Hace ya cientos de años, que se acostumbra a encender fogatas en honor a Rabí Shimon Bar Iojai contiguo a su tumba en el Monte Merón. Inclusive en otras partes se encienden fogatas, y es costumbre de algunas sinagogas encender velas en honor a la «Hilulá».
La vela y la luz simbolizan la Torá y los preceptos, tal como está escrito (Proverbios 6:23): «Porque el mandamiento es una lámpara y la enseñanza es luz». El fuego tiene una virtud maravillosa, pues a partir de leños inertes y fríos surge una llamarada que tiene el poder de iluminar, calentar y quemar. Es por esta razón que la Torá y los preceptos fueron comparados con fuego, pues mediante su cumplimiento en este mundo frío y oscuro el hombre accede a la luz eterna.
Los hombres piadosos acostumbraron a encender fogatas en Lag Ba’Omer, que simbolizan la gran luz de los secretos de la Torá, que fueron develados por Rabí Shimon Bar Iojai. El Zohar (III 291:2) nos relata que el día de su deceso, Rabí Shimon Bar Iojai le reveló a sus alumnos grandes secretos que están escritos en la Idara Zuta y por efecto del fuego que rodeaba al maestro, los discípulos no pudieron acercarse.
De todas maneras, es menester mencionar que las costumbres de Lag Ba’Omer son opcionales y ni Maimónides ni el Shulján Aruj establecieron que se deba encender una fogata o que haya que visitar la tumba de Rabí Shimon Bar Iojai, y muchos de los grandes maestros de Israel no acostumbraron a hacerlo.