Quien posee una prenda de vestir usada tiene derecho de decidir que no desea usarla más y comprar en su lugar una nueva. Y aunque la prenda usada esté todavía en condiciones de ser vestida, no se estará incurriendo en la transgresión de bal tashjit ya que una persona no está obligada a vestir la ropa hasta que esta se rompa, y en caso de que ya no le agrade, puede dejar de usarla y comprar otra como sustituta. Sin embargo, si las prendas usadas están todavía en buen estado es preceptivo esmerarse en encontrar personas que pudieran disfrutarlas. En caso de entregarlas a personas necesitadas estará cumpliendo también con el precepto de tzedaká. Lo mismo aplica en lo que respecta a utensilios o mobiliario usados, nadie está obligado a usarlos hasta que se rompan y cuando dejan de agradar a su propietario este puede comprar nuevos en su lugar. En caso de que hubiese personas que aun puedan disfrutar de estos objetos, es preceptivo entregárselos. Y aunque no se conozcan personas carenciadas es preceptivo entregarlos a tiendas de artículos usados o a centros de distribución para personas necesitadas, para que no sean eliminados en vano. En caso de que se trate de muebles u otros objetos, cabe publicar un anuncio en sitios de internet destinados a la venta o el reparto de objetos de segunda mano.
Sin embargo, si el valor del esfuerzo de encontrar personas que usen los objetos es superior al de los objetos mismos, no resulta preceptivo invertir tiempo en ello, sino que se trataría de una actitud piadosa, tal como se aclaró en la halajá anterior.
Se pueden cortar un tzitziot viejos para atar en su lugar hilos nuevos, y si bien si se esforzase en desatarlos podría seguir usándolos, de todas maneras, en caso de resultar muy trabajoso se permite cortarlos a pesar de que ello conduce a su destrucción (Jaié Adam 11:32). Asimismo, se permite retirar de un rollo de la Torá un pergamino que está escrito con una letra no bonita para cambiarlo por otro escrito con una caligrafía bella, a pesar de que al hacerlo se provoca que el primer pergamino sea enterrado o colocado en la guenizá (Sefer Jasidim 879). De igual manera, se permite enterrar o colocar en la guenizá libros de Torá impresos (jumashim) que ya están viejos y comprar en su lugar otros nuevos de una edición más bonita.
Personas que están en buena situación económica tienen permitido cambiar los armarios y las mesadas de mármol de la cocina, las baldosas y los muebles a pesar de que aún se encuentren en buen estado, ya que lo hacen para alegrarse y no para destruir los enseres viejos. Sin embargo, es preceptivo que intenten encontrar personas que pudieran beneficiarse de los muebles que están reemplazando. Consideramos que, si a ojos de la mayoría de sus amigos que se encuentran en su mismo nivel social y de ingresos, su conducta es percibida como derroche y desperdicio, esta implica en cierto aspecto una transgresión de la prohibición de bal tashjit. En un caso así, no estarán incurriendo en bal tashjit solamente si logran encontrar personas que pudieran beneficiarse del recambio, o si por medio de las reformas se le habrá de dar trabajo a personas que lo necesitan para mantener a sus familias, a pesar de que se trata de una erogación innecesaria.