El matarife bendice inicialmente: “Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolam Asher Kideshanu Bemitzvotav Vetzivanu al HaShejitá” (“Bendito eres Tú, HaShem, nuestro D’s, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ordenó la faena ritual”). En caso de que se olvidase de bendecir, se habrá perdido la oportunidad de hacerlo, pero la carne faenada será kasher (Shulján Aruj 19:1).
Quien se dispone a faenar numerosos animales, bendice una sola vez por todos, y no habla desde que bendice y hasta que termina toda la shejitá. Sin embargo, tendrá permitido hacerlo en cuestiones vinculadas a la faena.
Aunque sea probable que en la revisación posterior a la faena el animal resulte ser una trefá, y de ello se deduzca que la shejitá no sirvió para transformar al animal en apto de ser consumido, se bendice por la faena de todo animal, ya que en su mayoría suelen ser aptos. No obstante, si cuando el animal está aún con vida surge la duda respecto de su aptitud, por ejemplo, si la bestia estuviese enferma o herida, no se recitará la bendición previo a la faena ya que resulta dudoso que la shejitá sirva para habilitar la carne. Inmediatamente después de la shejitá es preciso apurarse en revisar el animal, en caso de que resulte kasher, el matarife deberá recitar la bendición de inmediato (Ramá 19:1, Kaf HaJaím 8:11). Es mejor faenar un animal común o un ave junto a una bestia respecto de la cual surgen dudas, de modo tal que se bendiga por el ave y se incluya así al animal de aptitud dudosa (Turei Zahav, Siftei Cohen).