Cuando una persona se siente satisfecha, no es ni preceptivo ni piadoso que termine la comida que tiene en el plato, aunque lo que no coma sea arrojado a la basura. No obstante, la actitud de las personas piadosas es que sientan pena al ver que se arroja comida a la basura y no echarán a perder innecesariamente ni siquiera una semilla de mostaza, y si cabe la posibilidad de salvarla de echarse a perder, se deberá proceder en ese sentido (Sefer Hajinuj 529). Pero dado que la ingestión excesiva no es sana, «y no dañar ni echar a perder” al cuerpo precede en importancia a bal tashjit en los alimentos, es preferible tirar los restos de comida en vez de que sean ingeridos innecesariamente (Tratado de Shabat 140(B)).
Asimismo, está permitido arrojar a la basura alimentos que el dueño de casa o los miembros de su familia pudieran tentarse a ingerir siendo que les resultan nocivos a su salud. Sin embargo, en tiempos de carestía era preferible que una persona comiese todo lo que se le servía en el plato para que acumulase reservas para momentos peores, y por ello, se solía terminar la comida del plato. Sin embargo, en un tiempo en el cual las personas pobres no padecen de hambre, sino que por lo general sufren de sobrepeso, es preferible arrojar los alimentos sobrantes. En nuestros días, la principal preocupación debe ser no llenar el plato con alimentos excesivos. Y el cuidado debe orientarse principalmente a no llenar el plato con alimentos innecesarios y a no adquirir alimentos en demasía.
Una persona que ofrece una gran comida y tras esta le sobraron muchos alimentos saludables y sabrosos, tiene prohibido arrojarlos a la basura y deberá guardarlos en el refrigerador o en el freezer para poder ingerirlos más adelante. En caso de que su familia por sí sola no sea capaz de comer todas las sobras, corresponde que las reparta entre sus familiares o vecinos. En caso de que pudiese encontrar personas necesitadas que deseasen recibir las sobras, cuánto mejor, pues de ese modo salva a los alimentos de ser echados a perder y además cumple con el precepto de la tzedaká. Asimismo, es preceptivo que los dueños de salones de fiestas y restaurantes entreguen los alimentos buenos que les sobran a instituciones educativas o a familias carenciadas. En caso de que el valor del esfuerzo invertido en encontrar personas que deseen llevarse los alimentos sobrantes o acercárselos exceda el valor de los alimentos sobrantes – no será preceptivo esforzarse en repartirlos, sino que hacerlo será considerado únicamente una actitud piadosa. En caso de que resultase difícil encontrar personas que pudieran beneficiarse de los alimentos sobrantes se considera una actitud piadosa el tener compasión de los perros y los gatos y dárselos a comer para no eliminarlos inútilmente. No obstante, si en ese mismo tiempo la persona puede realizar acciones más importantes y benéficas, preferir ocuparse de los restos de comida no resultará una actitud piadosa, ya que la piedad religiosa indica llevar a cabo la acción más eficiente o conducente.