Pninei Halajá

2 – Aniversario del fallecimiento (la Hilulá) de Rabí Shimon Bar Iojai.

En Lag Ba’Omer muchos acostumbran a visitar las tumbas de Rabí Shimon Bar Iojai y su hijo Rabí Eleazar en el Monte Merón, montando en el sitio una gran fiesta, encendiendo fogatas acompañadas de cantos y bailes. Entre quienes mantienen esta tradición se encuentran también los justos y los eruditos de la Torá.

Entre los sabios de Israel hubo quienes pusieron en tela de juicio esta costumbre pues, ¿cómo es posible que se celebre una fiesta en un día que no acaeció un milagro al Pueblo de Israel y no fue fijado por nuestros sabios de bendita memoria como una celebración? Si bien sabemos que en este día no se recita Tajanún ni se ayuna, no encontramos ninguna fuente que indique que el día adquiere carácter festivo (Jatam Sofer Ioré Deá 233). Si se trata de un homenaje al fallecimiento de Rabí Shimon Bar Iojai, el día del aniversario del deceso de un sabio corresponde ayunar, por lo que no se entiende cómo es posible que se celebre (Shoel Umashiv I 39).

Empero muchos acostumbran a celebrar alegrías de mitzvá y entre ellos los justos y eruditos. Y si bien comúnmente el día del deceso de un sabio es un día doloroso, los cabalistas nos transmitieron en nombre de Rabí Shimon Bar Iojai, que su voluntad fue que nos alegremos el día de su fallecimiento. En el Zohar, el día del fallecimiento de Rabí Shimon Bar Iojai es llamado «Hilulá», vocablo empleado para denominar una fiesta nupcial. Esto se debe a que el apego a la Divina Presencia (Shejiná) en este mundo, se asemeja al compromiso entre los novios y el apego a la Divinidad en el mundo venidero es comparado con el matrimonio. La muerte en este mundo se ve diferente desde la perspectiva del mundo venidero. En este mundo, el fallecimiento se percibe como un evento sumamente triste y cuando un justo muere queda un enorme vacío en su entorno inmediato, por lo que el pueblo se enluta. Empero en los mundos superiores se entiende que todo es para bien, más aún, tras su deceso, el justo se ve liberado de las cadenas que lo amarraron a este mundo y accede a la plenitud de la luz de la Torá en el mundo venidero. Esto se refiere especialmente a los justos que se dedican principalmente al esoterismo, cuya ocupación central es la luz interior y oculta del alma, razón por la cual mientras se encuentran limitados por la materialidad de este mundo, no pueden percibirla en su completitud, empero cuando se retiran de este mundo y se elevan por encima de las barreras de la materialidad, se abren ante ellos los portones de la sabiduría y la luminosidad interiores, y entienden en profundidad los secretos de los que se ocuparon en su vida en este mundo material. En el mismo día del fallecimiento, se puede percibir que los tabiques y limitantes de este mundo se debilitan, tal como se relata en el Zohar en la Idara Zuta, en cuanto a que en el día de su fallecimiento, Rabí Shimon Bar Iojai reveló secretos profundos y maravillosos que previamente no tenía permitido revelar, razón por la cual lloraba de alegría.

Por este motivo el día del fallecimiento de un gran justo se asemeja a un casamiento, pues en ese día accede a unirse completamente con la Divina Presencia, su Torá se transforma en una gran luminaria en los mundos superiores y de esa manera sus discípulos y seguidores en este mundo pueden conectarse mejor y más profundamente con sus secretos y enseñanzas. Es así que los discípulos de Rabí Shimon Bar Iojai, por entender estas cuestiones, hicieron del aniversario del fallecimiento de su maestro un día de fiesta, por cuanto que en ese día reveló secretos de la Torá.

Lo particular en el caso de Rabí Shimon Bar Iojai, es que su aniversario también es conmemorado por judíos que no han profundizado en sus enseñanzas. De esta manera Lag Ba’Omer se transformó en un día de festejo de la Torá oculta, del esoterismo judío, en el cual multitudes ascienden al Monte Merón a celebrar el aniversario de Rabí Shimon Bar Iojai. Los iniciados de entre los asistentes se alegran por los secretos revelados en mérito de Rabí Shimon Bar Iojai y sus discípulos, al tiempo que los no iniciados se alegran con el hecho de que la Torá es infinitamente profunda como el mar y algunos justos logran conectarse con sus secretos y por su intermedio este mundo opaco se ve algo más luminoso. Además, reconocer de que hay secretos en la Torá que están más allá de la comprensión del lego, implica una medida muy importante de sabiduría y humildad, y mediante esta actitud hasta las personas más simples logran elevarse.

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