Algunas de las grandes eminencias halájicas medievales de Ashkenaz escribieron que la costumbre práctica es no confiar en la degustación de un gentil, y si el alimento permitido en la mezcla fuere sesenta veces mayor en volumen que el prohibido, la mezcla será kasher, y en caso de que no se alcance esa proporción, la mezcla no lo será. Tal como parece, los juristas vieron que, en la práctica, el confiar en la degustación del guisado genera dificultades por cuanto que el sabor es elusivo, y a veces, ha ocurrido que un gentil respondió que la mezcla carecía de sabor a carne y cuando los judíos la probaron sintieron efectivamente que lo tenía. Y a veces, ha habido personas que sí sintieron el sabor del alimento prohibido y otras que no.
Asimismo, la definición de sabor no resulta clara, ¿acaso se refiere a sentir el sabor diferenciado del alimento prohibido o alcanza con que a raíz de la mezcla se perciba en el guisado un gusto diferente? Por lo tanto, algunas de las eminencias medievales instruyeron que no se confíe en la degustación de un gentil, y que todos los alimentos prohibidos se anulen en sesenta. Con el correr de los años, se difundió esta práctica entre todas las comunidades judías, al punto de que, en las últimas generaciones, todos los judíos acostumbran a anular el alimento prohibido en sesenta y a no recurrir a la degustación de un gentil (Ramá 98:1, Kaf HaJaím 2:11).
No obstante, en caso de gran necesidad o apremio (sheat hadjak), cuando un gentil confiable dice con absoluta certeza que un guiso determinado carece de sabor a alimento prohibido, se lo puede autorizar.