Pninei Halajá

04. La reparación de la trasgresión

Diversas rectificaciones se han mencionado para el pecado del derramamiento de semen en vano, empero la primera y la más importante es el establecimiento del pacto («tikún habrit»), esto es, que el hombre se una a su mujer con un amor íntegro. Nuestros sabios dijeron (Vaikrá Rabá 21:5): «el órgano con el cual el hombre peca es aquel con el cual debe abundar en preceptos», esto es, esmerarse de gran manera en alegrar a su mujer en todas las oportunidades que el precepto de Oná le estipula y en caso de incompatibilidad entre lo que le alegra a él personalmente y lo que la alegra a ella, deberá dejar de lado su propio deseo y esforzarse por satisfacerla lo más posible.

Asimismo habrá de cumplir el precepto de «creced y multiplicaos» («Prú Urbú») con excelencia, esto es, procrear la mayor cantidad de hijos e hijas que sus energías y las de su mujer les permitan siempre y cuando esto no sea motivo de riñas conyugales, pues ya aprendimos que la primer gran reparación es que alegre a su mujer lo más posible. De todas maneras, si alegrando a su mujer de sobremanera logra cumplir con el precepto de «creced y multiplicaos» con excelencia, estará realizando una reparación muy significativa, pues allí donde malogró y perdió vida ahora hace que esta abunde. En vez de pecar por egoísta se consagrará a la crianza y educación de sus hijos, encaminándolos en el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos.

Además, una gran reparación para este pecado es el estudio de la Torá ya que por su intermedio nos conectamos a la raíz de la vida sumándosela al mundo para así completarlo. Tal como estudiamos (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 30(B)), HaShem creó la inclinación al mal y también creó su antídoto que es la Torá, por lo que la Torá tiene la capacidad de transformarla para bien. También vimos que el fuego del Guehinom no alcanza a los estudiosos de la Torá (ídem Jaguigá 27(A)),  ya que esta protege al hombre y lo salva de contratiempos (ídem Sotá 21(A)). Este pecado puede ser reparado especialmente mediante el estudio de la Torá con intensidad y ahínco, pues así la persona invierte su pasión exterior en este esfuerzo recuperando su vitalidad interior original (ídem Berajot 63(B), Tamid 32(A), Tzidkat Hatzadik 97,106 y 123).

Asimismo, una persona que tiene el privilegio de poder enseñar y de esta manera acercar alumnos a la Torá corrige este pecado, ya que los alumnos son también llamados «hijos». De esta manera suma energía vital a sus alumnos compensando la que malogró con su trasgresión. Quien tiene el mérito de acercar a judíos que se alejaron de la Torá repara grandemente el pecado cometido, pues al ayudar a retornar a  quien cayó recupera las energías que perdió (Tzidkat Hatzadik 116 y 126).

Dar tzedaká (dinero) a los pobres se considera también una reparación importante de esta trasgresión, tal como está escrito (Mishlei-Proverbios 10:2): «la tzedaká salvará de la muerte». De esta manera agrega vida en sustituto de la que malogró, a condición de que la ayuda llegue a personas pobres decentes, esto es, personas que no tienen la posibilidad de auto sustentarse y emplean el dinero recibido para buenos fines y no para alcohol o drogas. Empero si el dinero es dado a personas pobres no decentes, quien aporta continúa realizando una trasgresión similar a la de derramar semen en vano pues su dinero es malgastado. A veces, cuando una persona aún no ha retornado plenamente de esta trasgresión y desea dar tzedaká a los pobres, desde el cielo provocan que el dinero llegue a menesterosos no decentes (Tzidkat Hatzadik 125).

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