Pninei Halajá

11. ¿Cómo nos reclinamos?

En la actualidad no acostumbramos reclinarnos sobre camas, por ello es menester explicar cómo debemos de hacerlo en la noche del Seder al estar sentados sobre sillas. En vez de sentarnos erguidos con la espalda pegada al respaldo debemos adelantar la mitad inferior de nuestro cuerpo en dirección del centro del asiento -lo cual habrá de permitirnos apoyar la espalda en el respaldo- e inclinarnos hacia la izquierda. A priori, es mejor reclinarse sobre una silla tapizada o apoltronada con apoyabrazos o hacer la postura más cómoda mediante el empleo de almohadones. De todas maneras, todo aquel que posee una silla con respaldo cumple con su deber recostándose sobre este e inclinándose hacia la izquierda pues ello implica una expresión de libertad. Una persona que, por ejemplo, trabaja en atención al público, debe sentarse erguida sobre su silla para estar listo en todo momento de cumplir con su función; en cambio, quien se liberó de todo yugo, puede sentarse cómodamente sobre su silla y recostar su espalda sobre el respaldo y descansar como un hombre libre.

La razón por la cual nos inclinamos hacia la izquierda obedece a que de esa manera es más cómodo comer, pues entonces la mano izquierda y la espalda están recostadas sobre la silla y la mano derecha que es la que acostumbramos emplear queda libre para tomar la matzá y la copa de vino. Además, hay quienes sostienen que si nos reclinamos sobre el lado derecho podemos anteponer la tráquea al esófago y ahogarnos. En virtud del temor a este riesgo se dictaminó que incluso los zurdos, que están habituados a comer con la mano izquierda deben reclinarse en la noche del Seder sobre el lado izquierdo y comer con la mano derecha. A posteriori, un diestro que por error se reclinó sobre el lado derecho no cumplió con el deber de «hasibá», pero si se trata de un zurdo que se reclinó sobre el lado derecho cumplió (Shulján Aruj 472:3, Mishná Berurá 10-11).

Quien se sienta frente a su maestro o frente a uno de los eruditos de la generación, no habrá de reclinarse sin pedirle permiso pues esta postura implica una falta de respeto o temor reverencial para con el rabino y el precepto de honrar a la Torá antecede al de la «hasibá», pero una vez que haya recibido autorización de su maestro para reclinarse – al hacerlo no le falta el respeto (Shulján Aruj 472:5).

16. La noche del Seder
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