Pninei Halajá

03. El contenido de la primera porción del recitado del «Shemá».

Esta primera porción (Devarim 6:4-9) está compuesta de tres partes: a) El fundamento dela fe judía; b) El significado de este fundamento en nuestras vidas; c) La instrucción de cómo arraigar esta fe en nuestras existencias.

  1. a) Del primer versículo «Escucha Israel, El Eterno nuestro Dios es Uno» aprendemos el fundamento de la fe israelita en la unicidad de Dios, de que El Eterno es soberano sobre todo lo existente y no existe fuerza alguna en el universo salvo la suya. Si bien ante nuestros ojos la realidad se presenta bajo la apariencia de diferentes fuerzas separadas e, El Creador las nutre a todas y no hay otro como Él.
  2. b) Esta fe implica que no hay nada más valioso en el universo como la adhesión a D´s y todos los restantes valores existentes, cobran real sentido a partir éste. Por lo tanto, nuestros sabios explicaron el versículo «Y amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón» como el deber de amarlo con las dos tendencias o instintos de la persona, las inclinaciones al bien y al mal. Esto implica que se debe someter al servicio Divino también la inclinación al mal, tanto sea mediante sometimiento como por transformación al bien. «Con toda tu alma» implica que una persona debe estar dispuesta a entregar su vida en pos de la fe en D´s. «Con toda tu fuerza» significa con todo tu dinero, esto es, que los bienes materiales de la persona deben servir como base y medios para el servicio a D´s. Por lo tanto, ante la disyuntiva de quebrar algún precepto de la Torá o perder todo su patrimonio, un judío debe optar por la segunda opción. Además, basados en la similitud de los vocablos, nuestros sabios entendieron que «con toda tu fuerza» (meodeja) implica que por cada cosa que el Eterno nos otorga (midá) debemos agradecerle (modé) enormemente (meod).
  3. c) En la tercera parte de la primera porción del recitado del «Shemá«, la Torá nos indica cómo arraigar en nuestro ser los fundamentos de la fe. Primeramente «Y serán las palabras éstas que Yo te ordeno, sobre tu corazón», y además, «Y los inculcarás a tus hijos». Aunque una persona haya estudiado concienzudamente los fundamentos de la fe, si no los repite para sí mismo a diario, los avatares de la vida y las distintas ocupaciones pueden causar el olvido de sus creencias. Por esta razón se nos ordenó «y hablarás de ellos cuando estés en tu casa, cuando te traslades, cuando te acuestes y cuando te levantes». De aquí la razón por la cual debemos recitar el «Shemá» de día y de noche. Empero la Torá no se contentó con el simple recitado, sino que ordenó a los hombres poner estas porciones fundamentales para nuestras creencias dentro de los tefilín y amarrarlos en el brazo y la cabeza: «Y los tendrás atados como señal en tu mano y serán como frontales entre tus ojos». Más aún, la Torá ordenó a todos los judíos fijar estos textos en los dinteles de nuestra casa «Y los tendrás escritos en las jambas de las puertas de tu casa», para que en todo momento cuando entremos o salgamos de nuestros hogares observemos la mezuzá y recordemos nuevamente los fundamentos de la creencia israelita. Por lo tanto, la porción que se ocupa de la fe y la unicidad de D´s nos acompaña siempre a todas partes, en el corazón mediante el recitado del «Shemá«, en el cuerpo mediante el uso de los tefilín y en nuestras propiedades mediante la colocación de la mezuzá.
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