06- Preceptos que expresan compasión durante la faena de los animales

Si bien se permite ingerir carne de animales, la Torá nos enseña a tratarlos de manera compasiva por medio de una serie de preceptos, con la intención de dirigir nuestra atención a la existencia de un problema de índole moral vinculado a su ingesta, y prepararnos así para la era futura en la cual dejaremos de comerla. Repasaremos brevemente seis preceptos de la Torá que se ocupan de esta cuestión:

1) La prohibición de comer un trozo de un animal vivo –“ever min hajai”-, esto es, se prohíbe arrancar un órgano de un animal mientras este se encuentra aún con vida y comerlo. El motivo es sencillo, cortar un trozo de un animal vivo, contemplar su dolor y su sufrimiento y posteriormente disfrutar del sabor de su carne es de una crueldad espantosa. Este precepto recae también sobre los hijos de Noaj (los gentiles), pues si bien tienen permitido comer cualquier animal, de todas maneras, pueden hacerlo solamente después de haberlo matado.

2) Faena. Se nos ordenó faenar el animal doméstico (behemá, por ejemplo, vacas y ovejas) aplicándole un corte en el cuello, y todo animal que no sea degollado entra en la categoría de nevelá (cadáver impuro) y su ingestión queda prohibida. Lo mismo ocurre con las aves y los animales salvajes (jaiá, se refiere, por ejemplo, a ciervos). Si bien el precepto de faenar es una ley (jok) cuyo motivo o significado no comprendemos por completo, resulta claro que encierra una expresión de compasión, tal como se explicará más adelante (18:3).

Respecto de las aves, dado que se encuentran en un nivel de desarrollo más bajo que el de los animales domésticos o salvajes, se nos ordenó cortar solamente uno de los conductos del pescuezo (simanim) y no los dos. En el caso de los peces y los saltamontes o langostas, cuyos sistemas nerviosos están menos desarrollados y su percepción del dolor es más amorfa – no se nos ordenó faenarlos en absoluto y no se incluyen en la prohibición de comer un trozo de un animal vivo (ver adelante 15:1 en la segunda regla general, 17:7-8 y 18:11).

3) No ingerir la sangre de un animal o un ave. El autor de Sefer Hajinuj explicó (precepto 148) que la ingesta de sangre resalta la crueldad, ya que la sangre de animales y de las aves se asemeja a la humana, y en esta reside la vitalidad de los seres vivos.

4) Es preceptivo cubrir la sangre de los animales o las aves tras su faena (ver adelante 18:9-10). Puede decirse que comer carne mientras la sangre del animal o el ave se encuentra derramada sobre el suelo implica un elemento de crueldad. Asimismo, cubrir la sangre expresa un determinado sentimiento de vergüenza por haber tenido que matar animales para comer su carne.

5) No faenar a un animal y a su cría en un mismo día (ver adelante 18:8). Esto es, a pesar de que se nos permite faenar animales para comer su carne, la Torá nos ordenó que no degolláramos en un mismo día a la madre y a su cría pues ello implica un aspecto de crueldad (Hajinuj 294). Asimismo, se teme que el matarife degüelle a la cría frente a su madre o viceversa intensificando así su sufrimiento (Moré Nevujim 3:48).

6) También el precepto de ahuyentar a la madre del nido antes de tomar los huevos (shiluaj haken), según muchos de los comentaristas, está destinado a evitar su sufrimiento (ver adelante cap. 16).

Vemos entonces que, si bien la Torá nos autorizó a comer carne, quiso evitar que en virtud de ello nos deteriorásemos moralmente incurriendo en la crueldad y la insensibilidad hacia el sufrimiento de los animales. Por ello, nos enseñó una serie de preceptos dirigidos a no incrementar su dolor (ver adelante 15:9 en lo que respecta al sufrimiento de los animales en la industria alimentaria).

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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