En la mañana del 14 se despierta el interrogante de qué ocurre con el jametz que es arrojado a la basura, ¿acaso también es necesario quemarlo?
Si el bote de basura pertenece a un judío o se encuentra en un patio de su propiedad, a priori es necesario arrojar sobre el jametz hipoclorito de sodio o cualquier otro producto que lo estropee hasta que se torne no comestible para un perro. En caso de necesidad, por cuanto que al jametz arrojado a la basura se lo considera repulsivo no es necesario estropearlo más pues ya está eliminado en virtud de su carácter desagradable.
Si el bote de la basura es propiedad municipal y se encuentra en el dominio público, quien arrojó allí el jametz antes del horario en que comienza la prohibición no precisa eliminarlo. Tampoco el municipio precisa eliminar este jametz ya que a priori no tienen interés alguno en adquirirlo, sino que toda su intención es levantar la basura y transportarla al basurero.