08- En caso de necesidad se permite destruir

Cuando la tala o la destrucción obedecen a un motivo importante, no se trata de un acto pernicioso o nocivo y ello no estará prohibido. Por lo tanto, se permite hacerlo por un motivo económico o a los efectos de eliminar frutas. Por ejemplo, cuando el mercado se encuentra abarrotado de frutas baratas y de no eliminarse una parte de las que crecen en los campos, no resultará conveniente cosecharlas ni cultivarlas (ver Tratado de Ta’anit 20(B)).

Asimismo, es preceptivo que el novio quiebre una copa debajo de la jupá o palio nupcial para que en el momento de su alegría recuerde el dolor de la destrucción del Templo de Jerusalém (Tratado de Berajot 31(A), Ramá Oraj Jaím 560:2). De igual manera, es preceptivo que los dolientes rasguen su vestimenta por el fallecido, y con ello no se transgrede la prohibición de destruir o echar a perder, sino que se trata de una acción preceptiva, ya que por su intermedio honran la memoria del difunto y se enlutan por él. Y a pesar de ello, el doliente tiene prohibido rasgar demasiadas vestimentas por el fallecido en virtud de la prohibición de bal tashjit (Tratado de Baba Kama 91(B)).

Asimismo, se cuenta en el Talmud (Tratado de Shabat 105(B)) sobre uno de los grandes amoraítas, que cuando los miembros de su familia realizaban una acción impropia o indebida simulaba estar enojado y rompía delante de ellos un utensilio para que creyeran que había montado en cólera, a los efectos de educarlos, rezongarles y demostrarles cuán grave era lo que habían hecho.

Era como si les dijera que nada tenía valor si ellos realizaban una acción tan grave. Sin embargo, dado que él tenía pleno control de sí mismo, tenía el recaudo de no quebrar un utensilio importante sino uno que de todas maneras ya estaba por romperse. Y si bien esta reacción implica un cierto grado de destrucción, dado que era realizada en aras de un beneficio educativo no resultaba prohibida. Pero está prohibido romper objetos como consecuencia de una pérdida de control originada en la ira, pues este tipo de enojo está terminantemente vedado. Dijeron nuestros sabios (Tratado de Shabat 105(B)): «Todo aquel que monta en cólera es como si adorara ídolos», ya que, al perder el control a raíz de la ira, el individuo se subyuga a esta por lo que se lo considera un idólatra.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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