La destrucción de alimentos es especialmente grave, ya que son el sustento del ser humano, y la prohibición de bal tashjit mencionada en la Torá está asociada a estos. Por lo tanto, los sabios agregaron decretos y advertencias para evitar que una persona llegue a destruir comida, especialmente pan, que es el principal alimento del hombre.
Nuestros sabios advirtieron que no se pase un vaso lleno de líquido sobre el pan, no sea que se vuelque y lo vuelva desagradable e indigno de ser ingerido. Asimismo, está prohibido apoyar pan en un utensilio que pudiera estar sucio, no sea que lo afecte. Lo mismo se aplica a todo el resto de los alimentos, está prohibido realizar cualquier acción que pudiera dañarlos o echarlos a perder (Tratado de Berajot 40(B), Shulján Aruj Oraj Jaim 171:1).
Obviamente, quien se sirve comida en un plato debe tener el recaudo de no exagerar para no provocar con su acción que se tenga que arrojar restos comestibles a la basura. Otro tanto a la hora de preparar la comida, es necesario cuidarse de no cocinar alimentos en demasía que muy probablemente resulten botados a la basura, a menos que se trate de un sitio en el cual es cuestión de honorabilidad servir en abundancia. En un caso así, se permite servir grandes cantidades de alimentos, una parte de los cuales, muy probablemente, sean desechados.
No se permite sentarse sobre una mochila o una bolsa que contengan alimentos que pudieran aplastarse (Shulján Aruj 171:2). Asimismo, se prohíbe arrojar alimentos que pudieran tornarse desagradables a raíz de ello. Pero cuando no cabe temer que esto ocurra, se permite arrojarlos. Por ejemplo, se permite repartir almendras y granadas lanzándolas. De igual manera, en muchas sinagogas se acostumbra a arrojar caramelos cuando el novio es llamado a la Torá, y ello no está prohibido ya que los dulces están envueltos en papel celofán y no cabe temer que pudieran estropearse. Sin embargo, en el caso del pan, no se lo puede arrojar, aunque sea sobre una mesa limpia si cabe temer que pudiera estropearse, ya que es el principal alimento del ser humano, y por ello es preciso tratarlo con especial respeto y no lanzarlo tal como se suele hacer con alimentos de menor importancia (Shulján Aruj 171:1).
Se permite usar al pan a modo de cuchara o auxiliar para ingerir otro alimento con la condición de que al final sea ingerido. Quienes son sumamente detallistas en el cumplimiento de la Halajá tienen el cuidado de comer algo del pan con cada bocado para no menospreciarlo al relegarlo a su función de mero auxiliar (Shulján Aruj 171:3).