Pninei Halajá

06. La intención («kavaná») que debe acompañar al recitado del primer versículo.

La intención principal al recitar el primer versículo, debe ser la aceptación del Yugo Celestial, tal como está escrito (ídem 6:6) «Y serán las palabras estas que Yo te ordeno sobre tu corazón«. Por lo tanto, la persona debe concentrarse en lo que recita en el primer versículo y si no lo hace no cumplió con su deber (Talmud Babilonio Berajot 13(B), Shulján Aruj 60:5, 64:4).

Incluso quien se concentra en el significado de cada palabra, debe cuidarse de no distraerse en medio del versículo. Sin embargo, a posteriori, si también pensó en el significado del versículo, cumplió con su deber.

Esta es la intención que se debe tener al recitar el primer versículo: «Escucha Israel»- el precepto de aceptar el Yugo Celestial está destinado al pueblo de Israel que fue creado para revelar la creencia de la unicidad Divina en el mundo. El nombre de D´s empleado en este versículo es el de las Cuatro Letras I-H-V-H (י-ה-ו-ה-) que se pronuncia A-donai. La meditación debe centrarse en la pronunciación que significa que el Eterno es dueño de todo lo que existe y en el nombre tal como se escribe que significa que fue es y será (con estas cuatro letras hebreas se conforman los tiempos pasado presente y futuro del verbo ser n. de t.). Elokeinu (Nuestro Dios) implica que es Todopoderoso y reina sobre nosotros (Shulján Aruj 5:1). Al decir Ejad (Uno) se debe meditar en que Él es el único Rey del mundo todo, en el cielo y en la tierra. Esta idea está insinuada en el vocablo hebreo «Ejad» –Uno (א ח ד) pues en hebreo la letra alef (א) tiene el valor numérico uno, la segunda letra es la jet (ח) tiene el valor numérico 8 que alude a los siete cielos y la tierra, mientras que la tercera letra, la dalet (ד) tiene el valor numérico cuatro que recuerda los cuatro puntos cardinales. Al decir «Ejad» se debe prolongar la pronunciación de la letra «dalet», mientras se alcanza a meditar en que D´s es único en el mundo y gobierna los cuatro confines de la tierra (Shulján Aruj 61:6 y ver Mishná Berurá 18).

A posteriori, consideramos que también quien no meditó el significado exacto de cada palabra y cada Nombre Divino, si entendió en forma general el sentido de lo recitado que es la aceptación del Yugo Celestial, cumplió igualmente con su obligación.

Si la persona se distrajo y no puso atención al significado general de las palabras, esto es, la aceptación del Yugo Celestial, no cumplió con su deber y debe volver a recitar el «Shemá» poniendo intención. Si se da cuenta que está distraído inmediatamente después de terminar el primer versículo del «Shemá«, que espere un poco para que no parezca que lo recita dos veces y que vuelva a recitarlo en voz baja. Si se da cuenta que está distraído en la mitad de la primera porción, que se detenga y vuelva recitarlo correctamente. Si se da cuenta en medio de la segunda porción, que termine de leerla y luego vuelva a recitar la primera y después que pase a la tercera («Vaiomer») sin que sea necesario volver a recitar la segunda, ya que a posteriori, el orden en que se dicen las porciones no es un impedimento para el cumplimiento del precepto (Mishná Berurá 63:14, Kaf HaJaím 17-18).

A los efectos de que la persona se concentre mejor, se acostumbra a recitar el primer versículo en voz alta. Asimismo se acostumbra a cubrir los ojos con la mano derecha para no mirar algo que pueda distraer (Shulján Aruj 61:4-5, Mishná Berurá 17). Es una buena práctica que toda la congregación recite el primer versículo al unísono con tono agradable, pues de esta manera la voz es escuchada en los ámbitos superiores y el Santo Bendito Sea se ve loado por esta (Shir Hashirim Rabá 8:2).

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