Un animal que pare, si se sabe a ciencia cierta que la cría completó el período de preñez, puede ser faenada de inmediato. Pero si no sabemos con certeza si lo ha completado, para los animales domésticos grandes (vacas) nueve meses y para los domésticos pequeños (ovejas y cabras) cinco, hay que esperar hasta el octavo día posterior a la parición pues entonces ya queda claro que podrá sobrevivir, y por lo tanto, puede ser faenado. Dado que en la práctica no sabemos si el animal concluyó o no el período de su preñez, no se faena a la cría antes del octavo día posterior a la parición (Shulján Aruj 15:2). Sin embargo, en lo referido a los sacrificios, es precepto positivo de la Torá no traer un animal para ser ofrendado antes de que llegue al octavo día, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 22:27): “Buey o cordero o cabra, cuando naciere, habrá de estar siete días con su madre, y desde el día octavo en adelante será aceptado como ofrenda, sacrificio ante HaShem”. Sin embargo, en lo que concierne a la faena de animales domésticos (behemot) y salvajes (jaiot) para consumo regular, no se faena antes del octavo día solamente para cerciorarse de que la cría no haya padecido de una muerte temprana (nefel).
Un polluelo entero que rompió el cascarón y salió es apto para ser faenado. Pero mientras se encuentre dentro de la cáscara, se lo considera embrión (sheretz haof), por lo que si rompemos la cáscara del huevo y tomamos al polluelo estará prohibido tanto faenarlo como comerlo. El polluelo en cuestión estará apto para la faena solamente después de que haya crecido y sea como los demás pollos (Shulján Aruj 15:1, Simlá Jadashá 1). Según la opinión de muchos juristas, un polluelo que rompió la cáscara del huevo por sí mismo no debe ser faenado mientras no tenga todavía plumas grandes en sus alas, para evitar la prohibición de la Torá de efectuar actos abominables (bal teshaktzú) (Siftei Cohen 15:2, Tevuot Shor 15:2, Aruj HaShulján 2-3. El Turei Zahav lo permitió).