En años recientes los científicos han conseguido desarrollar carne de manera artificial por medio de la duplicación de las células madre (células que no terminaron de clasificarse) que fueron extraídas del cuerpo de un animal. Si este desarrollo fuera exitoso y pudiera ser comercializado a gran escala, podrá generar una revolución en el mercado de la carne en el marco de la cual se dejarán de criar miles de millones de vacas y gallinas y cesará su faena, el precio de la carne descenderá y la contaminación producida por la cría de animales llegará a su fin.
Hay eminencias que sostienen que una carne de este tipo tiene el mismo estatus que la célula madre a partir de la cual se desarrolló, y, por lo tanto, si fuera extraída de un cerdo –la carne desarrollada tendrá el estatus halájico de ese animal. Si la célula fuera extraída de un animal doméstico o de un ave faenada según las indicaciones de la Torá, su estatus halájico será similar al de la carne kasher y estará permitido ingerirla, pero se prohibirá mezclarla con leche.
Por su parte, otras eminencias entienden que, dado que la primera célula es pequeñísima y carente de importancia, se anula en los miles de millones de células que se desarrollaron a partir de esta y a las que se las considera absolutamente como “algo nuevo” (panim jadashot), y por ende, aunque la primera célula fuera de cerdo, el producto final será kasher, y aunque fuera originada en un ternero, el alimento final tendrá estatus de «parve». Nos parece mejor la primera opinión, esto es, que la esencia del alimento la fija la primera célula que es aquella que le dio existencia.