Cabe preguntarse: es sabido que los sabios no dictan un decreto sobre otro decreto, al tiempo que en el caso de la prohibición de la ingesta de carne en una mesa sobre la que hay leche, o bien en la prohibición de la elaboración de pan cárnico o lácteo, sí se han expresado de esa manera. Esto es así ya que según la Torá se prohíbe solamente carne y leche que fueron cocidos juntos, y nuestros sabios decretaron que no se coman juntos, aunque hayan sido cocidos por separado, por lo tanto, ¿por qué continuaron decretando una prohibición sobre otra, prohibiendo servir simultáneamente carne y leche sobre una misma mesa a la hora de comer, y vedando además que se elabore pan cárnico o lácteo?
Los comentaristas explicaron que en lo que refiere a la prohibición de carne con leche se temió en gran manera de que se incurriese en un error sustancial, por cuanto que la carne en sí misma está permitida, y otro tanto ocurre con la leche, y ambos se encuentran habitualmente en la cocina por lo que pueden llegar a mezclarse con suma facilidad. En virtud de ello fue necesario decretar prohibiciones rabínicas sobre otras semejantes. Además, si los sabios no hubiesen agregado estas prohibiciones suplementarias, tampoco las primeras se cumplirían, por lo tanto, se las considera a todas estas medidas como una sola que está destinada a fortificar la regla de la separación entre carne y leche.
Esto y más, en todos los decretos prohibitivos se equiparó la carne aviar y la de los animales no domésticos (cuya prohibición se deriva de una prescripción rabínica) a la de los domésticos que está prohibida por la Torá, puesto que, si se aplica un criterio flexible en el caso de las dos primeras, las personas se equivocarán en lo referente a la tercera (la carne de animales domésticos).