Tal como es sabido, la tierra de Israel es el lugar del pueblo de Israel, y el sitio más adecuado para cumplir la Torá (Sifrei a Devarim-Deuteronomio 11:18, Rambán a Vaikrá-Levítico 18:25, más adelante 13:1). En efecto, en la tierra de Israel es sencillo observar el precepto de jadash por cuanto que los cereales se siembran al inicio del invierno y llegan a su etapa de maduración alrededor de Pesaj, y el Omer autoriza el uso de todos los granos, por lo que solo resulta necesario esperar hasta el 16 de Nisán sin segar ni comer los cereales que maduraron antes de Pesaj. Sin embargo, en aquellos países en los que caen lluvias en el verano, a veces la siembra se pospone para después de Pesaj, y por lo tanto, una parte de la cosecha estará vedada por la norma de jadash hasta el día del Omer del año siguiente.
Muy a menudo, resultaba difícil aclarar qué cultivo echó raíces antes del día del Omer quedando permitido consumirlo, y cuál lo hizo después, por lo que quedaba prohibido ingerir de este grano hasta el día del Omer del siguiente año. Dado que se trataba de una emergencia, los juristas halájicos (poskim) autorizaron el uso de la cosecha que se comercializaba en los mercados sobre la base del principio de «sfek sfeika» o ‘duda doble’. En esta situación se duda si el grano es o no del año anterior, y en caso de ser de este año, se duda si echó raíces antes del día del Omer o si fue traído de un país en el cual todo el cereal echa raíces antes de ese día (Raabía, Rosh). Y hay autoridades halájicas que entienden que la prohibición de jadash en el extranjero se cumple por prescripción rabínica, y entonces, en caso de duda se opta por la actitud más flexible (Or Zarúa).
Sin embargo, cuando los judíos migraron a los países fríos del norte de Europa resultó muy difícil observar la prohibición de jadash ya que allí el invierno es sumamente frío, por lo que se pospone la siembra hasta la finalización de esa estación, y a menudo ocurre que la cosecha echa raíces después del día del Omer. Además, allí a veces se cultivan granos en el verano ya que también en esa estación llueve. Así, resulta que hubo tiempos en los cuales casi toda la cosecha en esas regiones era jadash, y muchos comían de ella sin revisar si estaba o no prohibida hasta el próximo día del Omer. El problema se presentaba principalmente con los cultivos de cebada y avena de los cuales se elaboraban bebidas alcohólicas, y a menudo, resultaba claro que estos cereales pertenecían a la nueva cosecha.
En la práctica, hubo rabinos que instaron al pueblo a cuidar la prohibición a pesar de la dificultad implícita. Y cuando esta se agudizó, hubo rabinos que se abstuvieron de amonestar a su comunidad por ello ya que sabían que sus palabras no serían escuchadas, por lo que dijeron que era mejor “que las personas transgredan involuntariamente y no por alevosía» (Rosh, Ramá 293:3).
Hubo rabinos que a consecuencia de la gran dificultad que se presentaba procuraron hallar algún tipo de posibilidad de autorizar el grano nuevo. Algunos dijeron que según la opinión flexible de la Mishná la prohibición de jadash no está vigente fuera de la tierra de Israel, por lo que en caso de gran necesidad cabe respaldarse en ella (Turei Zahav 293:4). Otros dijeron que según la opinión flexible de la Mishná la prohibición de jadash está vigente fuera de la tierra de Israel por prescripción rabínica y solamente en los países cercanos, por ello, en caso de gran necesidad se puede autorizar el uso de jadash en Europa y demás países distantes (Aruj HaShulján 293:20, según Rabenu Baruj). Y otros opinaron que, si bien la prohibición de jadash aplica en todos los países del extranjero, está vigente únicamente para la cosecha de los judíos y no para la de los gentiles (Bait Jadash). Si bien los rabinos, que son los morei horaá, es decir, los que indican la práctica a seguir, sabían que según la opinión mayoritaria de los eruditos medievales la halajá se dicta según la opinión de los tanaítas que entendían que la prohibición de jadash rige por prescripción de la Torá también en el extranjero y también en la cosecha de un gentil, en virtud de la gran necesidad imperante se apoyaron en las opiniones individuales o minoritarias y adoptaron una actitud más flexible, ya que en aquellos países las personas necesitaban enormemente del aguardiente, al grado de que a ojos de algunas de estas «la vida del hombre depende de él»[3] (Turei Zahav ídem).