Tal como ya aprendimos (ver arriba 32:1), la regla básica en las leyes de kasherización de los utensilios es la siguiente: “tal como se absorbe, se expele”, esto es, del mismo modo como se utiliza el utensilio con alimentos prohibidos, posteriormente se lo kasheriza.
Existen tres tipos de kasherización: 1) Lavado (hadajá). 2) Inmersión en agua hirviendo (hag’alá). 3) Exposición al fuego (libún).
Ampliaremos la explicación: el primer tipo de kasherización es el lavado del utensilio con agua, es el modo más leve de hacerlo y está destinado a aquellos objetos que fueron utilizados con alimentos prohibidos fríos, y para tornarse kasher, deben ser lavados con agua y limpiados de los restos del alimento prohibido que quedaron adheridos a sus paredes. El segundo tipo de kasherización es la inmersión en agua hirviendo y está destinada a aquellos utensilios en los cuales se cocinaron alimentos prohibidos. El vocablo hebreo para este procedimiento es hag’alá que en hebreo tiene la acepción de ‘expelido’ ya que, al ingresar el objeto en cuestión en el agua hirviendo, esta provoca que los sabores absorbidos y adheridos durante la cocción salgan expelidos. El tercer tipo de procedimiento es la exposición a la lumbre y está destinado a aquellos utensilios que fueron usados con fuego, por ejemplo, las brochetas o las parrillas para asar.
La diferencia entre los tipos de kasherización radica en que cuando se emplea un utensilio con un alimento frio, los restos se adhieren a este solo exteriormente, y el lavado con agua los retira, kasherizando así el objeto. Cuando los utensilios fueron empleados para cocinar, la cocción hace que los sabores de los alimentos se adhieran y absorban en estos de un modo más potente, y por ello, un simple lavado no alcanzará para kasherizar, y solamente una inmersión en agua hirviendo que disuelva las grasas y haga expeler los sabores absorbidos servirá a estos efectos.
Cuando los utensilios son utilizados con fuego, tanto sea en el marco del asado o del horneado, los sabores resultan adheridos y absorbidos más intensamente que durante la cocción, ya que esta última se lleva a cabo por medio de líquidos que suavizan la absorción y la adherencia. Además de ello, la cocción se lleva a cabo a una temperatura que por lo general no excede de los 100 grados centígrados, ya que los líquidos moderan el ascenso de la temperatura, al tiempo que, al hornear y asar, procedimientos que no se llevan a cabo por medio del uso de agua, el calor resulta más intenso.
Por ello, la inmersión en agua hirviendo sirve para expeler solo una parte de los sabores adheridos y absorbidos en el utensilio por medio de la lumbre, y para eliminarlos, es preciso exponer el utensilio al fuego para que este queme y erradique los sabores absorbidos en la asadera o la brocheta. De esto resulta que, en términos generales, la inmersión en agua hirviendo expele y quita el sabor adherido y absorbido en el utensilio, al tiempo que la exposición al fuego quema el sabor mientras se encuentra en el interior del objeto.