02 – Los sabores prohibidos impregnados en los utensilios tornan prohibidos a los alimentos en estos cocinados

Además de que está prohibido emplear utensilios con los cuales se cocinó comida no kasher (taref) y no fueron kasherizados tal como lo indica la Halajá, si se cocina en estos alimentos kasher –se prohibirá su ingestión. Esto se debe a que el sabor del alimento que se cocinó en el utensilio fue absorbido y se adhirió a sus paredes, y si tras cocinar en una olla un alimento no kasher se cocinare otro que sí lo es, el sabor del taref saldrá de las paredes del utensilio y será absorbido por el alimento kasher.

A los efectos de calcular, se considera como si la totalidad del volumen de las paredes del utensilio estuviera llena del sabor prohibido, y dado que casi nunca ocurre que haya en el interior de la olla un volumen de alimento en cocción que sea sesenta veces superior al del grosor de sus paredes, cada vez que se cocine un alimento en una olla que absorbió sabor prohibido, su ingestión quedará totalmente vedada. Otro tanto ocurre en el caso de una olla en la cual se coció leche y posteriormente carne, dado que el alimento cárnico no posee un volumen sesenta veces superior al de las paredes lácteas de la cacerola, el alimento quedará totalmente prohibido.

¿Por qué se calcula a la pared de la olla como si estuviese llena de sabor prohibido? Ello obedece a que se trata de una duda que resulta imposible de resolver y es cuánto es el sabor adherido y absorbido en las paredes y cuánto el sabor que estas liberan.

Hay recipientes o utensilios que liberan más y otros menos. Los utensilios de loza absorben una gran cantidad, los de madera menos, y los de metal aún menos. Entre los enseres de loza hay diferencias, algunos tienen una consistencia más aireada por lo que absorben mucho y otros son de consistencia más compacta y absorben menos. Asimismo, hay alimentos cuyo sabor es concentrado e intenso, de modo tal, que un solo gramo de este es equiparable a diez gramos de un platillo común, al grado de que a veces, el sabor expelido por los utensilios equivale al volumen de sus paredes.

Dado que se trata de una duda permanente que no hay manera de establecer sus límites, y dado que una situación de permanente duda pone en tela de juicio los límites de la prohibición, se dictaminó que para salir del área de la duda es necesario volverse estrictos hasta el extremo, y considerar a las paredes de la olla como si estuviesen llenas del alimento no kasher, y dado que el volumen del alimento kasher que se cuece en el interior de esta no es sesenta veces mayor que el de las paredes –se prohíbe la ingestión del alimento cocido.

Esto y más, si luego, en la misma olla se ha de cocer otro alimento, su ingestión se prohibirá también, pues queda la duda de que quizás en la primera cocción no se haya liberado el sabor prohibido y esto sí haya ocurrido en la segunda. Dado que no podemos estimar cuánto fue expelido en la primera vez y cuánto en la segunda, es preciso adoptar una actitud estricta hasta el extremo, y cada vez que se cocine calcular como si en esa oportunidad la totalidad del sabor impregnado en las paredes de la olla fuera liberado.

Las reglas de precaución que aprendimos fueron elaboradas para una situación en la cual no tenemos posibilidad alguna de revisar el sabor del alimento cocido, ya que un judío no puede probarlo, no sea que resulte que esté efectivamente prohibido. Pero si hubiere en el sitio un gentil de confianza que pueda probar el alimento y decir que el sabor prohibido es imperceptible, este será kasher. No obstante, dado que los sabores son engañosos o escurridizos, por lo general no se suele confiar en un gentil, sino que se establece la norma de acuerdo con las normas de precaución que aprendimos (ver adelante 34:4-5).

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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