05 – El destino de los decretos prohibitorios y la autorización del consumo del aceite elaborado por gentiles

Si bien en términos generales los miembros de la escuela de Hilel eran más numerosos que los de la escuela de Shamai, y si bien esta mayoría se amplió a lo largo de las generaciones, los primeros no desearon dejar sin efecto la validez de los decretos por cuanto que fueron adoptados de un modo contundente por medio de una gran entrega y autosacrificio (mesirut nefesh). Por ello dijeron (Tratado de Avodá Zará 36(A)): “En toda cuestión que sea un tribunal puede derogar lo decidido por otro salvo dieciocho decretos, que, aunque viniesen el profeta Eliahu y su tribunal y propusiesen derogarlos -no se les escucha”.

Sin embargo, en la práctica, a raíz de la destrucción del Templo y la suspensión de la pureza ritual en el pueblo de Israel, la mayor parte de los dieciocho decretos quedaron sin efecto. Esto y más, resultó que el temor de los sabios de la escuela de Hilel no era infundado, y a muchos de los hijos del pueblo de Israel les resultó difícil cumplir el decreto que prohíbe el aceite elaborado por gentiles ya que este producto era muy necesario para fines alimentarios. En la medida que las desgracias se incrementaron y a los judíos les fueron usurpadas sus tierras, la dificultad se intensificó, hasta que unos doscientos cincuenta años después de instituido, al comienzo de los días de los sabios amoraítas, nuestros sabios revisaron y vieron que el decreto prohibitorio del aceite elaborado por gentiles no se había extendido efectivamente a la mayoría del pueblo de Israel. En esos días, el gran tribunal estaba presidido por Rabí Yehudá, el nieto de Rabí Yehudá HaNasí, y junto a su tribunal, dejaron sin efecto la prohibición que recaía sobre el aceite.

Esto fue así, ya que además de la regla que indica que está prohibido dejar sin efecto un decreto prohibitorio de los sabios, estos últimos enunciaron otra regla agregada: “No se dicta un decreto restrictivo sobre el público a menos que la mayoría de la gente sea capaz de cumplirlo”. Sobre esto testificó Rabí Samlai: “En lo que respecta a la prohibición del aceite, el presidente Rabí Yehudá y su tribunal se reunieron y lo autorizaron”.

Cuando llegó a Babilonia la noticia de que el aceite elaborado por un gentil había sido autorizado, el gran sabio amoraíta Rav no quiso aceptar la decisión, pues cuando estaba aún en la tierra de Israel se había opuesto a la iniciativa de dejar sin efecto la prohibición del aceite, y entendió que esta derogación derivaba de una falta de respeto por quienes habían dictado el decreto. Sin embargo, su compañero Shmuel le advirtió que si se negaba a consumir aceite elaborado por gentiles sería declarado “sabio rebelde” (zakén mamré) que disiente con la sentencia del gran tribunal, por lo que Rav aceptó consumirlo (Talmud Jerosolimitano Tratado de Shabat 1:4). En efecto, así dictó la halajá el Rambám (Hiljot Maajalot Asurim 17:22): “El aceite elaborado por gentiles fue permitido, y quien lo prohíba habrá de incurrir en un gran pecado, porque se estará rebelando contra el tribunal que lo autorizó”.

Al pueblo de Israel le resultó difícil cumplir el decreto que prohibía el pan elaborado por gentiles, y según palabras que dijera Rabí Yehudá HaNasí, en caso de gran necesidad o premura, se acostumbró a adoptar una actitud flexible respecto del “pat palter”, esto es, un pan horneado por un gentil en su panadería y que es vendido al público en general (ver adelante 28:2). Sin embargo, la prohibición sobre el vino elaborado por un gentil se mantuvo en vigencia e incluso fue reforzada (ver adelante 29:1).

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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