03- La entrega de los obsequios en la práctica

En el pasado, cuando una persona particular faenaba un animal doméstico para el consumo de su familia, entregaba los obsequios correspondientes a su cohen vecino. Pero en la actualidad, dado que la shejitá se lleva a cabo en frigoríficos en los que cada día se faenan numerosos animales, la cantidad de obsequios que se acumulan en un solo día es cuantiosa. Y si los van a traer a todos a un solo cohen o incluso a varios cohanim, estos no podrán consumir toda la carne ni siquiera durante un largo período. Y por supuesto, que no resulta lógico que los cohanim abran tiendas para la venta de brazos, quijadas y cuajares pues el objetivo del precepto es ayudarles a estudiar Torá y a enseñarla, no transformarlos en comerciantes.

Por lo tanto, el modo correcto de proceder es que los cohanim reciban los obsequios y se los vendan a un comerciante, y este a su vez los expenda a los consumidores. No obstante, para que los presentes lleguen a la posesión del cohen este debe presentarse cada día en el frigorífico, y a los efectos de evitar molestias, el propietario del comercio puede darle al cohen cada inicio de mes un préstamo y se ponen de acuerdo que los obsequios destinados a este sean el pago por el empréstito. De esta manera, aunque en la práctica el cohen no reciba los obsequios, estos son considerados como suyos porque se fijó de antemano que le pertenecerían. Estos cohanim son llamados “makirei kehuná” o ‘cohanim conocidos’ (arriba 9:11). Es correcto escoger como makirei kehuná a cohanim estudiosos de la Torá que por efecto de los obsequios podrán reforzarse en su estudio a los efectos de poder enseñarla. Es preciso estimar el monto de los obsequios según lo que un comerciante mayorista del rubro estaría dispuesto a pagar por ellos, tomando en cuenta que sobre él recaería la responsabilidad de quitarle la sangre a la carne, empaquetarla y comercializarla. Hay algunos comerciantes de carne que suelen pagarle al cohen sumas ínfimas a sabiendas de que el cohen no tiene la posibilidad efectiva de reclamar sus obsequios. Estos detentan en sus manos un grave pecado al perjudicar a los cohanim y robar sus obsequios.

Otros comerciantes, que desean eludir la cuestión de los obsequios lo hacen por medio de una sociedad con un gentil, porque un animal de cuya propiedad participa un no judío está exento de obsequios. Sin embargo, en caso de que hubieren establecido de antemano -tal como muchos suelen hacer en virtud de la dificultad que implica extraer el sebo, los tendones o los nervios prohibidos- que la parte delantera pertenezca al socio judío y la trasera al gentil, es su deber obsequiar al cohen del brazo y las quijadas de la parte delantera por cuanto que pertenecen al judío (Shulján Aruj 61:25-27). Quienes quieren desentenderse del precepto, deben establecer de antemano que el gentil será socio en la totalidad del animal y que solamente después de faenado se lo habrán de repartir.

Lamentablemente, la mayoría de los tribunales rabínicos y cuerpos encargados de la kashrut no supervisan que se cumpla este precepto. Hay quienes lo eluden por medio de la sociedad con un gentil, y si bien no incurren en el pecado de robar, no deja de ser un camino inapropiado, por el hecho de que se efectúa una transacción ficticia a los efectos de eximirse de la observancia de un precepto. Otros, perjudican a los cohanim abonándoles un precio exiguo por sus obsequios.

En la práctica, el consumidor puede adquirir carne kasher de cualquier supervisión, ya que el deber de separar los obsequios recae sobre los dueños de los animales domésticos y los matarifes, al tiempo que los adquirentes, mientras no sepan con certeza que los obsequios no fueron separados como corresponde, pueden comprar carne, incluidos el brazo, las quijadas y el estómago. Sin embargo, es una cualidad piadosa cerciorarse que, en la práctica, se adquiere carne de la cual se separaron los obsequios como corresponde, o que al menos los animales estuvieron exentos de que así se proceda en virtud de la sociedad con un gentil en su propiedad.

Es bueno fortalecerse en el cumplimiento de este precepto y por su intermedio mantener a avrejim y a rabanim cohanim que dediquen su vida al estudio y a la enseñanza de la Torá, para de esa manera, cumplir con el objetivo inicial del mandamiento. Pues, de todas maneras, todo individuo debe donar un diezmo de sus ganancias (ma’aser kesafim), y el donar un quinto refleja una buena cualidad, y, por lo tanto, ¿por qué los comerciantes de carne no habrían de entregar los obsequios y de ese modo cumplir dos preceptos en una misma acción?

Índice de halajot en el capítulo

Índice de capítulos

Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
Ordenar ahora