Pninei Halajá

14. Rejatz – la ablución de manos previa a la ingestión del karpas

Tras el kidush se ingiere el karpas que consiste en una verdura, la cual se come para motivar a los niños a preguntar por qué si todas las noches no se acostumbra comer una verdura antes de la comida, en esa noche sí se ingiere (Rashí y Rashbam a Pesajim 114(A)). Otra razón esgrimida por nuestros sabios es que los seres libres acostumbran iniciar sus comidas con una verdura a modo de aperitivo a los efectos de despertar el apetito y por ello se procede así en la noche del Seder (Maharil).

Nuestros sabios dispusieron que se sumerja la verdura en cuestión en líquido, por lo que entonces se hace necesario abluir las manos previo a la ingesta y ello también despierta en los niños curiosidad y les impulsa a preguntar. En todas las comidas acostumbramos abluir nuestras manos una vez antes de ingerir el pan y luego consumimos todos los demás alimentos, e incluso los sumergimos en diferentes líquidos sin que sea necesario abluir nuestras manos nuevamente pues la primera ablución incluye todo lo que se habrá de ingerir. En este caso, abluimos nuestras manos una primera vez antes de ingerir la verdura y una segunda vez tras haber leído la Hagadá antes de comer la matzá, ante lo cual los niños habrán de preguntar «¿qué cambió esta noche respecto de las demás noches que abluimos nuestras manos dos veces?» («¿má nishtaná halaila hazé?») (Tur y Beit Iosef 473:6). Además, sumergir la verdura en líquido es una expresión de libertad ya que lo ingerimos de una manera especial no solamente por comerlo como aperitivo, sino que nos deleitamos sumergiéndolo en agua con sal o vinagre mejorando así su sabor y despertando el apetito.

Este no es el lugar apropiado para extendernos en la explicación de esta norma, solamente señalaremos que el líquido tiene un mayor poder de transmisión de impureza que los alimentos secos y por ello nuestros sabios dispusieron que abluyamos nuestras manos antes de ingerir un alimento sumergido en un líquido. Según la opinión mayoritaria de los sabios medievales (Rishonim) esta ablución es tan obligatoria como la previa a la ingestión de pan que fue establecida para recordar a los judíos que llegado el día deberán comer con pureza en el Templo («Serej Tum´á»[1]). Si bien en la actualidad las reglas de pureza e impureza no están vigentes, el decreto se mantiene inamovible y por ello, así como es obligatorio recitar la bendición de «al netilat iadaim» por la ablución previa a la ingesta del pan, de igual forma es preceptivo recitar esta bendición al abluir nuestras manos previo a ingerir un alimento remojado. Sin embargo, según la opinión del Maharam de Rotenburg, el Baal Haitur y Tosafot (comentario a Pesajim 115(A)) existe una diferencia entre ambas abluciones ya que la anterior a la ingesta del pan fue también instituida por santidad e higiene, por lo que también en nuestros días corresponde santificar nuestras manos y lavarlas antes de comer y por lo tanto esta ablución requiere del recitado de la bendición. Empero, la ablución previa a ingerir un alimento en remojo obedece únicamente a un recordatorio de comer con pureza en el Templo («Serej Tum´á»), y dado que en nuestros días las reglas de pureza e impureza están sin efecto – no es necesario abluir las manos en este caso.

En la práctica, abluimos nuestras manos antes de comer el karpas sin recitar la bendición a los efectos de conducirnos correctamente de acuerdo con todas las opiniones; por una parte, lavamos nuestras manos para cumplir con quienes entienden que es obligatorio hacerlo y por la otra no recitamos la bendición ya que hay juristas que entienden que la ablución no es necesaria en este caso (Shulján Aruj 473:6).

Quien se equivocó y recitó bendición por la primera ablución no cometió la trasgresión de pronunciar una bendición en vano ya que actuó según la opinión mayoritaria de los juristas medievales quienes consideran que la bendición debe ser recitada antes de ingerir un alimento en remojo, siendo esta la instrucción práctica del Gaón de Vilna y del Baal Halevush. Empero, a priori, la premisa es no recitar la bendición pues la regla general indica que en caso de duda respecto de una bendición se opta por la actitud más flexible y no se recita.

Incluso si se recita por error la bendición en la primera ablución no se suprime la necesidad de realizar una segunda ablución con bendición antes de ingerir la matzá, pues no se acostumbra a cuidar especialmente la limpieza de las manos entre ambos lavados. Además, el lapso de lectura de la Hagadá implica una interrupción entre ambas abluciones por lo que los sabios indicaron lavar las manos dos veces en la noche del Seder.


[1].  Al decir de la Guemará (Julín 110(A)): «Netilat yadaim shel julín mipnei serej Trumá», es decir, que la mitzvá de abluir las manos antes de una comida de «jol» fue acostumbrada a hacerla para educar a los que habrán de consumir la Trumá, que debían lavar sus manos. Así también, actúa como recordatorio de la impureza (N. de E.).

16. La noche del Seder
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