Las sirjot son tejidos que se pegan, aferran y expanden por la pared del pulmón generando adherencias que se extienden desde un sitio a otro sobre la pared del pulmón, o generan adherencias entre la pared del pulmón y la pared del tórax o alguno de los órganos contiguos a los pulmones.
El motivo por el cual esta adherencia inhabilita es que surge a partir de un orificio que se encontraba en el pulmón, y si bien la sirja lo tapa, posteriormente se separa, lo cual hace que el orificio vuelva a estar abierto causando así la muerte del animal (Rashi). Hay quienes dicen que la sirja no tiene su origen en esa perforación, sino que, al sufrir una tensión, la sirja puede desprenderse del pulmón dejando debajo de sí un orificio que cause la muerte del animal (Tosafot). Sin embargo, la sirja resulta inhabilitante únicamente cuando es “irregular” (sheló kesidrán), porque se extiende entre dos sitios que no están contiguos, lo cual hace que la pared del pulmón se tense cada vez que el animal respira, hasta que al final la sirja se desprende y bajo esta queda una perforación que es la que causará la muerte del animal. Pero si la sirja es “regular” (kesidrán), esto es, si se extiende entre dos sitios que sí son contiguos, será apta, ya que la respiración del animal no provocará una tensión no natural de la pared del pulmón y por ende no cabe temer que se genere un orificio (Tratado de Julín 46(B)).
En términos generales, existen dos controversias (majlokot) en lo que concierne a la norma de la sirja. La primera, ¿dónde se encuentran las adherencias regulares que son aptas (kesidrán) y dónde las irregulares que inhabilitan (sheló kesidrán)? La segunda, y es la principal a los efectos prácticos, es si la sirja irregular (sheló kesidrán) es siempre inhabilitante (trefá) o solo cuando tiene debajo suyo una perforación, y para aclararlo es preciso realizar la revisión del burbujeo (bitzbutz), o la revisión del aplastamiento (mi’uj) y la del palpado (mishmush). En lo que respecta a la primera discusión, Rabí Yosef Caro adopta la actitud flexible y el Ramá la actitud estricta. En lo que respecta a la segunda -que es la que define el destino de la mayoría de los animales- Rabí Yosef Caro adopta la actitud estricta y el Ramá la flexible.
La primera controversia: el pulmón del animal está dividido en lóbulos (onot), esto es, espacios en los cuales ingresa el aire. El vocablo ‘oná’ (singular de onot) es arameo y significa ‘oreja’, en virtud del parecido existente entre las partes del pulmón y las orejas cuando están caídas. Del lado derecho hay cuatro lóbulos y del izquierdo tres, al tiempo que en cada uno de los lados hay un lóbulo más grande que es denominado “uma”, vocablo que proviene de la palabra “em”, madre, ya que es la madre de los lóbulos. Cuando el pulmón se llena de aire los lóbulos se acercan entre sí y solo se ve una fina ranura entre estos.
Hay quienes dicen que mientras que las adherencias (sirjot) se extiendan entre dos partes contiguas de modo tal que no se perciba desde afuera -por ejemplo, dos lóbulos que están pegados el uno al otro, o si en el sitio angosto del tórax las sirjot pegan el pulmón a la caja toráxica- no inhabilitan en absoluto y no resulta necesario revisarlas (Rashbá, Shulján Aruj 39:4, 18).
Por otra parte, hay quienes detentan una opinión estricta y entienden que solo si la sirja conecta dos lóbulos contiguos en la mitad interior de la hendidura que los separa, se la considera regular y no puede inhabilitar. Pero si se encuentra en la mitad exterior o si se extiende desde el pulmón a la pared del tórax, incluso en la parte delantera que es estrecha, al respirar el animal puede generarse un determinado tensado en la pared del pulmón, y por ello se la considera irregular (sheló kesidrán) e inhabilitante (matrifá) (Rabí Ya’aov ben Yehudá Weil y Ramá 39:4, 18).