05- El fundamento del permiso es cubrir una necesidad humana

Una persona tiene permitido hacer sufrir a un animal para obtener su sustento, o en aras de su honor y su beneficio. Por ejemplo, cargarlo con mercadería y azuzarlo para que camine, o montar caballos y guiarlos por medio del uso de riendas que hacen doler sus bocas, el azuzado por medio de la fusta y el clavado de las espuelas en sus cuerpos para acelerar la marcha. Así como el ser humano se esfuerza, suda y sacrifica su honor en aras de obtener su sustento, el animal carga el yugo junto a él, y dado que sus emociones son menos intensas, se le puede encomendar un trabajo más duro y sufrido.

Esto y más, así como los seres humanos están a veces dispuestos a enfrentar un gran sacrificio y una gran pena en aras de su honor y su fe, así y más se permite hacer sufrir a los animales en aras de la fe y el honor de las personas. Por ejemplo, tras la muerte de un rey, se quemaban todos sus enseres personales en su honor, para que no los utilizaran otras personas, y esto incluía el corte de las patas de sus caballos por encima del casco para que nadie más pueda utilizarlos para la guerra. Y si bien esta mutilación les causaba un dolor enorme, la dignidad del rey, que es la dignidad y el honor de todo el pueblo de Israel, es más importante (Tratado de Avodá Zará 11(A), Tosafot ‘עוקרין’).

Otro tanto fue dicho respecto de la guerra del pueblo de Israel contra los reyes del norte (Yehoshúa-Josué 11:6): «Y le dijo HaShem a Yehoshúa no temas ante ellos pues mañana a esta hora Yo los haré caer muertos ante el pueblo de Israel, podrás cercenar los cascos de sus caballos y quemarás sus carros de combate». De esto se desprende que a Yehoshúa se le ordenó cercenar los caballos cortando sus patas por encima del casco para que rengueen sobre los muñones de sus patas como forma de humillar a quienes participaron del combate. Si bien era posible tomarlos como botín de guerra o matarlos, se ordenó cercenarlos para que quedaran defectuosos y enseñar así a los enemigos y al pueblo de Israel que no se debe confiar en los caballos (Radak, Abarbanel). Si bien este procedimiento implicó un gran sufrimiento para los animales, de este episodio aprendemos que se permite hacerlo en aras de una enseñanza moral de gran importancia.

Asimismo, vimos que los sabios multaron a quien iba a comerciar a un mercado dedicado a la idolatría, y determinaron que todo cuanto hubiere comprado debe ser destruido, y en caso de que hubiere comprado animales, estos debían ser cercenados cortándoles las patas por encima de los cascos para que el adquirente no pueda tener beneficio de estos. Si bien ello conlleva sufrimiento animal, nuestros sabios decretaron que se proceda así para alejar a los hijos de Israel de la idolatría (Tratado de Avodá Zará 13(A), Tosafot ‘אמר אביי’).

Además, Rabí Yehudá permitió vender un gallo blanco a un extranjero, y para que no pueda utilizarlo para rituales paganos se le debe cortar una garra, de lo cual resulta que en aras de ganar dinero se permite causar sufrimiento al gallo (Mishná Tratado de Avodá Zará 13(B)).

Asimismo, los sabios decretaron que, si una persona consagraba un animal para el Templo en tiempos en los cuales está destruido, a los efectos de evitar que la gente incurra en la profanación de algo sagrado utilizando el animal, se lo debe introducir a un sitio cerrado para que allí muera de hambre. No propusieron faenarlo y aliviar así su sufrimiento, no sea que alguien por error comiera de su carne, ni tampoco sugirieron matarla de otra manera para que no parezca que están infligiendo un defecto en algo consagrado (Tratado de Avodá Zará 13(B)). De esto se desprende que se ordenó hacer sufrir a un animal matándolo de hambre para evitar que las personas incurran en un error (Rambán ídem. De todas maneras, el cercenamiento es más doloroso, Rabí Akiva Eiguer a Avodá Zará 13(A)).

Asimismo, vimos que un anciano o un sabio, que no se condice con su estatus que descargue por sí mismo un animal, está exento del precepto a pesar de que el burro sufra bajo el peso de su carga. Empero la dignidad humana antecede en importancia al sufrimiento de los animales (Nimukei Yosef sobre el Tratado de Baba Metzía 32(B)).

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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