06- El peligro singular que encierra la tala de un árbol frutal

Tal como aprendimos, desde el punto de vista de la Halajá se permite talar o arrancar árboles frutales que causan importantes daños tales como llenar la casa de mosquitos o perforar la cañería del desagüe, y asimismo, se permite hacerlo a los efectos de construir o ampliar una vivienda. Pero la cuestión no es tan sencilla. Existe una tradición según la cual quien arranca o tala un árbol frutal pone en peligro su propia vida, y tal como dijera Rabí Janina (Tratado de Baba Kama 91(B)): «No murió mi hijo prematuramente sino porque taló una higuera antes de tiempo». Según la opinión mayoritaria de los juristas halájicos el peligro existe únicamente si se corta el árbol en una circunstancia reñida con la Halajá, pero si se lo hace en conformidad con esta – no hay peligro.

Sin embargo, hubo autoridades halájicas que entendieron que incluso en casos en los que según la norma judía se puede talar o arrancar un árbol frutal, de todas maneras, quien lo hace pone en peligro su vida. Esto se aprendió de un modo especial del ‘Testamento de Rabí Yehudá HaJasid’, quien fuera uno de los grandes cabalistas ashkenazíes medievales, y advirtió que no se arrancasen árboles frutales. Hubo quienes tomaron muy en serio sus advertencias y dijeron que todo aquel que las transgrede pone en peligro su propia vida (Sheelat Ya’abetz 1:76, Jaim Bayad 24). Y hubo rabinos que, por este motivo, incluso cuando según la Halajá podían talar un árbol frutal, fueron precavidos y temieron dictar un permiso para hacerlo en virtud del peligro existente. Y muchos recomendaron que por las dudas la tala fuera realizada por un gentil sobre el cual no recae la prohibición de arrancar un árbol frutal, y de esa manera el judío quedaría a salvo del peligro.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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