02- La singularidad de la jalá

La jalá es uno de los veinticuatro obsequios que se ordenó al pueblo de Israel entregar a los cohanim para que estén libres del yugo de la obtención del sustento y puedan cumplir con su misión sagrada de educar a los judíos en el estudio de la Torá, el cumplimiento de los preceptos y el cultivo de las virtudes. De entre todos los obsequios, el de la jalá poseía una importancia particular, ya que de esta los cohanim elaboraban el pan que es el principal alimento del hombre. Además, por medio del precepto de la jalá se generaba un vínculo continuo entre los israelitas y los cohanim, ya que a diferencia de las ofrendas y los diezmos provenientes de los frutos y de los cereales que los dueños de los campos solían repartir en grandes cantidades varias veces al año, la jalá se obsequiaba a diario por parte de toda mujer israelita que tuviese una vecina casada con cohen o hija de cohen (cohenet), y así, todos los hijos de Israel se conectaban a los valores sagrados a la hora de preparar el pan.

Al separar la jalá, esta se consagra al igual que la ofrenda (terumá), por lo tanto los israelitas y los leviím tienen prohibido ingerirla y los cohanim deben tener el recaudo de comerla en estado de pureza, tal como fue dicho (Bamidbar-Números 15:20): «cual ofrenda del campo, así habréis de separarla».

Por lo tanto, los israelitas deben ser precavidos de no impurificarla, ya que, de ocurrir esto, quedaría prohibida su ingestión. Esto planteaba una dificultad, ya que la regla general indica que los frutos pueden impurificarse únicamente después de haber sido mojados a los efectos de ser lavados, preparados para ser ingeridos o para otro menester, pero frutos que aún no se han humedecido no son pasibles de impurificarse. Por lo tanto, no hay problema en que los israelitas separen ofrendas de los frutos pues lo hacen de aquellos que aún no fueron mojados. Sin embargo, en el caso de la jalá, el precepto recae sobre el individuo únicamente después de haber mezclado la harina con el agua para formar la masa. Si quien prepara la masa está impuro, impurificará la masa con sus propias manos y causará que la jalá resulte también impura, de modo tal que menospreciará el precepto y hará que se pierda la jalá. Por lo tanto, cuando la mujer que amasaba estaba impura a causa de su período menstrual o de cualquier otra de las demás impurezas, llamaba a su vecina casada con un cohen o a la hija de un cohen (cohenet) para que amasara en su lugar, la israelita recitaba la bendición por la separación y la vecina tomaba su porción de jalá (Talmud Jerosolimitano Tratado de Jalá 3:1). De este modo, el vínculo entre las familias de los israelitas y las de los cohanim se intensificaba enormemente.

La Torá no estipula una medida para la jalá. No obstante, nuestros sabios establecieron que toda persona separe al menos una veinticuatroava parte de la masa (cerca del 4%), para que su entrega sea de importancia. Un panadero que obtiene su sustento de la elaboración de pan, dado que tiende a ser mezquino con el obsequio que debe entregar al cohen, entregará al menos una cuarentaiochoava parte (cerca del 2%). Dado que por lo general su masa es cuantiosa, este porcentaje implicará igualmente un obsequio preciado. En caso de que la masa se impurificare involuntariamente, todo individuo en el seno de su hogar deberá separar el porcentaje menor, una cuarentaiochoava parte de la masa, ya que de todas maneras el cohen no podrá ingerirla (Mishná Tratado de Jalá 1:9, 2:7, Talmud Jerosolimitano 2:3, Shulján Aruj Yoré Deá 328:1).

Índice de halajot en el capítulo

Índice de capítulos

Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
Ordenar ahora