06- La problemática del tratamiento del primogénito en nuestros días

En nuestros días, el Templo de Jerusalém yace en ruinas y no resulta posible ofrendar un sacrificio de un animal primogénito carente de todo defecto (tam). Por lo tanto, al nacer uno, es preciso aguardar hasta que le surja algún defecto (mum) que lo inhabilite para ser ofrendado, y solamente entonces el cohen podrá faenarlo e ingerir su carne. Si bien el cuidado del animal primogénito (tam) implica un gran esfuerzo, el cohen no debe rechazar recibirlo, ya que de hacerlo parecería estar despreciando los obsequios del sacerdocio. Asimismo, el cohen tendrá prohibido ingresar al animal a un sitio cerrado para hacerlo morir de hambre porque de esa manera estará perdiendo los kodashim. Asimismo, un cohen tiene prohibido provocarle un defecto al animal, por ejemplo, adherirle un trozo de masa a la oreja del primogénito para que entonces venga un perro, la muerda y le provoque un defecto. Asimismo, está prohibido pedirle a un gentil que le inflija un defecto al animal. En efecto, el cohen deberá recibir el animal y cuidarlo, y en caso de que el defecto surja de manera natural, podrá faenarlo. De no ser así, deberá ocuparse de él hasta que muera y entonces enterrarlo, ya que, en ese caso, estará prohibido obtener beneficio tanto de su cuero como de su carne (Shulján Aruj 313:1-3, 309:1).

A los efectos de librarse del problema del tratamiento de animales primogénitos se acostumbra a venderlos a un gentil, tal como se habrá de explicar en la próxima halajá. En caso de que el israelita no hubiere vendido su animal, con la intención de que cuando para a un primogénito pueda entregárselo al cohen y de esa manera afligirlo – el cohen no estará obligado a recibirlo (Ramá 306:4). En caso de que el israelita actuase negligentemente y no hubiese vendido al gentil las hembras que están por parir primogénitos, mas no lo hiciese con la intención de fastidiar al cohen, surge la duda de si este último debería o no aceptar el primogénito y ocuparse de él o si tiene la posibilidad de decir que dado que el israelita incurrió en una omisión, él es quien debe ocuparse del animal hasta que muera o hasta que le aparezca algún defecto (Jatam Sofer Yoré Deá 302, Pitjei Teshuvá Yoré Deá 302:2-3).

Tal como ya estudiamos, si un primogénito naciere involuntariamente, el cohen deberá aceptarlo y ocuparse de él hasta el día en que muera. Por este motivo, los cohanim solían estar sumamente interesados en que al animal le surgiera algún tipo de defecto, al grado de que nuestros sabios afirmaron que los cohanim son sospechosos de causarle defectos a los animales primogénitos. Por lo tanto, en caso de que el animal sufra de un defecto que pudiera estar provocado por la mano del hombre, el cohen deberá traer un testigo que afirme que este ocurrió espontáneamente, y en caso de carecer de uno, no se habilitará al animal para su faena en virtud de esa deficiencia específica (Shulján Aruj 314:1).

En caso de que hubiera un testigo que declare que el defecto ocurrió de manera espontánea, se le habrá de mostrar la deficiencia a un experto en las reglas de los defectos animales. En caso de no contarse con uno, se le exhibirá el defecto a tres estudiosos de la Torá de los cuales uno sea idóneo en defectos, y en caso de que sentencien que se trata de un mum definitivo que no habrá de curarse por sí solo, estará permitido faenarlo (Shulján Aruj 309:2). En caso de que el animal sea faenado sin habérselo mostrado ante un rabino (jajam) – estará prohibido ingerir su carne. Incluso si después de la faena un rabino ve que el animal posee un defecto permanente, dado que no se lo mostró previo a la faena – los sabios multaron a su propietario y prohibieron la ingestión de su carne. Y hay juristas que adoptaron una actitud más flexible en caso de que el defecto resulte muy evidente (Shulján Aruj 310:1, Turei Zahav 1).

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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