Pninei Halajá

3 – La conmemoración de Purim para las generaciones

Si bien la alegría por la salvación fue enorme, en un inicio no estaba claro cómo debía  ser conmemorada. Esther le envió a los sabios un mensaje: «inscribidme por todas las generaciones», esto es, le pidió que escriban un libro que relate las peripecias acaecidas y que lo incluyan en el canon bíblico. Esther también pidió a los sabios «establecedme por todas las generaciones», lo cual implica que Purim sea fijado como un día de fiesta y lectura del Libro de Esther, escrito en un rollo de pergamino (Meguilá), por todas las generaciones. En un comienzo los sabios dudaron qué hacer, pues por una parte temían por la reacción de los gentiles al ver que los judíos celebraban su derrota, y por otra parte dudaban de si era pertinente volver a escribir sobre la lucha contra Amalek en el Libro de los Libros. Hasta que finalmente, hallaron entre las alusiones de los versículos, que había lugar para volver a escribir en el Tanaj sobre la guerra contra Amalek y así los miembros de la Gran Asamblea (Kneset HaGuedolá), redactaron el Libro de Esther imbuidos de inspiración Divina, estableciendo la celebración de Purim para todas las generaciones (Tratado de Meguilá 2 (A), 7(A), Tratado de Baba Batra 15(A)).

Los miembros de la Gran Asamblea eran el Tribunal Supremo que fungía en los inicios de la época del Segundo Templo, y estaba conformado de ciento veinte sabios, entre ellos algunos profetas y eruditos tales como  Hagai, Zejariáh, Malají, Daniel, Hananías, Mishael, Azarías, Ezrá el escriba, Nehemiá ben Hilquiáh, Mordejai y Zerubabel ben Shealtiel. El Mordejai en cuestión es Mordejai el judío. El más importante de todos estos era Esdras el escriba, al punto que a veces la Gran Asamblea es denominada el Tribunal de Esdras el escriba. Este tribunal es el que estableció las primeras grandes disposiciones y decretos, que hoy conocemos como los preceptos emanados de los rabinos, de cuya autoridad se deriva la magna labor de los sabios de la Torá Oral.

El milagro de Purim es considerado el último que se pudo escribir en el Tanaj, y tal como dijeron nuestros sabios (Tratado de Yomá 29(A)): «El de Esther es el último de los milagros» y con la redacción del Libro de Esther se sella prácticamente el Tanaj.

Purim es el eslabón que conecta a la Torá Escrita con la Torá Oral y ese es el status de los preceptos de esta fiesta que se cumplen «por tradición» (midivrei kabalá), que es un grado intermedio entre preceptos de la Torá y preceptos rabínicos. Por una parte, los preceptos de Purim carecen de la jerarquía de los que figuran en la Torá escrita, y por la otra no poseen el status de preceptos rabínicos, pues la Meguilá de Esther está incluida  en las Sagradas Escrituras. Los sabios medievales debatieron respecto de qué ocurre en el caso de que surja una duda sobre un precepto de Purim, ¿acaso debería la Halajá ser más estricta como en caso de duda respecto de un precepto de la Torá, o más flexible como en caso de duda respecto de un precepto rabínico?

En Purim tenemos siete preceptos de los cuales cuatro, son exclusivos de la fiesta, y son: a) Lectura de la Meguilá, b) Envío de comidas de una persona a su prójimo, c) Regalos para los pobres, d) Banquete y alegría. Otros tres preceptos se aplican también para otros días festivos y son: a) Lectura de la Torá (para hombres), b) Recordación del día mediante la recitación de «Al Hanisim» en los rezos y la bendición para después de la ingestión de alimentos, c) Prohibición de pronunciar sermones fúnebres y de ayunar.

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