13- Precepto de la confesión sobre las ofrendas

Quien eliminó sus diezmos de su casa como corresponde, es preceptivo que se confiese por ello ante HaShem en el rezo de Minjá del último día festivo de Pesaj del cuarto y del séptimo año del ciclo sabático (Mishná Tratado de Ma’aser Shení 5:10), tal como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 6:12-15): «Cuando hayas concluido de apartar todo el diezmo de tu cosecha, en el año tercero: año del diezmo… Declararás ante HaShem tu D’s (la fórmula siguiente): ‘He eliminado las ofrendas sacras de la casa, y en efecto se lo he dado al leví y al forastero, al huérfano y a la viuda según toda Tu ordenanza, que me has ordenado. No me he desviado de Tus Preceptos, ni me he olvidado. No he comido de ello estando doliente ni he apartado de ello en estado impuro, y no he dado de ello para el difunto. He aceptado el mandato de HaShem mi D’s: he hecho como todo lo que me has ordenado. Observa desde Tu Sagrada Morada, desde los cielos, y bendice a Tu pueblo, a Israel, y a la tierra que nos has dado a nosotros; así como lo has prometido a nuestros patriarcas: tierra que mana leche y miel».

Nuestros sabios llamaron a este texto ‘la confesión de los diezmos’, y de esto aprendemos que existe una confesión positiva por haber observado un precepto, y que esta es un resumen de cosas buenas que se presentan ante D’s. Es preceptivo declarar esta confesión en el Templo de Jerusalém, tal como fue dicho (ídem 13): «Declararás ante HaShem tu D’s». No obstante, quien no hubiere tenido el privilegio de peregrinar a Jerusalém hasta el tiempo de la eliminación debía confesarse en el sitio donde se encontrare. Aquel que no entendiese hebreo podrá recitar la confesión traducida (Rambám Hiljot Ma’aser Shení 11:5-6).

Esta confesión la puede recitar únicamente quien no hubiese transgredido ninguna halajá de las referidas a las ofrendas y los diezmos durante los tres años, tal como fue dicho: «He eliminado las ofrendas sacras de la casa, y en efecto se lo he dado al leví y al forastero, al huérfano y a la viuda según toda Tu ordenanza, que me has ordenado», esto es, que entregó todos los obsequios y no alteró el orden de su separación. «No me he desviado de Tus preceptos», esto es, que no separó una especie por otra, ni de lo cortado en lugar por lo que está aún sin cortar o viceversa, ni lo viejo por lo nuevo y viceversa. «Ni me he olvidado», que no olvidó recitar la bendición correspondiente previa a la separación. «No he comido de ello estando doliente», o sea, que no ingirió del segundo diezmo en situación inicial de duelo (onén), «ni he apartado de ello en estado impuro», esto es, que no lo impurificó. «Y no he dado de ello para el difunto», esto es, que no utilizó el dinero de la redención del segundo diezmo para otros preceptos, ni siquiera para dar sepultura a un difunto. «He aceptado el mandato de HaShem mi D’s» – quiere decir que el individuo llevó el segundo diezmo al Santuario de Jerusalém. «He hecho como todo lo que me has ordenado»– esto es, que se alegró y alegró a otros, tal como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 26:11): «Te habrás de regocijar con todo lo bueno que te ha dado a ti HaShem tu D’s, a tu familia; a ti, al leví y al forastero que está en medio de ti» (Mishná Tratado de Ma’aser Shení 5:11-12, Rambám 11:15).

Una vez que el individuo hubiere tenido el mérito de observar los preceptos de las ofrendas y los diezmos en todos sus detalles y variantes, el pueblo de Israel puede ser bendecido gracias a él, pero de no mediar su plegaria, la bendición no habrá de llegar, por ello resulta preceptivo que ore y pida: «Observa desde Tu Sagrada Morada, desde los cielos, y bendice a Tu pueblo, a Israel, y a la tierra que nos has dado a nosotros; así como lo has prometido a nuestros patriarcas: tierra que mana leche y miel».

En nuestros días, no se recita la confesión sobre los diezmos porque el Sagrado Templo está destruido y no podemos ingerir los frutos del segundo diezmo en Jerusalém en estado de pureza tal como lo ordena la Torá. Y hay quienes acostumbran a leer toda la porción de la Torá que contiene los versículos de la confesión a modo de recordatorio del precepto.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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