Pninei Halajá

08. Ashkenazíes que rezan con pronunciación sefaradí.

Una pregunta similar surgió en el seno de los ashkenazíes del sector sionista religioso. Hace tres generaciones, al iniciarse la Reunión de las Diásporas, los pioneros de entonces sintieron la necesidad de amalgamar a todas las diásporas y devolver al pueblo judío a su lengua originaria, el hebreo. A los efectos de poder unificar a todos bajo una misma pronunciación se escogió la sefaradí. Si bien según la opinión del Rav Kuk de bendita memoria y varios otros juristas cada congregación debe preservar, a la hora de rezar,  su pronunciación tradicional; en la práctica, dado que el hebreo coloquial y el que se aprendía en la escuela eran con acento sefaradí, esta pronunciación se arraigó también en el rezo. Más aún, muchos de los directores de instituciones sionistas religiosas instruyeron a sus alumnos ashkenazíes a que sigan las directivas de algunos de los juristas que indicaban emplear la pronunciación sefaradí. Algunos de los rabinos se opusieron vehementemente a los ashkenazíes que cambiaron la pronunciación, y algunos indicaron que para quien le resulte muy difícil recitar todo el servicio con pronunciación ashkenazí, que al menos pronuncie el Nombre Divino con este acento, pues es justamente allí donde resulta más notoria la ventaja gramatical de esta tradición (Har Tzví Oraj Jaím 1:4, Az Nidberu III 48:1, de acuerdo al Jazón Ish).

Sin embargo, en la práctica, los rabinos no impulsan a sus alumnos a modificar su acento, ya que como la pronunciación sefaradí es apta para el rezo tanto como la ashkenazí y además todos acostumbran a hablar con el acento primeramente mencionado, no es necesario esforzarse para pronunciar el rezo a la usanza original de los ancestros. Además, si el esfuerzo en modificar el acento puede provocar la pérdida de concentración en el rezo, es preferible no modificarlo. Y en el caso del ashkenazí que ya reza con acento sefaradí, es mejor que también pronuncie así el Nombre Divino para no mezclar las pronunciaciones, ya que hay juristas que opinan que al mezclar acentos ni siquiera, a posteriori, se cumple con el deber de rezar (Hagri Hankin, Shaarim Hametzuianim 18:5). Es así que se acostumbra a recitar todo el rezo, incluido el Nombre Divino, con pronunciación sefaradí.

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