Pninei Halajá

03 – Israel y los tiempos

La santidad del Shabat es fija y existe desde que HaShem creó el mundo en seis días y cesó de hacerlo el séptimo. En cambio, la santidad de las fiestas depende del pueblo de Israel. Esta cuestión encierra dos aspectos. El primero, que la idea especial de cada festividad se reveló por medio del pueblo de Israel:  en Pesaj HaShem sacó a Israel de Egipto, en Shavuot le entregó la Torá, en Sucot recordamos Su especial Providencia sobre nosotros. En Rosh Hashaná, el pueblo de Israel se presenta ante HaShem como los enviados en representación de todas las naciones del mundo para coronar a D´s sobre el universo. El segundo aspecto intrínseco es que todas las fiestas dependen del calendario hebreo, el cual es consagrado por el pueblo de Israel. Esto es, si bien el mes hebreo depende del ciclo de la luna, la visibilidad de esta en su renovación no determina por sí sola la consagración del novilunio, sino que únicamente el Tribunal del pueblo de Israel puede hacerlo, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 12:2): «Este mes será para vosotros» – «Este testimonio os será dado a vosotros» (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 22(A)). Unos trecientos años después de la destrucción del Segundo Templo, cuando los sabios de la tierra de Israel y primero entre estos el Nasí Hilel II vieron que en virtud de la sumisión y las desgracias recurrentes los sabios judíos tendrían enormes dificultades en continuar consagrando los meses, calcularon los meses y los años, consagrándolos hasta el final de las generaciones por medio de cálculos astronómicos. De todas maneras, la consagración de los meses depende aún de los judíos que habitan la tierra de Israel ya que deben ser estos últimos quienes los determinan empleando el método fijo de cálculo calendario; y en caso de que – D´s no lo permita – llegase a no haber judíos en la tierra de Israel, la fijación de los meses establecida por el último gran tribunal quedaría sin efecto y se verían anulados tanto los meses como las festividades. Sin embargo, HaShem nos prometió que algo así no ocurrirá jamás (Rambám Kidush Hajodesh 5:1-3, Sefer Hamitzvot 153, Pninei Halajá Zmanim 1:3).

Vemos que la santidad de las Festividades depende del pueblo de Israel y a este aspecto se refieren nuestros sabios cuando establecieron que recitemos en el rezo y en el Kidush festivo las palabras: «Bendito eres Tú HaShem que santifica a Israel y a los tiempos». Aparentemente, esto resulta difícil de comprender ya que es sabido que no se finaliza una bendición mencionando dos cuestiones diferentes. Lo que ocurre es que el pueblo de Israel y los tiempos no son dos temas separados, dado que Israel es quien los consagra (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 49(A)). Por su parte, la santidad del Shabat es fija y fue establecida por HaShem por lo que la bendición sabática reza: «Bendito eres Tú HaShem que santifica el Shabat» (ídem Pesajim 117(B)). Por ello, a pesar de que el Shabat es un día sagrado y superior en santidad a las festividades, el precepto de la alegría es mayor en estas últimas, ya que es cuando se revela más claramente el valor de nuestras acciones en este mundo.

Dado que la santidad de las festividades depende del pueblo de Israel, resulta que en estas se pone de manifiesto el hecho que dicha santidad es proyectada hacia cada uno de los miembros de la nación revelando la unión del pueblo. Es así como vemos que, en el caso de Shavuot, al pararnos unidos frente al Monte Sinaí recibimos la Torá (adelante 13:6). En el caso del Korbán Pesaj, este también insinúa la cuestión de la unidad del pueblo de Israel y su singularidad (Maharal de Praga Guevurot HaShem 36-37). De igual forma, las cuatro especies que tomamos en Sucot aluden a la unidad entre los diferentes sectores del pueblo.

Como continuación de esto, a los efectos de no generar una disparidad entre quienes peregrinan al Templo, los sabios dictaron medidas contemporizadoras respecto de la actitud a tener para con los amei haaretz (lit. pueblo de la tierra), esto es, con aquellos judíos legos en cuestiones religiosas. Los sabios decretaron que durante todo el año el contacto con un am haaretz impurificaba ya que entre estos abundaban los que no eran cuidadosos en el cumplimiento de las reglas de pureza e impureza. En las festividades, los sabios indicaron que se acepta la declaración del am haaretz respecto de su estatus de pureza de modo tal que todo aquél que se declara puro se le cree y no impurifica por contacto la carne de los sacrificios y demás alimentos. Los sabios basaron su decisión en el versículo (Shoftim-Jueces 20:11) que dice «Y se reunió todo el pueblo de Israel en la ciudad, en confraternidad, como un solo hombre» – cuando todos se reúnen, todos entran en la categoría de javerim cuya declaración de pureza es fidedigna (Talmud Babilonio Tratado de Jaguigá 26(A)). Asimismo, fue dicho (Tehilim-Salmos 122:3): «Jerusalém, que fuiste construida como una ciudad unida» – que hace unir a todos los judíos (Talmud Jerosolimitano Tratado de Jaguigá 3:6).

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