sumamente desagradable, empero mezclado con las demás especies adquiría una fragancia renovada, de modo tal que en vez de arruinar al producto final lo mejoraba mucho. Esto nos enseña que cuando todas las potencialidades del pueblo de Israel se unen en pos de una meta sagrada, se manifiesta la virtud interior de los trasgresores de la nación israelita y su inclusión contribuye a la corrección del mundo (ver en Olat Hareaiá I 136-8).

 

01. ¿Por qué se recitan?

El orden correcto del rezo es iniciar primeramente con palabras de alabanza al Creador y solo después hacer peticiones, tal como lo hizo Moshé Rabenu que primeramente comenzó con loas (Devarim 3:24): «¡Oh D´s Eterno! Tú has comenzado a mostrar Tu grandeza y Tu fuerte mano, pues ¿qué otro dios hay en el cielo y en la tierra que pueda hacer Tus obras y que tenga Tu poder?» Y luego pidió: «Te imploro me dejes pasar para que pueda contemplar la buena tierra…». Según esto, Rabí Samlai enseñó que «siempre se ha de alabar primero al Santo Bendito Sea para después rezar» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 32(A)). El principal prólogo de alabanzas lo tenemos en las primeras tres bendiciones de la Amidá que anteceden a las trece posteriores que son peticiones. De todas maneras es bueno prologar el conjunto del servicio con alabanzas, razón por la cual nuestros sabios instituyeron los cánticos de alabanza («pesukei dezimrá«) para El Creador. Nuestros sabios dispusieron asimismo que estos cánticos se inicien con la bendición  «Baruj Sheamar» y finalicen con la de «Ishtabaj»

En un principio, en tiempos de nuestros maestros tanaítas (siglos primero y segundo de la era común n. de t.), el recitado de los cánticos de alabanza era considerado una costumbre solamente de los píos y muy valorada por los sabios. Empero con el correr del tiempo se popularizó, transformándose en práctica obligatoria que todos los judíos inicien sus rezos con estos cánticos.

Al recitar los cánticos de alabanza nos referimos a la grandeza del Creador y de esa manera luego sabremos ante Quién estamos parados a la hora de rezar. De no ser así, se teme que formulemos nuestros pedidos como los idólatras, que sólo procuran su éxito personal en las cuestiones mundanas sin procurar apegarse a D´s, fuente de toda vida. Sin embargo, una vez que purificamos nuestros corazones meditando en la grandeza del Eterno sabremos cómo rezar, tal que al pedir por nuestra salud y sustento lo haremos con el propósito de poder apegarnos a la Torá de D´s y consagrar Su Nombre en el mundo. De esta manera nuestras plegarias han de ser aceptadas.

El nombre hebreo para los Cánticos de alabanza es «Pesukei dezimrá«. La palabra «dezimrá» proviene de «zemer» que significa canción o música, mas está también emparentada con el verbo «lizmor» que significa podar un viñedo. Así como el podador quita del viñedo las ramas innecesarias para potenciar el crecimiento de mejores frutos, de la misma forma mediante el recitado de los cánticos de alabanza eliminamos nuestros pensamientos errados y malos sentimientos, para que de esta manera nuestra plegaria se eleve. La purificación anterior al rezo alegra y genera placer, y por esta razón las alabanzas previas reciben el nombre de «Cánticos de alabanza» o «versículos musicales».

02. ¿Cuáles son los cánticos de alabanza?

El núcleo de estos cánticos son los seis capítulos finales del libro de Tehilim (Salmos). El más importante es el primero que recitamos, «salmo de alabanza para  David» (Salmo 145). Todo aquél que recita este salmo tres veces al día tiene asegurado su pasaje al Mundo Venidero. En este cántico las alabanzas están ordenadas alfabéticamente, teniendo como punto máximo el versículo «Tu abres Tu mano y satisfaces a todo ser viviente» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 4(B)). Antes de iniciar este salmo, se acostumbró a recitar un versículo que se inicia con la palabra «Ashrei» (feliz), por lo que el cántico todo recibió este nombre.

Tras este salmo se recitan otros cinco que comienzan y terminan con la palabra «Aleluya», sobre los que Rabí Iosei dijo: «sea mi posteridad entre quienes alaban a Hashem todos los días» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 118(B)).

En tiempo de los saboraítas (posterior a los amoraítas) se instituyó recitar el «Hodú» (Divrei Haiamim-Crónicas I 16:8-36), que es un cántico de alabanza pronunciado por el rey David cuando devolvió al Tabernáculo el Arca sagrada del Pacto que estaba en manos de los captores filisteos. Posteriormente, en tiempos del Templo de Jerusalém, se pronunciaba la mitad de este cántico durante la ofrenda del sacrificio permanente matinal y la otra mitad durante el sacrificio permanente de la tarde (Beit Iosef Oraj Jaím 50). De acuerdo con la usanza ashkenazí se recita «Hodú» después de la bendición «Baruj Sheamar«, para que todas las loas estén incluidas entre las bendiciones de los cánticos de alabanza (Tur Oraj Jaím 51). Según la usanza sefaradí se recita «Hodú» antes de «Baruj Sheamar», pues se trata de una continuación del recitado de la ofrenda permanente (Eshkol, Kolbó).

Además, los saboraítas establecieron que antes del «Ashrei» se reciten una serie de versículos que comienzan con la expresión «iehí jvod» (sea la gloria de Hashem), pues estos refuerzan la confianza en D´s y en la redención del pueblo de Israel. El Arízal explicó extensamente los secretos encerrados en estos versículos (Kaf HaJaím 51:13).

Posteriormente, en tiempo de los Gaonitas se acostumbraba a agregarle a los cánticos de alabanza algunos otros versículos y capítulos. Decidieron que se recite «Mizmor Letodá» (Tehilim-Salmos 100) el cual, según nuestros sabios de bendita memoria, será el único pasaje de alabanza que trascenderá los tiempos y no caducará (Vaikrá Rabá 9:7). Por esta razón corresponde recitarlo cantado. No se recita en sábados o días de fiesta,  siendo sustituido por «Mizmor Shir leiom Hashabat» (Salmo 92). De acuerdo a la usanza ashkenazí, este cántico se corresponde con la ofrenda de agradecimiento (korbán todá) que incluía panes leudados y por lo tanto no se recita en la víspera de Pesaj ni en Jol Hamoed (días intermedios) de la misma fiesta ni en víspera de Iom Kipur pues en esos días no se ofrendaban sacrificios de agradecimiento ya sea por la prohibición de pan leudado o por el ayuno. De acuerdo a la usanza sefaradí se recita «Mizmor Letodá» en víspera de Pesaj, en Jol Hamoed Pesaj y en víspera de Iom Kipur pues el cometido central de este cántico es alabar al Creador y no se lo interpreta como correspondiente a la ofrenda de agradecimiento (Beit Iosef y Ramá 51:8).

Los Gaonitas escribieron que hay quienes acostumbran a recitar «Vaibarej David» (Divrei Haiamim-Crónicas I 29:1-13 y Nejemia 9:6-11) así como el Cántico del Mar que entonaron Moshé y el pueblo de Israel  (Shemot-Éxodo 15:1-18). De todas maneras, el núcleo principal de los cánticos de alabanza está compuesto por los salmos de David, tal como se menciona en la bendición «Baruj Sheamar«: «y mediante los cánticos de David te hemos de alabar». Sin embargo, en tiempos de los Gaonitas había quienes acostumbraban a agregar versículos de la Torá y del libro de Nejemia y al final de la Edad Media ya todos acostumbraban a recitarlos.

03. Diversas costumbres referidas a los cánticos de alabanza y qué intención se requiere al recitarlos.

Los cánticos de alabanza se recitan serenamente y sin apresurarse (Shulján Aruj 51:8).

Dado que la bendición «Baruj Sheamar» tiene una importancia especial por insinuar cuestiones muy elevadas, se acostumbró siempre a recitarla de pie (Mishná Berurá 51:1, Kaf HaJaím 1). De acuerdo a la tradición ashkenazí, hay que ponerse de pie también para la bendición de «Ishtabaj» que es la que finaliza los cánticos de alabanza, mas según la tradición sefaradí esto no es necesario (Ramá 51:7, Kaf HaJaím 42).

Asimismo, se acostumbró a ponerse de pie desde que se recita «Vaibarej David» hasta «Asher bajarta beAbram«, como forma de honrar al reino de Israel que fue establecido por el rey David.

Vimos arriba que una de las dos razones por las cuales es importante recitar la alabanza de David («Ashrei«, Salmo 145) es por el versículo allí contenido que reza «Tú abres Tu mano y satisfaces a todo ser viviente». Por lo tanto, corresponde recitarlo con gran concentración y en caso de que se haya recitado distraído, es menester volver a hacerlo con plena intención aunque ya se esté en otro pasaje de esta sección, pues es el más importante de todos los versículos de los cánticos de alabanza. Incluso hay quienes son de la opinión de que si no se recitó el versículo más importante con plena intención, todo lo que se recita después carece de efecto, por lo que es necesario retroceder y volver a recitar desde «poteaj» y hasta el final del capítulo (Mishná Berurá 52:16). Sin embargo, la mayoría de los juristas considera que es suficiente con repetir únicamente el versículo que comienza con la palabra antes mencionada (Shulján Aruj 52:7).

04. Interrupciones durante los cánticos de alabanza.

Dado que la bendición «Baruj Sheamar» es anterior a los cánticos de alabanza e «Ishtabaj» posterior a los mismos, resulta que todos estos conforman una unidad compacta, razón por la cual está prohibido interrumpir en la mitad de su recitado.

Sin embargo, en caso de gran necesidad, a los efectos de evitar una pérdida económica cuantiosa, está permitido interrumpir para hablar (es bueno que antes y después de la interrupción la persona recite los versículos «Baruj Hashem» previos a «Vaibarej David«, ver Mishná Berurá 51:7). Asimismo, para evitar una ofensa está permitido saludar (ver adelante16:6, reglas de interrupción entre «Ishtabaj» y «Barjú» se detallarán más adelante en el capítulo 16:2).

En relación a quien tuvo que ir al baño en medio de los cánticos de alabanza, si bien hay quienes opinan que a los efectos de no interrumpir es mejor que posponga la bendición de «Asher Iatzar» para después del rezo, de todas maneras es mejor recitar «Asher Iatzar» de inmediato pues de posponerla se corre el riesgo de olvidar recitarla.

Si en medio de los cánticos de alabanza se escuchan bendiciones o Kadish no se ha de responder «Baruj Hú Baruj Shemó«, empero «Amén» sí se permite contestar. Si bien se puede responder «Amén» no es obligatorio hacerlo, ya que como la persona está ocupada cumpliendo con el precepto de recitar los cánticos de alabanza, está exenta del precepto de responder «Amén» por otras cuestiones relativas a la  santidad («Devarim Shebakdushá«). En el caso de quien se concentra apropiadamente en los cánticos de alabanza y la interrupción para responder «Amén» le puede perturbar, es mejor que continúe recitándolos y no responda. Empero si oyó que la congregación recita la «Kedushá«, se deberá parar con ambos pies juntos y sumarse a ésta para no sobresalir como quien no se une a la comunidad en cuestiones relativas a la santidad. Asimismo, si la congregación llegó ya a «Modim Derrabanán» o «Barjú» corresponde responder junto a todos. Si una persona reza en un «Minián» que se encuentra en ese momento a la altura de los cánticos de alabanza y escucha de otra congregación «Kedushá«, «Modim» o «Barjú«, puede permanecer sentado y continuar recitando los cánticos de alabanza, por cuanto que no se ve como quien se aparta de la congregación al seguir rezando normalmente.

No se debe llamar a la Torá a quien se encuentra aun recitando los cánticos de alabanza, salvo en caso de que sea Cohen o Leví y no se encuentre en la sinagoga otro que lo suplante. Una persona que se encuentra aún en medio de los cánticos de alabanza, no habrá de interrumpir su recitado para pedir al encargado (Gabai) del servicio (que en ese momento se encuentra ya en la lectura de la Torá) que recite una bendición de «mi sheberaj«. En caso de que el encargado del servicio se equivoque y llame a la Torá a un Israel que se encuentra en medio de los cánticos de alabanza, este deberá acudir para honrar a la Torá y a la congregación (Mishná Berurá 51:10).

05. ¿Qué partes corresponde saltearse para unirse a la congregación en la Amidá?

Quien llega tarde al servicio y ve que la congregación está por finalizar los cánticos de alabanza, es mejor que los omita para así poder rezar con la comunidad, pues la plegaria con «Minián» tiene mayor importancia que el recitado de los cánticos en cuestión. Esto se debe a que los cánticos de alabanza se recitan como preparativo para el rezo, para que este sea mejor recibido, empero quien reza con «Minián«, seguramente su plegaria será bien recibida (Tratado de Berajot 8(A)). Por lo tanto, quien llega tarde al servicio, es mejor que se saltee la mayor parte de las bendiciones matinales, ofrendas y cánticos de alabanza para alcanzar a rezar la «Amidá» con la congregación.

Sin embargo, no se ha de saltear  «Baruj Sheamar«, «Ashrei» ni «Ishtabaj» para no perder su recitado. Esto se debe a que estas alabanzas fueron diseñadas para ser recitadas antes del rezo, por lo que después de la «Amidá» ya no se pueden completar. A los efectos  de recitar las bendiciones de los cánticos de alabanza es necesario decir aunque sea una porción de estos, por lo que corresponde escoger al más importante de los mismos que es  «Ashrei«.

Asimismo es importante poner cuidado en recitar previo al rezo la bendición de «Eloh-ai Neshamá» y las bendiciones de la Torá, que si no las recita antes de rezar las habrá de perder (Mishná Berurá 52:9 y Beur Halajá allí). Además, antes del rezo es necesario envolverse en el talit y colocar los tefilín.

Si la persona no tiene tiempo para recitar todas las bendiciones, luego el «Ashrei» y alcanzar a rezar la Amidá con la congregación, habrá de rezar solo sin saltearse nada.

A priori es bueno que la persona calcule sus «atajos» de modo tal que alcance a rezar con la congregación, es decir, con diez que rezan la «Amidá» en silencio. Sin embargo, si la persona ve que no alcanzará a recitar las bendiciones, luego el «Ashrei» y además alcanzar a rezar la Amidá con  la congregación, que haga  el esfuerzo de rezar la «Amidá» durante la repetición en voz alta del oficiante, que a ojos de la mayoría de los juristas también se considera rezar con la congregación.

Quien se ve en la necesidad de saltear pasajes de los cánticos de alabanza para rezar con el «Minián«, es bueno que los complete después del servicio.

06. Orden de preferencias para saltear pasajes de los cánticos de alabanza.

Estudiamos en la halajá anterior que en todo caso que comenzamos a rezar con cierto retraso respecto del oficiante, siempre debemos recitar la bendición de «Elo-hai Neshamá» y las bendiciones de la Torá, envolvernos en el talit, colocar los tefilín, recitar «Baruj Sheamar«, «Ashrei«, «Ishtabaj» y continuar con las bendiciones del recitado del «Shemá». Por lo tanto, quien llega tarde al rezo público, si puede recitar todos estos pasajes y alcanzar a rezar junto al oficiante la «Amidá«, habrá de saltearse todo lo demás y luego completará lo que le faltó rezar. Si tiene tiempo de completar algo más antes de que se inicie la «Amidá«, es necesario que sepa el orden de importancia de las diferentes bendiciones y los diversos cánticos para así decidir qué recitar en primer término.

Resumamos el orden de preferencia de los diversos pasajes:

Antes que nada se habrán de recitar las bendiciones matinales (Birkot hashajar). Si bien a posteriori se las puede completar después del rezo, dado que son absolutamente obligatorias, y nuestros sabios dijeron que a priori deben ser recitadas al levantarse, deben ser antepuestas a todos los diferentes cánticos de alabanza u ofrendas.

Si hay más tiempo, se deben agregar cánticos de alabanza según su grado de importancia. Si bien todos los cánticos son importantes, a los efectos del rezo hay un ordenamiento jerárquico entre los mismos. Este es el orden: primeros y más importantes después del «Ashrei» son los cánticos que comienzan con las palabras «Aleluyá Halelú» (Tehilim-Salmos 148 y 150) que en opinión de Rashi (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 118(B)) son los principales cánticos de alabanza y Rabí Iosei alabó a quienes los recitan a diario.

Luego, le siguen en orden de importancia todos los demás cánticos que inician y concluyen con la palabra «Aleluyá», que en opinión del Rif y del Rosh son los denominados por el Talmud (ídem Shabat) como «cánticos de alabanza» o «pesukei dezimrá» y Rabí Iosei alaba a quienes los recitan a diario. Entonces, si hay más tiempo se deben recitar ininterrumpidamente todos los cánticos a partir del «Ashrei» hasta «Kol Haneshamá Tehalel I-a Aleluyá«.

A continuación, en el orden jerárquico vienen los versículos de la ofrenda permanente y de la quema del incienso cuyo recitado fue instituido basándose en lo dicho en el Talmud Babilonio (Tratado de Ta´anit 27(B)), en cuanto a que todo aquél que recita las ofrendas es como si las sacrificase efectivamente.

Posteriormente, en orden de importancia viene «Vaibarej David» (Mishná Berurá 52:4) y luego las ideas difieren por lo que la persona puede escoger.

En Shabat el recitado de «Nishmat Kol Jai» antecede a todos los cánticos que comienzan con la palabra «Aleluyá» pues forma parte de la bendición de «Ishtabaj«. Luego se han de recitar los cánticos en el mismo orden de preferencia que durante la semana antes que los agregados por Shabat puesto que lo frecuente antecede siempre a lo infrecuente.

Cabe agregar que quien se ve en la necesidad de rezar solo y acortar la extensión de lo recitado para no llegar tarde al trabajo, puede abreviar según el orden de preferencias aquí explicado. Asimismo, en el caso de un maestro que se despertó tarde y necesita llegar en hora ante sus alumnos, abreviará de acuerdo a las normas antes mencionadas (Igrot Moshé Oraj Jaím IV 91:2).

01. El precepto de «Kriat Shemá»

Es un precepto positivo de la Torá recitar el Shemá por la noche y por la mañana, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:7): «…y hablarás de ellos… cuando te acuestes y cuando te levantes», al acostarte por la noche y al levantarte por la mañana.

Se recitan tres porciones, la primera: «Shemá» (Devarim 6:4-9) que contiene la aceptación del Yugo Celestial, la unicidad de D´s y el amor a Él. La segunda es «Vehaiá im Shamoa» (Devarim 11:13-21) que contiene la aceptación del yugo de los preceptos y la tercera «Vaiomer» (Bamidbar-Números 15:37-41) en la que se ordena recordar los preceptos mediante los tzitzit, finalizando con un recordatorio de la salida de Egipto.

Nuestros sabios dispusieron que se anticipe la porción de «Shemá» a la de «Vehaiá Im Shamoa«, para que el feligrés primero acepte el Yugo Celestial y después el de los preceptos. La porción de «Vehaiá Im Shamoa» que se refiere al deber de observar la generalidad de los preceptos que se cumplen tanto de día como de noche precede a «Vaiomer» que menciona el precepto de tzitzit que se cumple únicamente durante el día (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 13(A)).

Según la opinión de algunos juristas medievales, el precepto de la Torá consiste únicamente en recitar el versículo que reza «Shemá Israel» sobre el cual está escrito (Devarim 6:6-7): «Y serán las palabras estas que Yo te ordeno sobre tu corazón…cuando te acuestes y cuando te levantes». Por lo tanto, los sabios fueron los que instituyeron el recitado de las tres porciones.

Se puede decir que el principal precepto a cumplir es que la persona acepte sobre sí el Yugo Celestial por lo que recitando el primer versículo únicamente cumple con el deber de la Torá. Sin embargo, cuanto más se extienda la aceptación del Yugo Celestial se cumplirá con el precepto de la Torá con mayor integridad. Por esta razón, nuestros sabios dispusieron que se reciten las tres porciones en las que aparecen los fundamentos de la fe, la aceptación del yugo de los preceptos y su recordación mediante el mandato de los tzitzit. En la práctica, cumplimos con el precepto de la Torá mediante el recitado de las tres porciones.

02. El recuerdo de la salida de Egipto.

Es precepto de la Torá el recordar la salida de Egipto diariamente, tal como está escrito (Devarim 16:3): «a fin que recuerdes el día en que saliste de la tierra de Egipto, todos los días de tu vida». Nuestros sabios entendieron que la palabra «todos» se refiere al deber de recordar la salida de Egipto tanto de día como de noche (Talmud Babilonio Tratado  de Berajot 12(B)). Se puede cumplir con este precepto recitando todo versículo que mencione este hecho histórico y asimismo se puede cumplir diciendo palabras propias alusivas al evento.

Nuestros sabios dispusieron que se recite la porción de «Vaiomer» para cumplir por medio de esta con el precepto de recordar la salida de Egipto. Vemos entonces que hay dos motivos para la inclusión de esta porción en el recitado del «Shemá», el primero porque menciona el precepto de tzitzit que recuerda a todos los mandamientos de la Torá; el segundo porque evoca la salida de dicho país. Por lo tanto se acostumbra recitar «Vaiomer» también por la noche, ya que si bien no corresponde mencionar entonces el precepto de tzitzit, es pertinente recordar a esa hora la salida de Egipto (ver Tratado de Berajot 14(B), Kesef Mishné Hiljot Kriat Shemá 81:2-3).

Existe una diferencia entre los preceptos de recitar el «Shemá» y el recordar la salida de Egipto. El primero se puede cumplir, únicamente, durante las tres primeras horas del día («horas temporales») que es cuando la gente suele levantarse, mientras que el deber de recordar la salida de Egipto de día se puede cumplir a toda hora. Empero, de acuerdo con lo dispuesto por nuestros sabios el precepto de recordar el Éxodo lo cumplimos conjuntamente con el recitado de todo el «Shemá«. Por lo tanto si se pasó el horario de recitar el «Shemá» podrá cumplir con el deber de recordar el Éxodo mediante la bendición «Emet veiatziv«. Si pasaron ya las cuatro horas del día cumplirá con el precepto de recordar la salida de Egipto recitando «Vaiomer» o de alguna otra forma que mencione la salida de Egipto (Mishná Berurá 58:27, 67:3, ver arriba 11:11 el tiempo del recitado del «Shemá» y sus bendiciones. Ver Hiljot Arvit 25).

03. El contenido de la primera porción del recitado del «Shemá».

Esta primera porción (Devarim 6:4-9) está compuesta de tres partes: a) El fundamento dela fe judía; b) El significado de este fundamento en nuestras vidas; c) La instrucción de cómo arraigar esta fe en nuestras existencias.

  1. a) Del primer versículo «Escucha Israel, El Eterno nuestro Dios es Uno» aprendemos el fundamento de la fe israelita en la unicidad de Dios, de que El Eterno es soberano sobre todo lo existente y no existe fuerza alguna en el universo salvo la suya. Si bien ante nuestros ojos la realidad se presenta bajo la apariencia de diferentes fuerzas separadas e, El Creador las nutre a todas y no hay otro como Él.
  2. b) Esta fe implica que no hay nada más valioso en el universo como la adhesión a D´s y todos los restantes valores existentes, cobran real sentido a partir éste. Por lo tanto, nuestros sabios explicaron el versículo «Y amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón» como el deber de amarlo con las dos tendencias o instintos de la persona, las inclinaciones al bien y al mal. Esto implica que se debe someter al servicio Divino también la inclinación al mal, tanto sea mediante sometimiento como por transformación al bien. «Con toda tu alma» implica que una persona debe estar dispuesta a entregar su vida en pos de la fe en D´s. «Con toda tu fuerza» significa con todo tu dinero, esto es, que los bienes materiales de la persona deben servir como base y medios para el servicio a D´s. Por lo tanto, ante la disyuntiva de quebrar algún precepto de la Torá o perder todo su patrimonio, un judío debe optar por la segunda opción. Además, basados en la similitud de los vocablos, nuestros sabios entendieron que «con toda tu fuerza» (meodeja) implica que por cada cosa que el Eterno nos otorga (midá) debemos agradecerle (modé) enormemente (meod).
  3. c) En la tercera parte de la primera porción del recitado del «Shemá«, la Torá nos indica cómo arraigar en nuestro ser los fundamentos de la fe. Primeramente «Y serán las palabras éstas que Yo te ordeno, sobre tu corazón», y además, «Y los inculcarás a tus hijos». Aunque una persona haya estudiado concienzudamente los fundamentos de la fe, si no los repite para sí mismo a diario, los avatares de la vida y las distintas ocupaciones pueden causar el olvido de sus creencias. Por esta razón se nos ordenó «y hablarás de ellos cuando estés en tu casa, cuando te traslades, cuando te acuestes y cuando te levantes». De aquí la razón por la cual debemos recitar el «Shemá» de día y de noche. Empero la Torá no se contentó con el simple recitado, sino que ordenó a los hombres poner estas porciones fundamentales para nuestras creencias dentro de los tefilín y amarrarlos en el brazo y la cabeza: «Y los tendrás atados como señal en tu mano y serán como frontales entre tus ojos». Más aún, la Torá ordenó a todos los judíos fijar estos textos en los dinteles de nuestra casa «Y los tendrás escritos en las jambas de las puertas de tu casa», para que en todo momento cuando entremos o salgamos de nuestros hogares observemos la mezuzá y recordemos nuevamente los fundamentos de la creencia israelita. Por lo tanto, la porción que se ocupa de la fe y la unicidad de D´s nos acompaña siempre a todas partes, en el corazón mediante el recitado del «Shemá«, en el cuerpo mediante el uso de los tefilín y en nuestras propiedades mediante la colocación de la mezuzá.
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