Pninei Halajá

Tefilá (Plegaria)

04. La mención y el pedido de lluvias.

Durante la temporada invernal mencionamos la lluvia en dos oportunidades durante la Amidá: al inicio,  como alabanza a D´s que la hace descender y luego le pedimos que nos bendiga con rocío y precipitaciones.

En la segunda bendición que es la de la resurrección de los muertos («Mejaié Metim«) alabamos a D´s porque «Hace soplar el viento y descender las lluvias». Nuestros sabios ordenaron mencionar las lluvias en esta bendición, la de la resurrección de los muertos, porque ellas traen vida al mundo.

En la novena bendición que es la de los años («Birkat Hashaním«), pedimos por lluvia. Según la usanza sefaradí, la redacción de esta bendición cambia por completo entre invierno y verano. En el invierno esta inicia con las palabras «Barej Aleinu«, mientras que en el verano lo hace con las palabras «Barjenu HaShem Eloh-einu«. De acuerdo a la usanza ashkenazí la redacción de esta bendición es idéntica todo el año, con la única diferencia que en invierno se dice «Veten Tal Umatar» mientras que en verano se dice «Veten Berajá«.

Si bien tanto la mención de las lluvias como su pedido se recitan en invierno, hay una diferencia entre ambos ya que la mención se realiza en tiempos en los que corresponde que llueva mientras que el pedido se realiza a partir del momento en que queremos –concretamente- que esto ocurra.

El momento en que comenzamos a mencionar las lluvias es en la fiesta de «Sheminí Atzeret«. En realidad, cabría mencionar las lluvias desde el inicio de la fiesta de Sucot que es ya temporada apropiada para ello, pero las precipitaciones durante esta fiesta son consideradas una maldición, pues impiden el cumplimiento del precepto de habitar las cabañas mientras dura la festividad de Sucot. Por lo tanto, no se menciona la lluvia en estos días. Los sabios establecieron que se comience a mencionar la lluvia a partir del servicio de Musaf de Sheminí Atzeret, pues toda la congregación se encuentra en la sinagoga y se puede anunciar a todos que lo hagan. No ocurre lo mismo con la plegaria de Arvit, ya que no todos llegan a ella, y antes de Shajarit tampoco se pueden anunciar las lluvias, por la regla que impide interrumpir entre la redención y el rezo (Beit Iosef y Shulján Aruj, Oraj Jaím 114:1-2).

Los sabios difirieron el pedido por lluvias durante quince días, hasta la noche del día siete del mes de Marjeshván. Esto se debe a que para entonces, ya el último de los peregrinos que llegó desde el rio Éufrates alcance a retornar a su hogar sin que le haya caído lluvia en su camino (Shulján Aruj 117:1). Esta costumbre no se anuló tras la destrucción del Templo pues toda tradición que nos recuerda los gloriosos días en que éste estaba en pie, es cara a nuestros corazones y no deseamos derogarla. Solamente una vez que el Templo sea reconstruido (pronto en nuestros días), el Sanhedrín podrá decidir si cambiar la fecha de inicio del pedido de lluvias, tomando en cuenta los nuevos medios de transporte.

Se mencionan las lluvias hasta la plegaria de Shajarit del primer día de Pesaj y se efectúa el cambio de mención en el servicio de Musaf cuando se alaba a D´s por hacer caer rocío. Respecto del pedido de lluvias, como este se realiza solamente en días de semana, la última vez que se efectúa es en el servicio de Minjá de víspera de Pesaj.

05. Qué ocurre en caso de error en la mención de las lluvias y su pedido.

Quien por error menciona lluvias en el verano, dado que en esa temporada la lluvia no implica una alabanza a D´s, deberá volver atrás y corregir. Si todavía no concluyó la segunda bendición, debe retroceder y recitar «Morid Hatal» como corresponde decir en los días estivales. Si ya la finalizó, dado que las tres primeras bendiciones son consideradas una misma unidad, debe volver a comenzar todo el rezo para hacer la mención correctamente (Shulján Aruj 114:4).

En el caso de quien se equivocó y no mencionó lluvia en el invierno sino que mencionó rocío, dado que este es, en cierto grado, una alabanza vinculada al agua, no es necesario volver atrás. Empero si tampoco mencionó el rocío, dado que omitió una alabanza tan importante, debe volver atrás (Shulján Aruj 114:5).

En el caso de quien se equivoca y pide lluvias en el verano, dado que se trata de un pedido inoportuno para la estación, ha malogrado la bendición «por los años», por lo que deberá volver hacia atrás y corregir. Por lo tanto, si la persona todavía no terminó de rezar, habrá de volver a la bendición «por los años»–»Birkat Hashaním«- para recitarla correctamente y desde allí continuará hasta el final de la Amidá. Si la persona ya terminó de rezar y cae en la cuenta del error, deberá volver a rezar desde el inicio (Shulján Aruj 117:3).

En el caso de quien se equivoca y no pide por lluvias en el invierno, si todavía no llegó a la bendición de «Shomea Tefilá» (la décimo sexta) en la que está permitido agregar cualquier petición, que pida allí por las lluvias y corrija así su error. Empero si ya se pasó de esta bendición,  perdió el sitio donde corregir su error por lo que deberá retroceder hasta la novena bendición («Birkat Hashanim») y desde allí continuar con el rezo hasta su finalización. Si la persona en cuestión ya terminó la Amidá y está a punto de retroceder los tres pasos, dado que no pidió por lluvias su rezo está incompleto y debe repetirlo en su completitud (Shulján Aruj 117:4-5).

06. Cómo evitar errores.

El error más común a la hora de rezar es en la mención de las lluvias o su pedido, pues cada seis meses varía el texto a recitar. Dado que durante seis meses la persona se acostumbra a recitar un texto determinado la rutina del lenguaje  lleva a que la persona diga aquello a lo que se habituó. Tal como ya estudiamos, tres de los cuatro errores posibles requieren repetir el rezo.

Quien está en la duda de si recitó o no correctamente, si no pasaron treinta días desde el último cambio de mención o pedido, tanto al inicio del verano como del invierno, probablemente se equivocó pues su rutina está habituada a la versión pasada. Si se trata de uno de los tres errores que requieren retroceder, deberá volver para atrás y rezar correctamente. Empero si ya pasaron treinta días desde la modificación, ya se acostumbró al nuevo texto y lo más probable es que lo haya dicho correctamente por lo que no precisa volver a rezar.

A los efectos de evitar estas dudas que asiduamente nos hacen tener que rezar de nuevo, es bueno adquirir el hábito de repetir noventa veces la nueva mención el día del cambio, de tal manera que la memoria lo incorpore y así no se equivoque. Y aunque se le despierte la duda respecto de si dijo o no la mención correcta, por cuanto que ya acostumbró el habla repitiendo la nueva mención correctamente noventa veces, seguramente la recitó sin errores y no precisa volver para atrás (Shulján Aruj 114:8-9).

Por lo tanto, al llegar la noche del siete de Jeshvan, según la usanza sefaradí que cambia todo el texto de la novena bendición, la persona deberá acostumbrarse  a iniciarla correctamente, por lo que habrá de recitar noventa veces «Rofé Jolei Amó Israel, Barej Aleinu«. Según la usanza ashkenazí habrá de repetir noventa veces «Veet Kol Minei Tevuatá le Tová Veten Tal uMatar Librajá«. Al llegar al rezo de Musaf del primer día de Pesaj habrá de repetir noventa veces «Mejaié Metim Atá Rav Lehoshía Morid Hatal«. Al concluir la fiesta, antes de Arvit de Jol Hamoed, según la usanza sefaradí habrá de recitar «Rofé Jolei Amó Israel, Barjenu» y según la usanza ashkenazí recitará «Veet Kol Minei Tevuatá Letová Veten Berajá» (Mishná Berurá 114:40, Kaf HaJaím 60).

07. Fuera de Israel.

Los sabios establecieron que se demore o posponga el inicio de los pedidos por lluvia en Babilonia hasta los sesenta días de la temporada o «tekufá«, lo cual cae el cuatro o el cinco de diciembre. Esto se debe a que ese país cuenta con abundantes recursos hídricos suplidos por los ríos Éufrates y Tigris, por lo que no es necesario comenzar a pedir precipitaciones ni bien comienza el invierno. Todos los judíos que viven en las diásporas siguen a Babilonia y comienzan a pedir lluvias a los sesenta días de la temporada invernal (Shulján Aruj 117:1).

Los juristas debatieron respecto del caso de un habitante de la tierra de Israel que sale del país por varios meses. Unos opinan que debe pedir lluvias según la fecha habitual en Israel pues allí está su casa (Prí Jadash). Otros consideran que debe pedir según el país en el que se encuentra (Birjei Iosef). La mejor forma de cumplir con todas las opiniones es que en todo caso en el que se despiertan dudas, que pida por lluvias en la bendición de «Shomea Tefilá» (la décimo sexta) y no en la de «Birkat Hashanim» (novena).

En aquellos países que se necesitan lluvias en la primavera no habrán de continuar pidiendo por estas luego de Pesaj en la bendición de «Birkat Hashanim«, sino que su caso es considerado como el de individuos particulares, por lo que rezarán por las lluvias en la bendición de «Shomea Tefilá«, espacio natural para elevar pedidos personales (Shulján Aruj 117:2).

En los países que se encuentran al sur del Ecuador como por ejemplo Argentina, Brasil y Australia, se piden lluvias cuando es invierno en la tierra de Israel. Si bien esos meses corresponden al verano del hemisferio sur, dado que la tierra de Israel es la más importante del mundo, todos piden lluvias en su invierno.

Sin embargo, en los países en los que la lluvia de verano puede ser dañina no se sigue a la tierra de Israel,  a fin de no pedir algo que resulte una maldición para los lugareños. En este caso, en la novena bendición «Barej Aleinu«, recitarán la versión estival y en la décimo sexta «Shomea Tefilá» pedirán por lluvias. En este caso, en el invierno del hemisferio sur se pide lluvia para el país de residencia y en el invierno de la tierra de Israel se pide lluvia para ésta.

Quien viaja  desde la tierra de Israel o desde el hemisferio Norte para visitar el hemisferio Sur, aunque las lluvias en el país que se visita sean dañinas se continúa pidiendo de acuerdo al invierno Eretz-israeliano (Shearim Hametzuianim Bahalajá 19:3).

 

08. Qué hacer en caso de omisión de un rezo por olvido.

Quien por olvido o fuerza mayor omitió un rezo debe completarlo en el siguiente. Si se olvidó de rezar Shajarit podrá completar después del rezo de Minjá. Primero rezará Minjá y luego del último Kadish volverá a recitar la Amidá compensatoria por Shajarit. En caso de que la persona quiera recitar el rezo compensatorio junto con la repetición del oficiante podrá hacerlo, pero tendrá que interrumpir entre rezo y rezo el tiempo que se demora en caminar cuatro codos.

Quien se olvidó de rezar Minjá la puede completar después del rezo de Arvit. Luego del último Kadish del servicio de Arvit deberá recitar nuevamente la Amidá compensatoria por Minjá. En caso de que se olvidó de rezar Arvit la podrá completar luego del último Kadish de Shajarit, o podrá también completarla junto con la repetición del oficiante.

Quien por olvido omitió el rezo compensatorio posterior al que corresponde en el momento, puede a posteriori completarlo en todo el horario del mismo. Esto significa que si no efectuó el rezo compensatorio de Minjá inmediatamente después de Arvit, podrá a posteriori, completarlo hasta medianoche que es el límite a priori para el recitado de la plegaria nocturna. Hay juristas que opinan que, a posteriori, se podrá efectuar el rezo compensatorio de Minjá hasta el despuntar del alba. En el caso de quien no alcanzó a efectuar el rezo compensatorio de Arvit inmediatamente después de terminar Shajarit, podrá completarlo hasta el final de las cuatro horas de la mañana. Quien no efectúa el rezo compensatorio, por Shajarit inmediatamente después de Minjá, podrá a posteriori completarlo hasta el atardecer (bein hashemashot) (ver Mishná Berurá108:15, Kaf HaJaím 11). No se debe esperar hasta el final del horario apto para recitar el rezo compensatorio sino que se debe efectuar al momento de recordar su omisión para así no incrementar el lapso entre el rezo obligatorio que corresponde a  la hora y el compensatorio por el servicio pasado omitido. Inclusive si la persona se sentó a comer, ni bien recuerda la omisión habrá de interrumpir su ingesta y pararse a rezar (Mishná Berurá 108:10).

Es importante que el rezo compensatorio sea posterior al rezo obligatorio que se corresponde con su hora. Si alguien tuvo la intención de que el primer rezo sea el compensatorio y sólo el segundo el que corresponde a la hora, el primero no tuvo efecto como tashlumin y debe rezar una tercera vez para cumplir con la compensación. Por ejemplo, si se omitió por olvido Minjá de Shabat y al concluir el sábado en Arvit no recitó el formato correspondiente a la Havdalá «Atá Jonantanu» por pensar que se trata de la compensación por Minjá y en la segunda Amidá sí lo recitó, deberá volver a rezar el compensatorio por Minjá. Empero si se equivocó y olvidó recitar en la primer Amidá «Atá Jonanatanu» y en la segunda se recordó y lo dijo, dado que en el primer rezo tenía la intención de cumplir con el deber de recitar Arvit y en el segundo con la compensación por Minjá, se considera que cumplió con ambos servicios.

09. ¿Cuándo no se puede ya compensar un rezo omitido?

Nuestros sabios dispusieron la compensación solamente para el rezo inmediatamente contiguo, por lo tanto, quien no pudo rezar ni Shajarit ni Minjá, luego de Arvit habrá de rezar únicamente el compensatorio por Minjá. Si quiere, podrá luego rezar voluntariamente (nedavá) una Amidá por el servicio perdido de Shajarit (Shulján Aruj 108:4-5). Hoy día no se acostumbra a efectuar rezos voluntarios.

Quien se olvidó y omitió rezar Musaf, no podrá compensar ese servicio por cuanto que no se ofrendaban los sacrificios del mismo nombre salvo en el mero día. Asimismo, quien olvidó rezar Shajarit en un día en el que también se reza Musaf, si bien dijimos que se compensa con el rezo inmediatamente contiguo, Musaf no entra en el conteo y se debe compensar tras el rezo de Minjá.

Quien no efectuó alguno de los rezos premeditadamente, no podrá compensarlo. Los sabios de la Edad Media (rishonim) dijeron que si quiere puede rezar a título de rezo voluntario o nedavá (Shulján Aruj 108:7). Ya vimos que hoy día no se acostumbra a efectuar rezos voluntarios, ya que quien lo hace necesita estar seguro de que podrá concentrarse del inicio al final del rezo (Kaf HaJaím 108:31).

En el caso de quien no rezó Minjá o Arvit a pesar de que disponía del tiempo necesario, porque pensaba que una vez que concluya con su ocupación podría hacerlo y al final se le pasó el horario, no se lo considera como quien omite el rezo premeditadamente  y podrá compensarlo al final del siguiente servicio. Quien se sentó a la mesa pensando que tendría luego tiempo suficiente de rezar y se olvidó de hacerlo, si bien tenía prohibido sentarse a  comer antes de orar (ver arriba12:6-7, 24:6, 25:9), dado que no omitió el rezo, enfáticamente podrá compensarlo luego del siguiente servicio (Shulján Aruj 108:8). Quien estaba ocupado jugando, por ejemplo fútbol, y sobre la puesta del sol que es el final  del horario del rezo de la tarde lo llamaron para participar del servicio y la pasión deportiva le hizo decir «ya voy» pero siguió jugando y el tiempo de Minjá se pasó, no podrá compensarlo. Si bien de no mediar el juego la persona habría ido a rezar, dado que sabía que el horario se estaba pasando, se lo considera como quien rechaza enfáticamente asistir al servicio.

10. Otras reglas y situaciones dudosas.

Quien se olvidó de rezar Minjá en víspera de Shabat habrá de rezar Arvit de Shabat dos veces, la primera para cumplir con Arvit y la segunda para compensar por la Minjá perdida. Si bien la Amidá de Minjá original tenía dieciocho (diecinueve n. de t.) bendiciones, dado que fue compensada en Shabat, deberá guardar el formato del rezo sabático (Shulján Aruj 108:9).

En el caso de quien se olvidó de recitar «Iaalé Veiavó» en el servicio de Minjá de Rosh Jodesh no cumplió con su deber y si el día siguiente es el segundo de ese Rosh Jodesh o novilunio, es claro que tras rezar Arvit deberá hacerlo nuevamente como compensación de la Minjá y en ambos rezos deberá recitar «Iaalé Veiavó«. Empero si por la noche ya es un día común se despierta la duda. Por una parte el problema fue la omisión de «Iaalé Veiavó» en Minjá, entonces, ¿qué beneficio tendría rezar después de Arvit otra Amidá sin ese agregado? (Rabí Itzjak en las Tosafot). Por otra parte, en el rezo de Minjá no cumplió con su deber porque era Rosh Jodesh y omitió el agregado de «Iaalé Veiavó» pero a la hora de compensar rezó lo que correspondía a ese momento y por ende cumplió (Sabios de Provenza). En la práctica, se sentenció que la persona en cuestión debe rezar Arvit dos veces y debe previamente hacer la siguiente condición, si no debe compensar que se trate de un rezo voluntario (nedavá) en el cual no necesita formular ningún pedido especial que lo justifique.

Asimismo, quien se equivoca en Shabat y en vez rezar Minjá de ese día recitó la Minjá de los días de semana sin mencionar la santidad del día sábado, al concluir el Shabat deberá rezar dos veces Arvit de día de semana y condicionare que si no precisa compensar que sea esa una Amidá voluntaria (Shulján Aruj 108:11).

En caso de que Rosh Jodesh cae en viernes y la persona olvidó rezar «Iaalé Veiavó» en Minjá, si en Shabat ya no se menciona este agregado no habrá de rezar una Amidá compensatoria después de Arvit. Esto se debe a que no se puede establecer la condición de que si no precisa compensar que sea esa una Amidá voluntaria, pues no se recitan este tipo de rezos el día sábado (Mishná Berurá 108:36, Kaf HaJaím 55).

 

01. La institución de la repetición del rezo por parte del oficiante.

Los sabios de la Gran Asamblea instituyeron que una vez que las personas individualmente terminen de recitar la Amidá en silencio el oficiante la repita en voz alta, a fin de que aquellos que no saben orar por sí mismos, puedan cumplir con el deber de rezar (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 34(B)). Empero, para el rezo de Arvit no instituyeron repetición ya que en su esencia se trata de un servicio opcional y por lo tanto no es necesario hacer cumplir  al lego con ese deber.

Nuestros sabios decretaron que el oficiante también rece primeramente en silencio, de modo tal que él mismo pueda ordenar su plegaria y a su vez determinaron que las personas que saben rezar, igualmente deban escuchar la repetición y responder Amén a las diferentes bendiciones.

Dado que nuestros sabios, de bendita memoria,  fueron quienes instituyeron la repetición del oficiante, esta debe ser efectuada aunque todos los presentes sepan rezar. Y aún, habiéndose autorizado a transcribir la Torá Oral, incluida la redacción de los rezos, y siendo que los libros de rezo cobraron gran difusión y prácticamente no hay congregaciones en las cuales haya personas que no sepan rezar y necesiten de la repetición para cumplir con su deber, esta ordenanza ha permanecido inamovible. Esto se debe a que la regla general indica que una vez que los sabios decretan algo, esto se aplica de manera uniforme (Shulján Aruj 124:3, de acuerdo a la respuesta de Rambám). Además, nuestros sabios decretaron que en la repetición del oficiante se reciten la Kedushá y la bendición sacerdotal (Birkat Cohanim) y si la repetición no se llevase a cabo, estas últimas se omitirían (Tur).

Según la Kabalá, además de hacer cumplir al orante lego, la repetición del oficiante tiene un cometido espiritual profundo al igual que la recitación silenciosa. La acción conjunta de ambos rezos hace que la plegaria sea más efectiva y por esta razón, aunque hoy en día no es necesario repetir el rezo para hacer cumplir a los legos, esta repetición es necesaria por razones de orden espiritual. Por eso, es un gran mérito responder «Amén» durante la repetición e inclusive está prohibido estudiar Torá durante la misma (ver Kaf HaJaím 124:2 y 16). Según esta idea, la repetición tiene mayor nivel espiritual que el rezo silencioso y por lo tanto, aunque se trata de la Amidá que es profunda y excelsa, se puede recitar en voz alta ya que por su trascendencia mo hay temor a que las «Klipot» o impurezas espirituales se le adhieran. Quienes escuchan la repetición deben tener cuidado de no interrumpirla hablando. Nuestros sabios dijeron que quien conversa durante la repetición del oficiante «peca y su trasgresión resulta difícil de cargar a cuestas y debe ser reprobado» (Shulján Aruj 124:7).

02. ¿Quién puede cumplir con su deber de rezar mediante la repetición del oficiante?

Se tienen que cumplir tres condiciones para que una persona cumpla con su deber de rezar mediante la repetición del oficiante: a) Desconocer el rezo. Sin embargo, quien sabe rezar debe hacerlo y pedir misericordia por sí mismo y no puede cumplir con su deber escuchando al oficiante. Aquel que sólo sabe rezar usando un libro de oraciones (Sidur) y llega a un sitio en el cual no los hay, puede cumplir con su deber escuchando al oficiante. b) Tiene que haber quórum de diez en ese lugar, pues nuestros sabios decretaron que sólo en la presencia de un Minián se puede cumplir escuchando al oficiante c) Que el orante entienda lo que dice el oficiante, pues si no sabe hebreo no puede cumplir mediante la repetición de éste.

Si bien quien sabe orar no cumple con su deber escuchando al oficiante, en el caso de una persona que omitió por olvido un pasaje del rezo que le obliga a volver a rezar, como por ejemplo «Iaalé Veiavó» en Rosh Jodesh y Jol Hamoed, podrá cumplir escuchando la repetición del oficiante, de momento que ya imploró misericordia para sí en el rezo silencioso (Shulján Aruj 124:10).

Cuando una persona tiene la intención de cumplir con su deber escuchando la repetición del oficiante, debe pararse con los pies juntos tal como lo hacemos durante la Amidá en silencio y al finalizar el rezo habrá de retroceder tres pasos (Shulján Aruj 124:1). En este caso debe responder Amén a cada bendición y a la Kedushá. Sin embargo no habrá de decir «Baruj Hú uBaruj Shemó» y en la bendición de «Modim» habrá de escuchar al oficiante y no recitará el «Modím Derrabanán» (Shulján Aruj 124:6, Mishná Berurá 3). La persona en cuestión deberá tener cuidado de no interrumpir hablando y aunque escuche a otro Minián recitando Kadish, no habrá de responder «Amén».

El oficiante debe tener la precaución de recitar todo el rezo en voz alta, pues así lo indica la norma. Hay oficiantes que se equivocan y recitan parte de la bendición de «Modim» en voz baja, de modo tal que además de no cumplir con su deber en forma completa, si hay en el público alguien que necesitaba de la repetición para cumplir con su deber, al no oírlo no lo pudo hacer (Mishná Berurá 124:41).

03. Cómo se deben comportar los que escuchan la repetición.

El que escucha debe responder Amén a todas y cada una de las bendiciones recitadas en la repetición. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 53(B)) que «tiene más mérito quien responde Amén que quien recita la bendición». Se debe responder Amén con seriedad y concentración. Esta expresión significa que lo dicho por el que bendijo es verdad. Por ejemplo, si alguien escuchó la bendición de «Shehakol» (Que todo adquirió existencia por Su Palabra) al responder Amén está diciendo que ciertamente todo adquirió existencia por la palabra de D´s. Cuando la bendición incluye también una petición como en el caso de «Jonén Hada´at» (sabiduría y conocimiento), el «Amén» tiene dos significados: a) Es verdad que la sabiduría proviene de Él b) Ojalá que nos conceda la sabiduría (Shulján Aruj 124:6, Mishná Berurá 25).

Hay que tener cuidado de no responder Amén antes que el oficiante termine de recitar la bendición, o bien no pronunciar algunas de sus letras, o decirlo de manera inaudible y con voz débil. Asimismo no se debe responder Amén mucho después de recitada la bendición; en este caso recibe el nombre de «Amén huérfano» (Ver tratado de Berajot 47(A), Shulján Aruj 124:8).

Responder «Amén» expresa la relación de la persona con su fe en D´s. Y cuando la fe es incompleta, esta genera una idéntica insuficiencia en nuestras vidas. Por eso dijo Ben Azai: «Todo aquél que responde un ‘Amén huérfano’  sus hijos serán huérfanos, si responde Amén adelantándose al oficiante ‘sus días se adelantarán’ (vivirá menos), o si lo dice entrecortado sus días serán cortados. En cambio, todo aquel que ‘prolonga’ el Amén, sus días y sus años serán prolongados» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 47(A)).

Se debe responder Amén con voz agradable, sin elevar su tono por encima del de quien bendice (Shulján Aruj 124:12). No se habrá de abreviar el «Amén» sino que habrá de extenderlo un poco hasta el tiempo que lleva recitar «E-l Melej Neemán«. Por otra parte, no se debe extender el Amén más de la cuenta. En caso de que en el servicio haya personas que prolongan exageradamente su «Amén», el oficiante no está obligado a esperarlos y puede continuar con la próxima bendición una vez que la mayor parte de los orantes terminaron de pronunciarlo. Empero en el caso del recitado de bendiciones en las que el oficiante hace cumplir con su deber a toda la  congregación, como por ejemplo la anterior al toque del Shofar, éste deberá esperar hasta que todos terminen de responder Amén para que también aquellos que lo prolongan puedan escuchar la siguiente bendición (Shulján Aruj 124:8-9, Mishná Berurá 38).

Los grandes sabios de la Edad Media (rishonim) acostumbraban a decir «Baruj Hú uBaruj Shemó» cada vez que se mencionaba el Nombre de D´s en una bendición y esta costumbre se extendió a todo el pueblo de Israel. Esto aplica a las bendiciones que al ser recitadas en voz alta no hacen cumplir con su deber a la persona, como en el caso de la repetición del oficiante cuando una persona supo rezar la Amidá silenciosa. Empero en el caso de bendiciones cuyo recitado en voz alta hace que las personas cumplan con su deber como por ejemplo la del Kidush o toque del Shofar, se acostumbra a no responder «Baruj Hú uBaruj Shemó» para no interrumpir en medio de la bendición con expresiones que no fueron instituidas o establecidas por nuestros sabios. A posteriori, quien respondió «Baruj Hú uBaruj Shemó» por el recitado en voz alta de una bendición que le hace cumplir con un deber, igualmente cumplió, pues la respuesta no implica distracción (Mishná Berurá 124:21, Kaf HaJaím 26).

Es bueno honrar la repetición del oficiante manteniéndose  de pie durante la misma, puesto que quienes sólo la oyen y no cumplen con el deber de rezar por su intermedio, son igualmente considerados partícipes de la misma. Estos oyentes tienen, en cierta forma, el mérito de ser considerados como quienes realizan un rezo suplementario, por lo que es bueno que se mantengan de pie conforme a lo que corresponde durante la Amidá. Sin embargo, mantenerse de pie no es obligatorio y quien quiera sentarse podrá hacerlo (Mishná Berurá 124:20, Kaf HaJaím 24).

04. ¿Es necesario que nueve personas respondan durante la repetición del oficiante?

Cuando el oficiante recita la repetición de la Amidá, todos y cada uno de los demás orantes debe permanecer en silencio, escuchar las bendiciones y responder «Amén». Estudiamos anteriormente en las halajot de «Minián» (2:7) que hay juristas que opinan que el oficiante no puede iniciar la repetición si no tiene nueve personas que le respondan «Amén» y hay otros juristas que opinan que si algunos de los presentes todavía están rezando la Amidá silenciosa, aunque no puedan responder, se los cuenta para el «Minián«.

A priori tendemos a aplicar la opinión más estricta y el oficiante no ha de comenzar la repetición hasta tener nueve personas que le puedan responder. Empero en caso de emergencia o premura, si hay personas que tienen un gran apuro por concluir y aparentemente quien prolonga su rezo dista de terminar, se puede confiar en la opinión de la  mayoría de los juristas y comenzar con la repetición del oficiante aunque sólo ocho respondan. Cuando los que prolongan su oración son varios, en caso de gran premura se puede aplicar un criterio más flexible y comenzar la repetición cuando solamente cinco pueden responder y junto al oficiante son la mayoría del quórum de diez.

Si en caso de apremio el oficiante necesita comenzar la repetición cuando todavía carece de nueve que le respondan, que condicione para sus adentros que si la norma correcta coincide con la opinión de quienes requieren nueve que respondan, que el rezo sea considerado voluntario y como una persona tiene permitido rezar voluntariamente, sus bendiciones no serán consideradas en vano.

Asimismo, quien oficia en una congregación donde la gente suele conversar mucho durante el rezo, ante la duda de si habrán nueve personas que respondan durante la repetición, que condicione para sus adentros antes de comenzar, que, de no haber nueve personas que respondan «Amén», siendo la norma aceptada que se requiere este número, que el rezo sea considerado como voluntario.

A los efectos de evitar estas dudas cada uno de los presentes durante la repetición del oficiante debe pensar que sin él no habrá nueve que respondan, por lo que deberá prestar atención al oficiante y responder «Amén» (Shulján Aruj 124:4).

05. ¿Cuándo se omite la repetición del oficiante?

En caso de que varias personas sin las cuales no se completa Minián necesiten salir a trabajar, por lo que no hay tiempo para primero rezar la Amidá silenciosa y luego llevar a cabo la repetición del oficiante, rezarán todos en silencio. El oficiante comenzará en voz alta el recitado de las tres primeras bendiciones y todos le responderán la Kedushá para no perderla y a partir de la bendición de «Atá Jonén», se continúa en silencio (Ramá 124:2).

En el caso de un Minián reducido, en el que varios acostumbran a prolongar su rezo y a los demás les es difícil esperarlos pues tienen apuro en salir, se podrá prescindir de la repetición. El oficiante habrá de recitar las tres primeras bendiciones en voz alta para poder decir Kedushá. Ya explicamos anteriormente que cabe repetir la Amidá cuando aún no se cuenta con nueve que respondan, empero a priori para no entrar en dudas,  es mejor omitir la repetición.

Cuando tiene lugar un Minián donde la gente suele conversar durante la repetición, al punto de que se tema que no haya nueve que le respondan al oficiante, cabe considerar la posibilidad de suprimirla para así reducir la profanación del nombre de D´s causada. La costumbre más extendida es de no suprimir la repetición del oficiante aunque la gente acostumbre a conversar durante el rezo. En todas estas cuestiones la autoridad halájica del lugar deberá definir la conducta a seguir.

Existen dos costumbres diferentes respecto de cuándo comienza el público a rezar en caso de que el oficiante recite únicamente las tres primeras bendiciones en voz alta. Hay quienes acostumbran a comenzar a rezar ni bien el oficiante termina la bendición de «HaE-l Hakadosh«(Mishná Berurá 124:8). Otros, acostumbran a rezar junto al oficiante ni bien este comienza (Kaf HaJaím 124:10). Consideramos que en Shajarit, cabe recomendar que se comience junto al oficiante para no interrumpir en medio de la bendición de «Emet Veiatziv«. En el rezo de Minjá, quien acostumbra a prolongar su plegaria, que comience junto al oficiante para alcanzar a terminar y responder al Kadish posterior a la Amidá. Quien no acostumbra a prolongar su oración, que empiece a rezar luego que el oficiante termine de recitar «HaE-l Hakadosh«.

Cuando se decide prescindir de la repetición del oficiante en Shajarit habiendo cohanim presentes, a los efectos de no perder la bendición sacerdotal, es bueno que estos se laven las manos antes de la Amidá y recen en el sitio desde el cual acostumbran a bendecir a la congregación, de modo tal que cuando el oficiante llegue a la bendición de «Retsé» vuelva a recitar en voz alta y permita así a los cohanim bendecir tras concluir la bendición de «Modim». En el caso de quien se encuentre en ese momento rezando la Amidá en silencio, habrá de responder «Amén» (ver Mishná Berurá 128:71).

06. Kedushá

En la tercera bendición se recita la Kedushá. Lo más importante en ésta es responder los versículos: «Santo, Santo, Santo es el Eterno de los Ejércitos. La tierra toda está pletórica de Su Gloria» («Kadosh Kadosh…») y «Bendita sea la gloria del Eterno desde Su lugar» («Baruj Kevod…»). En un inicio, se acostumbraba que el oficiante recitaba sólo los versos intermedios y el público respondía únicamente a los versículos que inician con los vocablos «Kadosh«, «Baruj» e «Imloj» (Shulján Aruj 125:1). Hoy en día se actúa conforme a las enseñanzas del Ariza´´l quien indicó que también el público recite en voz alta los versos intermedios y luego el oficiante los repita, para que posteriormente el público responda los versículos de la Kedushá (Mishná Berurá 125:2, Kaf HaJaím 2).

Hay juristas que opinan que el versículo «Imloj» no pertenece al núcleo original de la Kedushá, sino que se trata de uno de los versos intermedios que el oficiante debe recitar y por lo tanto, quien se encuentra en medio de las bendiciones del recitado del Shemá y escucha la Kedushá debe interrumpir para responder en los versículos «Kadosh» y «Baruj» mas no en «Imloj«. Otros juristas sostienen que debe responder también en el versículo «Imloj«, pues es parte integral de la Kedushá y así se acostumbra.

En el rezo de Shajarit se recita la Kedushá tres veces en total: en la bendición de «Iotzer Or«, en la repetición del oficiante y en el pasaje de «Ubá Letzión«. Los juristas debatieron respecto de si las dos veces suplementarias que se recitan estos versículos entran en la categoría de «Kedushá» y si es necesario un quórum de diez para recitarlos. En la práctica se sentenció que también quien reza solo, los puede recitar. A los efectos de salir de toda duda, es bueno pronunciarlos con la entonación melódica bíblica (Te´amim) como si leyese la Torá (ver además 16:4, 23:2). Sin embargo, la Kedushá que se recita en la repetición del oficiante es la principal y requiere obligatoriamente de Minián.

Es bueno pararse con los pies juntos durante la Kedushá pues así nos asemejamos a los ángeles cuyas piernas están unidas al punto de que parecen una sola (Shulján Aruj 125:2). Hay quienes se esmeran en mantener las piernas juntas hasta el final de la bendición de «HaE-l Hakadosh» (Eliahu Rabá 125:6). Sin embargo, esto no es obligatorio y muchos rabinos acostumbran a no adjudicarle importancia.

Se acostumbra a elevar un poco los talones al pronunciar los versículos «Kadosh«, «Baruj» e «Imloj«, así como a elevar la mirada con los ojos cerrados, expresando así el deseo de elevarse. Esta usanza tiene su origen en el Midrash (Beit Iosef y Ramá125:2, Mishná Berurá 6, Kaf HaJaím incisos 2 y 9).

07. ¿Cuándo debe el oficiante recitar los versículos de la Kedushá?

El oficiante debe recitar los versículos «Kadosh«, «Baruj» e «Imloj» junto al público, para así decirlo con Minián. Debe recitarlos en voz alta, de modo tal que si alguien está en medio del rezo pueda escucharlo y cumplir así su deber de decir la Kedushá, puesto que ‘a quien oye se lo considera como si respondiese’ (Shulján Aruj 104:7). Luego de recitar los versículos debe callarse por un momento, para que la mayor parte de la congregación termine de recitar los versos intermedios y entonces los ha de pronunciar en voz alta. Si la voz del oficiante no es lo suficientemente fuerte como para que toda la congregación lo oiga, deberá detenerse un instante hasta que la mayoría de los orantes termine de recitar el versículo y hagan un poco de silencio. Recién entonces habrá de comenzar con el recitado del versículo correspondiente. De esta manera, por una parte todos podrán oírle y por la otra, dado que aún quedan algunos orantes que no concluyeron el versículo de la Kedushá, el oficiante lo recita con éstos en Minián.

Hay diferentes enfoques respecto de cómo proceder en el caso de que el público sea tan numeroso  que el oficiante no puede  recitar el versículo hasta que todos se callen. Hay juristas que opinan que lo más importante es que el oficiante recite los versículos junto al público, por lo que necesita que lo oigan por lo menos diez orantes. Otros opinan que lo principal es que todos puedan oírle sin importar que lo recite o no junto a otros diez, puesto que si hay un Minián de personas que oyen se considera que lo dice con quórum y por lo tanto habrá de esperar hasta que pueda hacer oír su voz para todos. Cada una de las costumbres tiene su fundamento en la halajá.

08. El «Modim Derrabanán» (de los rabinos) y otras reglas.

Cuando el oficiante llega a «Modim«, todo el público se inclina y recita junto a éste el «Modim Derrabanán» que fue redactado diferente al «Modim» que se recita en la Amidá, tal como lo relata el Talmud (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 40(A)).

Todo el público se inclina en «Modim Derrabanán» igual a como lo hizo en el «Modim» de la Amidá silenciosa (Mishná Berurá127:2, Kaf HaJaím 1, ver arriba 17:6).

Hay quien sostiene que hay que inclinarse también al final de «Modim Derrabanán»  y otros opinan que  es necesario recitar todo este pasaje inclinado. La costumbre extendida es inclinarse levemente al principio de esta plegaria y esta es la usanza según la tradición del Ariz´´l (ver Shulján Aruj y Ramá 127:1, Kaf HaJaím 10).

En un rezo en el que corresponde recitar la bendición sacerdotal como en el caso de Shajarit, Musaf y Minjá de días de ayuno, en caso de no haber cohanim presentes, el oficiante recita los versículos de la misma como parte del servicio y el público responde «Ken Iehí Ratzón» («que sea efectivamente Su voluntad»).

La bendición por la paz tiene dos versiones, «Sim Shalom» y «Shalom Rav«. Según el rito sefaradí y la usanza del Aríz´´l  se dice «Sim Shalom» en todos los servicios. Según la tradición ashkenazí, en un servicio en el que corresponde recitar la bendición sacerdotal se dice «Sim Shalom«, mientras que cuando no corresponde recitarla se dice «Shalom Rav«. Si la persona, por error, cambia una versión por la otra cumple igualmente con su deber (Ramá 127:2, Mishná Berurá 13, Kaf HaJaím 24).

Si el oficiante se confunde al punto de que no puede continuar con su rezo, se espera un poco para ver si se recupera y si no logra continuar se lo suplanta. Si esto ocurre en una de las bendiciones centrales, el nuevo oficiante comienza desde el inicio de la última bendición recitada. Si el recambio ocurre durante las tres primeras o las tres últimas, el nuevo oficiante deberá comenzar desde el inicio de esas tres bendiciones (Shulján Aruj 126:1-2).

09. ¿Se puede compensar o completar una repetición del oficiante?

Diez personas que rezaron separadas y luego se reúnen en un sitio, no tienen el status de «Minián» ya que rezó cada quien por su cuenta y por lo tanto no pueden pronunciar la repetición por parte del oficiante (Ridbaz, Mishná Berurá 69:1, Kaf HaJaím 1. «Barjú» se puede completar  al final del rezo para quienes llegan tarde, como se verá más adelante 23:9).

Si entre  las personas hay uno que aún no rezó, después de la bendición de «Ishtabaj» podrá recitar medio Kadish y decir «Barjú«. Al llegar a la Amidá, que recite las tres primeras bendiciones en voz alta y los demás que se le sumen a la Kedushá. A esto se le llama «rebanar el Shemá«[1] (Porés al Shemá). De la misma forma, en el caso del rezo de Minjá, quien no rezó la plegaria de la  «Amidá» que recite «Ashrei«, Kadish y luego las tres primeras bendiciones de la Amidá en voz alta.

En el caso de quien llega tarde al servicio, si hay nueve que están dispuestos a responderle que rece sólo hasta «Ishtabaj» y luego que recite Kadish y «Barjú«. Cuando arribe a la Amidá que diga las tres primeras bendiciones en voz alta y de esa manera podrá tener el mérito de recitar la Kedushá.

Si se juntaron a rezar sólo seis y se les sumaron otros cuatro que ya rezaron, el oficiante podrá recitar toda la plegaria según el orden, ya que la mayoría de los orantes aún no rezó y por lo tanto los diez juntos poseen el carácter de «Minián«.

Empero si los que no rezaron aún  son solamente cinco, son considerados como individuos aislados y por lo tanto cuando lleguen a «Ishtabaj» que reciten Kadish y «Barjú» y al llegar a la Amidá que uno de ellos recite las tres primeras bendiciones en voz alta y digan la Kedushá (ver Beur Halajá 69 ‘אומר’ ).

 

[1] «Rebanar» por cuanto que de la sección del Shemá y sus bendiciones solo se recita la primera de estas y luego se pasa a la Amidá directamente por lo que de toda la sección se extrae solo una «rebanada» y el resto no se recita (n. de t.).

01. El precepto de la bendición sacerdotal.

Es precepto positivo de la Torá que los cohanim bendigan al pueblo de Israel, tal como está escrito (Bamidbar – Números 6:22-27): «Y le dijo el Eterno a Moisés: «Dile a Aharón y a sus hijos: ‘Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Que el Eterno te bendiga y te guarde. Que el Eterno haga resplandecer Su rostro sobre ti y te de Su merced. Que el Eterno alce Su faz sobre ti y te de la paz. Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel y Yo los bendeciré».

Este precepto aplica para todos los días y todo cohen al que se le pida que suba a la tarima para bendecir al pueblo de Israel y se niega, si bien desde un estricto punto de vista halájico incumple con un precepto, se considera que incumplió tres. Esto se debe a que de los versículos antes mencionados se desprende que D´s desea bendecir al pueblo de Israel, razón por la cual ordena tres veces a los cohanim para que se apresuren a hacerlo: «Así bendeciréis», «diciéndoles», «Y pondrán Mi Nombre». Por lo tanto, la negativa por parte del cohen de cumplir la voluntad de D´s y bendecir a Israel es considerada como el incumplimiento de tres preceptos de la Torá (Talmud Babilonio Sotá 38(B), Rambám Hiljot Tefilá 15:12).

En caso de que ya haya bendecido una vez en el transcurso de ese día al pueblo de Israel, si lo llaman a bendecir en otro «Minián» es preceptivo que lo haga. Empero si no bendice a esta segunda congregación no incumple preceptos positivos de la Torá (Shulján Aruj 128:3).

El Sefer Hajaredim (12:18) aporta una idea novedosa en cuanto a que no sólo los cohanim cumplen un precepto al bendecir, sino que también la congregación que está de pie ante éstos en silencio, concentrados y respondiendo Amén, son partícipes del cumplimiento del mismo.

En la bendición sacerdotal aprendemos un hecho fundamental y es que D´s es quien nos bendice y por lo tanto el hecho de presenciarla a diario arraiga en nosotros esa convicción (Moré Nevujim III cap. 44, Haakedá 74). Cuanto mayor sea nuestra conciencia del hecho de que el Santo Bendito Sea es quien bendice al pueblo de Israel con amor, más receptivos habremos de estar para recibir dicha bendición (ver en Jinuj 378). El libre albedrío es el fundamento del mundo y por ende la bendición que recibimos del Creador es proporcional a nuestro esfuerzo. En palabras de la Kabalá, «El despertar superior depende del despertar inferior». Esto significa que al despertarse en nuestro seno el deseo de recibir Su bendición, se activa la Voluntad Superior de bendecir al pueblo de Israel. Mediante el cumplimiento del precepto de la bendición sacerdotal, el pueblo de Israel expresa su deseo de recibir la bendición celestial.

02. La intención meditativa de Israel.

Cuando los cohanim bendicen a la congregación, cada uno de los miembros de la misma debe ponerse de pie ante estos y concentrarse en el contenido de la bendición, sin mirarlos ni a ellos ni a ninguna otra cosa que pueda distraerlos (Shulján Aruj 128:23, Mishná Berurá 89).

Nuestros sabios dispusieron que un cohen que padece de un defecto físico que pueda llamar la atención, que no suba a la tarima a bendecir para no provocar distracción entre los orantes.

En tiempos pasados en que los cohanim no se cubrían con su manto de oración a la hora de bendecir, aquellos que padecían de manchas cutáneas llamativas o dedos malformados no subían a la tarima. Empero hoy día que los cohanim acostumbran a cubrirse con el talit a la hora de recitar la bendición sacerdotal, defectos en el rostro o las manos no impiden hacerlo. Sin embargo, incluso hoy día si un cohen padece de un defecto importante en una de sus piernas  no habrá de subir al estrado a bendecir para evitar distraer al público. Si se trata de un miembro fijo de esa comunidad por lo que su defecto ya no causa extrañeza o curiosidad, podrá subir a bendecir pues no habrá de distraer a nadie (Shulján Aruj 128:30-31).

Asimismo, quien posee un acento extraño y por ejemplo, confunde las pronunciaciones de «Alef» y «Ain«, no habrá de bendecir pues distraería a los orantes.

Empero en el caso de quien habla con un acento común, aunque no pronuncie adecuadamente las letras «Jet» o «Ain«, dado que su forma de hablar es compartida por el resto de las personas, no distrae a quien lo escucha. Lo mismo ocurre con todos los acentos conocidos, el ashkenazí, yemenita y demás, los cuales por ser comunes no distraen al escucha. Solamente quien realmente se confunde o deforma las palabras más de lo razonable o tartamudea mucho, no habrá de subir a la tarima a bendecir (Shulján Aruj 128:33, Mishná Berurá allí).

De estas reglas aprendemos que quienes escuchan la bendición sacerdotal deben estar concentrados, ya que los sabios dispusieron que cualquier cohen que posea alguna característica personal que pueda distraer a los orantes no debe subir a bendecir.

03. ¿Dónde deben pararse los destinatarios de la bendición?

Cuando los cohanim recitan la bendición, los destinatarios de la misma deben estar parados frente a estos, tal como está escrito (Bamidbar 6:23): «Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles…». De aquí nuestros sabios infirieron que la bendición debe ser «dicha» como quien habla con su prójimo, de frente y en voz alta para que los destinatarios puedan oírla.

Si bien los cohanim que bendicen deben estar de pie, según la estricta letra de la ley, los destinatarios de la bendición pueden permanecer sentados, aunque la costumbre aceptada es recibirla de pie. Sin embargo, en el caso de una persona enferma o débil a quien le resulta difícil mantenerse de pie, podrá recibir la bendición sentada (Mishná Berurá 128:51, Tzitz Eliezer 14:18).

Quien se  para detrás de los cohanim no está incluido en la bendición, empero quien lo está a los costados de estos, que gire su rostro hacia ellos y entonces quedará incluido. Quienes se sientan en las primeras filas de la sinagoga deben calcular su posición relativa respecto a los cohanim. Si se encuentran frente a éstos o a sus lados podrán quedarse en sus asientos y dirigir sus rostros hacia ellos. Mas si su ubicación tiende a estar por detrás de los cohanim, deberán moverse a otro sitio durante la bendición (Shulján Aruj 128:24).

Todo aquel que se encuentra en la sinagoga frente a los cohanim queda incluido en la bendición. Incluso, si delante de la persona en cuestión está parado alguien de gran estatura o una columna se interpone entre ésta y los cohanim, dado que se encuentra frente a éstos, queda incluida en la bendición, pero si se para de espaldas a ellos no lo estará.

Quien por causas de fuerza mayor, como ser obligaciones laborales,  no pudo asistir al servicio, queda igualmente incluido en la bendición. Lo mismo ocurre en el caso de las mujeres y los niños que no suelen asistir a la sinagoga. Ellos, quedan incluidos en la bendición dirigida a la generalidad del pueblo de Israel. Solamente quienes por negligencia o desidia no asisten y no se presentan ante los cohanim, no son incluidos en la bendición (Beur Halajá 128:24, ‘אם’).

04. Cuatro halajot de la Torá.

La bendición sacerdotal está regida por cuatro halajot originadas en la Torá: «No se bendice salvo en hebreo (lengua sagrada), de pie, con las manos (brazos) extendidas y en voz alta» (Shulján Aruj Oraj Jaím 128:14). Cuando no es posible cumplir con una de las cuatro condiciones no se le puede llevar a cabo.

La primer halajá indica que la bendición debe ser recitada en hebreo (lengua sagrada o «lashón hakodesh«). Como es sabido, muchos preceptos se cumplen mediante el uso del habla. Nuestros sabios explican en el Talmud Babilonio (Tratado de Sotá 32(A)) que los preceptos del recitado del Shemá, del rezo (Amidá) y de la bendición de agradecimiento por los alimentos (birkat hamazón), pueden cumplirse mediante recitación en otras lenguas (ver 1:10, 16:9). Empero la bendición sacerdotal debe ser recitada específicamente en hebreo, tal como está escrito (Bamidbar 6:23): «Así bendeciréis», en el idioma en el cual está escrita la Torá.

Puede ser que la causa de la diferencia entre las bendiciones radique en que el recitado del Shemá tiene por cometido expresar nuestra fe mediante las palabras que salen de nuestras bocas, por lo que no importa en qué idioma se recita. Otro tanto ocurre con el rezo de la «Amidá», lo más importante es expresar nuestras plegarias en una lengua comprensible. Sin embargo, la bendición sacerdotal proviene del Creador y está destinada a nosotros, y el idioma en el cual D´s revela Su voluntad en el mundo es el hebreo, por lo tanto los cohanim tienen el deber de recitar la bendición Divina tal como fue escrita en la Torá.

La segunda halajá indica que la bendición sacerdotal se recita de pie. Por lo tanto, si un cohen está débil o en silla de ruedas y no puede mantenerse de pie no habrá de bendecir. Esto obedece a que la regla de la  bendición sacerdotal es idéntica a la de la labor del Santuario, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 10:8): «servirle a Él y bendecir en Su nombre». Así como la labor en el Templo se lleva a cabo de pie, asimismo la bendición sacerdotal se recita de pie (Sotá ídem 38(A)).

La persona se muestra en forma completa cuando está de pie, cuando es visible de pies a cabeza y expresa así la totalidad de sus potencialidades tanto espirituales como prácticas. Para que la labor de los cohanim en el Templo sea completa se debía llevar a cabo de pie.

La tercera halajá indica que los cohanim deben bendecir con los brazos extendidos hacia los destinatarios, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 9:22): «Y Aharón extendió sus brazos hacia el pueblo y los bendijo». Un cohen cuyos brazos sean débiles o sus manos tiemblen y no pueda mantenerlos extendidos durante la bendición, no podrá subir a la tarima a bendecir. No sirve proveer al cohen en cuestión de algún tipo de accesorio que mantenga sus brazos extendidos, por cuanto que éste debe poder mantenerlos así con su s propias fuerzas, sin ayuda alguna (Mishná Berurá 128:52).

Rabí Najman de Breslav explicó esta norma, arguyendo que la bendición sacerdotal expresa la intensidad de la voluntad del corazón de bendecir al pueblo de Israel con amor. Existe una conexión entre las manos y el corazón y por esta razón las primeras se encuentran anatómicamente cercanas al segundo. Las manos son el medio de expresión del corazón, tal como está escrito (Eijá– Lamentaciones 3:41): «Elevaremos nuestro corazón con nuestras manos a D´s en el cielo». Cuando los cohanim extienden sus brazos para bendecir a la congregación, expresan en ese movimiento el intenso amor  que hay en su corazón por el pueblo de Israel (Likutei Hilajot Nesiat Kapaim 5:3).

El Rav Kook sostiene que extender los brazos hacia adelante expresa el futuro, ya que la posición normal de estos es hacia el cuerpo. Por lo tanto, en este movimiento de los brazos hacia adelante, se expresan el anhelo y la plegaria por un mundo completo y corregido (Olat Raaiá I 284).

La cuarta halajá indica que los cohanim deben recitar la bendición en voz alta, para que todos los presentes en la sinagoga puedan escucharlos, tal como está escrito «diciéndoles», esto es, tal como una persona habla con su prójimo (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 38(A)). Si la sinagoga es pequeña, alcanza con que el cohen recite la bendición en un tono de voz mediano, pues así se acostumbra a hablar en un sitio de esas dimensiones. Si la sinagoga es grande, es necesario recitar la bendición con tono de voz fuerte de modo tal que si ese cohen fuese el único en bendecir, toda la congregación podría escucharlo. Un cohen que tiene voz débil al grado de que casi no se le escucha no habrá de pasar a bendecir (Mishná Berurá 128:53). Empero si hay en el lugar otros cohanim cuya voz es perfectamente audible, el primero podrá bendecir junto a estos (ver Tzitz Eliezer 15:21).

05. La relación entre la bendición sacerdotal, el rezo y los sacrificios.

En los días del sagrado Templo, los cohanim recitaban la bendición sacerdotal al concluir la ofrenda de los sacrificios. La Torá nos describe el octavo día posterior a la inauguración del tabernáculo y aquel en el que los cohanim comenzaron a servir en éste, de la siguiente manera: «Y alzó Aharón sus manos hacia el pueblo y los bendijo, y descendió después de ofrecer la ofrenda por la expiación, el holocausto y el sacrificio pacífico» (Vaikrá– Levítico 9:22). De aquí vemos que la bendición sacerdotal tuvo lugar al concluir los sacrificios. Esto se debe a que tras la ofrenda de los sacrificios que expresan nuestra disposición a anularnos y entregar nuestras vidas en pos de D´s, somos dignos de recibir Su bendición.

Los sabios establecieron que fuera del área del Templo, la bendición sacerdotal fuese recitada durante el rezo ya que este suplanta a los sacrificios. Existe una similitud entre los sacrificios y el rezo en cuanto a que en ambos se manifiesta el anhelo de la cercanía con D´s, y así como los cohanim bendecían después de ofrendar los sacrificios, se estableció que realicen su bendición  al concluir la Amidá.

A los efectos de que el vínculo entre la bendición sacerdotal y la conclusión de la ofrenda de sacrificios sea más claro, nuestros sabios establecieron que durante la repetición del servicio, cuando el oficiante llega a «Retzé» que es la bendición que pide por la restitución de la labor sagrada en el Templo, los cohanim deben encaminarse hacia la tarima desde la cual habrán de bendecir. Si un cohen no se dirige a la tarima al iniciarse esta bendición, perdió de cumplir con el precepto y no puede subir a bendecir en ese rezo (Shulján Aruj 128:8). A priori, el cohen debe comenzar a dirigirse a la tarima al iniciarse la bendición de «Retzé«, empero mientras el oficiante no llegue al final de esta, podrá hacerlo (Mishná Berurá128:25).

Un cohen que se demoró y ve que no alcanzará a terminar de abluir sus manos hasta el final del recitado de «Retzé«, habrá de dar un corto paso en dirección a la tarima cuando todavía está parado al lado de la pileta de lavado de manos. Este pequeño paso se le considera como si se hubiese dirigido a la tarima durante el recitado de «Retzé«. Acto seguido, habrá de terminar de lavarse las manos y se dirigirá a la tarima para bendecir (ver Mishná Berurá 128:27-28, Shaar Hatziún 30, Sefer Nesiat Kapaim Kehiljatá 7:2 comentario 8).

De la estrecha relación que guarda la bendición sacerdotal con la ofrenda de sacrificios, nuestros sabios aprendieron que así como los sacrificios se llevaban a cabo durante el día, de la misma manera la bendición sacerdotal se recita de día. Por esta razón, no hay bendición sacerdotal en el servicio de Arvit. Aparentemente cabría recitar esta bendición en Minjá, pero los sabios decretaron que no por cuanto que su horario es posterior al almuerzo y se teme que un cohen haya bebido vino con la comida, suba a la tarima y profane la bendición. Es sabido que un cohen ebrio no puede trabajar en el sagrado Templo y no puede bendecir (Shulján Aruj 128:38). En el caso del rezo de Neilá o Minjá de un día de ayuno se recita la bendición sacerdotal ya que como ayunan no se teme que estén ebrios (Shulján Aruj 129:1). Se recita la bendición sacerdotal en Minjá de día de ayuno siempre y cuando el servicio comience después de Plag Haminjá (una hora y cuarto aproximadamente antes de la puesta del sol), mas si comienza antes no se recita.

06. Ablución de manos (Netilat Iadaim) previa a la bendición sacerdotal.

Antes que los cohanim reciten la bendición sacerdotal deben lavarse las manos hasta la muñeca, que es donde se unen el brazo y la mano. Esto lo encontramos insinuado en los Salmos (134:2): «Alzad vuestras manos con santidad y bendecid al Eterno». Aquel cohen que no lo haya hecho no podrá recitar la bendición  (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 39(A)). Los grandes juristas medievales debatieron respecto de esta ablución. Según Rambám (Tefilá 15:5) es obligatoria únicamente si las manos están sucias. En el caso de un cohen que lavó sus manos por la mañana y tuvo cuidado de no tocar nada sucio, no precisa volver a lavarlas para recitar la bendición sacerdotal. Rashi y los Baalei Hatosafot opinan que (ídem Sotá) aunque las manos estén  limpias, es necesario lavarlas y santificarlas para bendecir a la congregación.

En la práctica, actuamos de acuerdo a la opinión más estricta y por lo tanto un cohen cuyas manos estén limpias deberá lavárselas antes de pasar a bendecir, tal como opinan Rashí y Tosafot. De todas maneras, no se recita bendición por esta ablución de manos aunque el cohen haya efectivamente tocado algo sucio antes, ya que se duda respecto de si los sabios instituyeron para este lavado el recitado de una bendición (Mishná Berurá 128:24 según Eliahu Rabá).

Del Zohar se desprende que esta ablución tiene por finalidad santificar a los cohanim y a sus manos, previo a la bendición sacerdotal. A los efectos de agregar santidad a lo sagrado, se acostumbra que un leví vierta agua sobre las manos de los cohanim. Si no hay un leví en la sinagoga es recomendable que un primogénito que tiene algo de santidad sea quien lo haga. En caso de que no hayan presentes ni levitas ni primogénitos, el cohen deberá lavarse las manos por si mismo (Shulján Aruj 128:6, Mishná Berurá 22).

Si un cohen teme que no haya agua en la sinagoga y no pueda lavarse las manos antes de pasar a bendecir a la comunidad, que se las lave en su casa antes del rezo y ponga atención en mantenerlas limpias hasta que pase a la tarima. Si un cohen no  tuvo cuidado de mantener sus manos limpias después de la ablución previa a Shajarit y no contó con agua en la sinagoga, no pasará a la tarima y no bendecirá.

En todo caso que el cohen no deba pasar a bendecir, es mejor que salga de la sinagoga antes de la bendición para que el encargado (gabai) no se equivoque y lo llame a pasar a la tarima. En caso de que el cohen sepa que aunque esté presente no lo llamarán a pasar, igualmente deberá salir para que las demás personas no piensen que su sacerdocio ha sido invalidado.

07. La participación de Israel (aquellos que no son cohanim) durante la bendición sacerdotal.

Cuando llega el momento de recitar la bendición sacerdotal, los cohanim no pueden comenzar a recitarla antes que el oficiante o el encargado anuncien «cohanim» pues a Moisés se le indicó «diciéndoles» (Bamidbar 6:23), esto es, Moshé que no es cohen, debe decirle  a los cohanim que bendigan. Nuestros sabios aprendieron de esto que primero se anuncia «cohanim» y luego se recita la bendición. Si sólo un cohen sube a la tarima no se anuncia «cohanim» porque la Torá indica «diciéndoles» en plural, por lo que el anunciamiento tiene lugar sólo cuando hay por lo menos dos cohanim (Shulján Aruj 128:10). Hay quienes aprendieron de esto que la bendición sacerdotal es más importante cuando  la recitan por lo menos dos cohanim. (Rabeinu Peretz citado en el Tur 128, ver Aruj Hashulján 128:9).

Los cohanim no recitan por si mismos la bendición sacerdotal, sino que el oficiante se las dicta palabra por palabra y estos repiten tras él. Hay oficiantes que por error dictan la bendición sacerdotal en tono bajo de voz. Los cohanim tienen que escuchar al oficiante claramente y su tono debe ser sólo un poco más bajo que el de los que bendicen (ver Tzitz Eliezer 14:17, Nesiat Kapaim Kehiljatá 12:3). El público responde «Amén» después de cada uno de los tres versículos de la bendición sacerdotal.

Ya vimos en la primera halajá que «El despertar superior depende del despertar inferior», esto es, cuando el Eterno creó el mundo estableció el libre albedrío como pilar supremo, por lo que sólo una vez que nosotros experimentamos un despertar inferior que nos hace querer algo positivo, como contraparte se despierta una voluntad superior de ayudarnos a obtenerlo. Por lo tanto, es necesario que en primer término uno de los israelitas que habrá de ser destinatario de la bendición anuncie «cohanim» expresando así nuestro deseo de ser bendecidos por D´s, para que recién después los cohanim comiencen a bendecir. Luego, el oficiante debe leer la bendición palabra por palabra, expresando así nuestro anhelo por cada detalle de lo contenido en la misma  y posteriormente los cohanim repiten palabra por palabra y el Creador nos concede su bien (Likutei Halajot leMoharán, Nesiat Kapaim 3:4).

08. El deber de descalzarse antes de recitar la bendición.

Uno de los nueve decretos emitidos por Rabí Iojanán Ben Zakay (quien vivió en días de la destrucción del segundo Templo) se refiere a la bendición sacerdotal. Se trata del decreto que los cohanim no suban a la tarima a recitar la bendición, calzados con zapatos o sandalias. Una de las razones de esta norma es el respeto por el público presente, ya que no es honorable que bendigan a la congregación calzando los zapatos con los que anduvieron por el fango. Asimismo, los cohanim realizaban sus labores en el sagrado Templo descalzos, ya que por la santidad del recinto no era apropiado que sea pisado con zapatos. El argumento halájico para el andar descalzos es que temían que si los cohanim ejercían sus labores con calzados acordonados, en caso de desatárseles sería incómodo para el sacerdote que estaba parado en la tarima –que era un lugar alto y era observado por todo el pueblo- superar esa vergüenza agachándose para volver a atarlos. Además, la gente podría pensar que no es cohen y que se agacha a fin de no bendecir a la congregación (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 40(A)).

Según estas razones, no se debe subir a la tarima a bendecir a la congregación calzando zapatos que se usaron en la calle, así como no se debe subir con zapatos con cordones. Está prohibido subir con pantuflas de cuero, aunque carezcan de cordones, ya que se trata de zapatos de cuero que están prohibidos por el decreto de Rabí Iojanán Ben Zakay. Empero, se puede subir a la tarima a bendecir calzando pantuflas que no están hechas de cuero y carecen de cordones. En un sitio en el cual no se acostumbra a presentarse ante personas importantes descalzos o calzando sandalias sin calcetines, corresponde que los cohanim asciendan a la tarima vistiéndolos (Mishná Berurá 128:18). En sitios donde uno se puede presentar ante personas importantes calzando sandalias sin calcetines, se podrá ascender a la tarima sin estos (Olat Tamid inciso menor 11).

A veces surge la pregunta de cómo debe actuar un cohen lisiado que no puede quitarse los zapatos, o qué debe hacer un cohen en el ejército donde no dispone del tiempo necesario para quitarse las botas militares. En casos como estos, que son de emergencia o premura, hay juristas que tienen una opinión más flexible  y permiten al cohen bendecir a la congregación desde el piso de la sinagoga sin subir a la tarima. Esto se debe a que estos juristas opinan que lo que prohíbe el decreto es que el cohen ascienda a la tarima calzado, pues se trata de un sitio alto, sus zapatos son visibles y esto no es correcto. Empero si el cohen está parado sobre el piso a la misma altura que el resto de los demás orantes, no está prohibido que los bendiga calzado. En caso de emergencia o premura, los cohanim pueden confiar en la opinión de estos juristas y bendecir a la congregación si están calzados pero no parados sobre la tarima, siempre y cuando sus zapatos estén limpios (ver Igrot Moshé, Oraj Jaím II: 32 respecto de un lisiado, respecto del caso de  emergencia o premura ver en Tzitz Eliezer14:11, Iejavé Daat 2:13).

09. El rol de los cohanim.

Además de la labor de los sacrificios en el sagrado Templo de Jerusalém, los sacerdotes poseían dos roles fundamentales: el primero era educar y sentenciar halajá en el seno del pueblo de Israel, tal como está escrito (Malají-Malaquías  2:7): «Por cuanto los labios del sacerdote habrán de guardar el conocimiento y la enseñanza de la Ley requerirán de su boca». El segundo, ser personas generosas y agentes de paz, tal como Aharón Hacohen que «Amaba la paz y la perseguía» (Mishná Avot 1:12). Sobre él se cuenta que sabía cómo reconciliar a las personas entre sí, al hombre con su prójimo, al marido con su esposa, en mérito de lo cual se preservaron miles de parejas en el pueblo de Israel que no se separaron. En virtud de esto, a las parejas les nacieron hijos que recibieron el nombre Aharón.

A los efectos de permitir a los cohanim desarrollar estas dos misiones, la sabiduría y la generosidad, la Torá estipuló que no reciban parcela de tierra en Israel, vivan de los presentes y donativos que el pueblo les entregue y entonces tengan tiempo de dedicarse al estudio sagrado, la educación del público y su instrucción. Por cuanto que todo el pueblo les dispensa presentes, se transforman por su intermedio en socios de su labor espiritual. Por efecto del hecho de que carecen de tierras quedan al margen del trajín de la competencia económica por lo que les es más fácil desarrollar el amor y la generosidad para con todo el pueblo.

El amor es el pilar fundamental de la bendición sacerdotal y en virtud de este se hacen dignos de actuar como enviados que bendicen al pueblo de Israel en nombre de D´s. Este es el texto de la bendición: «…que nos ha consagrado con la Santidad de Aharón y nos ha ordenado bendecir a Su pueblo Israel con amor». Los juristas escribieron que todo cohen que es odiado por el público o que repudia a la congregación, aunque odie a un sólo miembro de la comunidad, no puede recitar la bendición sacerdotal. Si bendice con odio se pone a sí mismo en peligro. El cohen en cuestión debe borrar el odio de su corazón o salir de la sinagoga previo a la bendición sacerdotal, pues el objetivo central de ésta es bendecir al pueblo de Israel con amor (Mishná Berurá 128:37, HaRatzia Olat Reaiá 2:413).

10. El cohen malvado.

El precepto de la bendición sacerdotal recae sobre todos los cohanim, justos y malvados por igual. Por lo tanto, un cohen que trasgredió ingiriendo alimentos prohibidos o tuvo inconductas sexuales y demás (salvo las trasgresiones que se listarán a continuación), debe subir a la tarima a bendecir. En caso que se abstenga de recitar la bendición sacerdotal, estaría sumando otra trasgresión a las ya realizadas. Tal como dijo Rambám (Hiljot Tefilá 15:6): «No se le dice a un malvado que cometa otra maldad y se abstenga de cumplir un precepto».

No debe sorprendernos cómo es posible que un cohen malvado bendiga al pueblo de Israel, ya que quien verdaderamente nos bendice con amor es D´s. A los efectos de que la bendición se manifieste en el mundo, se le ordenó a  los cohanim que la pronuncien con sus labios. Dado que ellos son el grupo dentro del pueblo de Israel que desempeña el rol más sagrado, fueron escogidos para manifestar la Voluntad Divina de bendecirnos. Empero la bendición no depende de la virtud personal del cohen específico que bendice sino de la Voluntad Divina de bendecirnos (Rambám ahí 7, ver Olat Reaiá I pág. 283).

Si el cohen cometió trasgresiones que alteran su carácter de tal, como por ejemplo, si desposó una divorciada o si no se cuida de no impurificarse con muertos, se le prohíbe subir a la tarima a bendecir. Esto se debe a que estas prohibiciones tienen por cometido preservar la santidad especial de los cohanim y por lo tanto quien las trasgrede atenta contra su carácter de tal. Por lo tanto, los sabios sancionaron a estos cohanim no permitiéndoles subir a la tarima a bendecir y les quitaron la posibilidad de subir a la Torá en el turno especial destinado a estos.

Si el cohen decide retornar a la senda correcta, deberá primeramente divorciar a su mujer y prometer públicamente que no volverá a desposar mujeres prohibidas para él, tras lo cual podrá volver a recitar la bendición sacerdotal. Asimismo, si estaba acostumbrado a impurificarse por contacto con muertos, deberá comprometerse de no volver a hacerlo (Shulján Aruj Oraj Jaím 128:40-41).

Un cohen que incurrió en idolatría no puede subir al estrado y bendecir a la comunidad. Esto lo aprendemos de las reglas del trabajo sacerdotal en el Santuario, pues según éstas un cohen que incurrió en idolatría no puede ejercerlo y por ende tampoco puede bendecir a la comunidad (Talmud Babilonio Tratado de Menajot 109(A) y ver allí Tosafot). Sin embargo si el cohen en cuestión se arrepiente íntegramente, podrá volver a bendecir a la comunidad (Shulján Aruj Oraj Jaím 128:37).

Algunos juristas equiparan el status de quien profana el Shabat en público (delante de diez judíos) con el del idólatra y por lo tanto no le permiten al cohen en cuestión subir al estrado a bendecir. Así sentenció la Mishná Berurá (128:134). Sin embargo, de acuerdo con la opinión de varios de los sabios más importantes de las últimas generaciones (Ajaronim), se le permite a un cohen que profana Shabat subir a la tarima y bendecir a la comunidad. Esto se debe a que en primer lugar ya que no hay certidumbre respecto de la equiparación de status entre el del idólatra y el de quien profana el Shabat. En segundo término es necesario diferenciar entre quien profanaba el Shabat antiguamente y quien lo hace en la actualidad. Antiguamente quebrar el Shabat implicaba dar la espalda al judaísmo, renegar de la Torá y de las mitzvot por completo. Hoy en día quien profana el Shabat públicamente no lo hace a los efectos de provocar el enojo Divino sino más bien o por falta de convencimiento o por falta de estudio. Por lo tanto, en la actualidad, según la opinión halájica más flexible, un cohen que no cuida Shabat, mas no con la intención de profanar el Nombre Divino, puede bendecir a la comunidad.

Sin embargo, en el caso de que el cohen profane el Shabat con la intención de provocar el enojo Divino («lehajis«), por ejemplo si milita para establecer el funcionamiento de transporte público en Shabat o si participa en manifestaciones en favor de abrir tiendas y cines en Shabat, mientras no  exprese su completo arrepentimiento se le adjudica el status de idólatra lo cual lo inhabilita para bendecir a la comunidad.

11. Un cohen que mató no puede bendecir a la congregación.

Un cohen que mató a una persona no puede recitar la bendición sacerdotal, tal como está escrito (Isaías 1:15): «Y cuando extendéis vuestras manos hacia lo alto, habré de ocultar Mis ojos de vosotros…vuestras manos llenas están de sangre» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 32(B)). Esto implica que solamente manos limpias de sangre son aptas para la bendición sacerdotal. Esto se asemeja al altar de sacrificios, el cual no podía ser construido cortando sus piedras mediante utensilios de hierro por cuanto que ese metal se emplea para acortar la vida del hombre mientras que el altar tiene por cometido hacer la paz y prolongar sus días. Por lo tanto, un cohen cuyas manos están manchadas de sangre no puede bendecir a la congregación e influir paz, gracia y abundancia sobre el pueblo de Israel. El rol del cohen es incrementar la vida y la generosidad, tal como Aharón Hacohen que amaba la paz y la perseguía; por lo tanto un cohen que mató, atentó contra su carácter de tal.

En opinión del Shulján Aruj (Oraj Jaím 128:35) el arrepentimiento o retorno no sirven en el caso de un cohen que asesinó, aunque el asesinato haya sido involuntario. Esto se debe a que en este caso el ángel fiscal o acusador no se transforma en defensor y las manos que mataron no podrán bendecir a la congregación nunca más.

Empero en opinión de Ramá, si el cohen se arrepiente y retorna por completo, acudiendo a un sabio para que éste le indique un «seder teshuvá» o un plan de retorno y arrepentimiento que incluya ayunos y buenas acciones, podrá volver a bendecir a la congregación. Esto se debe a que quien se arrepiente y retorna se transforma en  una nueva persona, por lo que aunque haya asesinado intencionalmente, si su arrepentimiento y retorno son sinceros puede volver a bendecir.

Existe una opinión intermedia que sostiene que un cohen que asesinó involuntariamente y se ha arrepentido con integridad  y retorna, puede bendecir a la congregación.  Empero si asesinó premeditadamente no lo podrá hacer (Prí Jadash, Eliahu Rabá,Beur Halajá 128:35).

En la práctica, un cohen que asesinó voluntaria o involuntariamente deberá acudir a su maestro para que le indique un plan de arrepentimiento y retorno y decida si más adelante podrá volver a bendecir a la congregación o no.

Un cohen que, involuntariamente, atropella a alguien mortalmente, no podrá recitar la bendición sacerdotal. Los juristas debatieron respecto de si el arrepentimiento y el retorno habilitan o no para volver a bendecir. Empero si no fue negligente al manejar y por ejemplo, repentinamente un niño saltó sobre su auto en movimiento sin darle chance a frenar, no se lo considera como asesino no intencional  sino como a quien mató por razones de fuerza mayor. Por lo tanto, según todas las opiniones, esta persona podrá acudir a un sabio para que le indique cómo arrepentirse y retornar, para luego volver a pasar a la tarima a bendecir a la congregación (Iejavé Daat 5:16).

01. La particularidad de la plegaria de «Nefilat Apáim».

Tras la conclusión del rezo de Amidá acostumbramos a inclinarnos sobre nuestro rostro y suplicar ante el Creador, Bendito Sea. De esta manera cumplimos con el rezo en todas sus formas o posturas: las bendiciones del recitado del Shemá sentados, la Amidá de pie y las súplicas posteriores inclinándonos sobre nuestro rostro.

Esto lo aprendemos de Moshé Rabeinu quien rezó ante D´s en estas tres posturas. Cuando tras el pecado del becerro de oro procuró obtener el perdón para el pueblo de Israel lo hizo: sentado, tal como está escrito (Devarim 9:9): «Y me senté en la montaña»; de pie (ídem 10:10): «Y yo me paré en la montaña»; e inclinándose sobre su rostro (ídem 9:25): «pero yo me prosterné delante del Eterno». De la misma manera, durante nuestra plegaria, tras haber rezado sentados y de pie, sintiendo que aún no hemos logrado expresar todo lo que sentimos ni derribar todas las barreras que nos separan de nuestro Creador, nos prosternamos y auto anulamos ante el Soberano del Universo (ver Tur 131).

Esta plegaria tiene una fuerza particularmente intensa y ayuda enormemente en momentos difíciles. Durante el pleito emprendido por Koraj y sus seguidores contra Moshé y Aharón, D´s le dijo a estos últimos «Alejaos de esa gente de modo que los habré de consumir en un momento». Fue entonces que los hermanos entendieron que debían intensificar sus plegarias, para lo cual se inclinaron sobre sus rostros y dijeron: «Oh D´s, Soberano de los espíritus de toda carne, ¿por un hombre que ha pecado castigarás a toda la congregación? (Bamidbar-Números 16:21-22). Por mérito de sus rezos que fueron recitados prosternándose sobre sus rostros, el pueblo de Israel fue perdonado y el decreto Divino fue anulado.

Este rezo es muy poderoso por cuanto que expresa la total anulación de la persona ante su Creador, hasta el límite de la misma entrega de la vida. Esto es como si la persona le dijera al Eterno: todos mis sentidos y órganos se anulan ante Ti, haz conmigo Tu voluntad por cuanto que te pertenezco enteramente. Por esta razón, mediante este rezo se pueden corregir defectos que con otra plegaria resulta imposible hacerlo (ver Zohar Bamidbar 120:2).

La inclinación sobre el rostro expresa, asimismo, la sensación de vergüenza que sentimos quienes acabamos de concluir nuestra plegaria, la cual se centró en la  grandeza de D´s, elevando a Él todos nuestros pedidos. Ahora nos presentamos avergonzados de dar la cara, pues ¡cómo osamos  pararnos ante Él en el rezo! Entonces nos inclinamos sobre nuestro rostro. Además, esta postura expresa nuestro pesar, producto del arrepentimiento por nuestros pecados. Tal es el dolor que no podemos elevar nuestro rostro (ver Rabenu Bejaié Bamidbar 16:22).

02. La costumbre de recitar «Nefilat Apáim».

Si bien la plegaria de «Nefilat Apáim» es de gran importancia, los sabios no la establecieron como obligatoria ni le adjudicaron una redacción fija. Por lo tanto, todo aquel que deseaba se inclinaba sobre su rostro y suplicaba tras el rezo. Sin embargo, justamente en virtud de su gran importancia, por cuanto que expresa la total anulación del orante ante D´s, corresponde que emane del corazón libre y espontáneamente.

En tiempos de los Gaonitas, comenzó a conformarse un formato fijo para Nefilat Apáim y las súplicas o Tajanunim posteriores al rezo. En tiempo de los Rishonim o sabios medievales, este formato se fue estableciendo paulatinamente al punto que todos los judíos asumieron el deber de recitar determinadas súplicas. Aparentemente, fue en virtud de los sufrimientos del exilio que se intensificaron cada vez más, que los corazones se opacaron tanto que se necesitó de un formato fijo para poder recitar súplicas. Dado que esta plegaria se incorporó cuando las diásporas estaban ya dispersas, resaltan las diferencias entre la versión ashkenazí  y la sefaradí.

Dado que Nefilat Apáim es una plegaria que implica un corazón quebrado, la anulación del aspecto físico y nuestra disposición a una entrega total de la vida, no se recita en días de alegría por el cumplimiento de preceptos. Los kabalistas explican que todas las correcciones que se realizan en días comunes mediante Nefilat Apáim, en días de alegría por el cumplimiento de preceptos («simjá shel mitzvá«)  se efectivizan por medio de la santidad del día (Kaf HaJaím 131:54). Asimismo, cuando en la sinagoga están presentes protagonistas de una alegría preceptiva, no se recita Tajanún o súplicas (tal como se explicó en las halajot 7 y 8). Ya vimos que por la base de la ley no es obligatorio recitar Tajanún y por lo tanto en todo caso de duda respecto de si procede a recitarlo, se indica el no hacerlo.

Asimismo, en la casa del doliente se acostumbra a no recitar Tajanún por cuanto que el rigor Divino ya se ha hecho presente en ese sitio y es procedente, por lo tanto,  no incrementar el Atributo del rigor aún más (Mishná Berurá 131:20). Esto significa que al caer sobre su rostro, el orante hace patente para sí el hecho de que su existencia depende de D´s, por lo cual se anula ante Él. En el caso del doliente, este ya comparte esta sensación por lo que no necesita redundar en ella.

03. ¿Qué es Nefilat Apáim («inclinarse sobre el rostro»)?

En los primeros tiempos se acostumbraba a caer sobre el rostro  prosternándose o reverenciándose. Al prosternarse, el orante extiende todo su cuerpo sobre el suelo  con brazos y piernas extendidos. Al reverenciar, el orante se pone de rodillas e inclina su cabeza hasta apoyarla sobre el piso (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(B), Rambám Tefilá 5:13-14).

Sin embargo, en virtud de ciertos temores se abolió la costumbre de prosternarse o de reverenciar. Algunos de los temores están vinculados a la prohibición halájica de prosternarse sobre un piso de piedra y a la prohibición de que una persona importante se prosterne sobre su rostro delante del público, sin que se le asegure que su pedido será colmado como le ocurrió en su tiempo a Iehoshúa Bin Nun.

Principalmente, se temía por lo expresado en el Zohar (Bamidbar 121:1) en cuanto a que Nefilat Apáim es una plegaria encumbradísima en la cual el orante debe entregar su vida a D´s y verse a sí mismo como quien deja este mundo y de esa manera sus pecado son expiados. «Esta plegaria debe ser recitada con gran intención o concentración y entonces el Santo Bendito Sea se apiada de la persona y expía sus pecados. Feliz de quien sabe hallar gracia y servir a su Amo con sincera voluntad y dedicación. ¡Ay de quien  quiere hallar gracia ante su Amo con el corazón distante y sin voluntad!. Tal como está escrito (Salmos 78:36-7): «Pero al tiempo que le lisonjeaban con sus bocas, le mentían con sus lenguas. Por cuanto sus corazones no eran firmes con Él» El orante dice «A Ti oh Eterno elevo mi alma» (Salmo 25) mas todas sus palabras son dichas con corazón distante, y esto provoca que esa persona se vaya de este mundo antes de tiempo». Dado que tememos que nuestra intención no sea completa y no seamos dignos, nos abstenemos de prosternarnos o reverenciar.

En la práctica, la usanza entre los ashkenazíes y algunos de los sefaradíes es agacharse y abatir la cabeza sobre el brazo. En esta postura se rescata parcialmente la de Nefilat Apáim con reverencia (kidá) empero no completa y no se teme que derive en una prosternación sobre el piso de piedra  (Beur Halajá 131:1). Empero, a los efectos de no arriesgarse en recrear la conducta descrita en el pasaje del Zohar antes mencionado, los ashkenazíes acostumbraron a no recitar el salmo 25  «A Ti oh Eterno elevo mi alma» cuyo tema central, según el  libro de la Kabalá anteriormente mencionado es la disposición a entregar nuestras vidas. En su lugar, recitan el salmo 6 (Maguén Abraham 131:5). Quienes siguen la tradición del Ben Ish Jai, por temor al pasaje del Zohar arriba citado, no se inclinan sobre su rostro, siendo esta la práctica de muchos de los judíos orientales.

04. Cómo inclinarse sobre el rostro.

Como ya vimos, según la usanza de los ashkenazíes y parte de los sefaradíes, la inclinación sobre el rostro se lleva a cabo abatiendo la cabeza y apoyándola sobre el antebrazo. De acuerdo con el Shulján Aruj siempre nos inclinamos sobre el brazo izquierdo. En opinión del Ramá, por la mañana, al colocar el tefilín en el brazo izquierdo nos inclinamos sobre el derecho, mientras que en Minjá lo hacemos sobre el izquierdo, siendo esta la usanza entre los ashkenazíes (Shulján Aruj y Ramá 131:1, Mishná Berurá 6).

Cuando nos inclinamos sobre el brazo izquierdo, giramos levemente la cabeza hacia la derecha, para que el rostro no apunte directamente hacia el piso. Cuando nos inclinamos sobre el brazo derecho giramos la cabeza levemente hacia la izquierda. Esta práctica es similar a la que se aplicaba en los días en que se acostumbraba a prosternarse sobre el piso, en ese entonces el leve giro de la cabeza tenía por cometido evitar trasgredir la prohibición de hacerlo sobre suelo de piedra (Mishná Berurá 131:40, Beur Halajá 131:1).

Se acostumbra a cubrir el rostro con la ropa no siendo suficiente el hundirlo en el brazo, ya que ambos miembros son parte de un solo cuerpo y este no puede cubrirse a sí mismo (Mishná Berurá 131:3). La razón principal por la que hay que cubrirse al adoptar la posición de quien teme y se avergüenza ante D´s es la de mostrar humildad. En el caso de quien viste manga corta, si tiene un pañuelo que lo extienda sobre el brazo y sobre éste incline su cabeza. Si carece de pañuelo, que incline su cabeza sobre el brazo desnudo, mas no sobre su mano, pues esto no está permitido. Si hay una mesa, que apoye su brazo y su cabeza sobre esta, la cual será considerada como su cobertura principal.

Se acostumbra a inclinarse sobre el rostro únicamente allí donde se encuentra un Rollo de la Torá o incluso libros sagrados impresos. En caso de que en el sitio en cuestión no haya libros sagrados de ningún tipo, se recita el salmo sentado sin inclinarse sobre el brazo.

En las habitaciones contiguas a la sinagoga, en las que no hay libros sagrados pero desde las que se puede divisar el arca sagrada se procede a inclinar sobre el rostro. En caso de que no se divise desde allí el arca, el salmo se recita sentado.

En Jerusalém acostumbraban a inclinarse sobre el rostro también en sitios donde no hay libros sagrados, por cuanto que la santidad de la ciudad los sustituye.

En el caso de un sitio en el cual no hay posibilidad de inclinar el rostro  estando sentados, por falta de sillas o porque exactamente atrás de uno se encuentra una persona rezando que no puede desplazarse, se podrá recitar el Nefilat Apáim de pie (Mishná Berurá 131:10). En un caso así, es mejor apoyarse sobre la pared, tal que de no mediar esta uno se caería y de esa forma se le considera como que está sentado e inclinó su rostro (Kaf HaJaím 38).

05. Los trece atributos de la Misericordia Divina (Midot Derajamim)

Una vez que D´s perdonó el pecado del becerro de oro, e incluso consintió en privilegiar al pueblo de Israel por sobre las demás naciones, en cuanto a su relación especial con el Eterno, Moshé pidió: «Muéstrame ahora Tu gloria». D´s le respondió: «Yo haré pasar toda Mi bondad ante tu vista y pronunciaré Mi nombre ante ti», esto es, revelaré ante ti Mi Nombre sagrado que se manifiesta en el mundo, empero Mi Ser (esencia) no podrá ser aprehendido,  ya que no ha de poder verme el ser humano y permanecer con vida» (Shemot –Éxodo 33:18-20). «Y descendió el Eterno en la nube y Moshé se acercó invocando Su nombre (D´s exclamó sus nombres y se los reveló a Moshé): Oh Eterno oh Eterno, Dios piadoso y clemente. Lento en iras y grande en mercedes y en fidelidad que prodigas favores a miles (de generaciones), perdonas la iniquidad y el pecado, pero no los dejas impunes (ídem 34:5-7). Estos son los trece atributos de la Misericordia Divina.

Dijo Rabí Iojanán: si esto no estuviese escrito no lo podríamos pronunciar, el pasaje nos enseña que el Santo Bendito Sea, se envolvió cual oficiante de rezo público y le mostró a Moshé el orden de la plegaria a recitar. Le dijo: toda vez que el pueblo de Israel peque, que obren de acuerdo a este orden establecido y Yo los perdonaré (Talmud Babilonio, Tratado de Rosh Hashaná 17(B)).

Mediante la confianza en la trascendencia del recitado de los trece atributos, nos conectamos a D´s de una manera tan profunda y excelsa que los pecados se tornan marginales y exteriores y este es el motivo de que resulten expiados.

Por lo tanto, en días en los que se recitan Selijot, en los días de ayunos públicos y en Iom Kipur, se recitan los trece atributos repetidamente. Las costumbres difieren respecto de su recitado en días comunes de semana. Según la usanza ashkenazí y yemenita (Báladi) se recitan únicamente los días lunes y jueves que son propicios para las súplicas. Según la usanza sefaradí (incluida la jasídica Sefarad) se recitan los trece atributos toda vez que hay Nefilat Apáim.

El recitado de estos trece atributos se considera una «cuestión referida a la Santidad», por lo que requiere de Minián. Quien reza solo no puede recitarlos, empero si quiere puede leerlos con la entonación de quien lee la Torá (Shulján Aruj, Oraj Jaím 565:5, Mishná Berurá 12). Quien no alcanzó a concluir el pasaje de «E-l Erej apáim» cuando el público ya comenzó a recitar los atributos, habrá de sumarse a este. Mientras el público no terminó de recitarlos se le podrá sumar, mas si ya terminaron, la persona queda en status de orante individual sin Minián a esos efectos (Ben Ish Jai Ki Tisá 4).

06. El recitado de las súplicas (Tajanunim) y la inclinación sobre el rostro (Nefilat Apáim).

No se debe interrumpir hablando entre la Amidá y las súplicas pues al recitarse ininterrumpidamente son mejor aceptadas (Shulján Aruj 131:1, Mishná Berurá 1).

En el texto de las súplicas hay diferencias entre las diferentes comunidades. Esto se debe a que en tiempos en que la mayoría de los judíos residía en la tierra de Israel o en Babilonia, se acostumbraba a que cada quien suplique con sus propias palabras. Más adelante, en tiempo de los Rishonim (Edad Media) en los que las diásporas ya estaban dispersas, el formato final se fue consolidando. Además, hace unos cuatrocientos años hubo cambios en la versión sefaradí del rezo, en virtud de la introducción de las meditaciones contemplativas del Aríz´´l al mismo (Kavanot HaArí).

Según Kavanot HaArí, en la versión sefaradí se acostumbra a adicionar una confesión y los trece atributos de la misericordia previo al salmo de inclinación sobre el rostro, para que de esa manera la expiación por ellos proporcionada llegue a su punto más álgido en Nefilat Apáim (Kaf HaJaím 131:5). De acuerdo con la usanza ashkenazí, los lunes y los jueves se comienza con la confesión (vidui) y los trece atributos, en los que abundan los pedidos de súplicas, empero en los demás días se inclina sobre el rostro directamente después de concluida la Amidá. Más aún, en lo posible, es importante que Nefilat Apáim sea lo más contigua posible al rezo. De acuerdo con la usanza yemenita (Báladi) la inclinación sobre el rostro siempre es inmediatamente posterior a la finalización de la Amidá.

En Nefilat Apáim los sefaradíes recitan el salmo 25, mientras que los ashkenazíes y los sefarad– jasídicos el salmo número 6.

Los lunes y los jueves se agregan súplicas ya que son días propicios para que las plegarias sean aceptadas. Estas súplicas  se recitan de pie (Shulján Aruj y Ramá 134:1). El pasaje «Vehú Rajum«, según los libros de los Rishonim (Abudraham, Raabán, Hamanhig, Kol Bó 18) fue compuesto por tres ancianos exilados de Jerusalém, razón por la cual no hay grandes diferencias en sus distintas versiones. Empero los sefaradíes le agregaron antes súplicas suplementarias mientras que los ashkenazíes las agregaron después de este pasaje.

Otra diferencia entre las usanzas es que según la versión Sefarad las súplicas suplementarias de lunes y jueves se recitan después de la inclinación sobre el rostro, mientras que según la usanza ashkenazí se recitan antes de ésta.

Quien detenta una usanza pero reza en una sinagoga que sigue otra versión, tiene derecho a actuar como le parezca. Si decide mantener su costumbre, no hará sobresalir su diferencia. Si el oficiante recita los trece atributos de la misericordia, aunque el orante individual, conforme a su usanza, no acostumbre a recitarlas en ese día, habrá de sumarse a la congregación. Quien detenta en su usanza una versión más larga que la que recita el oficiante, al punto que antes de alcanzar a concluirlo el oficiante ya comenzó a recitar el Kadish, que interrumpa sus súplicas y responda al oficiante y continúe con la próxima etapa del servicio. Esto se debe a que una versión específica de súplicas no puede servir de impedimento para cumplir con el deber de recitarlas. Por lo tanto, todo aquel que ya realizó un mínimo de estas súplicas, cumplió con la costumbre. En caso de así desearlo podrá completarlas una vez concluido todo el servicio.

07. Días en los que no se recitan las súplicas (Tajanún).

Dado que Nefilat Apáim es una plegaria que implica dolor y pesar por nuestras debilidades y carencias, al punto que en virtud de estas  no podemos permanecer de pie ante Él sino que nos inclinamos y prosternamos, no corresponde recitarla en días alegres. Dado que en esencia se trata de una plegaria opcional, en los días en los que se duda si se consideran o no días alegres, se acostumbran a omitir las súplicas (el origen de las reglas está en el Shulján Aruj 131:6-7 y en los comentaristas).

Estos son los días en los que no se recita Tajanún: Shabat, «Iom Tov» (días festivos de la Torá n. de t.), «Jol Hamoed» (días semifestivos de Pesaj y Sucot, n. de t.) y «Rashei Jodashim» (novilunios, n. de t.). El resto de los días en que se omiten las súplicas los enumeraremos en orden calendario: Shajarit de víspera de Rosh Hashaná; Shajarit de víspera de Iom Kipur; desde el 11 de Tishrei hasta el final del mes dado que son días contiguos a la fiesta de Sucot; Jánuca; 15 de Shvat; los dos días de Purim y en año embolismal también el 14 y 15 del primer mes de Adar; todo el mes de Nisán por cuanto que en su mayoría está embebido en santidad ya que al principio del mes fue la inauguración del Tabernáculo y luego viene Pesaj; 14 de Yiar que es Pesaj Shení (segundo Pesaj); Lag Baomer; desde el inicio de Siván hasta el 12 del mes que era el último día para ofrendar los sacrificios complementarios de Shavuot; el 9 de Av (tanto por ser duelo como por recibir el nombre de «Moed») y el 15 de Av. Asimismo en los servicios de Minjá de víspera de todos estos días no se recita Tajanún salvo en el caso de los servicios de Minjá de vísperas de Rosh Hashaná y de  Iom Kipur, en los que muchos acostumbran a recitar confesiones mas sin súplicas.

Una vez que D´s hizo surgir nuestra redención no se recita Tajanún ni en Iom Haatzmaut (día de la independencia del Estado de Israel) ni el día 28 de Yiar, día de la Liberación de Jerusalém, ni en los servicios de Minjá de los días de la víspera.

08. El caso del novio, el padre del niño a circuncidar en ese día, su padrino, su circuncidador y otras personas en circunstancias alegres.

No se recita Tajanún en un Minián en el cual participan personas en circunstancias de alegría por cumplimiento de un precepto. Por lo tanto, no se recita Tajanún donde está rezando un novio en los siete días  de su banquete. Empero en Shajarit y Minjá previos a la boda se recita, mas si se lleva a cabo un servicio de Minjá contiguo al  salón de la fiesta no se recita Tajanún.

Asimismo en un Minián en el que reza uno de los involucrados en la alegría de un Brit no se dice Tajanún. Los involucrados son: el padre del bebé, el circuncidador (Mohel) y el padrino (Sandak). La exención del Tajanún se prolonga desde la mañana hasta el final del banquete, esto es, si la circuncisión tiene lugar por la mañana en Shajarit no se recitará Tajanún. Si la circuncisión es posterior al rezo de Minjá se omite el Tajanún tanto en Shajarit como en Minjá (Mishná Berurá 131:22, ver Piskei Teshuvá 19).

No solamente en el Minián de los involucrados en la alegría se omite el Tajanún, sino que también en la sinagoga donde se llevará a cabo la ceremonia. En el caso de un edificio en el cual hay varias salas de oración, el Tajanún se omite sólo en la sala en la que tendrá lugar la ceremonia. Si se trata de una misma comunidad, en todas las salas de oración se omite el Tajanún.

En el caso de un Bar Mitzvá: muchos acostumbran a omitir el Tajanún en un Minián del cual participa el joven que ese día comienza a cumplir los preceptos, mas hay quienes acostumbran recitarlo.

Rescate del primogénito (Pidión Haben): muchos acostumbran a omitir Tajanún en un Minián en el que reza el padre del niño, mas hay quienes acostumbran a recitarlo.

En el caso de un servicio que tiene lugar junto a una fiesta de culminación del estudio de un tratado del Talmud o una fiesta de incorporación de un nuevo rollo de la Torá muchos acostumbran a omitir el Tajanún, mas hay quienes acostumbran a recitarlo.

Ya vimos anteriormente que en caso de duda lo correcto es omitir el Tajanún.

En los aniversarios del fallecimiento de grandes justos o eruditos, la mayoría de los juristas considera que se debe recitar el Tajanún siendo esta la costumbre extendida. Los juristas jasídicos consideran que quienes vivieron a la luz de las enseñanzas de un maestro determinado y estudian su prédica a diario y el día del aniversario de su fallecimiento ofrecen en su honor una comida, omiten el recitado del Tajanún. Empero el resto de los aniversarios de los demás justos deberán recitarlo.

 

01. «Ashrei» y «Lamenatzeaj«

Tras la finalización del Tajanún y en los días lunes y jueves, tras la lectura de la Torá, se recitan tres pasajes. El primero es «Ashrei» (la alabanza de David). Si bien ya fue recitado anteriormente durante los cánticos de alabanza se repite nuevamente ya que nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 4(B)): » Todo aquel que recita este salmo tres veces al día tiene asegurado su pasaje al Mundo Venidero». La primera vez, se recita en los cánticos de alabanza, luego tras el Tajanún y la tercera vez antes del rezo de Minjá (ver en las halajot de pesukei dezimrá 14:3).

Tras el «Ashrei» se recita el cántico «Lamenatzeaj Mizmor leDavid, Iaanjá Hashem Beiom Tzará«, que es una continuación de las súplicas que se recitan tras la Amidá.

Dado que se trata de una plegaria para días aciagos, no se recita en días alegres. Respecto de este pasaje las usanzas difieren: según la tradición sefaradí se trata de un rezo similar al Tajanún, por lo que cuando este último se omite, lo mismo ocurre con «Lamenatzeaj«. Según la tradición ashkenazí, para omitir Tajanún solo hace falta una pequeña alegría, empero para omitir «Lamenatzeaj» la alegría debe ser importante. Por lo tanto, cuando rezan junto con la congregación un novio o uno de los involucrados en la  alegría de una circuncisión, no se recita Tajanún pero «Lamenatzeaj» no se omite. Lo mismo ocurre en el mes de Nisán y los días que van de Iom Kipur hasta el final del mes de Tishrei, en los que no se recita Tajanún pero sí «Lamenatzeaj«.

Se omite el recitado de «Lamenatzeaj» solamente en días de fiesta («Iom Tov«), sus vísperas o los días posteriores a estas («Isru  Jag«) (Ramá 131:1, Mishná Berurá 35, Kaf HaJaím 37). Estas costumbres son explicitadas en los libros de rezo encabezando el pasaje de «Lamenatzeaj«, cada congregación según su usanza.

01. El deber de la lectura de la Torá.

El estudio de la Torá (y su enseñanza) es el precepto fundamental del judaísmo ya que todos los demás deberes dependen de éste. La Torá no especificó un momento para su estudio, sino que en todo momento es deber hacerlo, tal como le dijo D´s a Iehoshúa (Josué 1:8): «meditarás en él (este libro) día y noche». A los efectos de establecer un marco que exprese la relación permanente entre el pueblo de Israel y la Torá, Moshé decretó que ésta se lea en el día de Shabat, y los lunes y jueves por la mañana, para que así no pasen tres días sin escuchar sus palabras (Rambám Tefilá 12:1).

Dijeron nuestros sabios en el Talmud Babilonio (Baba Kama 82(A)) que este decreto fue establecido en virtud de lo que está escrito (Shemot-Éxodo 15:22): «y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua». Moshé y sus alumnos los ancianos y los profetas, entendieron que la razón de la escasez de agua radicaba en que durante tres días no se habían dedicado al estudio público de la Torá. Ésta, ha sido comparada con el agua por cuanto que el agua da vida a todos los seres vivos y a la vegetación, así también la Torá da vida y restaura al alma. Dado que el pueblo se desconectó un poco de la Torá, los manantiales dejaron de fluir. Sin duda que durante esos tres días los eruditos de la generación estudiaron, empero el grueso del pueblo de Israel no estudió de manera pública. Por esta razón, se estableció la lectura de la Torá para todos los lunes jueves y sábados de modo tal que no pasen más de tres días sin que ésta se lea en público.

Ezra Hasofer (el escriba) decretó además que los lunes y jueves suban a la Torá tres personas y cada uno lea por lo menos tres versículos y que en total no se lean  menos de diez (Talmud Babilonio Tratado de Baba Kama 82(A), Shulján Aruj 137:1-2. En Peninei Halajá Likutim I 4:2-3 se explican las razones de esta regla).

02. El rollo de la Torá.

La lectura de la Torá se debe llevar a cabo  de un rollo apto o casher. Esto implica que el mismo haya sido escrito con tinta sobre un pergamino, a los efectos de cumplir con el precepto (leshem shamaim), tal como fue escrito el primer rollo de mano de Moshé por indicación Divina. Esto significa que también el público que estudia Torá de manera permanente, debe encontrarse tres veces por semana con el mismo libro que fue entregado a Moshé en Sinai. Si no hay Minián no se puede proceder a la lectura de la Torá por cuanto que se trata de una cuestión relativa a la Santidad, que para cumplirla se requiere un quórum de diez sobre el que repose la Divina Presencia.

Si al rollo de la Torá le falta una sola letra, está invalidado para su uso y no se puede cumplir con éste el precepto de la lectura. Esta norma pone en evidencia el carácter especial de la Torá, que es una idea Divina que se expresa en todo el libro y cada uno de sus preceptos, instrucciones y letras. En caso de faltar una sola letra, estamos ante una carencia en la completitud absoluta de la Divina Torá.

Sin embargo, de acuerdo con la opinión de algunos sabios medievales, es posible leer de un rollo de la Torá no apto o casher (respuesta del Rambám  a los sabios de Narbona, Mordeji). Empero en la práctica, la mayoría de los juristas considera que sólo se puede cumplir con el precepto de la  lectura de un rollo apto y así es la halajá (Rashbá, Rosh y Rambám en sus halajot, Shulján Aruj 143:3).

Si en medio de la lectura se descubre una letra borroneada o estropeada que anula la validez o aptitud del rollo, se extrae otro y se continúa leyendo desde el sitio en el cual se interrumpió la lectura en el primero. Por una parte, no se continúa leyendo del primer rollo por cuanto que en opinión de la mayoría de los juristas está prohibido leer de uno no apto. Por otra parte, no se exige a la comunidad que vuelva a leer desde el inicio de la porción de lectura pues a posteriori se confía en la opinión de los juristas que consideran que se cumple con el deber mediante la lectura de un rollo no apto.

Si se encuentra un defecto en una de las letras y se duda respecto de si el mismo implica la no aptitud del rollo entero, se continúa leyendo del mismo. Esto se debe a que hay dos motivos que permiten adoptar una actitud flexible: primeramente puede ser que el rollo sea apto; además, aunque tenga defectos vimos que hay quienes opinan que a posteriori se puede leer de un rollo defectuoso. Tras la lectura se debe actuar con diligencia a los efectos de corregir el rollo.

02. «Kedushá Desidra«- «Ubá Letzión«.

Luego de «Lamenatzeaj» se recita la «Kedushá Desidra«, esto es, los versículos que rezan «Kadosh, Kadosh, Kadosh» etc, «Baruj Kevod Ad-onai Mimkomó«, «Ad-onai Imloj Leolam Vaed«, con sus respectivas traducciones al arameo. Los sabios establecieron el recitado de esta «Kedushá Desidra» a los efectos de que cada orante pueda así estudiar a diario algunos versículos de los profetas y los tradujeron al arameo para que todo el pueblo, que estaba habituado a hablar en este idioma, pueda entender su significado. Los sabios elogiaron de sobre manera el valor del recitado de este pasaje, al punto de decir que ahora que el Templo está destruido, este recitado es uno de los pilares sobre los que se sostiene el mundo (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 49(A)). Rashi explicó que esta lectura posee dos virtudes: el estudio de Torá y el hecho de que los versículos se centran en la santidad de D´s. En el servicio de Shajarit de Shabat no es necesario recitar Kedushá Desidra, ya que se cumple con el deber de estudiar los profetas mediante la lectura de la Haftará. De todas maneras, a los efectos de no omitir del todo su recitado, se acostumbra a incluirlo en el rezo de Minjá para así adicionar otro estudio sabático y que además se ocupa de la santidad de D´s.

Hay quienes sostienen que la «Kedushá Desidrá» fue instituida en un tiempo en el cual se decretó sobre el pueblo de Israel la prohibición de recitar «Kedushá«. Como los guardianes del régimen permanecían en la sinagoga hasta el final de la repetición de la Amidá por parte del oficiante, una vez que se retiraban, se recitaba la Kedushá Desidra. Empero una vez que el decreto persecutorio fue abolido, la costumbre del recitado del pasaje se mantuvo (Shibolei Haleket 44, Beit Iosef 132:2).

Vemos entonces, que se recita la «Kedushá» tres veces durante el servicio de Shajarit. Al principio en la bendición de «Iotzer Hameorot«, luego en la repetición de la Amidá por parte del oficiante y por último en la «Kedushá Desidra«. Asimismo, vemos que hay muchas cosas importantes que se ordenó recitar tres veces, por ejemplo, el cántico de David («Ashrei«) diariamente y  «Vaijulú» en la noche de Shabat.

Tal como en la «Kedushá», durante la repetición del oficiante, en la «Kedushá Desidra» el público recita al unísono los versículos que comienzan con los vocablos «Kadosh» y «Baruj«. Para ello, el oficiante debe entonar en voz alta la frase que antecede a estos versículos. Una persona que reza sola, es preferente que los lea con la entonación bíblica correspondiente para actuar conforme a la opinión que sostiene que, como se trata de una Kedushá debe ser recitada con Minián, empero, si se lee con la entonación bíblica es como si la persona leyese la Torá, lo cual estaría permitido. En el caso de quien no sabe leer los signos de entonación podrá recitarlos sin entonar, ya que en principio, la halajá permite recitar la «Kedushá Desidra» sin Minián puesto que se trata de leer la descripción de cómo los ángeles alaban Su Santo Nombre.

A modo de continuación de la «Kedushá Desidra», los Gaonitas establecieron que se reciten otros versículos adicionales en los cuales pedimos por la  expiación, Torá y fe. Hay quienes acostumbraban recitar la versión entera que llegó a nuestros días (Sidur de Rav Amram Gaón) y hay quienes recitaban una versión abreviada (Sidur Rabí Saadiá Gaón). En días de los sabios medievales ya todos acostumbraban recitar la versión completa que acostumbramos a decir actualmente, con leves variantes entre las diferentes comunidades.

Tras la «Kedushá Desidra» el oficiante recita «Kadish Titkabal«, en el cual además de la intención básica de esta oración, rogamos a D´s para que nuestro rezo sea aceptado. Por lo tanto, el oficiante debe cuidarse de no hablar desde la repetición de la Amidá hasta la finalización de este Kadish.

03. Quien tiene prisa por salir de la sinagoga, ¿cuándo  habrá de hacerlo y que parte del rezo habrá de saltearse?

El recitado de la alabanza de David («Ashrei«) y la «Kedushá Desidra» son preferibles al recitado del Tajanún, ya que todo aquel que recita «Ashrei» tres veces al día tiene asegurado su pasaje al Mundo Venidero (ídem Berajot 4(B)). Con respecto a la «Kedushá Desidra» dicen los sabios que ahora que el Templo está destruido, este recitado es uno de los pilares sobre los que se sostiene el mundo (ídem Sotá 49(A)); mientras que el recitado de Tajanún es opcional (Tur 131, citando a Rabí Natrunai Gaón). Por lo tanto, si una persona reza sola y no tiene tiempo de completar todas las oraciones habrá de preferir recitar «Ashrei» y «Kedushá Desidra» (Iejavé Daat 2:8).

Asimismo, la alabanza de David y la «Kedushá Desidra» que fueron establecidos por el Talmud, tienen preferencia por sobre el cántico del día, la ofrenda del Ketóret o quema del incienso y el «Aleinu Leshabeaj«, cuyo recitado se estableció en días de los Gaonitas y los sabios medievales (Avnei Iashpé 9:58-60).

Quien reza en un Minián y se ve en la necesidad de salir antes del final del Servicio, debe esforzarse por permanecer hasta la finalización de «Kedushá Desidra«, y no comenzará a quitarse los tefilín antes de ese momento (Shulján Aruj 25:13). Si puede, la persona en cuestión habrá de mantenerse con los tefilín puestos hasta después del «Kadish Titkabal» (Mishná Berurá 25:56). Todo esto no aplica sino para circunstancias en las que prima la premura, empero a priori se deben escuchar dos Kadish más, uno «Iehé Shlamá» tras el recitado de los versículos del cántico del día y otro «Kadish Derrabanán» tras «la quema del incienso»(«Pitum Haketoret«).

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