Un judío que ha cometido transgresiones, por ejemplo, comió comidas prohibidas, cometió adulterio o violó cualquier otra normativa de la Torá es contado para el «Minián«. Esto se debe a que si bien pecó, en su interior indudablemente desea ser parte de las tendencias sagradas del pueblo de Israel, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sanhedrín 44(A)): «Un judío aunque haya pecado sigue siendo judío». En cambio, aquel que peca a propósito y para provocar la ira de D´s («lehaj’is»), por cuanto que no se considera vinculado a la Torá y al pueblo de Israel, no es contado para «Minián» (Mishná Berurá 55: 46-7).
Según la opinión de algunos juristas, quien trasgrede públicamente el Shabat, aunque solo lo haga por placer, se lo considera como idólatra y no es contado para el «Minián» (Mishná Berurá 55:46). Sin embargo, en las últimas generaciones, muchos de los grandes juristas sentenciaron en la práctica que si quien transgrede el Shabat quiere sumarse al «Minián» se lo cuenta. Esto se debe a que en la actualidad el status de quien no cumple Shabat es completamente diferente. En el pasado, cuando todo el pueblo de Israel observaba el Shabat, quien lo profanaba en público aunque solo fuese por placer desafiaba a toda la grey de Israel y se lo consideraba un pecador voluntario que buscaba enfurecer a D´s y por lo tanto se excluía a si mismo de la congregación. Mas hoy en día, en que lamentablemente la observancia del Shabat ha sido abandonada por muchos en el pueblo de Israel, el cumplimiento de este precepto no es un indicador fehaciente del grado de identificación del judío en cuestión con su tradición ancestral y por lo tanto si quiere sumarse al «Minián» se lo puede incluir. De todas maneras no corresponde nominarlo oficiante.