Nuestro maestro el Rav Kuk escribió que, si bien desde un punto de vista ideal sería bueno que el ser humano no se alimentara de carne de animales, de todas maneras, en vistas de nuestro estado moral presente no se debe inducir a las personas a abstenerse de su consumo, pues tras el diluvio, al verificarse cuán bajo puede caer el hombre, la Torá procuró orientarlo hacia su rol principal, que es el de la reparación de las relaciones con su prójimo. Esto es así en virtud de que resulta claro que existe una enorme diferencia entre el nivel del ser humano y el del animal, por cuanto que Adam fue creado a imagen y semejanza de D’s, y por ende posee una consciencia y un aparato emocional desarrollados, y cuando se le comete una injusticia se siente infinitamente más dolido que un animal, al tiempo que cuando los seres humanos se tratan entre sí con honestidad y cariño, se genera entre estos una sinergia que puede traer la redención al mundo.
Por lo tanto, a los efectos de poner de manifiesto como corresponde la demanda moral que encierran las máximas «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Vaikrá-Levítico 19:18) y «aquello que es odioso para ti no se lo hagas a tu compañero» (Tratado de Shabat 31(A)), la Torá nos ordenó que, de momento, renunciemos al ideal moral de no dañar a los animales (el Rav Kuk en Jazón Hatzimjonut Vehashalom 6-7). Así, está permitido faenar animales para comerlos, y tal como dijeran nuestros sabios, de bendita memoria (Tratado de Kidushín 82(A)), todos los seres vivos fueron creados para servir al ser humano, y en el actual nivel ético-moral del mundo ello se refiere a que también está permitido comerlos.
Más aun, si nos dedicásemos intensamente a educar en la compasión y el amor a los animales, en vez de beneficiarlos, destruiríamos los vínculos éticos entre los seres humanos, ya que aquellas personas que carecen de una moral suficientemente desarrollada pensarían para sí: «Dado que de todas maneras no nos cuidamos de no matar animales ni nos abstenemos de comerlos, podemos también matar a aquellos seres humanos que se interpongan en nuestro camino y quizás también comer de su carne». A su vez, otros malvados dedicarían todas sus virtudes al cuidado de los animales, ya que todo villano posee una chispa de buen corazón en su interior, y una vez que hubieren acallado su consciencia por medio de una conducta benevolente con sus mascotas, se permitirían robar, expoliar y matar a los seres humanos. Por lo tanto, en la actualidad no se debe impulsar a las personas a que no consuman carne. Se puede decir que mientras los seres humanos posean el deseo de ingerirla, ello es una señal de que todavía no llegamos a la etapa en la cual abstenerse de su consumo resulte ser un valor ético (Jazón Hatzimjonut Vehashalom 4:6:11).
Sin embargo, en un futuro el mundo en su totalidad habrá de elevarse, y tal como dijeran los sabios de la Cabalá, los animales se elevarán y se desarrollarán a un grado en el cual podrán hablar (Sha’ar Hamitzvot del Arízal a Parashat Ekev). E incluso su nivel moral se modificará por completo, tal como dijera el profeta (Ishaiahu-Isaías 11:6-9): «Morará el lobo con el cordero y el leopardo con el cabrito yacerá. El becerro y el cachorro y el cebón juntos estarán y un joven mozo los conducirá. Y la vaca y la osa pacerán, juntas yacerán sus crías, y el león cual vacuno comerá paja. Y te deleitará el infante en la madriguera de la víbora y hacia la hura del basilisco el destetado su mano tenderá. No harán el mal y no dañarán en toda la montaña de Mi Santuario; ya que estará colmada la tierra del conocer a HaShem tal como las aguas del mar al lecho recubren». Entonces, todos comprenderán que no es correcto matar animales y no habrá quien desee ingerir su carne. Tal como dijera el profeta (Oshea-Oseas 2:20): «y les concertaré un pacto en aquel día, con las fieras del campo y con las aves de los cielos y con los reptiles de la tierra, el arco, la espada y la guerra quebraré de la tierra» (Jazón Hatzimjonut Vehashalom 12:32).