La Torá dividió a los animales en cuatro categorías: 1) Animales domésticos y salvajes (behemot y jaiot, esto es, mamíferos). 2) Peces. 3) Aves. 4) Reptiles, larvas e insectos (sheratzim, incluidos aquellos que son rastreros, los acuáticos y los voladores, entre los que se encuentra los saltamontes o langostas que son puros). En todas estas categorías hay especies puras e impuras, tal como se explicará más adelante en el presente capítulo.
La Torá estableció señales para diferenciar entre los animales, los peces y los insectos tanto puros como impuros. Asimismo, enumeró una lista de aves que no son puras para enseñarnos que las demás sí lo son.
Algunas de las grandes eminencias medievales (rishonim) señalaron que las especies puras comparten una característica distintiva y es que se alimentan de hierbas y tienen un temperamento afable, al tiempo que las especies impuras son depredadoras e irascibles. Dado que el alimento que el ser humano ingiere influye sobre su alma, la Torá ordenó no comer especies que tienden a la crueldad (Rambán, Rabenu Bejaié y Abarbanel a Vaikrá-Levítico 11, Akedat Ytzjak Sheminí 60).
Hay quienes escribieron que las especies puras son sanas para su ingestión al tiempo que las impuras no lo son (Moré Nevujim 48). Muchos se opusieron a mencionar este argumento ya que no corresponde reducir la Torá a un mero libro medicinal. Además, no hemos visto que los gentiles sean menos sanos físicamente que los judíos, sino que el objetivo de los preceptos es santificar al pueblo de Israel y reparar sus almas, y un judío que ingiere alimentos prohibidos la impurifica. Por ese motivo la Torá denominó ‘impuras’ a las especies que no debemos comer (Akedat Ytzjak Sheminí 60, Abarbanel a Vaikrá-Levítico 11).
En este sentido, nuestros sabios explicaron (Tratado de Yomá 39(A)) que “el pecado atonta el corazón del hombre, tal como fue dicho (Vaikrá 11:43): “…no os mancillaréis con ellos ya que os impurificarán”, no leas ‘impurificarán’ sino ‘atontarán’ (en el vocablo hebreo נטמתם con diferente puntuación e idénticas letras pueden leerse ambas acepciones , N. de T.), esto es, que todas las transgresiones y especialmente la ingesta de alimentos prohibidos atontan al corazón impidiéndole captar cuestiones espirituales vinculadas a la santidad. Desde este punto de vista, la prohibición de ingerir alimentos prohibidos es más grave que las demás prohibiciones, porque cuando uno de estos ingresa al cuerpo se asimila en él y lo afecta negativamente (Rambán, Rabenu Bejaié, Akedat ytzjak, Abarbanel y Malbim a Vaikrá-Levítico 11).