En el pasado había serpientes venenosas en las inmediaciones de las casas, y a veces, estas instilaban veneno dentro del agua, del vino o de la leche, o efectuaban orificios en las frutas y en los alimentos, y quienes bebían jugos elaborados con las frutas o comían de los alimentos podían llegar a morir.
Por lo tanto, nuestros sabios prohibieron beber o utilizar bebidas que fueron destapadas y permanecieron descubiertas, así como también prohibieron comer frutas y otros alimentos que tuvieran señales de incisión. Esto y más, instruyeron que si se dejaba vino de la terumá (ofrenda del cohen) al descubierto durante el lapso que le permite a una serpiente salir de un sitio cercano y beber de él, debía ser eliminado. Si bien está prohibido eliminar una ofrenda ya que esta fue consagrada para la ingesta de los cohanim, se ordenó eliminarla por el riesgo de que pudiera estar envenenada (Mishná Terumot 8:4-7).
Sin embargo, ya desde los días de los sabios medievales (rishonim) no era dable encontrar serpientes en las inmediaciones de las casas, por lo que estos ordenaron que se podía ingerir bebidas que habían quedado descubiertas en virtud de que la prohibición había sido instituida para sitios en los cuales los ofidios eran habituales, y como no era dable encontrarlos en sus sitios de residencia, la prohibición quedó sin efecto (Tosafot Avodá Zará 35(A) ‘חדא’, Rosh, Rashbá, Shulján Aruj 116:1).
Por lo tanto, a priori, se puede dejar agua y demás líquidos sin tapar y luego beberlos. Solamente en caso de que se vea en la práctica a una serpiente o alguna de las demás especies venenosas tomar de la bebida, estará prohibido beberla (Levush 116:1). No obstante, no se recita el kidush sobre un vino que permaneció descubierto durante varias horas, ya que como resulta vergonzoso servirlo ante una persona honorable, con más razón que no se debe efectuar con éste el precepto del kidush (Shulján Aruj Oraj Jaím 272:1). Y hay quienes cumplen con excelencia y también en nuestros días cubren el agua y las demás bebidas como forma de honrar una prohibición estipulada por nuestros sabios, que quizás obedezca a motivos suplementarios. Además, proceden así también por una cuestión de higiene, para que no entren en los líquidos ni insectos ni diferentes tipos de suciedad (Shnei Lujot HaBrit, Gaón de Vilna).