Pninei Halajá

17. La actitud de la Torá para con aquellos varones que incurren en la trasgresión de relaciones homosexuales

La Torá tildó de «abominación» («toevá») al pecado de las relaciones homosexuales masculinas (Vaikrá-Levítico 18:22) y nuestros sabios explicaron que este duro vocablo alude a un error («toé atá bá»), esto es, califica la relación de errónea. Esto obedece a que la pasión en cuestión debe encauzarse en unir a la pareja con santidad y alegría y en virtud de esta unión es que nacen hijos y el mundo continúa. En cambio, quienes se involucran en estas relaciones prohibidas orientan su pasión hacia personas de su mismo sexo afectando así la santidad del matrimonio y la existencia del mundo.

De todas maneras no se debe ser más estricto con estos trasgresores que con quienes trasgreden otras prohibiciones graves, por ejemplo, profanar el Shabat. Y así como se deja subir a la Torá a personas que no cumplen Shabat siempre y cuando su profanación no sea un acto de provocación, de igual manera se debe permitir subir a la Torá a quienes incurren en este pecado siempre y cuando no lo hagan como acto de provocación («lehaj´is»). Más aún, cuando es razonable suponer que la persona en cuestión, a pesar de su inclinación, tiene cuidado de no cometer la trasgresión.

Además, muchas de las personas que incurren en esta trasgresión no lo hacen como acto de provocación, a diferencia de muchos de los que profanan Shabat, sino que les apena verse forzados a hacerlo. Solamente HaShem, creador de cielo y tierra, creador de las almas, conoce los pensamientos y el interior de los corazones, conoce a cada persona y puede juzgarla verdadera y misericordiosamente según la magnitud del dolor y las pruebas a las que debió enfrentarse.

Debemos recalcar que quien no logra superar su tendencia e incurre en relaciones homosexuales sigue estando preceptuado a cumplir con todos los demás mandamientos de la Torá y debe superarse en todo aquello que le sea posible hacerlo. Incluso respecto de este pecado, por cada día y cada vez que logra evitarlo es grandemente recompensado.

Debemos aceptar el precepto de la Torá que indica que las relaciones homosexuales entre hombres son una grave prohibición, y siempre que nos sea posible debemos disuadir a los trasgresores de abandonar ese camino. De todas maneras, debemos amar también a quien no logra superar su tendencia y hemos de saber que cada precepto que cumple tiene un enorme valor. Siempre y cuando la persona en cuestión no exteriorice su inclinación ni busque provocar a la sociedad, debemos darle cabida y acercarle a la comunidad religiosa para que así pueda reforzar su cumplimiento de preceptos en las áreas que estén a su alcance. Es sabido que el poder del mal es limitado mientras que el del bien es infinito. De igual manera, la gravedad de las trasgresiones es limitada mientras que el valor de las buenas acciones es infinito.

En el caso de que quien siente una fuerte atracción por personas de su sexo no encuentra pareja con quien casarse y a pesar de ello controla su instinto y no trasgrede, esta es de aquellas personas que el Kadosh Baruj Hú proclama públicamente su valía y su piedad todos los días (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 113(A)). En el acto de sacrificio en el cual controla su instinto en honor al Cielo, revela el valor absoluto de la Torá y los preceptos y opera una gran corrección en el mundo (tal como se verá 7:6 respecto de los eunucos). Si bien no tiene el mérito de formar una familia, la luz de su fidelidad a la Torá ilumina el mundo entero agregando vida y bendición a todas las familias.

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