Pninei Halajá

Pesaj

02. El precepto de relatar la salida de Egipto en la noche de Pesaj

Es precepto de la Torá relatar la salida de Egipto en la noche en la cual salimos de la esclavitud rumbo a nuestra libertad definitiva. Si bien es preceptivo recordar la salida de Egipto a diario, tal cual está escrito (Devarim-Deuteronomio 16:3): «para que te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto todos los días de tu vida«, lo cual fue explicado por Ben Zoma de la  siguiente manera: «los días de tu vida» se refiere a los días, «todos los días de tu vida» incluye también las noches (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 12(B)). A los efectos de recordar la salida de Egipto cada día y cada noche agregamos al recitado del Shemá la tercera porción que es la del tzitzit, en la cual leemos: «Yo soy HaShem, vuestro D’s, que os he sacado a vosotros de la tierra de Egipto para ser para vosotros D’s. Yo soy HaShem vuestro D’s» (Bamidbar-Números 15:41).

Empero, existen grandes diferencias entre el precepto que se cumple a diario y el de la noche del Seder: a) El recordatorio que se efectúa a diario implica únicamente recordar la salida de Egipto mientras que en la noche del Seder en el mes de Nisán el evento del Éxodo se debe relatar más extensamente. b) En la noche del Seder es precepto especial contarle los hechos a los niños. c) En la noche del Seder estamos preceptuados de relatar el Éxodo mientras la matzá y el maror están servidos delante nuestro en la mesa. d) En la noche del Seder es preceptivo relatar la salida por medio de preguntas y respuestas. e) Las mujeres están exentas del precepto de relatar a diario la salida de Egipto mientras que en la noche del Seder están preceptuadas de hacerlo.

En términos generales es necesario saber que la salida de Egipto es el fundamento de la creencia israelita, pues entonces se reveló por vez primera la Providencia Divina sobre el mundo mediante grandes señales y maravillas frente a toda una nación y quedó claro que escogió al pueblo de Israel como Su pueblo, como aquél que ha de revelar Su palabra en el universo. Es por ello que todos los sábados y días festivos se conmemoran en recuerdo de la salida de Egipto, tal como lo recitamos en el rezo y en el kidush. En virtud de este precepto especial de narrar la salida de Egipto en la noche del Seder se consolida el pilar fundamental de la fe y se le confiere significado a los breves recordatorios de la salida de Egipto a lo largo del año.

03. El precepto de comenzar el Seder mediante una pregunta

Es precepto relatar la salida de Egipto mediante preguntas y respuestas, tal cual está escrito (Devarim- Deuteronomio 6:20-22): «Cuando mañana te pregunte tu hijo… le dirás a tu hijo siervos fuimos del Faraón en Egipto«, asimismo está escrito (Shemot-Éxodo 12:26-27): «Y ocurrirá cuando os dijeren a vosotros, vuestros hijos: «¿Qué es este culto para vosotros? Habréis de decir: Sacrificio de Pesaj es para HaShem«. Además, está escrito (ídem 13:14): «y será, cuando te preguntare tu hijo, mañana, diciendo: ¿Qué es esto? Habrás de decirle a él: Con la fuerza del Poder nos sacó HaShem de Egipto, de la casa de la esclavitud…»

Mediante el acto de preguntar el corazón y la mente se abren para recibir una respuesta, y dado que el mensaje que debemos transmitir en la noche del Seder es de suma importancia, se nos ordenó hacerlo de la mejor manera, mediante preguntas y respuestas.

La razón básica de los preceptos específicos de la noche del Seder como la ingestión de matzá, el sacrificio de Pesaj y la ingesta del maror, es despertar en los niños la pregunta de «¿en qué se diferencia esta noche de las demás noches?», para que perciban que se trata de una noche especial cuya esencia deben aprehender. Así es como nuestros sabios establecieron que en esta noche se modifiquen los hábitos en algunos aspectos para así impulsar a los niños a preguntar. Primeramente, se les reparte nueces y granos tostados y en virtud de ello entienden que se trata de una noche especial y festiva. Los sabios dispusieron que tras culminar el kidush se proceda a lavar las manos e ingerir karpás remojado en agua con sal, lo cual no se hace durante el resto del año. Esto y más, una vez terminado el kidush se sirve la segunda copa y se quitan la keará y las matzot de la mesa en vez de comenzar a comer, con el único propósito de que los niños entiendan que se trata de una noche especial y se interesen por su significado y pregunten desde lo profundo de su corazón: «¿en qué se diferencia esta noche de las demás noches?»

Podría quizás decirse que la pregunta «¿en qué se diferencia?» («má nishtaná») encierra una interrogante profunda y trascendente respecto de la existencia del pueblo de Israel, acerca de por qué fue diferenciado de las demás naciones tanto en sus preceptos, sus sufrimientos, sus logros espirituales, su exilio, así como también en su redención. Esta es una pregunta a la que no se le puede dar una respuesta completa, y sólo mediante el análisis y la contemplación de la salida de Egipto y la elección del pueblo de Israel podremos entender que se trata de una cuestión Divina, que podemos comprender parcialmente pero nunca en su totalidad. Es así como esta pregunta nos eleva más y más llevándonos infinitamente a una comprensión cada vez más profunda. Quizás sea por esta razón que la Torá nos instruye referirnos en la noche del Seder al relato de la salida de Egipto y de la singularidad de Israel por medio de preguntas y respuestas, pues la base existencial del pueblo de Israel se encuentra en el cuestionamiento que nos abre a un sinnúmero de ideas infinitas. Si no se transmiten la Torá y el relato de la salida a los niños no habrán de surgir nuevas preguntas y no podremos continuar elevándonos.

04. El formato de “Má Nishtaná”

A los efectos de conferirle a la pregunta que nos ocupa un marco ordenado, nuestros sabios redactaron un formato del “má nishtaná” por medio del cual los niños puedan expresar su sorpresa ante lo diferente que resulta ser esa noche y a partir de ello se les narre la salida de Egipto. En el formato del “má nishtaná” los sabios incluyeron preguntas respecto de todos los alimentos que es preceptivo ingerir en la noche del Seder: matzá, maror, el sacrificio de Pesaj (“Pesaj”) y la doble ablución de manos. Tras la destrucción del Templo ya no se pregunta sobre la ingestión del cordero pascual («Korbán Pesaj») y en su lugar se agregó una pregunta respecto de la costumbre de comer reclinados hacia la izquierda.

En un sitio en el cual no hay niños que pregunten “má nishtaná” el más joven de los presentes habrá de hacerlo, y aunque todos los comensales sean expertos en el relato de la salida de Egipto uno de ellos habrá de preguntar “má nishtaná”. Incluso en el caso de una persona que hace el Seder en soledad debe preguntarse “má nishtaná”. Este es el orden, el relato se abre mediante una pregunta a los efectos de que resulte más completo. Dado que uno de los niños o adultos presentes preguntó “má nishtaná” los demás presentes ya no precisan repetir las preguntas, sino que de inmediato pasan a recitar “Avadim Haínu” (Shulján Aruj y Ramá 473:7).

05. La Torá habló de cuatro hijos

En la Torá hallamos cuatro veces que la persona debe contarle a su hijo lo acontecido durante la salida de Egipto y en cada una de estas oportunidades la Torá emplea una redacción diferente, de lo cual podemos deducir y de esto aprendemos que es menester que el relato sea explicado de una manera que se adapte a cada hijo conforme sus capacidades y virtudes.

En un sitio está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:20): «Cuando te preguntare tu hijo mañana diciendo: ¿Qué son los preceptos testimoniales y los fueros y las leyes que ha ordenado HaShem, nuestro D’s, a vosotros?» Del hecho de que el hijo pregunta de un modo detallado «¿Qué son los preceptos testimoniales y los fueros y las leyes?» se desprende que se trata de un hijo sabio. De los versículos siguientes aprendemos que como respuesta a esta pregunta es necesario relatar exhaustivamente acerca de la salida de Egipto, el precepto del sacrificio del cordero de Pesaj y la misión del pueblo de Israel. Por ello la respuesta que se le da a este hijo es sumamente larga y detallada (como se verá en la siguiente halajá).

En otro pasaje está escrito (Shemot-Éxodo 12:26): «Y ocurrirá cuando os dijeren a vosotros, vuestros hijos: ¿Qué es este culto («avodá» literalmente trabajo) para vosotros? Habréis de decir: Sacrificio de Pesaj es para HaShem, que se apiadó de las casas de los hijos de Israel, en Egipto, al dañar Él a Egipto y a nuestras casas salvó«. Este hijo en cuestión es el malvado, pues denomina a los preceptos como «trabajo» de lo cual se infiere que le resulta difícil cumplirlos, y además agrega «para vosotros» de lo cual se entiende que no se siente copartícipe en su realización. De todas maneras, la Torá ordena prestarle atención y explicarle la particularidad y singularidad del pueblo de Israel la cual se manifiesta en la ofrenda del sacrificio de Pesaj. Siempre se debe creer que es probable que lo explicado pueda ingresar en su corazón, y entonces al ceñirse de fe y capacidad de superación habrá de santificar el Nombre de D´s y habrá de pasar a la próxima generación la antorcha de la tradición judía.

Además, está escrito (Shemot-Éxodo 13:14-15): «y será, cuando te preguntare tu hijo, mañana, diciendo: ¿Qué es esto? Habrás de decirle a él: Con la fuerza del Poder nos sacó HaShem de Egipto, de la casa de la esclavitud. Empero ocurrió que cuando se endureció Par´ó para liberamos, mató HaShem todo primogénito en la tierra de Egipto, desde primogénito de hombre hasta primogénito de bestia«. Del hecho que este hijo al preguntar emplea la expresión «¿qué es esto?» se desprende que se trata de una persona simple que no sabe articular y detallar correctamente su interrogante  y por lo tanto la Torá, en este caso, ordena explicarle conforme su capacidad los eventos impactantes que acompañaron la salida de Egipto, las grandes plagas que sufrieron los egipcios  y la dureza del corazón del Faraón que finalmente se vio quebrada por medio de la muerte de los primogénitos. Estas son las cuestiones que un hijo simple puede comprender y que pueden impresionarlo.

Aunque un hijo no tenga la iniciativa de preguntar nada por sí mismo es menester relatarle la salida de Egipto, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 13:7-8): «Panes ázimos se habrá de comer… y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho HaShem para mí (portentos) al salir yo de Egipto«. Dado que no formuló ninguna pregunta es nuestro deber despertar su curiosidad por medio de cosas tangibles. Por ello se le dice «por causa de esto», esto es, en mérito de las matzot, el maror y el sacrificio de Pesaj HaShem obró maravillas con nosotros y nos sacó de Egipto. Por ello, se coloca sobre la mesa una «keará» (platón alegórico) para que cada alimento allí presente patentice una de las significaciones de la noche del Seder.

06. El mensaje central de la Hagadá

A los efectos de entender cabalmente el sentido general del texto de la Hagadá y el relato de la salida de Egipto es necesario poner atención a la pregunta del hijo sabio y a la respuesta que este recibe, pues se trata del más encumbrado de los vástagos y nuestros rezos están dirigidos a que todos nuestros hijos crezcan, se desarrollen y se eleven hasta transformarse en sabios.

En primer lugar, el hijo sabio pregunta de manera detallada, tal cual está escrito: «¿Qué son los preceptos testimoniales y los fueros y las leyes que ha ordenado HaShem, nuestro D’s, a vosotros?» (Devarim-Deuteronomio 6:20). Primeramente, la respuesta se ocupa de la salida de Egipto y a partir de esta la explicación se ve ampliada y habla de la misión singular que tiene el pueblo de Israel: ingresar a la tierra de Israel, apegarse a D´s, cumplir con todos Sus preceptos y merecer recibir el bien Divino. Tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:21-25): «Habrás de decir a tu hijo: Esclavos fuimos a Par´ó en Egipto; y nos sacó HaShem de Egipto con poder fuerte. Y realizó HaShem signos y portentos, magnos y destructivos, en Egipto contra Par´ó y contra toda su casa a nuestros ojos. Empero a nosotros nos sacó de allí, para traernos, para darnos la tierra que ha prometido a nuestros patriarcas. Y nos ha ordenado HaShem, cumplir todos los fueros estos: para venerar a HaShem nuestro D’s, para nuestro bien, durante todos los días, para mantener nos en vida, como este día de hoy. Y mérito será para nosotros cuando cuidemos para cumplir toda la ordenanza esta, ante HaShem, nuestro D’s., como nos ha ordenado«. Vemos que el objetivo general de la noche del Seder es que mediante el relato de la salida de Egipto implantemos en el corazón de nuestros hijos e hijas el deseo de pertenecer al pueblo de Israel, heredar la tierra prometida, apegarse a D´s y cumplir con todos Sus preceptos.

A los efectos de poder narrar al hijo sabio la salida de Egipto sin dejar de lado ninguno de los componentes centrales del relato, los sabios de la Gran Asamblea -quienes vivieron a los inicios de la era del Segundo Templo-, establecieron el formato de la Hagadá. A lo largo de las distintas generaciones los grandes maestros tanaítas, amoráitas y gaonitas incorporaron párrafos suplementarios que incluyen fundamentos importantes vinculados al cumplimiento de los preceptos que se mencionan en la Hagadá, hasta que unos ochocientos años atrás se consolidó el formato definitivo y consensual de todas las comunidades judías del mundo basado en el de Rabí Amrám Gaón.

El texto de la Hagadá incluye el relato completo que quien lo recita incluye en él todos los temas referidos al Éxodo. De todas maneras, cuantas más explicaciones dirigidas a ampliar las ideas, los relatos y las halajot referidas a la salida de Egipto se agreguen – mejor y se ha de merecer más alabanzas.

07. Se comienza recordando eventos negativos («bignut») y se concluye alabando las bondades de la redención («beshevaj»)

Nuestros sabios dijeron que es menester comenzar el relato de la salida de Egipto recordando los sucesos negativos y concluirlo alabando las bondades de la liberación. La pregunta que surge es a qué eventos condenatorios se refieren. Hay quienes sostienen que se trata del «guenut haguf»- o sea, una condena al aspecto corporal del sometimiento ya que «Esclavos fuimos del Faraón en Egipto y amargaron nuestras vidas con trabajos forzados y luego «D´s nos redimió de sus manos» (la opinión de Shmuel). Otros opinan que se trata de eventos negativos de orden espiritual, ya que en un principio nuestros ancestros eran idólatras, tanto Teraj como Labán, y mediante un largo proceso de discernimiento nos transformamos en una nación íntegra que cree en un D´s único (según la opinión de Rav). En la práctica, nos conducimos según ambas opiniones y en la Hagadá describimos el proceso de pasaje de la esclavitud a la libertad y del ascenso desde la idolatría hasta que se revelara ante nosotros el mismísimo Rey de Reyes el Santo Bendito Es y nos hiciera meritorios de la fe completa (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 116(A)).

A primera vista parece resultar que es preferible ocuparse únicamente de los relatos agradables y beneficiosos, empero al echar una segunda mirada más profunda, resulta claro que cuanto más analicemos el pesar del sometimiento y el oprobio de la idolatría que sufrieron y practicaron nuestros antepasados – más podremos entender la envergadura de la salvación. Por medio de la oscuridad se discierne más claramente la luz.

Además, al centrarnos en la crítica por las carencias pasadas entendemos más cabalmente la naturaleza de la singularidad del pueblo de Israel, la cual no se basa en nuestras buenas acciones o nuestros logros, sino que se fundamenta en la elección Divina superior que está más allá de cualquier pensamiento humano. Si bien no éramos una nación encumbrada sino un pueblo de miserables esclavos, D´s nos escogió de entre todas las etnias y nos sacó de Egipto por medio de señales y maravillas. Si bien nuestros antepasados eran idólatras, D´s eligió revelársenos y entregarnos Su Torá. De aquí vemos que la peculiaridad del pueblo de Israel no depende de las acciones realizadas en este mundo sino de decretos y la determinación Divinos.

De esto podemos también aprender sobre la capacidad especial que detenta el pueblo de Israel de transformar la oscuridad en luz, el mal en bien y traer la redención al mundo. Por esta razón se pone énfasis primeramente en los sucesos negativos, a los efectos de demostrar cómo a partir de la esclavitud y la ignorancia de la idolatría alcanzamos encumbrados logros. Esto resulta sumamente reconfortante y consolador pues al igual que entonces, a partir de todos los problemas y los sufrimientos que padecemos en las últimas generaciones, la redención se revelará poco a poco.

Además, el recordar que fuimos esclavos miserables despierta en nuestros corazones sensibilidad y consideración por el extranjero y todo aquel que sufre y necesita ayuda, tal cual está escrito (Shemot -Éxodo 23:9): «Y al extranjero no habrás de oprimir ya que vosotros habéis conocido el sentir del extranjero; pues extranjeros habéis sido vosotros en la tierra de Egipto«.

08. El significado de las diez plagas

La Torá se explaya en la descripción de las diez plagas sin saltearse ni una de ellas. Esto posee diversas significaciones. La más simple es que en este mundo hay justicia y hay Un juez y finalmente el malvado es castigado. En el caso de grandes malvados como los egipcios que sometieron a los israelitas a labores discriminatorias y forzadas y ahogaron a sus hijos varones en el río corresponde que sean castigados ejemplarmente y todas las generaciones aprendan de lo sucedido.

Además, se nos está insinuando algo sumamente profundo. Tal como sabemos el mundo fue creado mediante diez alocuciones Divinas (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 32(A)). A esto se refiere la Kabalá al hablar de las «Diez Sefirot» por medio de las cuales el Eterno creó Su mundo y por medio de las cuales continúa vivificándolo. Sin embargo, mientras que el pueblo de Israel no se revelaba en el mundo, tampoco lo hacían los enunciados por medio de los cuales D´s sostiene el universo manteniéndose ocultos. Así como estos diez fundamentos espirituales se hallaban ocultos, de igual manera lo hacía el pueblo de Israel, y mientras no alcanzaban madurez suficiente para conformarse como nación seguían sometidos a Egipto.

Cuando el pueblo de Israel alcanzó la madurez y contaba con seiscientas mil almas (ver arriba 1:4), llegó el momento de salir en libertad. Fue entonces cuando Moshé recibió la orden por parte de HaShem de dirigirse al Faraón y exigirle «libera a Mi pueblo para que ofrezcan sacrificios ante Mí en el desierto«. Empero el Rey de Egipto se negó a liberarlos y respondió: «¿Quién es HaShem para que yo haya de escuchar Su Voz para liberar a Israel? ¡No conozco a HaShem, ni tampoco a Israel voy a liberar!» (Shemot-Éxodo 5:1-2). Posteriormente continuó obstinándose en múltiples ocasiones y rechazando la orden Divina que recibía. Sin embargo, finalmente el plan Divino es aquel que prevalece y ningún ser humano tiene la capacidad de oponerse a un Decreto Celestial, aunque se trate del líder del imperio más poderoso de la tierra. Entonces, con los mismos diez fundamentos por medio de los cuales el Eterno había creado el mundo, comenzó a desestabilizar al reino egipcio, plaga tras plaga hasta que los diez enunciados Divinos se manifestaron bajo la forma de desastres, el poderío egipcio fue destruido y los judíos salieron en libertad.

Cuando arribamos al Monte Sinaí HaShem nos reveló el significado de esos diez enunciados por medio de los Diez Mandamientos que son el fundamento de la Torá.

09. Pesaj, Matzá y Maror

En la Mishná (Tratado de Pesajim 116(A)) aprendemos: «Rabán Gamliel decía: todo aquél que no expresó estas tres cosas en Pesaj no cumplió con su deber, y son: Pesaj, Matzá y Maror»

Esto se refiere a que incluso quienes no tienen la oportunidad de recitar toda la Hagadá, que al menos se ocupen de los tres alimentos preceptivos de la noche del Seder, tal como reza el versículo que se refiere al precepto de enseñar al hijo que no sabe preguntar: «y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho HaShem para mí (portentos) al salir yo de Egipto» (Shemot-Éxodo 13:8). Nuestros sabios explicaron: «por causa de esto»- cuando la matzá y el maror se hallan frente a ti en tu mesa (Mejilta Bo cap. 17). De aquí aprendemos que al menos debemos reflexionar sobre el significado de los tres alimentos que se nos ordenó ingerir en la noche del Seder, y aunque en la actualidad no podemos ofrendar el sacrificio de Pesaj tenemos el deber de recordar su sentido.

Ya aprendimos que todo el escenario de la noche del Seder debe ser llevado a cabo por medio de preguntas y respuestas, y por lo tanto decimos: «Este cordero pascual que nuestros ancestros solían comer en tiempos del Sagrado Templo, ¿a qué se debe?»; también «esta matzá que ingerimos, ¿a qué se debe?»; y luego «este maror que comemos, ¿a qué se debe?»

Tenemos aquí tres elementos: el sacrificio pascual expresa la singularidad del pueblo de Israel, la matzá expresa la libertad y el maror el significado del sometimiento.

El cordero pascual expresa la singularidad del pueblo de Israel en cuanto a que HaShem separó nuestra nación de las demás naciones de modo milagroso castigando a los primogénitos egipcios y salteándose nuestras casas. Puede decirse que mientras el Sagrado Templo de Jerusalém permanezca en ruinas la singularidad del pueblo de Israel no se revela ante todos y por ello no podemos ofrendar el sacrificio pascual.

Sin embargo, la matzá que representa la redención de Egipto se constituye como precepto permanente pues el atributo de la libertad que adquirimos durante el Éxodo permanece por siempre, ya que al salir de Egipto el pueblo de Israel estableció con HaShem un vínculo absoluto, y esa es la libertad verdadera, ya que no hay hombre libre sino aquel que se dedica a la Torá. Incluso mientras nos encontramos sometidos a las naciones del mundo nuestro espíritu se mantiene libre, pues por medio de la Torá podemos sobreponernos al sometimiento de la materia.

En el caso del maror, mientras no se ofrenda el sacrificio pascual su ingestión es preceptiva sólo rabínicamente. El maror insinúa el dolor y la amargura del sometimiento. Puede decirse que cuando tenemos el mérito de poder ofrendar el sacrificio pascual logramos comprender el significado pleno del concepto de sufrimientos que depuran y mejoran a la persona y ver cómo a partir de aquellas desgracias surgió la salvación, y por ello su ingestión es preceptiva por la Torá. Empero en días en los cuales carecemos del Sagrado Templo y no tenemos el mérito de poder ofrendar el sacrificio pascual, si bien debemos creer que todo sufrimiento es para bien, nos es difícil sin embargo comprender esta idea cabalmente y darnos cuenta cómo de todos los escollos surgieron redenciones, y por esta razón la ingesta de maror es en la actualidad un precepto de orden únicamente rabínico.

01. Introducción

Antes de comenzar a explicar en detalle las halajot referentes al Seder, veamos brevemente cuáles son los preceptos que cumplimos en esta noche.

Dos cuestiones fundamentales acaparan el foco de la noche del Seder y son, primeramente, el recuerdo de la salida de Egipto, el pasaje de la servidumbre a la libertad reflexionando sobre el significado de esta para los hijos de Israel; y en segundo término la transmisión de la tradición a las próximas generaciones. Todo esto está incluido en el precepto de relatar el Éxodo en la noche del quince de Nisán.

A los efectos de hacer más vívido el recuerdo, la Torá nos ordena ingerir en esta noche el cordero de Pesaj («Korbán Pesaj»), Matzá y Maror. El sacrificio pascual nos recuerda el milagro de la muerte de los primogénitos egipcios y el hecho de que D´s salteó por sobre las casas de los israelitas salvando a los nuestros. La matzá se ingiere en recuerdo de los panes ácimos que comieron nuestros ancestros al salir hacia a la libertad. El maror se come en recuerdo de los trabajos forzados y lo amargo de la opresión a la que sometieron los egipcios a nuestros antepasados.

En la actualidad el Sagrado Templo de Jerusalém está destruido de modo que no podemos ofrendar el sacrificio de Pesaj, y en recuerdo de este ingerimos el «afikomán». Según la Torá la ingestión de maror acompaña el sacrificio pascual y, por lo tanto, en la medida en que este no es ofrendado no estamos preceptuados de ingerir hierbas amargas, empero los sabios nos ordenaron hacerlo incluso después de la destrucción del Templo.

El precepto de ingerir matzá no ha sufrido cambio alguno y sigue siendo preceptivo hacerlo incluso tras la destrucción del Templo.

Nuestros sabios establecieron también que se beban cuatro copas de vino durante la lectura de la Hagadá para de esa manera expresar la alegría de la liberación; y asimismo dispusieron que comamos las matzot y bebamos el vino reclinados tal como lo hacen las personas libres.

02. Los preparativos para el Seder

Tal como ya vimos, uno de los temas centrales de la noche del Seder es la transmisión de la tradición de la salida de Egipto a los hijos y a las hijas. A los efectos de mantener a los niños pequeños despiertos modificamos en esa noche muchas prácticas para así despertar su curiosidad: remojamos la verdura dos veces, abluimos nuestras manos dos veces y tras simular comenzar la cena festiva, la interrumpimos para dar inicio a la lectura de la Hagadá. Además, los preceptos de ingerir matzá y beber cuatro copas de vino recostados despierta naturalmente en los más pequeños la pregunta de «¿en qué se diferencia esta noche a las demás noches?» («má nishtaná»).

En ese orden de cosas, nuestros sabios indicaron que al inicio del Seder se les reparta a los niños nueces y dulces o golosinas para que perciban otra diferencia más y pregunten «¿en qué se diferencia esta noche a las demás noches?» (Shulján Aruj 472:16). Es bueno repartirles dulces pequeños durante todo el Seder para mantenerlos despiertos, atentos y contentos.

Antes de la fiesta se procura comprar a los niños y a los miembros de la familia ropa nueva para alegrarlos. El precepto de la alegría corresponde a las tres fiestas de peregrinación («Shalosh Haregalim») por lo que antes de cada una de estas se le debe comprar a la mujer e hijas tanto ropa como alhajas nuevas, repartir nueces y golosinas a los niños pequeños y alegrar a los hombres con carne y vino (Shulján Aruj 529:2-3). Sin embargo, antes de Pesaj se hace un mayor hincapié en la adquisición de ropa nueva pues al vestirla se genera una emoción especial de cara al Seder.

Es correcto preparar la mesa al atardecer, colocar la keará, los platos y los cubiertos para que cuando se regrese de la sinagoga se pueda comenzar de inmediato con el kidush, sin perder el tiempo precioso en el cual los pequeños aún están despiertos y pueden participar de la lectura de la Hagadá, comer matzá y beber las copas de vino. De todas maneras, no se debe adelantar el recitado del kidush antes de la salida de las estrellas, pues este debe realizarse cuando se puede ya ingerir matzá y esto es en la noche del quince de Nisán. Además, la del kidush es la primera de las cuatro copas de vino y estas deben ser bebidas por la noche (Shulján Aruj 472:1, Mishná Berurá 4).

Al preparar la mesa se deben colocar sillas confortables sobre las que sea posible recostarse. A priori, se debe colocar sobre la mesa los utensilios más bonitos, y si bien durante la semana es correcto limitar un poco el estándar de los utensilios empleados en recuerdo de la destrucción del Templo, en Shabat y en días festivos no se limita (Shulján Aruj 560:2, Mishná Berurá 5). En la noche del Seder es preceptivo dignificar la mesa colocando los mejores y más bonitos menajes ya que esta es otra de las expresiones de libertad y alegría (Shulján Aruj 472:2, Mishná Berurá 6).

03. La «keará» o platón alegórico

Previo al inicio del Seder debe prepararse la keará sobre la cual se habrán de colocar los alimentos especiales de la noche del Seder. Esta no se coloca en la mesa con el único propósito de que los alimentos especiales estén al alcance de la mano durante la cena, sino debido a que cada uno de estos viene a recordar y enfatizar una idea determinada; y precisamos que todos ellos estén ante nosotros para así expresar el tema central de la noche del Seder. Pasamos a detallar los alimentos que deben ser colocados sobre la keará:

Tres matzot con las cuales habremos de cumplir el precepto de la Torá de ingerir panes ácimos. La razón por la cual se colocan las tres matzot sobre la keará es que se debe leer la Hagadá con las matzot y el maror delante nuestro, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 13:8): «y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto…» lo cual fue explicado por nuestros sabios  «por causa de esto«- cuando la matzá y el maror están frente a ti en tu mesa (Mejilta Bo cap. 17). Además, la matzá es llamada «pan de la aflicción» («lejem oni») (Devarim-Deuteronomio 16:3), pues según nuestros sabios se trata de un pan sobre el cual se dicen o responden («onim») muchas cuestiones, y por lo tanto debe encontrarse descubierta durante la lectura de la Hagadá. Empero, dado que la matzá es el alimento más importante sobe la mesa y sobre esta se recita la bendición de «hamotzí», no se debe decir kidush con vino estando esta descubierta; por ello se colocan las matzot dentro de una servilleta y durante el kidush o la elevación de la segunda copa de vino se las cubre y el resto del tiempo de lectura de la Hagadá permanecen descubiertas.

El maror es lechuga o rábano picante («jazeret») y en tiempos del Sagrado Templo de Jerusalém era precepto de la Torá comer maror junto al sacrificio de Pesaj, y desde que el Templo fue destruido el precepto de ingerirlo es de origen rabínico.

En tiempos del Sagrado Templo se colocaba sobre la mesa festiva también la carne del cordero pascual, y tras la destrucción del mismo, nuestros sabios ordenaron colocar sobre la mesa dos platillos, uno en recuerdo del sacrificio de Pesaj («Korbán Pesaj») y el segundo en recuerdo del sacrificio festivo («Korbán Jaguigá») que se ofrendaba en todas las fiestas (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 114(A) y (B)). Se acostumbra que el alimento recordatorio del sacrificio pascual sea el «zeroa» («brazo», normalmente un ala de pollo) el cual alude al hecho de que fuimos liberados de Egipto con «brazo extendido», y este es rostizado al fuego tal como se asaba otrora el cordero de Pesaj. Los sefaradíes acostumbran poner como «zeroa» una pata delantera de un animal puro mientras que los ashkenazíes utilizan un ala de pollo. Se acostumbra colocar en la keará un huevo asado o cocido en recuerdo del sacrificio festivo, al igual que solemos servir huevo hervido a los dolientes como forma de consuelo al insinuarles el carácter cíclico y rotativo del mundo; y por medio del huevo que ingerimos en la noche del Seder nosotros nos consolamos al pensar que pronto en nuestros días el Sagrado Templo será reconstruido y allí podremos ofrendar tanto el cordero de Pesaj como el sacrificio festivo. Esto y más, huevo en arameo se dice «bia» (ביעא) que significa pedido, lo cual alude a nuestra petición en cuanto a que D´s vuelva a redimirnos (Shulján Aruj 473:4). En la mayoría de las comunidades o congregaciones se acostumbra a no comer el «zeroa» asado en la noche del Seder (ver halajá 32 respecto de la costumbre de no comer comida asada).

Además, sobre la keará se coloca «karpás», una verdura que se ingiere previo a la lectura de la Hagadá, y se acostumbra sumergirla en vinagre o agua con sal para darle sabor; y por ello es necesario abluir las manos una vez más ante lo cual los niños sentirán la curiosidad de preguntar por qué.

Se coloca también jaroset que alude a la arcilla que preparaban nuestros ancestros en Egipto en días de la opresión, y en este se remoja el maror previo a su ingestión. El vino no se coloca en la keará pues no se trata de un alimento sino de una bebida.

04. La disposición de la keará

En el Talmud no se menciona el uso de una keará o platón alegórico, sino que allí nuestros sabios dijeron que se debe colocar en la mesa matzá, jazeret o rábano, jaroset y dos alimentos cocidos (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 114(A)). Los sabios medievales (Rishonim) son quienes indicaron colocar todos estos alimentos sobre un platón, y así lo menciona el Shulján Aruj (473:4). Sin embargo, esto no es obligatorio, sino que lo importante es que todos estos alimentos estén dispuestos sobre la mesa delante de quien dirige el Seder. No es necesario colocar una keará delante de cada comensal ni de cada una de las parejas presentes, sino que alcanza con hacerlo ante quien dirige el Seder (Mishná Berurá 473:17). Sin embargo, hay quienes acostumbran a colocar una keará delante de cada jefe de familia. Hay también quienes acostumbran colocar matzot delante de cada jefe de familia, empero la keará en su completitud se coloca únicamente frente al director del Seder.

Dado que es necesario colocar varios alimentos sobre la keará, surge la interrogante de cuál es la mejor manera de ordenarlos. A este respecto existen varias opiniones.

Según el Ramá, la regla general es que cuanto antes se emplee el alimento en la noche – más cerca se coloca del director del Seder para no «pasar por encima de los preceptos» («leha´avir al hamitzvot»), pues si por ejemplo, el oficiante del Seder  coloca las matzot cerca suyo y el karpás un poco más alejado, resulta que al tomar el karpás para comerlo «pasa por encima» de las matzot y ello implica una cierta falta de respeto hacia ellas. Por ello, según la opinión de Ramá se debe colocar el karpás y el agua con sal cerca del oficiante pues son los primeros en ser ingeridos todavía antes de leerse la Hagadá. Atrás del karpás habrá de colocar las matzot pues se ingieren al inicio de la comida festiva. Luego se debe de colocar el maror y el jaroset ya que tras ingerir las matzot se come maror aderezado con jaroset, mientras que los alimentos más alejados del oficiante deben ser el zeroa y el huevo los cuales son recordatorios del Korban de Pesaj y el sacrificio festivo.

Hay juristas que entienden que no es necesario prestar atención a la disposición de los alimentos en la keará para «no pasar por encima de los preceptos» pues solamente en caso de que sea necesario cumplir simultáneamente con dos preceptos se debe evitar pasar por encima de uno de ellos para alcanzar el más distante. Empero en la noche del Seder cada precepto tiene un tiempo específico; por ello no hay problema en pasar por encima de un alimento cuyo tiempo aun no llegó y tomar el más distante cuyo momento de ingestión efectivamente arribó.

Según el Arí Z»l existe un orden de disposición de los alimentos que alude a las diez sefirot o diez atributos Divinos y esta es la usanza de la mayoría de los judíos de origen sefaradí y la mayoría de quienes rezan según la tradición Sfard-jasídica; incluso hay quienes siguen esta práctica entre quienes rezan de acuerdo con la tradición ashkenazí. Hay también quienes siguen la usanza de Ramá y otros que actúan según el Gaón de Vilna. En muchas Hagadot se imprimieron ilustraciones del orden de colocación de alimentos en la keará y, tal como ya vimos, cada costumbre tiene su lugar en la halajá.

05. Kadesh-kidush

Se inicia el Seder con el kidush el cual tiene por propósito señalar la santidad del pueblo de Israel y de la fiesta de Pesaj. Cada vez que recitamos el kidush en Shabat y días festivos decimos que es «en recuerdo de la salida de Egipto», pues la raíz de la santidad de Israel comenzó a manifestarse en el Éxodo, ya que fue entonces que se supo que el Eterno había escogido a Israel como Su pueblo singular. En la noche del Seder que es aquella en la que salimos de Egipto y en la cual se nos ordenó relatar el Éxodo, la importancia del kidush es doblemente relevante por lo que corresponde iniciar la ceremonia por su intermedio.

En efecto, a diferencia de las demás ocasiones en que se recita el kidush en las cuales solamente quien lo recita debe sostener la copa en su mano y beber de esta la mayor parte del vino contenido, en la noche del Seder se sirve una copa de vino a cada uno de los comensales y, tras su recitado, cada uno de estos se recuesta para beber la mayor parte del vino de su propia copa. Esa es la primera de las cuatro copas de vino que se beben durante el Seder.

En la disposición rabínica de que se recite el kidush con vino se manifiesta un principio muy importante. Por lo general, las personas tienden a pensar que la santidad se revela en el mundo únicamente en el ámbito espiritual mediante el rezo y el estudio de la Torá y cuanto más flagele una persona su cuerpo alcanzará una mayor santidad. He aquí que nuestros sabios establecieron que se recite el kidush con vino para así enseñarnos que la santidad se expande y se revela también mediante el alimento material, y no solamente por medio de los alimentos básicos indispensables para la subsistencia humana, sino que también mediante productos especiales como el vino que está destinado a alegrar al hombre. De esto se puede aprender que justamente mediante una vida plena que contiene la verdad de la Torá y la fe con la alegría y el regocijo, se puede revelar la completitud de la santidad del pueblo de Israel y por esta razón el kidush se recita con vino puesto que éste contenta.

Al igual que en todos los días festivos recitamos la bendición de «Shehejeianu» («que nos trajo con vida a este momento») pues el Yom Tov es un precepto que se renueva temporalmente. Nuestros sabios establecieron que la bendición de «Shehejeianu» se recite al final del kidush, pues una vez que comprendimos cabalmente la santidad intrínseca del día corresponde bendecir y agradecer a D´s que nos permitió arribar a este tiempo consagrado. Quien se olvidó y no recitó esta bendición lo puede hacer al recordarse, pues mientras no haya terminado la fiesta de Pesaj se la puede recitar.

No se debe declarar «Hineni Muján» o «LeShem Ijud» tras el kidush y antes de beber el vino de la primera de las cuatro copas para no interrumpir entre la bendición y la bebida, sino que se recita el «LeShem Ijud» antes del kidush. De igual manera ante cada copa que se bebe se recita previamente «LeShem Ijud» antes de bendecir por el vino (Mishná Berurá 473:1). En caso de que el primer día de Pesaj caiga en Shabat, al kidush se adiciona el texto referido a este tema; y si cae en sábado por la noche («motzaei Shabat») se le agrega la bendición por la vela y por la separación («havdalá») entre dos diferentes tipos de santidades («ben kodesh lekodesh») (Shulján Aruj 473:1).

06. Las cuatro copas de vino

Nuestros sabios estipularon que bebamos cuatro copas de vino en la noche del Seder para así incrementar la alegría de la redención y como expresión de libertad. Si bien en todas las fiestas o «Iamim Tovim» es preceptivo alegrarse bebiendo vino, nuestros sabios establecieron que en Pesaj se beban cuatro copas siguiendo el orden de la Hagadá, para que la alegría festiva sea manifiesta en todas las etapas del Seder y que todas las secciones de la Hagadá sean leídas con una copa de vino. El kidush es recitado con la primera copa y por ello esta es servida a todos los comensales con anterioridad a su inicio. El relato de la salida de Egipto y el recitado del Halel se llevan a cabo junto a la segunda copa y por eso la servimos antes de comenzar con la lectura de la Hagadá para que toda esta sea acompañada por la bebida. La bendición posterior a la comida («Birkat Hamazón») se recita junto a la tercera copa la cual es servida previo a su inicio. Luego servimos la cuarta copa para junto a esta recitar la segunda mitad del Halel y el Gran Halel («Halel Hagadol»). De esto resulta que todo lo que pronunciamos durante la noche del Seder lo hacemos en compañía de una copa de vino.

Quien bebe cuatro copas de vino seguidas se lo considera como si hubiera bebido sólo una (Shulján Aruj 472:8). Incluso, si se espera entre una copa y otra, según la opinión de varios juristas (Rashbám, Ran, Perí Jadash) mientras que no se lea entre una y otra pasajes de la Hagadá no se cumplió con el deber, pues la ingesta de las cuatro copas debe realizarse mientras se recuerda la salida de Egipto (ver Beur Halajá‘שלא’   pues según la opinión de Beit Iosef todo aquel que espera entre una copa y otra, a posteriori, cumplió con su deber).

Nuestros sabios nos enseñan que las cuatro copas de vino del Seder están insinuadas en los cuatro lenguajes de liberación que fueron pronunciados en la salida de Egipto, así como a los cuatro reinos que sometieron al pueblo de Israel una vez que este se constituyó como nación: Babilonia, Persia, Grecia y Roma y de cuyas garras el Eterno nos salvó. Además, aluden a las cuatro copas de desgracia que el Creador dará a beber a los malvados de entre las naciones del mundo, y a las cuatro copas de consuelo que el Santo Bendito Es dará a beber al pueblo de Israel (Talmud Jerosolimitano Tratado de Pesajim 10:5).

En términos generales, es oportuno saber que el número cuatro alude a la aparición de una idea completa en el mundo entero, pues todo aquello que posee cuatro lados se corresponde con los cuatro puntos cardinales: occidente, oriente, norte y sur. Dado que la salida de Egipto generó un revuelo total en el mundo, ella se manifiesta en las cuatro expresiones de liberación. Tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 6:6-7): «Por lo tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy HaShem y os sacaré de bajo los agobios de Egipto y os libraré a vosotros de su servidumbre. Os redimiré a vosotros con brazo tendido y con Juicios punitivos magnos. Os tomaré Yo a vosotros para Mí por pueblo y seré para vosotros por D’s y tendréis conocimiento de que Yo soy HaShem, vuestro D’s; el que saca a vosotros de bajo los agobios de Egipto«. La esclavitud de Israel en Egipto no significó solamente el sometimiento de los judíos de esa generación, sino que fue la manifestación del sometimiento de la espiritualidad bajo la materialidad, pues la posibilidad de revelar la espiritualidad en este mundo depende enteramente del pueblo de Israel y este estaba avasallado al más materialista de entre los reinos, el de Egipto. A los efectos de poder liberar al pueblo de Israel y que este pueda recibir la Torá, iluminar al mundo y repararlo, era necesario quebrar todos los obstáculos y sometimientos en los cuatro puntos cardinales a los cuales aluden las cuatro expresiones de redención.

En ese pasaje se menciona una expresión más de liberación, tal cual está escrito (allí 6:8): «y os traeré a vosotros a la tierra, la cual he jurado dar, ella, a Abraham, a Itzjak y a Yaacov. Y la daré a vosotros por heredad, Yo soy HaShem«. Dado que esta expresión no se refiere específicamente a la salida de Egipto los sabios no estipularon que se beba por ella una quinta copa, empero esta se acostumbra a servir y se la denomina «la copa del profeta Eliahu» («Kos Eliahu») la cual insinúa la redención completa que comienza con el ingreso a la tierra de Israel (ver halajá 36).

07. El vino

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 108(B)) que para poder cumplir con el precepto de las cuatro copas íntegramente, se debe diluir el vino con un poco de agua para que no esté muy fuerte y no provoque ebriedad. En efecto, el vino levemente diluido alegra igualmente por medio del alcohol que contiene, y el precepto es beberlo como hombres libres, o sea, como personas acaudaladas que disponen de su tiempo y pueden permitirse beber el más exquisito de los vinos y servirlo placenteramente de modo tal que alegre mas no embriague. En la actualidad, nuestros vinos no son tan fuertes como antaño por lo que no es obligatorio diluirlos, y esto sigue siendo preceptivo únicamente en caso de que para alguien la dilución mejore el sabor o la influencia de la bebida (ver Mishná Berurá 472:29, hay quienes acostumbran a hacerlo como forma de cumplimiento excelente).

Por lo tanto, la excelencia en la expresión de la libertad se cumple actualmente adquiriendo un vino de calidad que puede causar embriaguez, y por medio del cual habrán de surgir los sentimientos de alegría, liberación y bienestar. Empero es necesario prestar a tención a que el vino no sea demasiado fuerte e impida que nos concentremos debidamente en la lectura de la Hagadá y el cumplimiento de los preceptos de la noche del Seder. Por lo tanto, se deben beber cuatro copas de vino de modo tal que este alegre mas no embriague ni produzca agotamiento. Si a alguien le cae pesado beber una copa entera de vino o hacerlo puede impedirle cumplir los preceptos del Seder como corresponde, puede mezclar junto al vino jugo de uva, agua o ambos conjuntamente siempre y cuando el agua no se torne mayoritaria en la mezcla. De esa forma, la persona por un lado habrá de beber vino embriagante y por la otra podrá alegrarse con este y cumplir adecuadamente con todos los preceptos de la noche del Seder. Asimismo, podrá emplear vino con un porcentaje reducido de alcohol.

Si bien a posteriori se puede cumplir bebiendo jugo de uva, es necesario saber que cuando nuestros sabios establecieron que se beban cuatro copas no imaginaron que algún día se habría de beber jugo de uva, pues en ese tiempo no existía la posibilidad de preservar el jugo desde la vendimia en el otoño hasta la fiesta de Pesaj en la primavera sin que se avinagrara. En aquel entonces, aunque el vino causase dolor de cabeza o resultase desagradable al paladar era preceptivo beber las cuatro copas. Se cuenta que Rabí Iehudá Bar Ilai precisaba atar un pañuelo a su cabeza desde Pesaj hasta Shavuot por el dolor que le provocaba beber cuatro copas de vino durante el Seder. De beber vino se eximía únicamente aquella persona a la cual este le provocaba enfermarse y caer en cama (Talmud Babilonio Tratado de Nedarim 49(B), Shulján Aruj 472:10, Mishná Berurá 35). La intención original del decreto de los sabios fue que recitemos la Hagadá y narremos la salida de Egipto bebiendo vino ya que esta alegra, y quien bebe jugo de uva no cumple el precepto tal como fue estipulado. Empero, dado que hoy existe el jugo de uva, quien al beber vino padece de malestares tales como dolores de cabeza puede cumplir bebiendo zumo. Las mujeres están preceptuadas de beber cuatro copas de vino al igual que lo están en todos los demás preceptos de la noche del Seder (Shulján Aruj 472:14). El precepto se cumple bebiendo un vino que alegra.

Es preceptivo escoger un buen vino que deleite y a la vez provoque regocijo para así cumplir con excelencia el precepto de las cuatro copas, y es mejor si este es tinto. Sin embargo, un vino blanco de gran calidad es preferible a uno tinto de inferior condición. A posteriori, se cumple bebiendo cualquier tipo de vino e incluso vino blanco de baja calidad (Shulján Aruj 472:11).

08. El tamaño de la copa y la cantidad de vino

A los efectos de cumplir con el precepto de beber cuatro copas de vino o cualquier copa de vino preceptiva como en el caso del kidush, la havdalá, la bendición posterior a la ingestión de los alimentos o las bendiciones nupciales se requiere que la cantidad de vino en la copa sea significativa. Por ello nuestros sabios establecieron que se vierta en su interior por lo menos un cuarto de log («reviit halog») y con menos de esta cantidad no se cumple con la obligación (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 108(B)).

Un cuarto de log es el volumen equivalente a un huevo y medio. Según el cálculo del Rabino Jaím Naé basado en Rambám y otros sabios medievales se trata de 86 mililitros, empero según cálculos más exactos resulta que corresponde a unos 75 mililitros (Pninei Halajá Berajot 10). Sin embargo, esta cantidad no es aceptada por todos ya que en virtud del exilio se despertaron dudas respecto de cuál es el exacto volumen de una aceituna («kezait») y de un huevo («kabeitzá»). Algunos de los juristas ashkenazíes de las últimas generaciones (Nodá Biehudá, Jazón Ish) adoptaron una actitud más estricta entendiendo que en nuestros días el volumen de los huevos es la mitad que en los días de nuestros sabios de bendita memoria. Por lo tanto, si entonces el volumen de un cuarto de log era el equivalente a un huevo y medio, hoy en día sería de unos tres huevos o sea unos ciento cincuenta mililitros y a esta medida se la denomina «la medida del Jazón Ish».

En la práctica, la idea central es conforme a la opinión más moderada y esta es la usada por los sefaradíes. Sin embargo, respecto de la práctica de los ashkenazíes, el autor de Mishná Berurá (271:68, 486:1) escribió que en los preceptos que se cumplen con fundamento en la Torá, como el kidush del viernes por la noche y la havdalá, es mejor seguir a priori la opinión más estricta. Empero, en el caso de preceptos de origen rabínico, como las cuatro copas de vino del Seder o la medida de reviít, para tener que recitar bendición final se puede cumplir con una medida menor que es la consensuada por la mayoría de los juristas. Sin embargo, a priori, no corresponde cumplir un precepto con una medida pequeña de vino, sino que se debe servir una copa grande y llena que contiene bastante más que el mínimo estipulado.

Respecto de la copa de vino para bendiciones, es importante recordar lo que dijeron nuestros sabios en cuanto a que esta debe ser completa y no puede estar rota. Asimismo, la copa debe ser llenada, aunque su capacidad exceda largamente la cantidad necesaria para cumplir con el precepto (un «reviít»- 75 ml.), tal que quede de manifiesto que no se procede con frugalidad. Esto no significa que se debe llenar la copa hasta su borde al punto de que se tema que el vino pueda derramarse, sino que debe estar generosamente llena hasta un nivel cercano a su borde (medio cm. aproximadamente antes de su borde).

Es necesario que la copa esté limpia, bien lavada tanto por fuera como por dentro. Esto es así con anterioridad a la ingestión de la primera copa, pero antes de beber las siguientes no es necesario volver a enjuagar la copa a menos que se haya ensuciado, ya que las cuatro copas se consideran una misma acción continuada y por esa razón se lava solamente antes de beber la primera (Mishná Berurá 473:68). Hay quienes lavan la copa antes de cada una de las cuatro oportunidades en las que hay que beber (Kaf HaJaím 473:1).

09. La cantidad de vino que debe beberse

A priori es bueno cumplir con excelencia bebiendo todo el vino contenido en la copa, incluso cuando esta es de gran tamaño y contiene más vino que el mínimo que es preceptivo consumir (75 ml.). Si no se desea beber todo el contenido, se deberá intentar consumir la mayor parte del vino que está en la copa, y al menos la mayoría de la medida de «reviít» y como «meló logmav». Por lo tanto, existen dos condiciones: a) Beber la mayor parte del vino servido en la copa, o sea la mayor parte de un «reviít» («rov reviít» equivalente a 38 ml.). b) Que esa cantidad equivalga a un sorbo completo («meló logmav») de quien bebe, esto es, la cantidad de vino que llena por completo una mejilla inflada, ya que esta cantidad suele resultar satisfactoria para quien la toma. En el caso de una persona cuya boca es de tamaño mediano, la cantidad de «meló logmav» es un poco mayor a la de «rov reviít», y en el caso de una persona cuya boca es grande la cantidad de «meló logmav» es cercana a la de «reviít». En el caso de un joven de trece años cuya boca es pequeña y el volumen de su «meló logmav» es inferior al de «rov reviít», debe beber por lo menos la cantidad de «rov reviít» de acuerdo con la primera condición (Shulján Aruj 472:9, Mishná Berurá 30 y Beur Halajá ‘וישתה’).

En el caso de niños pequeños que llegaron a la edad de «jinuj» (edad en la que se debe comenzar a instruirlos en el cumplimiento de los preceptos N. de T.) se les sirven cuatro copas de vino (Shulján Aruj 472:15). La edad a partir de la cual se debe instruir al niño en el cumplimiento de este precepto específico es aquella en la que este puede comprender lo que se recita junto a la copa de vino – el kidush, la Hagadá, la bendición posterior a la ingestión de alimentos («Birkat Hamazón»), el recitado del Halel y el agradecimiento (Shulján Aruj HaRav 472:25). Generalmente, los niños alcanzan la edad de «jinuj» alrededor de los cinco o seis años. No es necesario dar de beber a los pequeños cantidades de vino equivalentes a «rov reviít», sino que es suficiente con que beban la cantidad de «meló logmeihem» (Mishná Berurá 472:47).

Se debe beber la mayor parte de la copa de vino de una vez, pero quien bebe al principio la mitad de esta cantidad y tras una interrupción prolongada ingiere la otra – no se le considera que bebió de una vez y por ende no alcanzó a cumplir con el deber de tomar una de las cuatro copas. Sin embargo, los sabios medievales (Rishonim) y los de las últimas generaciones (Ajaronim) debatieron respecto al tiempo que debe pasar en una interrupción para que los dos sorbos se consideren pertenecientes a una misma ingestión. Según Rambám, dado que se acostumbra a beber de manera continua con breves interrupciones destinadas a respirar y a tragar, si se bebió el vino de manera continua tal como se lo hace en el caso de la ingestión de un reviít se la considera como una sola ingestión. Por lo tanto, el lapso en el cual se debe beber la cantidad de vino correspondiente a cada una de las cuatro copas debe equivaler al tiempo que demora beber un reviít completo y en caso de demorarse más – no se habrá cumplido con el precepto. Por otra parte, según la opinión de Raavad se puede cumplir con la ingestión preceptiva en un lapso equivalente al de la ingestión de un pan («zman ajilat pras» que equivale a unos seis o siete minutos), o sea, todo lo bebido dentro de ese lapso se contabiliza como parte de la ingesta de una misma copa.

En resumen: a priori, se debe adoptar una actitud más estricta conforme la opinión de Rambám y beber la cantidad de vino estipulada de forma continua, con breve interrupciones únicamente destinadas a respirar y tragar. A posteriori, si se bebió esta cantidad en el tiempo que demora ingerir un pan (seis o siete minutos) se habrá cumplido con el precepto, y dado que el precepto de las cuatro copas en la noche del Seder es de origen rabínico – en caso de discusión la halajá final se sentencia conforme la opinión más flexible. Hay también quienes adoptan la actitud más estricta.

10. El precepto de reclinarse («hasibá»)

Nuestros sabios establecieron que nos reclinemos en la noche del Seder durante la ingestión de la matzá y del vino, pues en cada generación cada judío debe mostrarse como si él en persona se hubiese liberado de la opresión egipcia, tal cual está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:23): «Empero a nosotros nos sacó de allí«. A los efectos de que la sensación de liberación sea también visible en la conducta personal, nuestros sabios determinaron que nos reclinemos (Rambám Jametz Umatzá 7:6-7).

En el caso de una persona a la que se le encomendó una tarea durante el Seder, se acostumbra que se siente erguida para que así pueda pararse de inmediato y cumplir con su función. Si bien sentarse erguido requiere un esfuerzo por parte de los músculos dorsales que no siempre es visible y genera una tensión muscular permanente, la necesidad de estar listo para entrar en funciones de inmediato requiere que esta sea su postura. Empero, en el caso de quien no tiene una función especial a cumplir puede recostarse hacia atrás e inclinarse sobre un costado en postura de reposo y descanso relajando así todos los músculos de su espalda. Esta es la manera de comer en la noche del Seder como hombres libres.

Sin embargo, en el pasado las personas acostumbraban sentarse sobre almohadones y por ello la postura erguida implicaba un esfuerzo corporal importante, mientras que reclinarse era la postura intermedia entre sentarse y acostarse en la que todo el cuerpo se recuesta sobre una cama o sobre almohadones. Esta postura de sentarse reclinados era muy cómoda y patentizaba la sensación de libertad. Sin embargo, en la actualidad acostumbramos sentarnos sobre sillas y no solemos recostarnos sobre camas ni comer reclinados y en caso de que quisiéramos hacerlo no resultaría ser más cómodo sino todo lo contrario. Por ello, según la opinión de dos de los principales sabios medievales, Rabí Eliezer ben Ioel Haleví (Rabía) y Rabí Eliezer ben Natán (Raabán), en la actualidad no es preceptivo reclinarse.

Sin embargo, de acuerdo con la opinión mayoritaria de los sabios medievales, el decreto rabínico de comer reclinados durante el Seder de Pesaj se mantiene incólume y según ellos también en la actualidad es preceptivo ingerir la matzá y el vino en esa posición (Rambám, Rosh, Tur). El dictamen final del Shulján Aruj (472:2) es que en la actualidad es también obligatorio reclinarse, y esto se lleva a cabo recostándonos sobre el respaldo de la silla inclinados hacia la izquierda.

Es preceptivo reclinarse durante la ingestión de un volumen equivalente a un «kezait» (aceituna, 29 gr.) de matzá, un «kezait» del korej (sándwich conformado por matzá maror y jaroset), «kezait» de afikomán (trozo final de matzá que cierra la comida del Seder N. de T.) y las cuatro copas de vino. Durante el resto de la cena quien se reclina se conduce con excelencia y en el caso de a quien esta posición no le resulte cómoda – puede abstenerse de hacerlo (Rambám Jametz Umatzá 7:8). Durante la ingestión del maror no es necesario reclinarse (Beit Iosef, Mishná Berurá 475:14). Durante el recitado de la bendición posterior a los alimentos («birkat hamazón») no es necesario reclinarse ya que es preceptivo decirla con temor reverencial (Shulján Aruj 183:9). Asimismo, durante la lectura de la Hagadá acostumbramos a no reclinarnos para que esta se lleve a cabo con la máxima concentración (Shelá, Mishná Berurá 473:71).

11. ¿Cómo nos reclinamos?

En la actualidad no acostumbramos reclinarnos sobre camas, por ello es menester explicar cómo debemos de hacerlo en la noche del Seder al estar sentados sobre sillas. En vez de sentarnos erguidos con la espalda pegada al respaldo debemos adelantar la mitad inferior de nuestro cuerpo en dirección del centro del asiento -lo cual habrá de permitirnos apoyar la espalda en el respaldo- e inclinarnos hacia la izquierda. A priori, es mejor reclinarse sobre una silla tapizada o apoltronada con apoyabrazos o hacer la postura más cómoda mediante el empleo de almohadones. De todas maneras, todo aquel que posee una silla con respaldo cumple con su deber recostándose sobre este e inclinándose hacia la izquierda pues ello implica una expresión de libertad. Una persona que, por ejemplo, trabaja en atención al público, debe sentarse erguida sobre su silla para estar listo en todo momento de cumplir con su función; en cambio, quien se liberó de todo yugo, puede sentarse cómodamente sobre su silla y recostar su espalda sobre el respaldo y descansar como un hombre libre.

La razón por la cual nos inclinamos hacia la izquierda obedece a que de esa manera es más cómodo comer, pues entonces la mano izquierda y la espalda están recostadas sobre la silla y la mano derecha que es la que acostumbramos emplear queda libre para tomar la matzá y la copa de vino. Además, hay quienes sostienen que si nos reclinamos sobre el lado derecho podemos anteponer la tráquea al esófago y ahogarnos. En virtud del temor a este riesgo se dictaminó que incluso los zurdos, que están habituados a comer con la mano izquierda deben reclinarse en la noche del Seder sobre el lado izquierdo y comer con la mano derecha. A posteriori, un diestro que por error se reclinó sobre el lado derecho no cumplió con el deber de «hasibá», pero si se trata de un zurdo que se reclinó sobre el lado derecho cumplió (Shulján Aruj 472:3, Mishná Berurá 10-11).

Quien se sienta frente a su maestro o frente a uno de los eruditos de la generación, no habrá de reclinarse sin pedirle permiso pues esta postura implica una falta de respeto o temor reverencial para con el rabino y el precepto de honrar a la Torá antecede al de la «hasibá», pero una vez que haya recibido autorización de su maestro para reclinarse – al hacerlo no le falta el respeto (Shulján Aruj 472:5).

12. ¿Qué ocurre si olvidamos reclinarnos?

Quien ingiere un «kezait» de matzá sin reclinarse («hasibá») no cumplió con su deber ya que dejó un precepto rabínico sin efectivizar y debe volver a ingerirlo reclinado. Incluso si ya recitó la bendición posterior a los alimentos («birkat hamazón») deberá volver a abluir sus manos, recitar la bendición de «hamotzí» e ingerir al menos un «kezait» de matzá en posición reclinada. Sin embargo, no habrá de recitar nuevamente la bendición por la ingestión de matzá («al ajilat matzá»), pues en opinión de Rabía y Raabán ya cumplió con el precepto de ingerir matzá al hacerlo sin reclinarse (Shulján Aruj 472:7, Mishná Berurá 22).

En el caso de quien olvida comer el korej reclinado no debe volver a hacerlo en esa posición ya que según algunos juristas esto no es necesario por contener maror. Si bien a priori acostumbramos a reclinarnos para ingerir el korej, en caso de olvido es posible respaldarse en la opinión de los juristas que entienden que no es necesario hacerlo. En caso de haberse ingerido el afikomán sin reclinarse deberá volver a hacerlo, y en caso de resultar dificultoso comer más, dado que se trata de un precepto rabínico se puede confiar en la opinión de Rabía y Raabán quienes entienden que en el presente no es preceptivo reclinarse.

Nuestros sabios debatieron respecto de qué hacer en el caso de alguien que bebió una de las cuatro copas sin reclinarse. Según la opinión del Shulján Aruj, a priori se debe volver a beber la copa en cuestión en posición reclinada. En opinión de Ramá surge aquí un problema ya que si vuelve a beber una copa se crea la sensación de que se está agregando a lo establecido por nuestros sabios y ellos ordenaron beber cuatro copas y no cinco. Por lo tanto, en caso de haberse bebido la segunda copa que es la anterior a la comida festiva, sin reclinarse – deberá volver a hacerlo en la postura correcta pues en ese caso no parece como si estuviera agregando más copas que las estipuladas, ya que durante la comida festiva se puede beber más veces. Empero, en caso de haberse bebido la primera, tercera o cuarta copa sin reclinarse no habrá de volver a hacerlo para no parecer como si estuviera agregando más copas que las originalmente dictadas, y se habrá de confiar en la opinión de Rabía y Raabán en cuanto a que en la actualidad las personas distinguidas no acostumbran reclinarse y por ende esta postura no es preceptiva en la noche del Seder (Shulján Aruj 472:7, Mishná Berurá 21). Lo que ordenan el Shulján Aruj y Ramá en cuanto a que se debe volver a beber reclinados, las cuatro copas en el caso del Shulján Aruj y la segunda copa de acuerdo con el Ramá, se trata de la conducta a seguir a priori, mas en caso de que hacerlo resulte dificultoso para la persona – puede confiarse en que cumplió con lo que bebió sin reclinarse.

En el caso de las mujeres, a priori, deben beber el vino y comer la matzá reclinadas, empero en caso de haber olvidado hacerlo no debe repetir. En el caso de mujeres importantes o encumbradas que olvidaron ingerir la matzá reclinadas es bueno que vuelvan a hacerlo en la postura correcta.

13. ¿Se puede comer o beber tras la ingesta de la primera copa?

Según la halajá, quien desea beber más vino tras la ingesta de la primera copa puede hacerlo, empero a priori es bueno no beber entre la primera y la segunda copa por temor a embriagarse y no poder leer la Hagadá con la concentración necesaria. No obstante, está permitido tomar bebidas no embriagantes tales como jugo de uva o cualquier otro zumo (Shulján Aruj 473:3, Mishná Berurá 16).

En caso de haber pensado consumir además otras bebidas al recitar la bendición del vino no precisa pronunciar «shehakol» al ingerirlas, pues la bendición del vino incluye a la generalidad de los líquidos. En caso de no haber considerado consumir otras bebidas, si estas estaban colocadas sobre la mesa y existiese la posibilidad de que le apeteciera consumirlas, no precisa recitar bendición alguna al beberlas pues la del vino incluye a las de los otros líquidos.

Cuando un primogénito está en ayunas toda la víspera de Pesaj o si una persona está muy hambrienta al punto de que le cuesta leer la Hagadá concentrado, podrá ingerir después del kidush una papa, una fruta o un huevo, pero no habrá de comer abundantemente para arribar a la ingesta de la matzá con apetito. Esto aplica únicamente en caso de gran necesidad, mas en caso de que sea posible contenerse sin comer es mejor que no lo haga, pues al ingerir alimentos después del kidush se entra en una pregunta de si requiere o no recitar las bendiciones posteriores («berajá ajaroná», y en caso de haber comido deberá recitarla).

El permiso de beber o comer aplica antes de la segunda copa y el inicio de la lectura de la Hagadá, mas una vez que esta comienza no se puede interrumpir para beber o comer cosa alguna (Beur Halajá 473:3, según Rambán y Ran, empero señala que Maor y Tosafot lo permiten).

14. Rejatz – la ablución de manos previa a la ingestión del karpas

Tras el kidush se ingiere el karpas que consiste en una verdura, la cual se come para motivar a los niños a preguntar por qué si todas las noches no se acostumbra comer una verdura antes de la comida, en esa noche sí se ingiere (Rashí y Rashbam a Pesajim 114(A)). Otra razón esgrimida por nuestros sabios es que los seres libres acostumbran iniciar sus comidas con una verdura a modo de aperitivo a los efectos de despertar el apetito y por ello se procede así en la noche del Seder (Maharil).

Nuestros sabios dispusieron que se sumerja la verdura en cuestión en líquido, por lo que entonces se hace necesario abluir las manos previo a la ingesta y ello también despierta en los niños curiosidad y les impulsa a preguntar. En todas las comidas acostumbramos abluir nuestras manos una vez antes de ingerir el pan y luego consumimos todos los demás alimentos, e incluso los sumergimos en diferentes líquidos sin que sea necesario abluir nuestras manos nuevamente pues la primera ablución incluye todo lo que se habrá de ingerir. En este caso, abluimos nuestras manos una primera vez antes de ingerir la verdura y una segunda vez tras haber leído la Hagadá antes de comer la matzá, ante lo cual los niños habrán de preguntar «¿qué cambió esta noche respecto de las demás noches que abluimos nuestras manos dos veces?» («¿má nishtaná halaila hazé?») (Tur y Beit Iosef 473:6). Además, sumergir la verdura en líquido es una expresión de libertad ya que lo ingerimos de una manera especial no solamente por comerlo como aperitivo, sino que nos deleitamos sumergiéndolo en agua con sal o vinagre mejorando así su sabor y despertando el apetito.

Este no es el lugar apropiado para extendernos en la explicación de esta norma, solamente señalaremos que el líquido tiene un mayor poder de transmisión de impureza que los alimentos secos y por ello nuestros sabios dispusieron que abluyamos nuestras manos antes de ingerir un alimento sumergido en un líquido. Según la opinión mayoritaria de los sabios medievales (Rishonim) esta ablución es tan obligatoria como la previa a la ingestión de pan que fue establecida para recordar a los judíos que llegado el día deberán comer con pureza en el Templo («Serej Tum´á»[1]). Si bien en la actualidad las reglas de pureza e impureza no están vigentes, el decreto se mantiene inamovible y por ello, así como es obligatorio recitar la bendición de «al netilat iadaim» por la ablución previa a la ingesta del pan, de igual forma es preceptivo recitar esta bendición al abluir nuestras manos previo a ingerir un alimento remojado. Sin embargo, según la opinión del Maharam de Rotenburg, el Baal Haitur y Tosafot (comentario a Pesajim 115(A)) existe una diferencia entre ambas abluciones ya que la anterior a la ingesta del pan fue también instituida por santidad e higiene, por lo que también en nuestros días corresponde santificar nuestras manos y lavarlas antes de comer y por lo tanto esta ablución requiere del recitado de la bendición. Empero, la ablución previa a ingerir un alimento en remojo obedece únicamente a un recordatorio de comer con pureza en el Templo («Serej Tum´á»), y dado que en nuestros días las reglas de pureza e impureza están sin efecto – no es necesario abluir las manos en este caso.

En la práctica, abluimos nuestras manos antes de comer el karpas sin recitar la bendición a los efectos de conducirnos correctamente de acuerdo con todas las opiniones; por una parte, lavamos nuestras manos para cumplir con quienes entienden que es obligatorio hacerlo y por la otra no recitamos la bendición ya que hay juristas que entienden que la ablución no es necesaria en este caso (Shulján Aruj 473:6).

Quien se equivocó y recitó bendición por la primera ablución no cometió la trasgresión de pronunciar una bendición en vano ya que actuó según la opinión mayoritaria de los juristas medievales quienes consideran que la bendición debe ser recitada antes de ingerir un alimento en remojo, siendo esta la instrucción práctica del Gaón de Vilna y del Baal Halevush. Empero, a priori, la premisa es no recitar la bendición pues la regla general indica que en caso de duda respecto de una bendición se opta por la actitud más flexible y no se recita.

Incluso si se recita por error la bendición en la primera ablución no se suprime la necesidad de realizar una segunda ablución con bendición antes de ingerir la matzá, pues no se acostumbra a cuidar especialmente la limpieza de las manos entre ambos lavados. Además, el lapso de lectura de la Hagadá implica una interrupción entre ambas abluciones por lo que los sabios indicaron lavar las manos dos veces en la noche del Seder.


[1].  Al decir de la Guemará (Julín 110(A)): «Netilat yadaim shel julín mipnei serej Trumá», es decir, que la mitzvá de abluir las manos antes de una comida de «jol» fue acostumbrada a hacerla para educar a los que habrán de consumir la Trumá, que debían lavar sus manos. Así también, actúa como recordatorio de la impureza (N. de E.).

15. Karpas

Ya vimos que nuestros sabios establecieron que comamos una verdura remojada después del kidush y antes del inicio de la lectura de la Hagadá para de esa forma generar una diferencia en el orden de la comida, ya que lo común es ingerir verduras como uno de los platillos que se sirven con posterioridad a la ablución de manos. Sin embargo, en la noche del Seder ingerimos algo de verdura antes de leer la Hagadá y antes de abluir nuestras manos para comer y por ello se generan dos cambios: 1) Ingerimos una verdura antes de la comida. 2) En la noche del Seder abluimos nuestras manos dos veces (Rashí y Rashbám a Pesajim 114(A) y Tur 473). Además, por medio de la ingestión de la verdura antes de leer la Hagadá la comida festiva adquiere un realce y una importancia especiales, pues comenzar con un aperitivo apetitoso es típico de una comida de jerarquía, en la que tras ser ingerido se hace una pausa para conversar y solamente después se sirven los platos principales (según Bait Jadash).

En la Mishná y en el Talmud no se menciona el vocablo «karpas», sino que dice que antes de leer la Hagadá se ingiere una verdura (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 114-115); empero varios de los sabios medievales (Maharil, Raabán) indicaron tomar justamente «karpas» por cuanto que su nombre alude a los seiscientos mil hombres (sesenta decenas de mil) que efectuaron trabajos forzados en Egipto, lo cual en hebreo forma la palabra »ס פרך» o sea ´sesenta (decenas de mil) en labores forzadas´. Si bien la identidad de la verdura no es de una importancia tal que de no colocarse específicamente una no se permita dar inicio al Seder, de todas maneras, los sabios de las últimas generaciones han indicado que es bueno usar karpas (Shulján Aruj 473:6, Mishná Berurá 19, Kaf HaJaím 49). Sin embargo, ha existido duda respecto de cuál es la identidad de la verdura que hace de karpas; algunos juristas escribieron que se trata del apio, siendo esta la verdura empleada por los judíos sefaradíes, otros escribieron que se trata del perejil, siendo esta la usanza de algunos judíos ashkenazíes. Sin embargo, la mayoría de los judíos originarios de Ashkenaz no utilizan ni apio ni perejil como karpas pues según esta tradición no es claro qué bendición se habrá de recitar por estas verduras, y por lo tanto acostumbran tomar papas cocidas. De todas maneras, cada familia debe continuar con su tradición heredada.

Se remoja el karpas en agua con sal o en vinagre y se recita la bendición «Boré Prí Haadamá» con la intención de que en la misma se incluya también el maror que se habrá de ingerir más tarde. No es necesario reclinarse al ingerir el karpas ya que hay quienes opinan que alude al pesar del sometimiento, por lo que no requiere que se coma en una postura típica de persona libre.

Si bien según la opinión de algunos sabios medievales (Rambam) se debe ingerir más que un «kezait» de karpas, es correcto comer menos que ello pues de hacerlo se ingresa en la duda de si recitar o no la bendición final, y Rabí Itzjak considera que efectivamente debe recitarse. Por otra parte, Rashbam indica que no se recite la bendición final pues al recitar la primera bendición por el karpas se tiene la intención de incluir en ella al maror que se habrá de ingerir más tarde durante la comida. En caso de haberse comido más que un «kezait» de karpas no se habrá de recitar bendición final pues en caso de duda respecto del recitado de bendiciones se adopta la actitud más flexible (Maharil, Shulján Aruj 473:6).

16. Yajatz – se parte la matzá del medio

En la keará se colocan tres matzot, y tras ingerir el karpas y antes de leer la Hagadá el oficiante del Seder y todo aquel ante quien se hayan colocado tres matzot parte la del medio y guarda la mitad mayor para comerla como «afikomán», mientras la otra mitad es dejada entre las dos matzot enteras (Shulján Aruj 473:6).

Esto viene a recordarnos la pobreza que padecimos en Egipto, ya que una de las significaciones del pan ácimo es rememorar la opresión y la miseria que vivimos en tierras egipcias y por ello recibe el nombre de «pan de la pobreza» («lejem oni»). Se parte la matzá en dos mitades, ya que las personas que viven en la miseria acostumbran comer panes partidos puesto que carecen de medios para adquirir panes enteros. Se parte la matzá antes de comenzar la lectura de la Hagadá, pues esta debe tener lugar mientras las matzot están colocadas delante nuestro; además, uno de los significados de «lejem oni» es que se trata de un pan sobre el cual se responden muchas preguntas («onim»). Por ello, a la hora de ocuparnos de las preguntas y respuestas de la fiesta, es menester que las matzot se encuentren ante nosotros, y por lo tanto, la del medio debe ser partida antes de iniciarse la lectura.

De todas maneras, al igual que en cualquier Shabat o día festivo se debe recitar primeramente la bendición de «hamotzí» con dos panes («lejem mishné») y por esa razón se colocan tres matzot, siendo que la del medio la partimos para señalar que se trata de  pan de la pobreza y tanto la superior como la inferior se mantienen enteras y conforman los dos panes necesarios para el recitado de la bendición del pan en Shabat o día festivo (luego, una vez que se haya recitado la bendición de «hamotzí» se habrá de sostener las tres matzot juntas para tener dos panes enteros y al recitar la bendición por la ingestión de la matzá -«al ajilat matzá»- se habrá de dejar la inferior para hacerlo únicamente con la superior y  la del medio con lo cual expresa de una forma más tangible la cuestión de la matzá partida).

La mitad mayor se guarda para ser usada como «afikomán» y se suele envolver en una servilleta en recuerdo de lo que está escrito (Shemot-Éxodo 12:34): «Llevó el pueblo su masa antes que leudase; sus restos envueltos en sus ropas sobre sus hombros«. Hay quienes acostumbran colocar el afikomán sobre el hombro en recuerdo de las matzot que se cargaron de ese modo durante el Éxodo (Mishná Berurá 473:59).

Luego se guarda el «afikomán» y es devuelto a la mesa para ser ingerido recién al final del Seder en recuerdo a la ingestión del Korbán Pesaj (ver halajot 33 y 34).

En algunas familias se acostumbra que los más pequeños «secuestran» o «roban» el afikomán y lo esconden hasta el final de la cena, y entonces, lo devuelven a cambio de un regalo y de ese modo se mantienen despiertos durante todo el Seder. Nosotros acostumbramos repartir presentes a todos los niños que se mantuvieron despiertos hasta terminar de ingerir el afikomán.

17. Maguid – se inicia la lectura de la Hagadá

Una vez que se partió la matzá del medio, el oficiante retira la servilleta que recubre la matzá superior, eleva las matzot y de ser posible la keará junto con ellas y mientras las enseña a los presentes dice: «Este es el pan de la pobreza» («Há lajmá aniá») y explica el significado de estas palabras. Al concluir el pasaje de «Há lajmá» quien dirige el Seder coloca nuevamente la keará y las matzot sobre la mesa (Shulján Aruj 473:6).

Entonces, se retira la keará de su lugar como si hubiéramos concluido el Seder para que los niños se sorprendan y pregunten: «¿por qué la quitan si aún no comimos?». En ese momento, a partir de esa sorpresa habrán de preguntar «má nishtaná» («en qué se diferencia esta noche de las demás») (Shulján Aruj 473:6). Hay quienes acostumbran que si los niños aún no preguntaron por qué se retiró la keará, continúan retirando más utensilios de la mesa hasta que lo hagan.

Una vez retirada la keará y antes de comenzar el recitado de «má nishtaná» se sirve la segunda copa para que toda la Hagadá, incluidas las preguntas que anteceden su lectura sean leídas junto a una copa de vino. Además, el hecho de que se sirva una segunda copa despierta la curiosidad de los niños, los cuales no están habituados a que en un día común se sirvan dos copas de vino antes de la comida.

Es preferible posponer el llenado de vino en las copas de los niños hasta el momento inmediatamente anterior a su ingestión, pues a los más pequeños les resulta difícil cuidar que el vino no se derrame durante el largo lapso de lectura de la Hagadá, y de volcarse sobre la mesa le causará a las presentes molestias y el esplendor de la fiesta se verá afectado, y como ya vimos, es menester honrar al Yom Tov con un mantel limpio y una mesa bien puesta.

Una vez que se hubo servido la segunda copa los niños preguntan «má nishtaná». Luego se devuelve la keará a la mesa para leer la Hagadá, mientras la matzá y el maror se encuentran ante nosotros y comenzamos a responder a los niños con el relato de la salida de Egipto. Ya aprendimos (capítulo 15) que el precepto de relatar el Éxodo es el tema central de toda la noche del Seder y el precepto más importante es el de contarle a los niños, y también en caso de no haberlos, es preceptivo narrar el Éxodo (15:1). Es además preceptivo comenzar el relato con una pregunta (15:3-4), y a cada hijo se le debe dar una explicación acorde a su capacidad de comprensión (15:5), por medio de un relato que comienza hablando negativamente acerca de nuestro pasado y termina con alabanzas a HaShem por la salvación («Potjím bi-Guenut u-mesayemím be-Shebaj») (15:7). La intención general de la noche del Seder es que por medio del relato de la salida de Egipto los niños aprendan cuál es el rol del pueblo de Israel en el mundo, apegarse a HaShem, cumplir con Sus preceptos, vivir en la tierra que prometió a nuestros ancestros y a nosotros, pregonar entre las naciones Su gloria y merecer la bendición y el Bien Divinos (15:6).

A los efectos de que seamos exactos en el relato de la salida de Egipto y no dejemos de lado ninguno de sus fundamentos, nuestros sabios redactaron un formato perfecto que es el de la Hagadá, y todo aquel que se extienda en el relato del Éxodo tras la conclusión del Seder es digno de elogio. Empero a la hora de leer la Hagadá es importante tener cuidado de no extenderse en demasía y no cansar ni a los comensales ni a los niños, pues leyendo solamente el texto de la Hagadá se cumple con excelencia el precepto de relatar el Éxodo.

18. Reglas referentes a la lectura de la Hagadá

Quien reflexiona sobre la Hagadá o la recita para sus adentros no cumplió con el deber de relatar la salida de Egipto, tal cual está escrito «y le transmitirás«, o sea, es menester narrar el relato por sí mismo, con su boca. Sin embargo, no es obligatorio que cada uno de los presentes lea en voz alta la Hagadá, pues lo más importante es que el oficiante u otra persona lea la misma en voz alta y los demás escuchen. Así fue por mucho tiempo la costumbre, el mayor de los presentes lee y explica la Hagadá y los demás escuchan, pues esa es la naturaleza o el formato del relato, uno es el que narra y los demás escuchan (ver Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 116(B)).

Sin embargo, en la actualidad, a los efectos de que la experiencia sea más participativa se acostumbra que el oficiante lea la Hagadá en voz alta y los demás presentes se le sumen en voz un poco más baja. Hay quienes acostumbran que cada comensal lea un fragmento de la Hagadá y para que se cumpla con el precepto del relato, el lector debe tener, por lo menos, trece años los varones y doce las mujeres.

También cuando están sentados juntos padres e hijos, no es preceptivo que cada padre le cuente a su hijo por separado, sino que alcanza con que quien dirige el Seder u otro de los presentes lea la Hagadá en voz alta, ya que todo el tiempo que el padre estuvo atento a que su hijo participe del Seder y escuche el relato cumplió con el deber de «y le contarás a tu hijo«. En caso de que el padre quiera cumplir el precepto con mayor excelencia, podrá explicarle el Éxodo más extensamente a su vástago durante la comida.

A los efectos de cumplir con el precepto de relatar la salida de Egipto, es necesario que por lo menos se hayan pronunciado o escuchado los conceptos de Pesaj (el sacrificio pascual), matzá y maror, y a partir de ello que quede claro que fuimos esclavos en Egipto y el Eterno nos redimió. Por ello, padres que ven que sus hijos están a punto de quedarse dormidos deben decirle estas tres cosas: Pesaj, matzá, y maror y sus significados. Asimismo, cuando uno de los comensales está enfermo o en el caso de un soldado que debe salir a efectuar una guardia, deben tener el recaudo de mencionar estos tres conceptos (ver arriba 15:9).

19. Diferentes tradiciones en cuanto a la lectura de la Hagadá

La Hagadá se lee con compostura y temor reverencial a D´s y por ello durante su lectura no solemos reclinarnos. Sin embargo, la seriedad con la cual se lee la Hagadá encierra una satisfacción y una alegría especiales por el hecho de que HaShem nos escogió de entre todas las naciones y nos concedió Su Torá (Shelá, Mishná Berurá 473:71, Kaf HaJaím 152).

Ya vimos que durante la lectura de la Hagadá la matzá debe estar descubierta, puesto que tal como explicaron nuestros sabios de bendita memoria el versículo «pan de la pobreza (´lejem oni´)» trata de un pan sobre el cual se responden («onim») muchas interrogantes (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 115(B)). Este es el fundamento de la ingestión de matzá en la noche del Seder tornar el relato de la salida de Egipto más vívido y fehaciente. Sin embargo, cuando alzamos la copa de vino al recitar «vehí sheamdá», «lefijaj anajnu jaiavim lehodot» y la bendición de la redención previa a la ingestión de la segunda copa, las matzot deben estar cubiertas. Esto obedece a que la matzá es más importante que el vino y por lo tanto, cuando sostenemos la copa en alto y le damos precedencia sobre la matzá, es menester cubrirlas para que no parezca que se honra más al vino que a la matzá (Shulján Aruj 473:7, Mishná Berurá 73). Por esta misma razón en cada Shabat y cada Yom Tov cubrimos las jalot durante el recitado del kidush con vino.

Al decir «esta matzá que nosotros comemos» el oficiante eleva los panes ácimos y los muestra a todos los comensales para tornar el precepto más preciado y querido. Asimismo, cuando se recita «este maror que ingerimos» elevamos las hierbas amargas. Empero, cuando recitamos «este sacrificio de Pesaj que nosotros comemos» no elevamos el zeroa, pues este no está conformado por la carne de la ofrenda y sólo es un recordatorio, y en caso de elevar el zeroa parecería como si se comiese carne de ofrendas sagradas fuera del área del Templo (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 116(B), Shulján Aruj 473:7).

Se acostumbra a asperjar o salpicar algo de vino de la copa al pronunciar cada una de las tres expresiones «sangre», «fuego» y» columnas de humo», así como también al enumerar explícitamente las diez plagas y al recitar sus iniciales דצ»ך, עד»ש, באח»ב. En total se asperjan gotas de vino dieciséis veces. Hay quienes acostumbran a hacerlo con el dedo y otros vierten de la copa en un recipiente roto (Ramá 473:7, Sha´ar Hatziún 81, Kaf HaJaím 163-164). En el caso de vino del año sabático, nuestro maestro el Rav Kuk instruyó que no se asperje de este, y si bien se trata de un uso preceptivo – la trascendencia del vino del año séptimo («sheviít») antecede en importancia a la práctica de la aspersión (Pninei Halajá Sheviít 4:5:5).

20. El precepto de recitar el Halel en la noche del Seder

En los días del Sagrado Templo de Jerusalém se recitaba el Halel o plegaria de alabanzas mientras se ofrendaba el sacrificio de Pesaj y luego se volvía a recitar por la noche al momento de ingerirlo (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 95(A)). La razón principal por la que se recita el Halel en la noche de Pesaj es a los efectos de entonar cánticos, dado que en la noche del Seder cada judío debe verse a sí mismo como si hubiera salido personalmente de Egipto y por lo tanto es menester cantar y agradecer a HaShem por nuestra liberación. Esta es entonces la particularidad del Halel que se entona en esta noche, ya que en todas las fiestas lo recitamos como acto de agradecimiento mientras que en Pesaj lo entonamos cual cántico (ídem 95(B)).

Nuestros sabios estipularon que cantemos una mitad del Halel previo a la comida y la otra mitad luego de esta, para que el sacrificio de Pesaj sea ingerido en medio de su recitado. En la actualidad que no tenemos el mérito de comer del sacrificio de Pesaj, la matzá lo sustituye (Maharal Guevurot HaShem final del cap. 62). Además, en la primera mitad del Halel decimos «al salir el pueblo de Israel de Egipto» (Salmos 114) y es la continuación del relato de la Hagadá por lo que al final de este recitamos la bendición de la redención; y durante la segunda mitad que se recita después de la comida entonamos un cántico general por todas las redenciones pasadas y por las futuras (Levush).

Otro motivo de la separación del Halel en dos mitades radica en que de esa manera bebemos las cuatro copas con excelencia mientras entonamos cánticos. La primera copa la tomamos con el kidush, la segunda junto a la primera mitad del Halel, la tercera con la bendición posterior a los alimentos («birkat hamazón») y la cuarta con la segunda mitad del Halel (Hamanhig 90).

Los sabios medievales (Rishonim) debatieron respecto de si se debe o no recitar la bendición del Halel previo a su entonación en la noche del Seder. Algunos sostienen que se debe hacerlo dos veces antes de entonar cada una de las mitades y otros sostienen que se debe recitar una sola vez. Asimismo, debatieron respecto de cuál debe ser el formato de la bendición a recitar, si debe decirse «Likró et haHalel» (leer, pronunciar) o «Ligmor et haHalel» (terminar, completar). Hay quienes sostienen que no se debe recitar bendición alguna por el Halel de la noche del Seder  porque se lo divide en dos partes y entonces eso hace que la bendición no sea necesaria (Rosh), porque ya se la recitó previo a la entonación del Halel que se cantó anteriormente en la sinagoga (Rashbá), o porque este Halel tiene la forma de cántico y por lo tanto no requiere de bendición anterior a su entonación (Rav Hai Gaón). En la práctica, la costumbre aceptada es de no recitar la bendición por el Halel que se canta en la noche del Seder y hay quienes explican que la bendición por la redención que se recita recae también sobre este cántico.

Durante todo el año se recita el Halel de pie pues se trata de un testimonio de que D´s es digno de alabanza y el mismo se dice de pie. Empero en la noche del Seder no nos tomamos el trabajo de recitar el Halel de pie ya que todo lo que se realiza en esta noche se hace a la usanza de hombres libres (Beit Iosef Oraj Jaím 422:7). De todas formas, tal como ya aprendimos, no se ha de leer la Hagadá reclinados e inclinados hacia uno de los lados sino con seriedad y concentración (Shelá). Se acostumbra entonar el Halel en voz alta con melodías agradables (Kaf HaJaím 480:3).

21. La segunda copa: el Shulján Aruj indica no recitar la bendición previa a su ingestión y Ramá ordena bendecir

La única discusión práctica significativa entre las costumbres de las diferentes comunidades respecto de la noche del Seder, gira en torno al recitado de la bendición por el vino antes de beber la segunda y la cuarta copa.

Según la opinión de muchos juristas medievales se debe recitar la bendición del vino antes de beber cada una de las cuatro copas aunque no haya mediado distracción entre una y otra ya que cada una de las mismas es un precepto en sí mismo y por lo tanto se estableció que se recite una bendición con anterioridad a cada ingestión. Esta es la opinión de Rabí Natronai Gaón, Rabí Amram Gaón, Rabí Itzjak Alfasi (Rif) y Rambám y así sentenciaron Ramá y Maharitz (de los principales rabinos del Yemen); los herederos de la tradición ashkenazí y yemenita se guían por estos dictámenes basados en Rambám.

Empero, según la opinión de Rosh, se debe recitar la bendición del vino solamente por la primera y tercera copa, ya que no media distracción entre la primera y la segunda, por lo que al bendecir una vez aplica para las dos ingestiones. Se recita antes de la tercera, pues es la copa de la bendición posterior a la ingestión de los alimentos («birkat hamazón»).

Al igual que en cualquier comida, se recita una bendición por el vino que se bebe después del birkat hamazón a pesar de que ya se bendijo por el vino durante la comida, pues el birkat hamazón hace de bendición final de todo el vino bebido, por lo que es necesario recitar nuevamente la bendición de «boré pri haguefen». La bendición por la tercera copa hace innecesario bendecir por la cuarta. Esta es la opinión de Rabenu Ioná y de Rashbá, y el Shulján Aruj dictaminó de igual manera y esta es la usanza de los sefaradíes.

Respecto de la bendición final tras beber vino las opiniones están encontradas entre los sabios medievales, empero, en la práctica están todos de acuerdo que no es necesario recitar bendición final tras la ingesta de cada una de las cuatro copas, sino que el birkat hamazón incluye todo el vino bebido en las dos primeras copas y tras beber la cuarta se recita la bendición triple («me´ein shalosh») por la vid y el fruto de la vid («al haguefen veal prí haguefen») y esta aplica a la tercera y cuarta copas bebidas.

22. El precepto de ingerir matzá

El precepto de ingerir matzá y maror

Es precepto de la Torá comer matzá en la noche del quince de Nisán, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 12:18): «por la noche, habréis de comer panes ácimos«. Esta matzá debe ser cuidada («matzá shemurá») tal como está escrito (ídem 17): «y cuidareis las matzot«, habiendo quienes cumplen este mandato con especial excelencia e ingieren matzá hecha a mano con la especial intención de que sirva como matzá preceptiva («matzat mitzvá») (ver arriba 12:4). Quien ingiere matzá robada no cumple con su deber (Shulján Aruj 454:4), por lo que es mejor pagar por las matzot que se habrán de consumir antes de que comience Pesaj o al menos convenir explícitamente con el vendedor que este nos considere propietarios de la matzá aunque no se hayan pagado, pues si el comerciante no acepta fiar las matzot – el comprador no cumple con su deber al ingerirlas en la noche del Seder (Mishná Berurá 454:15). Al ingerir la cantidad de un «kezait» de matzá cuidada se cumple con el precepto de la Torá. Todas las medidas de ingestión de la Torá equivalen a un «kezait».

Por instrucción rabínica se ingieren tres medidas más de «kezait» de matzá. La primera ingestión es inmediatamente posterior a las bendiciones de «hamotzí» y «al ajilat matzá» y en ella se comen dos medidas de «kezait» de matzá, una de la matzá superior por la bendición de «hamotzí» y otra medida de «kezait» de la matzá ya partida del medio correspondiente a la bendición de «al ajilat matzá». Luego se come otra medida de «kezait» de matzá en el korej junto al maror y al final de la comida otra más de la matzá del afikomán (hay quienes entienden que es bueno comer dos medidas de «kezait» del afikomán).

Antes de ahondar en la medida de «kezait», explicaremos esta regla en su aspecto práctico. Existe un acuerdo general en cuanto a que la medida de un «kezait» equivale a un tercio de una matzá hecha a máquina o su equivalente en tamaño de una matzá hecha a mano. Entonces, ni bien se recitan las bendiciones de «hamotzí» y «al ajilat matzá», se ingieren dos tercios de matzá hecha a máquina, en el korej se come otro tercio y en el afikomán otro más (quienes quieren cumplir con excelencia comen dos «kezait» de afikomán pudiendo contentarse con media matzá de máquina).

El «kezait» debe ingerirse de manera continuada y si el comensal se detiene en el medio de la ingestión un lapso superior al que lleva comer media hogaza de pan («zman ajilat peras») – no cumplió con su deber. Más adelante explicaremos cuánto tiempo es exactamente el necesario para ingerir media hogaza de pan, mas de momento indicamos que todo aquel que come el «kezait» de matzá de modo continuado – sin duda que cumplió con el precepto y no es necesario que mire en el reloj para ver cuánto le llevó, ya que solamente si se interrumpió en medio de la ingestión por varios minutos es probable que la ingesta haya llevado más tiempo que el que lleva comer media hogaza de pan («zman ajilat peras»).

23. El cálculo de la medida de «kezait» a los efectos de cumplir el precepto de la Torá

En virtud de los avatares del exilio surgió la duda respecto de la equivalencia de la medida del «kezait». Según la opinión de Rambám esta es un poco menor al volumen de un tercio de un huevo, y según los Baalei HaTosafot equivale al volumen de medio huevo. En la práctica, en virtud de la duda existente se acostumbra adoptar una actitud más estricta y se aplica la medida de los Baalei HaTosafot, esto es, el volumen de medio huevo. Se efectuó el cálculo práctico y se llegó a la conclusión que el volumen de medio huevo equivale a un tercio de matzá hecha a máquina o su equivalente en tamaño de matzá dura hecha a mano pues su grosor es similar al de la primera.

Los sabios sefaradíes adoptaron esta medida, así como también la mayoría de los ashkenazíes. Sin embargo, uno de los más prominentes eruditos ashkenazíes de las últimas generaciones, el «Nodá Biehudá»   (Rabí Iejezkel Landau 1713-1793 N. de T.), tras efectuar una serie de cálculos, llegó a la conclusión de que los huevos que consumimos en el presente son sensiblemente más pequeños que los de antaño y su volumen actual equivale a la mitad de los que se comían en días de nuestros sabios de bendita memoria (días del Talmud).Por lo tanto la medida de «kezait» no equivale a medio huevo sino a un huevo entero de los que ingerimos en la actualidad.

El Jazón Ish (Rabí Abraham Ieshaiahu Karelitz 1878-1953 N. de T.) estuvo de acuerdo con este cálculo. Por lo tanto, según la medida del «Jazón Ish», para cumplir con el precepto de comer matzá debe ingerirse el equivalente al volumen de un huevo. Si bien normalmente se dictamina halajá según las medidas comúnmente empleadas y no acorde a la opinión del Jazón Ish, en lo relativo al precepto de comer matzá que es un precepto de la Torá, corresponde, a priori, según todas las opiniones, ingerir una medida de «kezait» según el cálculo del Jazón Ish que resulta ser dos tercios de una matzá hecha a máquina.

Empero no se trata de algo mucho más estricto de lo que hacemos de todas maneras, ya que acostumbramos a ingerir de inmediato dos medidas de «kezait», una por la bendición de «hamotzí» y la otra por la bendición de «al ajilat matzá» (Shulján Aruj 475:1), de lo cual resulta que en esa ingestión se come la medida de «kezait» del Jazón Ish y cumplimos con el precepto de la Torá según todas las opiniones.

En el caso de quien le resulte difícil comer dos tercios de matzá de máquina puede ingerir un tercio pues equivale a un «kezait» según la medición común y antes de hacerlo recitará también la bendición de «al ajilat matzá». Esto obedece a que la medida comúnmente empleada tiene tal arraigo que el debate existente no se considera como duda a los efectos de dejar sin efecto el recitado de la bendición.

24. La costumbre sefaradí respecto de la medida de «kezait»

Los judíos sefaradíes no acostumbran a tomar en cuenta los cálculos del ´Nodá Biehudá´ ni del ´Jazón Ish´, pues la tradición de las medidas se transmitió ordenadamente de generación en generación por lo que no toman en cuenta la medida de estos ni siquiera en el cumplimiento de preceptos de la Torá. Según esto el volumen equivalente a la medida de «kezait» es como máximo un tercio de matzá hecha a máquina (según el cálculo de que un «kezait» equivale a medio huevo, como entienden los Baalei HaTosafot).

Empero, todo esto es correcto si medimos según el volumen, mas en la práctica, es muy común entre los sefaradíes medir según el peso, ya que es muy difícil calcular el volumen de cada alimento para determinar si tras su ingestión se debe o no recitar bendición final. Esto obedece a que hay alimentos que son largos y finos al tiempo que otros son redondos, otros cuadrados y algunos poseen en su interior espacio vacío que no participa de la medición del volumen. Por ello, se acostumbra establecer las medidas según su peso en agua, y resulta que el peso de un «kezait» (medio huevo) es 29 gramos y de acuerdo con una medición más actualizada es de 25 gr. Para comer este peso en matzá es necesario ingerir casi la totalidad de una matzá hecha a máquina. Por lo tanto, si se calcula la medida de «kezait» según su peso, resulta casi el triple que si se lo hace según el volumen.

De acuerdo con esto, en la noche del Seder debemos ingerir cuatro matzot hechas a máquina, dos con posterioridad al recitado de las bendiciones, una con el korej y otra con el afikomán. Esta es en efecto la usanza de muchos sefaradíes (hay quienes para cumplir con excelencia ingieren dos matzot de máquina a modo de afikomán).

Sin embargo, por la base de la norma queda claro que las medidas se refieren a volumen y no a peso, y este fue en efecto el dictamen de varios de los principales juristas sefaradíes, de bendita memoria, tales como el Rabino Bentzión Aba Shaul zz»l y el rabino Shalom Mashash zz»l. Dado que adoptar una actitud estricta calculando la medida de la matzá según su peso puede asimismo generar sorpresa, dificultades y temores entre muchos de los comensales, se le puede ordenar a todo el pueblo de Israel tanto ashkenazíes como sefaradíes que la medida de «kezait» equivale a un tercio de una matzá hecha a máquina.

25. El tiempo que demora ingerir ´un pan´ – «zmán ajilat perás»

Tras haber estudiado que para cumplir con el deber de ingerir matzá es necesario consumir una cantidad equivalente a un «kezait», que es la medida general para ingestión en todos los preceptos de la Torá, corresponde puntualizar que para que se considere a la ingestión como una unidad debe efectuarse en el lapso que lleva comer media hogaza de pan («zman ajilat perás»). Empero, quien ingiere el equivalente a medio «kezait» y luego tras diez minutos ingiere otra vez esa cantidad – se considera como si comió únicamente medio «kezait» y no cumplió con el precepto (Shulján Aruj 475:6).

«Perás» significa medio o mitad en el idioma arameo, y se refiere a media hogaza de pan. En el pasado se acostumbraba hornear una hogaza de pan que alcanzaba para el consumo de una persona en un día, y como se solía comer dos comidas diarias resulta que «perás» es la medida de pan que se ingería en una comida, o sea media hogaza.

En virtud de los avatares del exilio los juristas debatieron respecto de la medida del «perás»: según la opinión de Maimónides equivale al volumen de tres huevos y según la opinión de Rashí equivale a cuatro. Algunos de los mayores eruditos de las últimas generaciones intentaron elucidar cuánto tiempo lleva comer el equivalente a un «perás» y se expresaron numerosas ideas: hay quienes sostienen que son nueve minutos (Jatam Sofer), otros opinan que son siete minutos y medio (Aruj Laner), otros dicen que son siete minutos, seis o cinco, y hay quienes consideran que son cuatro minutos (Rav Jaim Naé y Kaf HaJaím).

Empero todo esto es a posteriori, pues a priori, la matzá debe ingerirse de manera continua, y quien así lo hace sin duda que cumple con el precepto. No es necesario observar el reloj mientras se ingiere la matzá, pues toda persona que lo hace sin interrupciones especiales, con seguridad que alcanza a comer un «kezait» en el lapso de «zmán ajilat perás». Incluso en el caso de quien acostumbra comer con lentitud, es claro que si no interrumpió la ingestión por alguna distracción seguramente alcanzó a comer un «kezait» en el lapso de «zmán ajilat perás». Esto se debe a que un «perás» es unas ocho o nueve veces mayor que un «kezait» y, por lo tanto, no es lógico que quien ingiere un «kezait» de forma continua no alcance a hacerlo en el lapso que demora comer una cantidad ocho o nueve veces mayor.

26. El orden de la ingestión de matzá

Se abluyen las manos recitando la bendición correspondiente y quien dirige el Seder alza las tres matzot que se encuentran frente a él, y por cuanto que la superior y la inferior se mantienen enteras tiene dos panes completos («lejem mishné») y puede recitar la bendición de «hamotzí lejem min haaretz». Tras concluir el recitado deja caer la matzá inferior de sus manos de modo tal que queden en ellas la superior que está completa y la del medio que ya fue partida, la cual alude al pan de la pobreza y recita la bendición «asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu al ajilat matzá». Acto seguido toma una medida de «kezait» de la matzá superior y hace otro tanto con la del medio y las ingiere conjuntamente.

Cuando hay muchos comensales es bueno agregar a la matzá inferior más matzot para que se pueda repartir de estas a todos los demás. Una vez que hubo terminado de repartir de la matzá del medio ya partida a los comensales, no es necesario dar a los presentes la cantidad equivalente a dos «kezait» sino únicamente un «kezait». Esto obedece a que únicamente cuando se reparte la matzá del medio se debe dar a cada uno un «kezait» de la ya partida y un «kezait» de la entera. Empero, cuando se termina la matzá partida se continúa repartiendo un «kezait» únicamente. No obstante, ya aprendimos que para cumplir con el precepto, según la opinión que entiende que las dimensiones se han achicado con el paso del tiempo, es bueno dar a cada comensal un trozo del tamaño de dos tercios de matzá hecha a máquina sin importar si lo hace a partir de una matzá o la combinación de dos matzot.

Es bueno que el oficiante del Seder pruebe primeramente algo de matzá, para que no haya interrupción entre el recitado de la bendición y la ingestión, y luego reparta matzot a todos los presentes. Una vez que terminó de repartir deberá reclinarse y comer el equivalente a dos «kezait» de matzá en aras de cumplir con el precepto.

Según la tradición sefaradí, al igual que en el resto del año, quien dirige el Seder adereza la matzá con sal antes de repartirla a los comensales. Según la tradición ashkenazí no se la adereza con sal pues de esa forma tiene mayor aspecto de pan de la pobreza (Shulján Aruj 475:1).

Hay quienes acostumbran colocar delante de cada uno de los comensales tres matzot, de modo tal que cada uno puede tomar para sí un «kezait» de la matzá entera y otro de la partida; de esa forma ni el oficiante ni ninguno de los presentes precisa esperar entre el momento en que se recita la bendición y el de recibir la matzá para ingerirla. Otros acostumbran a que quien dirige el Seder reparta a todos, pues el hecho de que todos coman de la misma matzá que fue bendecida por este implica una cierta excelencia en el cumplimiento del precepto. Hay también quienes acostumbran a que, si hay sentados a la mesa varios jefes de familia, colocan delante de cada uno de estos tres matzot y ellos reparten a los suyos. Si bien todas las costumbres son buenas, es preferible que cada jefe de familia reparta las matzot a sus miembros.

La matzá se debe ingerir reclinados («baHasibá») y con la intención de cumplir con el precepto de la Torá, recordando que es un símbolo de los panes ácimos que comieron nuestros ancestros cuando salieron de Egipto rumbo a la libertad.

27. El precepto de ingerir maror

Según la Torá, el precepto de ingerir maror en la noche del quince de Nisán está relacionado con la ingestión del sacrificio de Pesaj, tal cual está escrito (Bamidbar-Números 9:11): «con panes ázimos y hierbas amargas habrán de comerlo«. Dado que en nuestros días no es posible ofrendar el cordero de Pesaj, el deber de la ingestión de maror es de origen rabínico (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 120(A)). Se remoja el maror en jaroset para neutralizar su amargura, ya que el primero simboliza la amargura de la esclavitud. Según la opinión de varios juristas no se debe sumergir el maror en el jaroset sino simplemente darle un leve toque de este, tal que si se pegó una pizca de jaroset al maror se la retira pues según esta idea no corresponde ingerir maror con jaroset dulce (Shulján Aruj 475:1, Mishná Berurá 13, Kaf HaJaím 23). Previo a ingerir el maror se recita la siguiente bendición: «…asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu al ajilat maror» y se come el equivalente a un «kezait» del mismo.

Nuestros sabios dijeron que hay cinco tipos diferente de maror: jazeret (lechuga), tamja, jarjabina, olashín y maror. En la actualidad conocemos la identidad de dos de los cinco vegetales que son el jazeret (lechuga) y la tamja que en la actualidad se le denomina rábano o jrein. Nuestros sabios dijeron que el vegetal más excelente para fungir como maror es la lechuga, e incluso su nombre tiene una feliz insinuación («jasa» חסה-) en cuanto a que D´s se apiade de nosotros («jas» חס עלינו-). Asimismo, dijeron que la esclavitud en Egipto es comparable al maror, pues este al principio es suave y luego se torna duro, ya que al principio el corazón de la lechuga o cogollo es tierno mas conforme se progresa en la ingestión se llega al tronco que resulta más duro. De igual forma el sometimiento en Egipto en un inicio fue suave y luego gradualmente se hizo cada vez más pesado y amargo (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 39(A)).

Hubo quienes pusieron en tela de juicio que realmente se cumpla con el deber de ingerir maror mediante nuestra lechuga actual ya que su sabor no es amargo. Hay juristas que sostienen que se puede cumplir mediante la ingestión de lechuga una vez que esta se haya tornado un tanto amarga, empero en la práctica se cumple también aunque esta carezca de sabor amargo pues así fue la opresión: en un inicio los judíos fueron sometidos mediante palabras agradables y retribuidos con una buena paga y luego paulatinamente fueron empeorando las condiciones hasta que se tornó amarguísima. Eso es lo que dijeron nuestros sabios en el Talmud Jerosolimitano (Pesajim 2:5) en cuanto a que en un principio la lechuga es dulce y luego se torna amarga. Todo el pueblo de Israel acostumbra a usar lechuga como maror ya que no es necesario que el maror sea amargo desde el primer bocado, sino que es suficiente si paulatinamente adquiere ese sabor. Hay quienes mezclan la lechuga con un poco de jrein o rábano para conferirle un sabor más amargo a la ingestión.

Dado que en la lechuga pueden hallarse gusanos es necesario lavarla bien y revisarla antes de la fiesta. En la actualidad disponemos de métodos de cultivo de lechugas sin gusanos, por lo que es bueno adquirirlas y de esa manera no temer transgredir esta prohibición.

Se debe ingerir un volumen de lechuga equivalente a un «kezait», que equivale a medio huevo y se puede estimar a ojo. Tal como aprendimos hay quienes acostumbran medir el «kezait» pesándolo y es veinticinco gramos, y en el caso de la lechuga no existe una diferencia importante entre la medida del peso y la del volumen.

28. Korej

Tras ingerir el maror se toma un «kezait» de este, se lo empareda con un «kezait» de matzá y se lo remoja en jaroset, habiendo quienes le quitan luego al maror el jaroset que pueda haberse adherido (Mishná Berurá 475:19) y habiendo quienes no lo retiran (Kaf HaJaím 475:32). Luego se recita «en recordatorio del Sagrado Templo tal como procedía Hilel…» y se lo ingiere reclinados o «bahasibá» (Shulján Aruj 475:1). Ya vimos que la medida del «kezait» equivale a un tercio de matzá hecha a máquina.

En tiempos en los que existía el Sagrado Templo era preceptivo, según Hilel, ingerir la matzá junto con el maror, tal cual está escrito (Bamidbar-Números 9:11): «con panes ácimos y hierbas amargas habrán de comerlo«. Según la opinión de los demás sabios matzá y maror debían ingerirse por separado, y dado que la halajá no se definió en esta cuestión – actuamos conforme ambas opiniones. Sin embargo, en la actualidad según la opinión de Hilel, de todas maneras corresponde comerlos separados, ya que por carecer de Sagrado Templo y no ofrendar el sacrificio de Pesaj al ingerir las matzot cumplimos un precepto de la Torá, mientras que al comer el maror cumplimos solamente con un mandato rabínico – y si se comen juntos la ingestión del maror afectaría a la de la matzá por tener diferente status normativo. Por ello, es necesario comer primeramente un «kezait de matzá», luego se debe ingerir un «kezait» de maror sin matzá, pues ya cumplimos con el precepto de ingerirla, y si los comemos juntos, el sabor de la matzá que ya no es preceptivo ingerirla anulará o se sobrepondrá en el paladar al del maror que se come por ordenanza rabínica. Por ello, una vez que ya cumplimos con los preceptos de comer tanto matzá como maror, hacemos una suerte de sándwich o emparedado de matzá y maror para comerlos juntos en recordatorio de la práctica de Hilel (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 115(A), Tosafot ‘אלא’, Mishná Berurá 475:16).

Hay quienes dicen que, si bien es claro que según Hilel es necesario hoy en día comer la matzá y el maror por separado, de todas maneras, a los efectos de cumplir con el precepto rabínico de ingerir maror hay que comerlo con matzá, y según esta línea de pensamiento justamente con el korej cumplimos realmente con el precepto de ingerir maror (Prí Jadash).

De todas maneras, según todas las opiniones es correcto tener el cuidado de no interrumpir con palabras entre la bendición de la matzá y la del maror hasta la finalización de la ingestión del korej, pudiéndose hablar únicamente de asuntos relacionados con el cumplimiento del precepto.

29. ¿Qué hacer con aquellas personas a quienes se les dificulta ingerir las medidas de matzá estipuladas?

Tal como ya aprendimos, la medida de «kezait» en la matzá equivale a un tercio de una hecha a máquina, y en la noche del Seder es preceptivo ingerir unas cuatro o cinco veces esa cantidad de pan ácimo. Tras recitar las bendiciones de «hamotzí» y «al ajilat matzá», a priori se ingieren dos medidas de «kezait», una por cada berajá; así cumplimos con la norma más estricta (la del Jazón Ish) que asevera que la medida de «kezait» es el doble de grande que la comúnmente aceptada. Con el korej se ingiere otra medida de «kezait» matzá y otra más con el afikomán, habiendo quienes comen dos «kezait» de éste para cumplir con excelencia: un «kezait» en recordatorio del sacrificio de Pesaj y otro en recordatorio de la matzá que se solía comer junto a él. Resulta entonces que en la noche del Seder se deben ingerir cuatro medidas de «kezait» de matzá (una matzá y un tercio) y quienes cumplen con excelencia ingieren cinco (una matzá y dos tercios).

En caso de que a alguien se le dificulte ingerir esas cantidades, a priori, que procure comer dos tercios de matzá para cumplir con el precepto de «matzat mitzvá» de acuerdo con la opinión de todos los juristas, mas posteriormente a la hora de ingerir el korej puede contentarse con un quinto de matzá hecha a máquina y otro tanto con el afikomán. Si esto también le resulta difícil puede cumplir con la matzá mitzvá o matzá preceptiva ingiriendo un tercio de matzá que es la medida de «kezait» comúnmente aceptada recitando las bendiciones correspondientes. De esta manera resulta que en toda la noche del Seder habrá ingerido un tercio de matzá y otros dos quintos.

En el caso de aquellas personas a quienes se les dificulta masticar la matzá, como por ejemplo por haber perdido la dentadura, puede desmenuzar la matzá e ingerirla hechas migajas. (Beur Halajá 461:4). Si también así le dificulta ingerirla, puede remojarla en agua para luego comerla. Empero si la matzá fue cocida o puesta en remojo por un lapso prolongado al punto que se deshizo, dado que perdió el sabor a matzá, no sirve para cumplir por su intermedio con el precepto (Shulján Aruj 461:4, Mishná Berurá 19-20).

30. ¿Qué caso de enfermedad exime de ingerir matzá y maror?

Una persona que no puede ingerir la medida de «kezait» (tercio de matzá) de ninguna manera, deberá procurar comer la cantidad equivalente a una aceituna de nuestros días y hay juristas que entienden que esa es la medida real. Sin embargo, no habrá de recitar la bendición de «al ajilat matzá», pues en opinión de muchos juristas de esa forma no cumple con el precepto de ingerir matzá. En caso de que no pueda ingerir ni siquiera una porción de matzá del tamaño de una aceituna de nuestros días, es bueno que de todas maneras coma algo de matzá en la medida de sus posibilidades.

Los juristas debatieron acerca del caso de quien sabe que ingerir matzá le causará alguna enfermedad y caerá en cama o habrá de agravar su dolencia, pero no le habrá de poner en peligro de vida. Según Rabí Shelomó de Vilna (Binián Shelomó 47) este caso exime del deber de ingerir matzá en Pesaj y según Maharam Shik (Oraj Jaím 260) sólo el peligro de vida exime del deber de ingerir matzá. Se acostumbra sentenciar conforme la opinión más flexible (en el caso del maror y las cuatro copas de vino cuya preceptividad es de origen rabínico existe consenso que quien por ingerirlos puede caer en cama está exento de hacerlo, tal como se explicó en la halajá 7).

Según esto, la mayoría de los celíacos deben comer un «kezait» de matzá en la noche del Seder pues esta cantidad no habrá de enfermarlos, y aunque sí les provoque molestias o dolores determinados, estos no se consideran enfermedad. Sin embargo, en el caso de los celíacos agudos que saben que ingerir matzá puede causarles duras reacciones, estos están exentos del precepto de ingerir matzá. En la actualidad existe matzá de avena que resulta más tolerable para los celíacos.

31. El tiempo de la ingestión de la matzá, el maror y el afikomán

El tiempo de ingestión de la matzá y el maror es hasta la medianoche, incluyendo el afikomán. Quien no alcanzó a ingerir la matzá y el maror hasta ese momento, podrá hacerlo después, pero sin recitar las bendiciones correspondientes.

El fundamento de esto se remonta a una discusión entre tanaítas. Según Rabí Elazar ben Azariá el tiempo de ingestión del sacrificio de Pesaj es únicamente hasta la medianoche, pues fue entonces que los primogénitos egipcios fueron alcanzados por la décima plaga y hubo premura en enviar a los judíos fuera del país. Según Rabí Akiva se puede comer del cordero de Pesaj durante toda la noche hasta despuntar el alba, pues fue entonces que los judíos se apresuraron a salir de Egipto (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 120(B)).

Desde el punto de vista espiritual debe decirse que mediante la ofrenda del sacrificio de Pesaj y su ingestión se reveló la singularidad del pueblo de Israel, y por ello se trató de un preparativo para la redención. Por esa razón, año tras año, comemos la carne del sacrificio de Pesaj hasta el horario en que se inició la redención. La pregunta es a qué etapa de la redención nos referimos. Según Rabí Elazar ben Azariá la redención comenzó a la medianoche cuando los primogénitos egipcios fueron afectados por la décima plaga, entonces se quebró el poder de Egipto y ya no pudieron subyugarnos. Por ello el sacrificio de Pesaj se ingiere hasta medianoche. Empero, según Rabí Akiva la redención completa no llegó sino hasta la mañana cuando salimos hacia la libertad, por lo tanto, toda la noche es un preparativo para la redención y por ende se puede comer la carne del sacrificio de Pesaj durante toda la noche.

Volviendo a la halajá, el tiempo de ingestión del sacrificio de Pesaj determina también el de la matzá y el maror pues estos dos se ingerían conjuntamente con el cordero ofrendado, tal cual está escrito (Bamidbar-Números 9:11): «con panes ácimos y hierbas amargas habrán de comerlo», y por ende el tiempo de ingestión de la matzá es idéntico al de la ingestión del sacrificio pascual. También el afikomán, que es un recordatorio del sacrificio de Pesaj, debe ser ingerido en un tiempo en el cual la ingestión del cordero sea permitida. Los grandes eruditos medievales debatieron respecto de cuál de las dos opiniones debía definir la halajá. Rambám y el Ba´al HaYitur consideran que la halajá es según la opinión de Rabí Akiva ya que la regla general indica que en caso de discusión entre Rabí Akiva y sus compañeros – la halajá se sentencia según la opinión del primero. Por lo tanto, se puede comer el cordero de Pesaj durante toda la noche y se pueden también comer la matzá, el maror y el afikomán durante todo ese lapso. Por otra parte, según la opinión de Rabenu Jananel y el Rosh, la halajá es de acuerdo con la postura de Rabí Elazar ben Azariá pues en varias mishnaiot figura que el tiempo para comer el sacrificio de Pesaj es hasta la medianoche. Dado que en esas mishnaiot no se menciona una opinión discordante, se entiende que este tema lo definió Rabí Iehudá Hanasí, el compilador de la Mishná, estableciendo que el tiempo para ingerir el sacrificio de Pesaj, la matzá y el maror es hasta la medianoche.

Dado que se trata de un tema con divergencias, se debe ingerir un «kezait» de matzá antes de la medianoche ya que según quienes opinan que el tiempo de ingestión del Korban Pesaj es hasta esa hora quien lo hace pasada la misma se pierde de cumplir con el precepto de la Torá de comer matzá. Asimismo, el maror debe ser ingerido antes de medianoche, y aún siendo que después de la destrucción del Templo su ingestión es un deber únicamente rabínico, podría suponerse que corresponde adoptar una actitud flexible; sin embargo, dado que antes de ingerirlo se recita la bendición «al ajilat maror», esto debe hacerse en un horario acorde a todas las opiniones. En el caso de quien por causas de fuerza mayor se vio privado de comer matzá y maror antes de la medianoche, que lo haga pasada esa hora para cumplir, por lo menos, con el precepto conforme a la opinión de Rabí Akiva. Sin embargo, en este caso se abstendrá de recitar las bendiciones de «al ajilat matzá» y «al ajilat maror», para no entrar en la duda de si recitó o no una bendición en vano, ya que de acuerdo con quienes coinciden con Rabí Elazar ben Azariá, en un caso así ya se perdió de cumplir el precepto y por ende tiene prohibido recitar la bendición (Mishná Berurá 477:6, Kaf HaJaím 10).

Lo mismo ocurre con el afikomán que se ingiere al final de la comida festiva, a priori es menester tener el cuidado de comerlo antes de medianoche para cumplir así con el precepto conforme a todas las opiniones (Shulján Aruj 477:1). Lo mismo ocurre respecto del Halel, a priori debe alcanzar recitarlo antes de la medianoche por ser parte de la Hagadá la cual debe ser leída cuando aún es permitido ingerir matzá (Ramá allí).

Hubo eruditos que acostumbraron, a priori, comer el afikomán pasada la medianoche, ya que por cuanto que su ingesta fue ordenada rabínicamente es posible respaldarse en la opinión que entiende que se puede comer pasada esa hora. Sin embargo, respecto de la ingestión de un «kezait» de matzá, que es un precepto de la Torá, y el maror sobre el cual se recita una bendición, no es posible adoptar una actitud flexible y deben ser ingeridos antes de la media noche.

32. Costumbres de la comida del Seder – carne asada y huevos

En tiempo de la Mishná hubo sitios en los cuales no se acostumbraba comer carne asada en la noche del Seder, pues el sacrificio de Pesaj se asaba y ello llevaba a crear la sensación de que se estaba ingiriendo carne del Korbán Pesaj fuera de las murallas de Jerusalém. Había otros sitios donde se acostumbraba hacerlo y sólo tomaban la precaución de no asar un cordero entero, pues ello realmente generaba la sensación de que se estaba haciendo el sacrificio de Pesaj fuera del Sagrado Templo. Los sabios dijeron que se debía respetar las costumbres de cada sitio, allí donde se come carne asada que se coma y donde no se come que no fuese consumida (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 53(A)). En la práctica, los judíos provenientes del Yemen acostumbran comer carne asada en la noche del Seder, empero todos los provenientes de Ashkenaz y la mayoría de los sefaradíes acostumbran no hacerlo (así escribió el Ben Ish Jai 96:30, Jazón Ovadiá pag. 175). Pasemos a explicar los detalles de esta prohibición.

La prohibición de comer carne asada aplica a todos los tipos de carne, incluidos carne de ternero y pollo que no son aptas para ofrendar el sacrificio de Pesaj, empero alimentos que no requieren de shejitá o faena ritual tales como huevos o pescados, pueden ser asados (Shulján Aruj Oraj Jaím 476:2). Asimismo, está prohibido asar la carne dentro de una olla, y si bien el sacrificio de Pesaj era asado a las brasas y no en olla, dado que un alimento asado en caldera se asemeja a asado sobre brasas, se prohíbe también este tipo de cocción. De igual manera, se prohíbe cocinar carne en la olla y luego asarla ya que su aspecto es de carne asada. En el caso de carne que primeramente fue asada se permite posteriormente cocinarla en una olla y comerla en la noche del Seder pues su aspecto es a carne cocida (Mishná Berurá 476:1, Kaf HaJaím 4).

Hay quienes acostumbran comer huevos en la cena de Pesaj, ya que estos son símbolo de duelo y recuerdan la destrucción del Templo, además, cada año el día de la semana en que cae el primer día de Pesaj acaecerá luego el 9 de Av (Ramá 476:2). El Gaón de Vilna explicó que los huevos que se comen son un recordatorio de la ofrenda del sacrificio festivo («Korbán Jaguigá») que se comía en la noche del Seder antes de ingerir el sacrificio pascual – por lo que se acostumbra comer el huevo que se encuentra en la keará en recordatorio del Korbán Jaguigá (Mishná Berurá 476:11, Kaf HaJaím 25-26). Hay quienes se abstienen de comer el huevo de la keará para que esta se mantenga completa y sólo lo ingieren al día siguiente (Maamar Mordejai 473:1). Empero, la costumbre extendida es comer el huevo de la keará en la noche de Pesaj.

En términos generales, para la noche del Seder se debe preparar una comida festiva importante como en todas las fiestas, con utensilios bonitos y alimentos sabrosos y que alegran. En esta comida se permite beber vino y no se considera que se esté agregando a las cuatro copas preceptuadas; empero, es importante tener la precaución de no comer ni beber demasiado para poder ingerir el afikomán con apetito en el final de la comida (tal como se explicará en la próxima halajá), y para poder luego seguir recitando el Halel y los piutim o cánticos y agregar más detalles al relato de la salida de Egipto sin estar extenuado por causa de la comida.

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