02 – El vino elaborado por gentiles

Entre los decretos que dictaron nuestros sabios sobre los alimentos elaborados por gentiles, el que rige sobre su vino fue el más grave de todos. Tal como dijeron nuestros sabios (Tratado de Avodá Zará 36(B)): “Prohibieron su pan para evitar su vino, prohibieron su vino para evitar sus mujeres (a sus hijas), y prohibieron sus mujeres para evitar la idolatría”. O sea, el principal aspecto del decreto prohibitorio estaba orientado a evitar que los judíos bebieran el vino de los gentiles y así poder mantener íntegro el cerco protector para evitar la asimilación y la idolatría.

A los efectos de evitar que los judíos llegaran a beber vino de gentiles decretaron que tampoco se coma de su pan ni de sus platillos cocidos. Si bien por lo general no se decreta una prohibición rabínica sobre otra previamente existente (gzerá al gzerá), en virtud de la gravedad del temor que presenta la asimilación, se dictaron prohibiciones sobre otras anteriores. Además, nuestros sabios temieron que, de no dictarse una prohibición sobre el pan y los alimentos cocidos de los gentiles, la referente al vino sería violentada y por ende, todas las distintas prohibiciones son consideradas como una sola (Rambán 36:2).

Aun estando los hijos de Israel en el desierto surgió la necesidad de decretar una prohibición sobre el vino de los gentiles. Dijeron nuestros sabios (Tratado de Sanedrín 106(A)) que una vez que Bil’am ben Be’or fracasó en su intento de maldecir a los hijos de Israel, le propuso a Balak, rey de Moab, hacerlos incurrir en la transgresión de las relaciones sexuales indebidas para que así enfurecieran a su D’s y fueran castigados.

Para ello, propuso erigir cerca del campamento israelita tiendas que vendieran prendas blancas de lino que los jóvenes israelitas ansiaban vestir y a modo de vendedoras puso prostitutas, afuera de la tienda a una anciana y en su interior a una joven. Así, después que los muchachos israelitas comían, bebían y se alegraban, salían a pasear y se topaban con un mercado para la venta de prendas de lino, afuera estaba una vendedora anciana que ofrecía la ropa a un precio común, y desde el interior de la tienda una joven la ofrecía a mitad de precio. Los muchachos ingresaban y le compraban a la muchacha. Así lo hacían dos o tres veces hasta que se volvían conocidos, y la muchacha le decía al israelita: ‘Tú aquí eres como uno más de la casa, vuelve y elígete la prenda que te guste’. Allí había odres de vino, y en aquel entonces el vino de los gentiles no había sido prohibido aún, por lo que la muchacha le ofrecía al joven israelita que bebiera. Tras tomar alcohol su instinto ardía por lo que deseaba pecar con la vendedora. Ella extraía una estatuilla de su seno y le decía: “Ríndele culto y accederé a tu pedido”. Él le decía: “¿Acaso no soy judío?” Ella le respondía: “¡Qué te importa! Lo único que te pido es que defeques frente a la estatua” (que era la forma de culto a Ba’al Pe’or). El muchacho no sabía que defecar era el rito de adoración a esa deidad, y así, influido por el vino y por su deseo por la muchacha, defecaba ante la estatua y abjuraba de la Torá de su maestro Moshé, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 25:1-9): “Y se asentó Israel en Shitím, y el pueblo empezó a prostituirse con las hijas de Moab. Ellas convocaron al pueblo para los sacrificios a sus ídolos; el pueblo comió y se prosternaron ante sus ídolos. Se apegó Israel a Ba’al Pe’or y se encendió el furor de HaShem contra Israel”.

Entonces, incluso Zimrí ben Salú, que era uno de los líderes de clanes de la tribu de Shim’ón, transgredió y pecó con Cozbí bat Tzur, la hija de unos de los príncipes de Midián, frente a Moshé y a todo el pueblo, y muchos se vieron arrastrados tras él. Entonces, HaShem comenzó a herir por medio de una epidemia a veinticuatro mil hombres en el seno del pueblo de Israel hasta que se alzó Pinjás ben El’azar HaCohen y mató tanto a Zimrí como a Cozbí, entonces los demás pecadores fueron disuadidos y la epidemia cesó.

Dijo Rabí El’azar HaModaí (Pirkei DeRabí Eliezer 46): ‘Pinjás se alzó y promulgó una prohibición solemne (jerem) sobre el pueblo de Israel por medio del uso del Nombre Sagrado de D’s (Shem Hameforash) usando la escritura que fuera empleada en las Tablas de la Ley, tanto frente al Tribunal Celestial como ante el Terrenal, que ningún israelita bebiera del vino de los gentiles… pues todo su vino está destinado a la lascivia y a la idolatría’. Tal como parece, una vez que los hijos de Israel ingresaron a la tierra prometida y se asentaron en sus posesiones este decreto fue olvidado.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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