La actitud hacia la profanación del Shabat es especialmente dura, al grado que nuestros sabios dijeron que no debe aceptarse un sacrificio en el Templo de un judío que profana el Shabat públicamente, que su faena no es apta y que, si vive en un patio en común, donde viven judíos, deja sin efecto su eruv al igual que lo hace un gentil (Tratado de Julín 5(A), Eruvín 69(B)).
De acuerdo con esto, el Rambám escribió que (Hiljot Shabat 30:15): “El (cuidado del) Shabat y la (abstención de la) idolatría –cada una de estos (preceptos) equivale en importancia a todo el resto de los mandamientos de la Torá. Y el Shabat es la señal del pacto entre el Santo Bendito Él y nosotros por siempre. Por lo tanto, todo aquel que transgrede los demás preceptos se lo considera uno de los malvados del pueblo de Israel, pero quien profana públicamente el Shabat se asemeja al idólatra, y ambos dos son considerados como gentiles en toda cuestión”. De igual manera, algunos de los sabios medievales (rishonim) escribieron que un vino que fue tocado por un judío que profana públicamente el Shabat está prohibido, tal como lo está aquel que fue tocado por un gentil no idólatra, esto es, estará prohibido beberlo, pero estará permitido obtener beneficio de él (Ba’al Halajot Guedolot, Rabenu Yoná, Eshkol, Rabí Ytzjak bar Sheshet y otros).
Si bien muchos sabios medievales no mencionaron esta norma, los sabios de las últimas generaciones estuvieron de acuerdo en que está prohibido beber vino que fue tocado por un judío que profana el Shabat en público. Si bien la prohibición del vino que fue tocado por un gentil tiene como móvil evitar la asimilación, lo cual no aplica en el caso de judíos que profanan el Shabat, dado que en varias normas se equiparó al gentil con el judío que profana el Shabat en público, aplicaron una actitud estricta en esta norma también. Además, prohibieron el vino tocado por judíos que no observan el Shabat como forma de aplicar un castigo social o una multa y como manera de protestar ante quienes incurren en una transgresión tan grave. El Shabat era la expresión más significativa de la identidad judía, y todo aquel que osaba profanarlo en público, desafiaba gravemente a la fe judía y anunciaba ante el mundo entero que no se identificaba con el judaísmo.
Sin embargo, solo si tocaba efectivamente el vino o bebía de él este pasaba a estar prohibido para un judío, pero si únicamente se servía de la botella en un vaso, este seguía estando permitido puesto que esta es la norma según la mayoría de las autoridades halájicas para el caso de un gentil que no adora ídolos. No obstante, hay quienes adoptan una actitud más estricta en lo que respecta al gentil, pero en el caso de un judío no cabe hacerlo (arriba 8). Obviamente, si el judío en cuestión llevó el vaso de un sitio a otro, el vino no quedará prohibido, ya que ni siquiera un gentil que adora ídolos torna el vino no apto por medio de esa acción (arriba 7).
En las últimas generaciones se renovó la pregunta de qué actitud tomar ante los judíos que profanan públicamente el Shabat, dado que muy a nuestro pesar muchos judíos comenzaron a hacerlo, al grado de que se dio la situación de que el Shabat ya no es la expresión característica de la identidad judía. Esto y más, si en el pasado el rechazo o la protesta pública ante los que profanaban el Shabat podía conducir a evitar que estos se saliesen del marco de la norma, en las últimas generaciones, por lo general, el rechazo provocó más alejamiento del que logró evitar. Por lo tanto, muchas de las autoridades halájicas de las últimas generaciones adoptaron una actitud flexible en caso de necesidad e instruyeron que únicamente quien profana el Shabat en forma desafiante y a los efectos de enfurecer (al Cielo) y contradecir la tradición, sea considerado como gentil a los efectos del vino.
Además, un judío que no tuvo educación religiosa se asemeja a una persona que fue forzada a no practicar el judaísmo por cuanto que no comprende la gravedad de la profanación del Shabat. E incluso si la persona en cuestión creció en un hogar religioso, a veces la influencia secular es tan fuerte, que cabe considerar al transgresor como alguien que incumple involuntaria y forzadamente por no poder hacer frente al espíritu de la época, y no hay que considerarlo como un gentil (Binián Tzión Jadashot 23, Melamed Lehoil Oraj Jaí 29, Igrot HaReaiá I carta 138). Además, la adopción de una actitud estricta en lo que respecta a estas formas de alejamiento o reprensión social puede generar ofensas y polémicas en el seno de familias y comunidades (HaRav Yosef Masás).
Si bien hay quienes también en esta generación detentan posturas estrictas con la intención de evitar la influencia de quienes profanan el Shabat sobre los observantes, en la práctica, la mayoría de las autoridades halájicas coinciden en que en caso de necesidad, a los efectos de evitar ofensas o de no atentar contra el sentimiento de hermandad que debe preponderar en el pueblo de Israel, no se debe adoptar la actitud estricta en lo que respecta al vino que fue tocado por un judío que profana el Shabat siempre y cuando no lo haga con intención provocativa. Asimismo, si este judío está de acuerdo, se lo puede sumar al minián (Pninei Halajá Tefilá 2:8).