Pninei Halajá

02) Quien come y no bendice comete perjurio y roba

Los cielos relatan la gloria de D´s y la tierra está plena de Su magnificencia. Los árboles y las hierbas le entonan cánticos de alabanza, los seres vivos andan y reptan ante Él, las aves vuelan en Su presencia y todo ser existente se mueve y se estremece en Su honor. Todos juntos y cada ser por separado recitan poesía delante Suyo.

Cada ser vivo creado por D´s en Su mundo tiene un cometido propio y revela un aspecto suplementario del bien infinito con el que HaShem prodiga al universo, ya que el Eterno no crea ser alguno sin propósito.

Las uvas poseen una particularidad propia, otro tanto los higos y de igual manera cada una de las frutas. Hay de estas que son dulces y otras más ácidas, algunas son nutritivas y otras estimulantes, unas son de pulpa dura y otras más blandas, y cada forma y color de cada una de estas generan una atmósfera y un ambiente particular. Cada fruto de la vid que creció en el mundo de HaShem posee una singularidad y ninguna uva puede reemplazar a otra. Si bien desconocemos los secretos de cada uno de los frutos, el Eterno que los creó introdujo en cada uno de ellos una chispa especial que lo vivifica y le hace crecer.

Todo aquel que toma algo del mundo sin pedir permiso altera la armonía general del universo y es considerado un ladrón. Empero si recita una bendición y reconoce la bondad recibida de parte del Santo Bendito Él, se considera que lo tomó con permiso. Respecto de esto dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 35(A)): «El ser humano tiene prohibido disfrutar del mundo sin recitar bendición, y todo aquel que disfruta del mundo sin hacerlo comete perjurio… y es como si disfrutase (indebidamente) de aquello que es consagrado al Cielo». Asimismo, dijeron que «Todo aquel que disfruta de este mundo sin recitar una bendición, es como si hurtase al Santo Bendito Él y a la Grey de Israel» (ídem 35(B)). Esto obedece a que la tendencia general de toda la Creación es revelar la Palabra de D´s en el mundo, y este es también el cometido del pueblo de Israel, tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 43:21): «Este pueblo que formé para Mí habrá de relatar Mi gloria». Y cuando el ser humano disfruta del mundo sin recitar bendición es como si arrebatase tanto a D´s como a Israel.

Empero, si bendice a HaShem no sólo que no afecta a la Creación, sino que, por el contrario, la bendición es considerada como una revelación del Nombre Divino en un nivel superior al de la mera existencia de ese ser. La bendición revela la raíz superior del alimento sabroso y bonito creado por D´s. Ese es el cometido superior de todo ser creado, que el Nombre de HaShem se vea consagrado en el mundo por su intermedio, e incluso quien recita la bendición accede entonces a elevarse y conectarse con el Eterno.

Sobre esto, nuestros sabios dijeron (ídem Berajot 35(B)) que previo al recitado de una bendición toda la tierra y su contenido le pertenecen a D´s y nadie tiene derecho a disfrutar de ella, tal como está escrito (Tehilim-Salmos 24:1): «De HaShem es la tierra y cuanto ella contiene, el mundo y los que en él habitan.» Empero, tras pronunciar la persona una bendición, es la Voluntad del Creador que pueda el ser humano disfrutar de todo cuanto Él creó en la tierra, como fue dicho (Salmos 115:16): «Los cielos pertenecen a HaShem y la tierra la concedió a los hombres».

Además, el Talmud explica allí que quien no sabe recitar las bendiciones debe acudir donde un sabio y aprenderlas. Aparentemente, no es suficiente estudiar las bendiciones superficialmente, sino que es menester ir donde el sabio para aprender todas las reglas referentes, así como su significado oculto y su sentido, para así saber cómo, por su intermedio, santificar correctamente el Nombre de D´s.

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