Pninei Halajá

02) Bendición de «HaTov VeHaMeitiv» («Que es bueno y benefactor»)

Nuestros sabios establecieron una bendición más tras la destrucción del Templo de Jerusalém y la ruina del país y es la de «HaTov VeHameitiv». Tras la pérdida de nuestro segundo Santuario parecía que no había ya esperanza de que se reconstruyesen Jerusalém y el Templo por lo que ¿tenía sentido continuar recitando la bendición por la «tierra buena»? Es por ello que nuestros sabios se vieron en la necesidad de redactar una bendición para reforzar la fe de que todo lo que ocurre es para bien y que incluso la destrucción, el exilio y los sufrimientos están destinados a corregirnos y llevarnos nuevamente a una construcción más completa e íntegra del país, de Jerusalém y del Templo.

Nuestros sabios de Yavne redactaron esta bendición en un día especial en que se permitió dar sepultura a los muertos de la ciudad de Betar. Esta era una gran ciudad en la zona de Judea que fungió como capital del gobierno de Bar Kojba y desde ella se tuvo la esperanza de restituir la independencia de Israel y reconstruir el Templo. Cuando Betar cayó la dignidad de Israel fue cercenada y las desgracias se intensificaron de sobre manera. El reino opresor ordenó rastrillar Jerusalém y cambiar los nombres tanto de la sagrada ciudad como del país, para que se pierdan en olvido eterno. Entre otros decretos, ordenaron que no se diese sepultura a los muertos en la defensa de la ciudad de Betar. Tiempo después, al asumir un nuevo monarca, se permitió enterrar a los muertos en cuestión y se vio que había ocurrido un milagro por cuanto que los cadáveres no habían despedido mal olor. Dijeron nuestros sabios (ídem Berajot): «El mismo día que se permitió dar sepultura a los muertos de Betar se redactó la bendición de «HaTov VeHameitiv», «que es bueno y benefactor», (D´s) es bueno ya que los cadáveres no despidieron mal olor y «benefactor» por cuanto que permitió que sean enterrados. Nuestro maestro, el Rabino Kuk, explicó (Ein Ayá a Berajot 48(B)) que del hecho de que los cadáveres no hayan hedido, aprendemos que la destrucción y el exilio no dejaron sin efecto la santidad inherente del pueblo de Israel. En el hecho de que se los haya podido enterrar vemos insinuada la promesa de que en el final de los días volverán a levantarse, y esta es una señal del cumplimiento de todas las promesas de los profetas respecto a la resurrección y la redención.

Dado que el grado de obligatoriedad del recitado de esta bendición es diferente, ya que las tres primeras tienen su origen en la Torá mientras que la cuarta es de origen rabínico, cuando se culminan las primeras quien recita el «Birkat Hamazón» dice «Amén» por lo que recitó: «…que reconstruye Jerusalém con compasión – Amén» (Shulján Aruj 188:1).

Dado que al concluir la tercera bendición llega a su final la serie de bendiciones originadas en la Torá, la cuarta que fue establecida por los sabios se transforma en una unidad en sí misma, por lo que comienza con el formato de «Baruj» («Bendito»), ya que según la regla cuando una bendición es contigua a otra se considera que se respalda en ella y no precisa comenzar con el vocablo «Baruj». Empero cuando se trata de una bendición que tiene validez en sí misma y no como parte de una secuencia – debe comenzar con la palabra «Baruj».

Además, nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 46:1) dijeron que una vez concluido el «Birkat Hamazón», el invitado debe recitar una bendición por el dueño de casa siendo su versión la siguiente (Shulján Aruj 201:1): «Iehí Ratzón Sheló Ivosh Veló Ikalem Ba´al Habait Hazé, lo Baolam Hazé Veló Baolám Habá, Veiatzlíaj Bejol Nejasav, Veihiú Nejasav Mutzlajim Ukrovim La´ir, Veló Ishlot Satán Bema´asé Iadav Veló Izdakek Lefanav Shum Dvar Jet Vehirhur Meatá Vead Olám» («Quiera D´s que el dueño de esta casa no sea avergonzado en este mundo ni en el venidero, que prosperen sus propiedades y sean cercanas a la ciudad, que Satán no gobierne sus acciones y no precise recurrir a ningún acto de tipo pecaminoso, ni incurra jamás en un mal pensamiento»). Está permitido extenderse y ampliar este formato y esta es la usanza de los judíos sefaradíes. Muchos de entre los ashkenazíes acostumbran a conformarse con la siguiente versión: «HaRajamán Hú Ievarej et Ba´al Habait Hazé» («Que D´s bendiga a este dueño de casa»). Empero, a priori, corresponde recitar la versión de la Guemará (Mishná Berurá 201:5, ver adelante 5:4).

Dado que ya se tuvo el mérito de santificarse por medio del cumplimiento del precepto de «Birkat Hamazón», los hijos de Israel acostumbraron adicionar peticiones personales que comienzan con la palabra «HaRajamán» («El Misericordioso») y otras plegarias relativas a la redención. Si bien no se trata de un decreto rabínico, dado que esto se acostumbra desde los días de los sabios medievales (Rishonim) se trata de una costumbre obligatoria, cada congregación conforme su usanza. Empero, si una persona precisa hablar o irse durante estos agregados, por cuanto que ya concluyó el recitado de las cuatro bendiciones – podrá hacerlo, y luego, cuando pueda, habrá de completar lo que le faltó recitar.

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